El documento describe la transición del feudalismo al absolutismo monárquico en Europa. Los señores feudales poseían gran poder y tierras, pero los reyes centralizaron el poder creando estados monárquicos que controlaban el comercio y la recaudación de impuestos. Los burócratas del clero administraron los nuevos reinos en nombre de los monarcas, cuya autoridad absoluta se justificaba por derecho divino.