Este documento presenta tres casos de parejas o familias que experimentan conflictos y deciden someterse a mediación familiar. En los tres casos, la mediación resulta en un proceso exitoso que permite a las partes involucradas resolver sus diferencias y establecer acuerdos satisfactorios a través del diálogo.
1. Controlar el conflicto en la pareja /Orientadora familiar en Relaciones Humanas
Algunos matrimonios pueden haber sido hechos en el cielo, pero muchos detalles tuvieron que arreglarse aquí en la tierra.
Desafortunadamente muchas parejas comienzan una relación con muy poco o ningún conocimiento de cómo debiera
funcionar tal relación.
"Yo me casé para irme de casa, para tener mi propio hogar y ser independiente" , admitió una joven de nombre Andrea. Mis
padres trataron de evitarlo, pero uno siempre cree saber más que ellos. 'La cuestión, es que no pude lograr una buena
comunicación con mi esposo. Después de seis meses supe que había cometido un error confesó. "Lo supe aún antes de
que naciera mi bebé. Al poco tiempo me divorcié de mi marido".
Los nombres pueden cambiar y las circunstancias variar, pero la tragedia sigue siendo la misma: muchos matrimonios
acaban en divorcio por no saber manejar un conflicto.
Desarrollar una buena comunicación para controlar un conflicto lleva tiempo y dedicación. Pero la recompensa vale la pena.
En consulta, un hombre me dijo: mi cónyuge y yo no tenemos buena comunicación en nuestro matrimonio. En realidad, a
veces pareciera que somos dos desconocidos. A menudo estamos en desacuerdo y cada uno hace lo suyo. ¿Qué me
aconseja?
El punto más importante para resolver un conflicto, es que este debe ser resuelto por las dos partes. Si una está dispuesta a
intentarlo, pero la otra no, entonces no resultará.
El conflicto no tiene que ser algo destructivo. La tensión forma parte de todas las relaciones interpersonales sanas, pero
debemos mantener la confianza y la fe en medio de ella, y encontrar maneras positivas de expresar nuestra ira.
Hay básicamente dos maneras de transmitir un mensaje de enojo:
Aceptación.
Acusación.
Para que la ira esté dirigida por el amor, es preciso que expresemos nuestro enojo sobre la conducta de la persona, no sobre
la persona. Se trata de rechazar la conducta, pero no a la persona.
Reglas para resolver los conflictos:
Trata directamente con el hecho y no ataques a la persona. Lo más importante es la persona, no demostrar quién tiene la
razón.
Escoge el tiempo y el lugar apropiados para tratar los conflictos. Si el hombre está escuchando las noticias, no es un buen
momento. Si la mujer está preocupada con la comida, no es un buen momento. Muchas veces, es preferible dejar pasar el
enfado para poder hablar con calma.
Intenta ser honesto acerca de la causa del conflicto. La chispa pudiera haber sido una tontería mientras que la causa real es
2. mucho más seria; quizás un problema latente sin resolver. Es mejor ahorrar las energías que discutir sobre pequeñeces.
No te apartes del asunto. Si sacas a relucir otros problemas que no están relacionados con el problema actual, la discusión
puede explotar. No es el momento de mencionar todas las faltas del otro. Las amenazas de separación o de divorcio no
ayudan. Es más fácil encontrar una solución si los dos la desean de verdad.
No dejes que pase mucho tiempo antes de tratar lo que te irrita. No es bueno acumular conflictos sin resolver. Esta práctica
suele traer resentimientos y amargura.
Recuerda que es posible ganar la batalla y perder la guerra. Un conflicto no está resuelto si se deja al otro aplastado o
humillado. En un conflicto matrimonial, uno no puede ganar y el otro perder; los dos ganan, o los dos pierden.
El silencio no es la solución al problema. Puede incluso ser un arma para controlar, frustrar, o manipular al otro. A es, el
silencio parece ser el camino menos doloroso, pero normalmente está tapando momentáneamente el problema, no
resolviéndolo. Resurgirá otro día, más fuerte aún. Si en la pareja uno de ellos usa este método, el otro debe mostrarse
dispuesto a escucharle cuando quiera hablar, pero no debe forzarle ni insistir.
Olvidar los errores del pasado. También, conviene olvidar las palabras 'nunca' y 'siempre'. Las generalizaciones suelen ser
una forma típica de exagerar.
Cuando estés equivocado, admítelo; cuando tengas razón, cállate. El reconocimiento de un posible error personal es una
muestra de humildad y de amor. A veces, es necesario pedir perdón aunque no se tenga la culpa. La tranquilidad y el amor
son más importantes que una victoria personal.
