2. Ya desde el
principio de su
predicación Jesús
hablaba del Reino
de Dios. Después
iría explicando qué
entendía Él, a
diferencia de otros
predicadores, por
el “Reino de Dios”.
3. Muchas veces usaba
parábolas para
darnos a entender
algún sentido o
faceta del “Reino”.
Pero la simple
formulación de la
parábola para
aquellos que no
tenían mucha fe les
dejaba más o menos
indiferentes.
4. Por eso, como se dice hoy al terminar el
evangelio, Jesús se las explicaba luego a
sus discípulos.
6. La Iglesia, aquí en la tierra, está en vías de perfección,
camina hacia, prepara el Reino; aunque a veces los dos
sentidos pueden significar o tender a una sola cosa.
En primer lugar
debemos
considerar que no
es lo mismo el
Reino de Dios que
la Iglesia. Ésta es
“el principio y
germen” del Reino,
como dice el
concilio Vaticano II.
7. Lo importante es que venga a nosotros más y
más el Reino de Dios. Aunque de hecho hay una
unión íntima entre el Reino de Dios y la Iglesia,
que es sobre todo interna. Lo externo puede ser
variable y en parte deficiente.
Muchos
confunden
aspectos
externos de
la Iglesia
con el
“Reino de
Dios”.
8. En la Iglesia podemos constatar si aumentan o
disminuyen los bautismos, las comuniones, las
asistencias a misa. Ello puede ser interesante. Pero la
vitalidad del Espíritu en la Iglesia ¿Quién la puede medir?
9. Lo que sí sabemos es que el verdadero reino de Dios es
vida, verdad, justicia, paz, gracia y sobre todo AMOR.
Este es el reino por el que debemos trabajar.
10. Tu reino es vida.
Tu reino es verdad
Tu reino es justicia
Tu reino es paz
Tu reino es gracia
Tu reino es amor
Venga a nosotros tu Reino, Señor.
12. A través de varias
parábolas Jesús nos
explicó diversos
aspectos del
“Reino”. Hoy nos
expone dos
parábolas pequeñas.
Dice así:Marcos 4,26-34
13. En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: "El reino de Dios
se parece a un hombre que echa simiente en la tierra. Él
duerme de noche y se levanta de mañana; la semilla
germina y va creciendo, sin que él sepa cómo. La tierra va
produciendo la cosecha ella sola: primero los tallos, luego
la espiga, después el grano. Cuando el grano está a punto,
se mete la hoz, porque ha llegado la siega."
Dijo también: "¿Con qué podemos comparar el reino de
Dios? ¿Qué parábola usaremos? Con un grano de
mostaza: al sembrarlo en la tierra es la semilla más
pequeña, pero después brota, se hace más alta que las
demás hortalizas y echa ramas tan grandes que los
pájaros pueden cobijarse y anidar en ellas." Con muchas
parábolas parecidas les exponía la palabra acomodándose
a su entender. Todo se lo exponía con parábolas, pero a
sus discípulos se lo explicaba todo en privado.
14. En la primera parábola comienza diciéndonos Jesús que
todos, al menos los que nos creemos discípulos suyos,
somos cooperadores en la obra de Dios, que es su Reino,
porque todos debemos sembrar y al final recoger frutos.
Este sembrar
puede ser
cuando
acogemos,
preparamos y
realizamos un
bautismo.
15. Crece por la energía que
tiene encerrada la
semilla. El sembrador
poco adelanta o nada por
el hecho de que esté
vigilando o tire de la
mata para que crezca
más rápidamente.
Pero esta planta,
que es el Reino de
Dios, crece
aparentemente
sola.
17. Trata de exponer la diferencia abismal entre lo
poco que puede hacer el hombre y lo mucho que
hace Dios.
18. Por lo tanto ni las fuerzas del mal podrán contra el
Reino, ni adelantaremos demasiado por mucho que nos
movamos sólo externamente.
Y es una
advertencia
para
comprender
que el Reino
de Dios
sigue el
curso que
Dios parece
que quiere:
lento pero
seguro.
19. El Reino crece de una manera sencilla, sin ruido.
Quizá Jesús dijo esta parábola contra algunos que
buscaban de Jesús unos hechos espectaculares y
querían
que el
apostolado
tuviera
efectos
brillantes,
a través
quizá de
cierta
violencia.
20. Pero de nuestra parte hay que
huir de dos extremos: la
pasividad o pereza y el
activismo. Debemos huir del
activismo, porque, como nos
dice Jesús, poco podemos
hacer una vez que hemos
sembrado. Claro que el
sembrar es más complicado de
lo que parece, porque hay que
preparar la tierra y cuidarla.
