Todos somos misioneros que traemos paz a los otros y la Buena Nueva: que el Reino de Dios ya comienza entre nosotros. Siempre hay dificultades para la instauración del Reino de Dios, pero la ternura amorosa de Dios es más fuerte que las fuerzas del mal.
2. El domingo pasado
se hablaba de la
importancia de
seguir a Jesús.
Este seguimiento,
para que sea
práctico, debe
llevar también a
esforzarse para
que otros puedan
seguir al Señor.
3. Por eso Jesús no sólo enseñará a los 12 apóstoles a que
sean predicadores de la fe, sino que hoy consideramos
cómo envía a predicar a 72 discípulos, que eran de los
que le seguían frecuentemente.
Comienza
así el
evangelio
de hoy
según san
Lucas, en el
capítulo 10
4. En aquel tiempo, designó el
Señor otros setenta y dos y los
mandó por delante, de dos en
dos, a todos los pueblos y
lugares adonde pensaba ir él. Y
les decía: “La mies es
abundante y los obreros pocos;
Rogad, pues, al dueño de la
mies que mande obreros a su
mies”.
5. Los números en la Biblia suelen tener mucho de simbolis-
mo. El número 72 significaba plenitud, ya que por
entonces se creía que eran 72 todas las naciones de la
tierra.
Es como
querer enviar
Jesús a
predicar a
todos los que
son sus
seguidores.
6. No quiere decir que todos tengamos que ir a otras
naciones u otros ambientes; pero todos tenemos un
compromiso de testimonio. Como san Francisco de Asís
que no era ni diácono.
La predicación
del Evangelio
no es cosa
sólo para
obispos ni para
sacerdotes o
diáconos.
Todos
debemos estar
dispuestos a
evangelizar.
7. Aquí nos indica una cualidad esencial del apostolado.
El apóstol está predicando a Jesucristo, no se predica
a sí mismo. De aquí la humildad, que es verdad. Lo
importante es que venga el Reino, que Dios sea
amado.
“Los
mandó
por
delante a
todos los
pueblos
y lugares
adonde
pensaba
ir él”.
8. Para los israelitas esto tenía importancia porque sus
leyes exigían que al menos fuesen dos los testigos en
cualquier juicio. Pero significa también que el evangelizar
no es obra de un particular, sino de toda la comunidad,
aunque la llamada de Dios exija una respuesta personal.
También indica, especialmente entonces, el poder
ayudarse y protegerse mutuamente en los peligros.
Los
mandó
de dos
en dos.
9. “La mies es abundante y los obreros pocos”. Así era en
el tiempo de Jesús y así sigue siendo ahora. A veces los
cristianos nos cerramos en un círculo pequeño. Otras
veces abrimos los ojos y la realidad nos desborda y
vemos nuestra pequeñez. ¿Qué podemos hacer?
10. Por lo menos
podemos orar. Y
debemos hacerlo.
“Rogad, pues, al
dueño de la mies
que mande
obreros a su
mies”. Si no
vemos otras
razones,
pensemos que
Jesús mismo nos
lo mandó.
11. Claro que lo mejor es estar disponibles para que el Señor
disponga de nosotros y nos pueda enviar al apostolado,
quizá sea siguiendo con la misma vida externa o puede
ser hasta cambiando de vida. Ojalá le podamos decir:
19. Y continúa el evangelio mostrando las normas
que Jesús da a aquellos 72 discípulos que van a
salir a predicar en el nombre de Jesús.
20. ¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos
en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni
sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el
camino. Cuando entréis en una casa, decid primero: “Paz
a esta casa”. Y si allí hay gente de paz, descansará sobre
ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros. Quedaos en la
misma casa, comed y bebed de lo que tengan, porque el
obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa.
Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os
pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: “Está
cerca de vosotros el reino de Dios.” Cuando entréis en un
pueblo y no os reciban, salid a la plaza y decid: “Hasta el
polvo de vuestro pueblo, que se nos ha pegado a los pies,
nos lo sacudimos sobre vosotros. De todos modos, sabed
que está cerca el reino de Dios.” Os digo que aquel día
será más llevadero para Sodoma que para ese pueblo.”
21. “¡Poneos en camino!”: Ante la realidad de que es mucho
lo que hay para hacer, debemos movernos, ponernos en
camino. Hay demasiados cristianos que creen les basta
con asistir a misa y muy poco más. Muchos se creen
instalados en sus seguridades sin descubrir lo que falta
para que venga el Reino de Dios.
