Según el capítulo 9 de la carta a los Romanos, Dios está formando un pueblo remanente sin distinción entre judíos y gentiles. Les da el privilegio de ser llamados "Ammi", que significa "mi pueblo", con la misión de llevar el evangelio a todo el mundo. Dios muestra su misericordia y soberanía al escoger a quién dar este privilegio y misión según su propósito divino.