Aprende a perdonar. El conflicto se hace más crónico por la incapacidad de perdonar. A la vez, es necesario saber aceptar
el perdón. Si Dios, que es todo bondad, nos puede perdonar a nosotros, ¡cuánto más debemos perdonarnos los unos a los
otros!
Dios espera que sus nosotros sus hijos, seamos pacificadores, y para serlo, hay que saber enfrentarse con amor, sin dañar,
sin quitar nada del valor de la otra persona. En una relación madura, los dos, hombre y mujer, deberán aprender a
enfrentarse de verdad mientras que afirman su amor. Este tipo de enfrentamiento hará que la relación se enriquezca.
El amor es dinámico; su naturaleza no permite que sea estático. Tiene que aumentar o disminuye. Cada vez que uno niega
la existencia de problemas o teme arriesgar la intimidad para resolverlos antes de que se hagan más grandes, va
consiguiendo como resultado la pérdida de la confianza y del amor. El aburrimiento en una relación vacía sería el resultado.
El amor vital puede transformar el conflicto en una fuerza constructiva que dará una mayor comprensión y compenetración a
la relación.
3. NO CREAS QUE TU CONFLICTO ES IRRESOLUBLE. A continuación te describo tres casos prácticos con un FINAL
SATISFACTORIO gracias a una MEDIACIÓN CON ÉXITO:
Primer supuesto:
Juan y Salomé son una pareja matrimonial que tras cuatro años de convivencia y desde hace dos meses aproximadamente
se encuentran en una situación inviable a la que se refiere el esposo comparándola con “un infierno”. Hace nueves meses
que nació su primer hijo llamado Tomás. Comenzó a no haber entendimiento entre ellos. Se producían continuas
discusiones, no se ponían de acuerdo en nada, eran frecuentes los enfados, pasan días sin hablar entre ellos, noches sin
dormir por el llanto del niño… Han oído hablar de una mediadora familiar que les ha recomendado una amiga común, que
curiosamente además es la madrina del bebé. Hace dos meses que el esposo ha abandonado el domicilio conyugal, aunque
continúa pagando los gastos de la hipoteca familiar y una cantidad que entrega a la esposa para la manutención del niño.
La salida del esposo del hogar y su decisión firme de no volver, ha influido significativamente en la esposa para que se
haya decidido a buscar soluciones, pues antes de este hecho no accedía ni siquiera a hablar con el esposo. Acuerdan
entrevistarse con la mediadora familiar.
En la primera sesión gratuita que ofrece dicha mediadora han recibido amplia información sobre este proceso y han
aclarado todas sus dudas sobre su coste y posible duración.
La finalidad de esta mediación es aclarar si resulta viable una reconciliación o bien iniciar los trámites del divorcio y en este
caso fijar las bases del mismo que tramitarán de mutuo acuerdo ante el Juzgado. En caso de que decidan divorciarse y la
mediación no finalice con acuerdos para el divorcio, lo tramitarán ante el Juzgado con contienda y será el órgano judicial el
que decida sobre sus diferencias.
La mediación se desarrolla en cuatro sesiones conjuntas de una hora cada una.
De forma previa se realizan entrevistas individuales con cada uno de ellos, en las que quedan claras las diferentes e
irreconciliables expectativas de cada cual sobre una posible reconciliación. Las reuniones conjuntas se celebran a razón de
dos por semana.
4. Finalmente se redacta el acuerdo sobre la vivienda familiar, cuidado y manutención del hijo menor, visitas para el esposo
no custodio del mismo y la forma de liquidar los bienes y deudas comunes. Todos los puntos del acuerdo son perfilados por
ellos mismos gracias al diálogo que se ha conseguido restablecer con diversas técnicas de mediación.
La mediadora les reitera la información sobre la intervención de Letrado/a conforme a la Ley autonómica de mediación
familiar que corresponda.
Segundo supuesto:
Después de 20 años de matrimonio, Miguel y Pepa comenzaron los trámites judiciales de su divorcio hace ahora unos cinco
años. Durante este tiempo sus idas y venidas a los Tribunales han sido continuas, pleiteando sobre cuestiones diversas
relacionadas con el mismo. Actualmente ambos están desencantados con el resultado de las resoluciones judiciales y se
sienten “perdedores”. En el momento en que acuden a la mediadora familiar, sus hijos ya son mayores de edad e
independientes económicamente.
En ese caso la finalidad de la mediación es fijar las bases para liquidar el patrimonio y las deudas contraídas durante su
matrimonio (gananciales).
Una vez se produce la primera entrevista gratuita e informativa en la que la mediadora familiar les facilita amplia
información sobre el proceso, su posible duración, su coste y ambos aclaran sus dudas, la mediación comienza y se
desarrolla durante diez sesiones de media hora cada una. En este caso, acortar la duración de las sesiones y espaciarlas en
el tiempo se hace recomendable, pues hay mucho enconamiento entre las partes dado el largo periodo de litigios en el
pasado.
