1. “Un ínfimo descuido y un recuerdo por siempre”
Una madre de una pequeña flor en capullo, esposa de un tallo sin flor y mujer
trabajadora, un ser insaciable de deseos sueños y ganas de batallar por su
pequeña familia que cae día a día en picada, ella es Sarahí Cárdenas, quien a
sus 28 años reside en los barrios marginados de la Ciudad de Quito, apenas
cuatro paredes la encierran junto a su hija Abigail de 3 años y su reciente
marido Carlos, quien padece un serio problema con las bebidas alcohólicas y
no se ha podido recuperar a pesar de que los Psicólogos le diagnosticaron
dependencia crónica al alcohol, él no acepta su culpa y continua en el mundo
del libertinaje.
Como un día normal, Sarahí muy temprano en la mañana se prepara para su
jornada de trabajo pues un pequeño andén de comida en el Mercado Mayorista
la separa de la pobreza total, ella sabe que es el único sustento económico en
la familia; con mucho afán e inquietud Sarahí intenta desprenderse de los
calurosos y pequeños brazos de Abigail pues su Abuela quien se encargaba de
cuidarla aún no había llegado, los minutos pasan y el tiempo no perdona,
mientras una lágrima brotaba de los ojos cansados de Sarahí por la inútil
espera a su esposo quien no aparecía por la casa ya dos semanas, logra
engañarla y con un último susurro ¡ Mama, Mamita! Abigail al fin se había
dormido.
Sarahí corría con inquietud a su trabajo, pues temía por la vida de su
indefensa hija, limpiaba sus lágrimas llenas de tristeza mientras preparaba la
venta de aquel día, una hora transcurrió y su impaciencia la mató, ¡No puedo
más! mientras un dolor en su delicado corazón la alertaba, cerró así el andén y
como si tuviese alas voló a su casa en busca de Abigail, abrió la vieja puerta de
su alcoba, y como un golpe certero a su rostro su mirada se nublaba y la ira la
invadía, no podía creer lo que había visto.
Era Carlos, si era EL pero no estaba solo, sobre su cama y su desnudo cuerpo
estaba la infidelidad, Sarahí al salir del asombro sus ojos buscaron a su hija y
ahí estaba, en una esquina del cuarto sobre el frio piso y con una sonrisa
inocente al ver a su mamá, lanza su rancia muñeca y se aferra a la pierna de
su progenitora como quien buscando protección, pero no fue lo suficiente
como para evitar la desgracia.
Sarahí desprende a su hija de si, mientras los insultos y reclamos no se hacían
esperar, en medio de su impotencia como débil mujer pide explicaciones a
Carlos para poder entender su accionar aunque ella sabe que no servirían de
nada, sus cadenas estaban atadas a él sin importar lo que hiciere en contra de
su dignidad, Carlos invadido por alcohol, desenfrenado sin poder sobre su
voluntad, sacude fuertemente el débil cuerpo de Sarahí mientras la humilla de
manera vil y sin importar cuantas veces su mano golpea su cara lo vuelve a
repetir.
2. Abigail no comprendió lo que sucedía solo sentía que su madre estaba en
peligro y en medio de su nulidad angelical busca su muñeca y en ella refugio
para no mirar la dramática escena y mientras daba unos cortos pasos salió de
aquel lugar y allí al mirar a su derecha, estaba su final, un automóvil a gran
velocidad atravesó su pequeño cuerpo, Sarahí envuelta en llanto, manchada
por los golpes, corrió hacia ella aunque es inútil todo lo que hiciere.
Sarahí ahora se encuentra en un centro de Rehabilitación Psicológica
curándose no solo de las heridas de su rostro si no del corazón su separación
con Carlos fue trágica pero más terrible es el recuerdo de aquel día, cuando su
pequeño angelito dejo de existir a su lado para aferrarse en su corazón y vivir
solo en los recuerdos.
Kelly Anabel Arévalo