22. Para ponerse en
camino, hay que
prepararse. La
preparación esencial es
conocer a Jesucristo.
Aquellos 72 no habían
asistido a clases de
teología, aunque debían
saber lo principal de lo
que enseñaba Jesús.
Pero lo principal era el
conocimiento vivo del
Salvador.
23. Aquellos 72 acompañaban a Jesús y debían fijarse, no
sólo en sus palabras, sino en sus gestos, en sus
actitudes: cómo perdonaba a los pecadores, con qué
bondad curaba a los enfermos y multiplicaba el pan para
dar de comer a la multitud, cómo oraba y hablaba del
amor del Padre celestial…
24. Por eso es que nos debemos esforzar por conocerle.
Cuanto más le conozcamos, más le podemos amar y
mejor podremos predicarle, aunque no sepamos
demasiadas teorías.
Reproducir
el estilo de
Jesús es lo
principal de
todo
apóstol.
25. El verdadero apostolado no
es fácil. Jesús les decía a
aquellos 72: “Mirad que os
mando como corderos en
medio de lobos”.
26. Vivió y predicó en medio de la incomprensión de los que
le rodeaban, especialmente de los poderosos en Israel.
Su mensaje se oponía a la mentalidad de los poderosos
en lo civil y aun en lo religioso, que le llevaron a la
muerte.
Jesús había
experimentado
en su propia
carne lo de
ser cordero
entre lobos.
27. Jesús dice esa
expresión no sólo
para los 72, sino para
todos los discípulos
en siglos posteriores.
Por eso no suele ser
fácil la vida de un
cristiano que quiere
comprometerse con
la empresa de Dios,
pues sus criterios
chocan con los
criterios del mundo.
28. Jesús prefiere los medios pobres a los ricos. Un altavoz
demasiado potente quizá molesta más que lo que
convence. En la práctica es muy difícil calcular hasta
dónde conviene la pobreza. Lo cierto es que debe ser
una tendencia.
“No llevéis talega,
ni alforja, ni
sandalias”. Es la
invitación a la
sencillez en los
medios utilizados
en la misión.
29. Y a veces es verdad. Hay ocasiones en que se organizan
eventos religiosos y hay una gran preocupación por
muchos detalles materiales, faltando quizá lo principal,
que es el estar lleno de Dios para anunciar el Reino de
Dios, ser evangelio viviente para predicar el Evangelio.
En el mundo
moderno nos
parece que se
necesitan
muchas cosas
para anunciar
el Evangelio.
30. Éstos habían recibido a unos predicadores que decían
que lo más importante era la circuncisión. Lo hacían por
motivos terrenales, por quedar bien. San Pablo responde
con esta carta, cuyo final es:
Esto es lo que
nos viene a decir
hoy san Pablo en
la segunda
lectura, como
conclusión de la
carta a los
gálatas.
31. Hermanos: Dios me libre de gloriarme si no es
en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, en la
cual el mundo está crucificado para mí, y yo
para el mundo. Pues lo que cuenta no es
circuncisión o incircuncisión, sino una criatura
nueva. La paz y la misericordia de Dios vengan
sobre todos los que se ajustan a esta norma;
también sobre el Israel de Dios. En adelante,
que nadie me venga con molestias, porque yo
llevo en mi cuerpo las marcas de Jesús. La
gracia de nuestro Señor Jesucristo esté con
vuestro espíritu, hermanos. Amén.
32. La circuncisión, dice san
Pablo, no cuenta. Lo que
vale es estar crucificado
al mundo por Cristo. Es
tener a Cristo metido
dentro de sí mismo.
Entonces es una nueva
criatura. Como diría san
Pablo en otro momento:
36. Era costumbre entre los orientarles que, al encontrarse
con otra persona por el camino, comenzasen a conversar
sobre la familia y otras circunstancias. La misión de
Cristo urge prontitud en la acción.
Les dice
Jesús a
los 72:
“No os
detengáis
a saludar
a nadie
por el
camino”.
37. Cuando entréis en una
casa, decid primero:
“Paz a esta casa”. Este
es un gran anhelo de
Jesús: que seamos
transmisores de la paz,
la verdadera paz, la que
proviene de la unión con
Dios. ¡Cuántas veces
pronunciaría Jesús la
palabra hebrea
“Schalom”, que es la paz
del Señor!