Finalmente se redacta un acuerdo que ellos mismos han negociado con satisfacción para ambos. En la firma del acuerdo
final acuden los hijos y muestran su contento.
La mediadora les reitera la información sobre la intervención de Letrado/a conforme a la Ley autonómica de mediación
familiar que corresponda.
5. Tercer supuesto:
Empresa familiar dedicada a la producción de sidra fundada en 1950 por Belarmino, que con 70 años cumplidos y viudo,
seguía al mando de la misma. Su fallecimiento se produce repentinamente por infarto de miocardio hace ahora unos cuatro
meses. No había otorgado testamento y tampoco había dejado establecidas las directrices para el reparto de
responsabilidades en dicha empresa entre sus dos hijos que trabajan en la misma: María y Salvador. María de 38 años, que
trabaja en el negocio desde los 27 años, se ocupó y se ocupa actualmente de la contabilidad, nóminas y seguros sociales
de los cuatro empleados. Es economista y master en dirección de empresas. Al poco del fallecimiento de su padre plantea a
Salvador ideas nuevas para reorganizar el negocio. Cuando vivía su padre le propuso cambios, pero era un hombre
“chapado a la antigua” y no valoraba la capacidad de María por el “hecho de ser mujer”. Está casada y tiene un hijo de
cuatro años. Además su marido Gabriel ejerce una influencia negativa en este tema de la empresa familiar dado que
siempre se sintió despreciado por su suegro, pues consideraba que era poco para su hija, “un simple maestrillo” comentaba
entre sus amistades. Por su parte Salvador de 45 años, tímido y poco hablador, se formó al lado del padre y conoce bien el
negocio, aunque está un poco anticuado en el enfoque del mismo. No cuenta con estudios universitarios y es reacio a su
modernización. Está divorciado y tiene dos hijos de 12 y 10 años de edad. Su relación con su ex esposa es funesta y ella
pretende que su opinión cuente en este tema “por el futuro de sus hijos”.
El distanciamiento de los hermanos se agudiza conforme pasa el tiempo y además comienza a percibirse por empleados
y clientes que lo comentan. Un primo de ambos llamado Tomás de 30 años de edad, que tiene muy buena relación con los
dos, les comenta la posibilidad de que acudan a una mediadora familiar para organizar la nueva etapa del negocio familiar,
el papel de cada uno dentro del mismo y su futuro cuando alguno de ellos o ambos falten. Esa salida es una posibilidad
que han de intentar cuanto antes para aunar posiciones. El negocio es muy rentable y si deciden continuar con él han de
actuar rápido para mantener esa rentabilidad y más en la actual crisis económica. Pasadas unas semanas desde entonces,
María y Salvador deciden acudir a la consulta de dicha mediadora familiar.
La finalidad de la mediación familiar es crear un espacio de encuentro y sosegado diálogo entre María y Salvador que hasta
ahora había sido más bien escaso. Pretenden aclarar si se deciden a liquidar el negocio o en caso de querer continuar con
el mismo, establecer las bases para crear un Protocolo familiar en cuanto a su organización, funcionamiento y sucesión
familiar.
6. La mediación comienza con dos entrevistas individuales y una conjunta con ambos con el fin de aclarar la primera cuestión,
esto es, si desean liquidar el negocio y separarse o bien continuar juntos en la llevanza del mismo. Esta sesión conjunta
resulta la base de la negociación posterior, pues ambos airean los reproches hacia su padre y los de cada hacia el otro en la
forma de trabajar y llevar el negocio. Asimismo exponen ampliamente sus expectativas y temores. La primera cuestión que
tienen muy clara es que desean continuar con el negocio pues conocen las cualidades de cada cual e intuyen que
funcionarán bien juntos. Así pues resulta preciso establecer las bases para su funcionamiento y desarrollo mientras ellos
vivan y para su futuro cuando ellos falten en caso de que los hijos de ambos decidan continuar.
La segunda fase de la mediación se desarrolla en seis sesiones con el fin de fijar entre los dos las bases que servirán para
la redacción del Protocolo centrándose principalmente en fijar los valores que presidan la vida empresarial, la utilidad de la
empresa para ambos hermanos así como sus intereses y reparto de funciones en el mismo.
Finalmente se redacta un Protocolo familiar que firman ambos en prueba de su conformidad y satisfacción.
La mediadora les reitera la información sobre la intervención de Letrado/a conforme a la Ley autonómica de mediación
familiar que corresponda.
LOS NOMBRES Y LAS DESCRIPCIONES SON SUPUESTOS. NO SE CORRESPONDEN CON CASOS CONCRETOS.