La pasión por aprender en la infancia y factores que la disminuyen
1. Durante la primera infancia, los niños manifiestan una gran
capacidad de asombro, un enorme interés por conocer y una
verdadera pasión por aprender. Todo despierta su curiosidad.
Preguntan en forma incesante: ¿Qué es esto? ¿Por qué llueve?
¿Cómo se hace? Es tal su impulso a saber, que los padres
relatan quedar exhaustos ante tanta pregunta y frente a la
inasistencia del niño por conseguir una respuesta. Durante
esta crucial etapa del desarrollo y tienen una velocidad de
aprendizajes que no volverán a tener. ¿Por qué los niños
pierden esa pasión por aprender a medida que van creciendo?
Robert L. Fried en su libro “Pasión por aprender” plantea que
aprender debiera ser una de las actividades más fascinantes
del ser humano y que lamentablemente se trasforma,
frecuentemente, en algo que produce aburrimiento y
resistencia a la edad escolar.
Una de las principales causas de este decaimiento radica,
según el autor, en que los adultos transforman muchas veces
este proceso en un trabajo penoso, que es percibido por el
niño como sin sentido y absurdo.
2. Muchas veces el exceso de exigencia, las sanciones y las
amenazas que les hacen a los niños, mientras les enseñan, son
el principal factor que disminuye sus deseos de aprender. El
niño que asocia aprendizaje con angustia o con castigo
perderá no solo el interés, sino que lo más probable es que
termine odiando la situación de aprendizaje, que lo hace
sentirse poco competente y fracasado. Otro factor clave en
esta desmotivación progresiva está en que sus intereses no
tienen sintonía con lo que los adultos les proponen. A veces
experimentan rechazo porque se los evalúa de una manera
negativa a través de notas o comentarios descalificatorios,
que a veces son bastantes ofensivos. Eso, sin duda, afecta su
motivación por el aprendizaje. ¿Quién querría seguir haciendo
algo por lo que solo recibe críticas? Solo un masoquista…
Conectarse con los intereses de los hijos facilita que los niños
desarrollen el gusto por aprender. Por ejemplo, a Pedro, de
doce años, quien tenía rechazo por la lectura, su padre logró
incentivarlo a leer buscando materiales sobre la Segunda
Guerra Mundial, que era una pasión del niño. De tanto leer
sobre el tema mejoró sus habilidades lectoras, pero además
se rencontró con el placer de la lectura.
Es necesario equilibrar las actividades de aprendizaje para
que haya espacio para las tareas que realmente motivan al
niño. Obviamente lo que le interesa casi siempre se relaciona
con las áreas en que están sus talentos. Es por eso que es
necesario estar muy alertas a cuáles son sus gustos, para
incentivarlos y darles oportunidades de desarrollarlos.
Así ocurrió con Pablo Neruda. Su padre le quemaba las poesías
en un intento para que mejorara sus notas en matemáticas. El
padre logro crearle una fobia a esa materia, que le duró hasta
adulto. Afortunadamente Gabriela Mistral le estimuló su
talento literario. Al final, ésta fue la actividad desde donde
3. hizo un aporte mundial. Sin duda, el placer que se encuentra
en un tema es la clave de la pasión por aprender y hacer.
Neva Milicic
Sicóloga, clínica y educacional, doctorada en la
Universidad de Gales.
Pasion por aprender