1. Summa, no sumó
La fusión Avianca−Aces, se convirtió en el mejor ejemplo sobre cómo
apoderarse del mercado de la competencia directa, como un paso previo para
fortalecerse y después salir a vender el monopolio aéreo de Colombia al
mejor postor.
Por: José Félix Lafaurie Rivera*
Sentimos mucho lo que le está pasando a la Alianza Summa. No estuve de
acuerdo con algunos puntos de su estrategia, pero como colombiano quería
que saliera adelante. No les ha funcionado porque la apuesta fue demasiado
grande. Jugaron a un imposible advertido. Su lema “Más cerca de tus
sueños”, fue demasiado ambicioso, y hoy no podemos “hace(r) amigos
volando”, ni hay “respeto por el pasajero”. A cambio de ello tenemos un
monopolio que se derrumba por su propio peso y que en su caída intenta
aferrarse a la reestructuración de pasivos. Es una dura y costosa lección
para el país, en la que la Aeronáutica Civil tiene mucho de responsabilidad.
La que fuera la unión más controvertida –aprobada por las autoridades
aeronáuticas pasando por alto la preocupación de diversos agentes del
mercado–, no alcanzó los propósitos que la originaron. Si bien es cierto que
Summa inició actividades en un mercado altamente afectado por diversos
factores, como la lucha contra el terrorismo y el aumento del costo del
combustible que limitó su consolidación, no es menos cierto que los efectos
perversos de su fusión habían sido advertidos.
Tenían razón. Esta fusión se convirtió en el mejor ejemplo sobre cómo
apoderarse del mercado de la competencia directa, como un paso previo para
fortalecerse, y después salir a vender el monopolio aéreo de Colombia al
mejor postor. En este tránsito se maltrató a los usuarios y, en lugar de
obtener una mejor tajada del pastel internacional, su derrumbe deja en
manos de la competencia foránea esta porción. Se quedaron sin el pan y sin
el queso.
No es exageración. Los resultados –un año después– son desalentadores.
Ello sin contar el impacto que podría causarle a la industria del turismo en
la temporada de vacaciones que se avecina, si la Aeronáutica continúa
“pensando” la decisión de autorizarle a otras compañías el cubrimiento de
las rutas que la Alianza ya no servirá, amén del daño ya causado a muchos
negocios por los “precios competitivos” que impuso en el año transcurrido, y
a muchos empresarios por su “demostrado cumplimiento” en los itinerarios.
La Alianza propició un nuevo esquema de tarifas que eleva los precios en
forma continua. El último anuncio es un incremento del 10.5%. Además el
usuario se ve obligado a cubrir sobreprecios en el caso de aplazar su vuelo, y,
en temporada alta, las tarifas se incrementan en niveles superiores al 100%.
Lo interesante del esquema es que lo que no pudo hacer la competencia –
2. eliminar el monopolio–, lo hizo su propia política de altos precios. Hoy el
usuario está prefiriendo otras aerolíneas y Summa está perdiendo
participación en el mercado. Al comenzar la Alianza, ésta tenía 73% del
mercado y actualmente tiene el 62%.
Así las cosas, la intención de unir esfuerzos, maximizar recursos y mejorar
la eficiencia y oportunidad de los servicios, que le permitió juntar una
infraestructura de US$700 millones, quedó como un castillo de naipes. Igual
sucede con el reto de contrarrestar las pérdidas. La aspiración de ahorrar
US$100 millones en el largo plazo –que incluye el recorte de personal– le
implica reducir su capacidad de generar ingresos al devolver 7 de los aviones
en arriendo. En dicho proceso la desventaja la lleva Aces, por cuanto debió
entregar parte de su flota por considerarse de alto costo, pero cuya
capacidad de transporte se ajusta más al mercado nacional.
La historia nos demuestra una vez más que revolver manzanas buenas con
malas, no es buen negocio. Perdimos la cosecha al haber intentado
apalancar el futuro de una empresa con un gran lastre, con dos pequeñas
pero eficientes. Y todo con la venia de la Aeronáutica. Las grandes alianzas
que se han realizado en el mundo en este sector han partido de un
presupuesto cierto: que las empresas no se encuentren muy mal en materia
económica para iniciar una operación eficiente. Lo que mal empieza mal
acaba. Por eso ahora se viven esas complicaciones que lo único que hacen es
arriesgar la sostenibilidad del mercado. Aquí bien cabe preguntarnos ¿en
dónde queda la responsabilidad de la Aeronáutica en todo este asunto?
*Superintendente de Notariado y Registro