42. También el profeta
Isaías deseaba la paz
a Jerusalén, como
nos dice la primera
lectura. Eran tiempos
difíciles cuando el
tercer Isaías, a la
vuelta del destierro,
encontró la ciudad
desierta y destruida.
Había que
reconstruirla y
levantar los ánimos
abatidos.
Isaías 66, 10-14c
43. Festejad a Jerusalén, gozad con ella, todos los que
la amáis, alegraos de su alegría, los que por ella
llevasteis luto. Mamaréis a sus pechos y os saciaréis
de sus consuelos, y apuraréis las delicias de sus
ubres abundantes. Porque así dice el Señor: "Yo
haré derivar hacia ella, como un río, la paz, como un
torrente en crecida, las riquezas de las naciones.
Llevarán en brazos a sus criaturas y sobre las
rodillas las acariciarán; como a un niño a quien su
madre consuela, así os consolaré yo, y en Jerusalén
seréis consolados. Al verlo, se alegrará vuestro
corazón, y vuestros huesos florecerán como un
prado; la mano del Señor se manifestará a sus
siervos."
44. El profeta da aliento a los israelitas que han venido del
destierro y les dice que se alegren porque van a encontrar
una gran paz. Tanta que será como un río que corra por
sus calles.
Todos
serán
consolados.
45. Deben convivir
de modo
estable,
participar en la
vida y en el
trabajo de la
gente del lugar y
vivir de aquello
que reciben en
cambio. Esto
significa que
deben tener
confianza en el
compartir.
Los discípulos no deben andar de casa en casa, les dice
Jesús, sino permanecer en la misma casa.
46. Jesús encarga a los 72 que curen a los enfermos y que
prediquen el Reino de Dios. Curar a enfermos ha sido
una labor muy importante en la Iglesia. Es una obra de
misericordia. Jesús en otro lugar especifica: liberar a los
poseídos del maligno.
Aquí el curar
enfermos
indica hacer
toda clase
de bienes.
47. Anunciar el Reino no es en primer lugar enseñar
verdades o doctrinas, sino llevar a las personas a un
nuevo modo de vivir y convivir, a un nuevo modo de
pensar y obrar, partiendo de la Buena Nueva que Jesús
nos anuncia:
Dios es
Padre, y, por
tanto,
nosotros
somos
hermanos los
unos de los
otros.
48. Eso es lo que significa el “sacudirse los pies”. Dios
dará a cada uno su merecido. Si uno ha trabajado
bien, aunque no se vea, siempre habrá éxito.
Es posible que sean bien
recibidos. Sigan predicando
el bien. Pero habrá muchos
casos en que no sean
escuchados y quizá hasta
perseguidos. En ese caso
quédense tranquilos,
porque han cumplido con su
deber, aunque parezca no
haber tenido éxito.
49. Termina el evangelio de hoy con la vuelta alegre
de los discípulos a donde estaba Jesús.
Los setenta y dos volvieron muy contentos y le
dijeron: “Señor, hasta los demonios se nos
someten en tu nombre”. Él les contestó: "Veía a
Satanás caer del cielo como un rayo. Mirad: os
he dado potestad para pisotear serpientes y
escorpiones y todo el ejército del enemigo. Y no
os hará daño alguno. Sin embargo, no estéis
alegres porque se os someten los espíritus;
estad alegres porque vuestros nombres están
inscritos en el cielo."
50. Informan con mucha alegría que, usando el nombre de
Jesús, han conseguido expulsar a los demonios. Jesús
les ayuda en el discernimiento. Si ellos han conseguido
echar a los demonios, ha sido precisamente porque
Jesús les ha dado poder. Estando con Jesús no les
podrá suceder a ellos nada malo.
Los discípulos
vuelven de la
misión y se
reúnen con
Jesús para
evaluar todo lo
que han hecho.
51. Y Jesús les dice que lo más importante no es expulsar a los
demonios, sino tener su nombre escrito en el cielo. Tener el
propio nombre escrito en el cielo quiere expresar la certeza
de ser conocidos y amados por el Padre.
52. Hoy Jesús sigue
enviando a sus
discípulos a
predicar, a unos
entre su familia con
el ejemplo, a otros,
por otras regiones. A
todos nos dice: