El documento presenta críticas de Hilary Putnam y Gertrude Himmelfarb a las ideas cosmopolitas de Martha Nussbaum. Putnam argumenta que no es posible ser un ciudadano del mundo sin pertenecer a una nación debido a que el ser humano está arraigado a su cultura. Himmelfarb sostiene que Nussbaum omite que no existe consenso sobre valores universales y que su visión depende de un orden administrativo estatal. Ambos autores defienden que la razón debe estar arraigada a la tradición para no ser vacía.