Lo más importante que debemos hacer es unirnos
espiritualmente con Quien hace crecer. Por eso
para un apóstol es tan necesaria la oración.
21. La parábola no es una
invitación a la pereza, ya
que Dios ha puesto
muchas cosas en
nuestras manos. El
sembrar no es algo fácil,
pues muchas veces
cuesta preparar el
terreno. Por eso siempre
hay mucho que hacer en
el campo de Dios. La
parábola es sobre todo
una invitación a la
confianza.
22. Nuestra obligación es
sembrar (y preparar el
terreno). A veces
estamos demasiado
pendientes en ver los
resultados. Dejémoslo
al Señor. Porque, si
sembramos con recta
conciencia, la cosecha
seguro que se dará,
aunque quizá no como
nosotros lo planeamos,
sino mejor.
23. Queremos correr demasiado y ver efectos
externos de la acción de Dios. Tengamos fe y
paciencia, porque Dios está presente y de ahí
proviene nuestro optimismo.
Dios muchas
veces calla,
parece que
está dormido;
pero nunca
nos abandona.
31. La 2ª parábola nos habla de la mostaza, semilla muy
pequeña que llega a convertirse en un arbolito, de modo
que los pájaros pueden poner sus nidos.
Aquí
Jesús
nos
quiere
hablar de
la
sencillez
de la
Iglesia.
32. Las plantas de mostaza que crecen en Israel,
son arbustos muy altos, porque llegan a
alcanzar a veces los 4 y 5 metros de altura.
33. El profeta Ezequiel en
la 1ª lectura nos dice
cómo Dios aborreció al
pueblo de Israel
cuando soberbio quiso
ser muy grande en lo
material olvidando su
espíritu. Pero, si se
humilla, le hará grande
como un cedro del
Líbano.
Ezequiel 17,22-24
34. Así dice el Señor Dios: "Arrancaré una rama
del alto cedro y la plantaré. De sus ramas
más altas arrancaré una tierna y la plantaré
en la cima de un monte elevado; la plantaré
en la montaña más alta de Israel, para que
eche brotes y dé fruto y se haga un cedro
noble. Anidarán en él aves de toda pluma,
anidarán al abrigo de sus ramas. Y todos los
árboles silvestres sabrán que yo soy el
Señor, que humilla los árboles altos y
ensalza los árboles humildes, que seca los
árboles lozanos y hace florecer los árboles
secos. Yo, el Señor, lo he dicho y lo haré."
35. Así a veces ha pasado en cierta parte de la Iglesia:
Cuando ha buscado el poder y gloria material, se ha
apartado del fin que tiene, que es el de ayudar a
fundamentar el reino de Dios.
36. No es lo mismo
triunfo del Reino
de Dios que
“triunfalismo”.
37. Ese grano de
mostaza es también
el verdadero
discípulo, el cual una
vez que muere a sí
mismo (el que halla
su vida, la perderá,
mas el que la pierda
por causa de Mí, la
hallará), de él surge
la verdadera vida que
es Cristo en él. Es
como esa planta que
se convertirá en gran
árbol.
40. Lo que Dios
busca entre sus
predicadores o
entre los
sembradores de
su palabra son
corazones
entregados a los
dones del
Espíritu.
41. La Eucaristía es el
ejemplo más
maravilloso de cómo
Jesús sigue
actuando en la vida
de la Iglesia
haciendo grandes
cosas con medios
pequeños.
42. Muchas veces nuestro trabajo apostólico nos parece muy
pequeño, porque lo es; pero unido a la gracia de Dios se
puede convertir en una obra muy grande, si es agradable
al Señor.
43. No se pueden despreciar las
pequeñas cosas de cada día.
Puestas en
las manos
de Dios,
tienen un
valor
inmenso.
44. Con esta parábola del grano de mostaza quiere
decirnos Jesús que, aunque su Reino parece
poca cosa, tiene tanta potencialidad que, sin ser
árbol soberbio, sus ramas pueden acoger a todo
aquel que se acerque con sincero corazón.
45. Jesús comienza a darnos ya un sentido universalista
del Reino de Dios. De hecho muchos de otras
religiones, si tienen una recta conciencia, pertenecen ya
al Reino de Dios. Aunque es más difícil.
46. Para terminar, recordamos el gran
mensaje de hoy: Todos debemos
trabajar, según nuestras fuerzas,
para el Reino de Dios: Debemos
sembrar y recoger. Pero el
crecimiento interno y sobrenatural
es obra de Dios. En Él confiamos
y esperamos.
47. Con la esperanza del campo
que caiga en su tierra las
aguas y el sol,
Automático
48. hoy he sembrado en
su nombre semillas
de afanes que me
hablen de Dios.