Pensar en los demás es difícil pero necesario para avanzar espiritualmente. Con el tiempo, tener poder no debe significar dejar de ayudar u olvidar valores como la tolerancia y el respeto. Si cada persona considerara cómo sus acciones pueden beneficiar a los demás, el mundo sería menos complicado y habría un gran avance espiritual, más que tecnológico.