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18 La Envidia De Los Adolescentes
1. La envidia a los adolescentes y otras cuestiones. Habla el Rector
de la Escuela Pellegrini Argentina
El Dr. Gak piensa con nosotros
Estimados lectores
He tenido la oportunidad y el gusto de contar con las palabras del Dr Abraham Leonardo GAK,
Rector de la Escuela Superior de Comercio “Carlos Pellegrini” y Director del Proyecto Estratégico
de la UBA - Plan Fénix.
Fui a entrevistarlo con el propósito de poder ofrecerles el pensamiento de una persona que está
desarrollando ideas para el país en el ámbito universitario. Sus aportes trascienden lo educativo,
pero lo incluyen. No sólo es un teórico de la educación, sino un actor de la misma en su contacto
diario con alumnos, docentes y padres del "Pelle".
Un saludo cordial
Aurora
El Dr. Gak dice:
“Un elemento de la sociedad moderna es esa aparente confrontación permanente entre el
adulto y el adolescente, que hace que el adolescente vea al adulto, ajeno, en algunos casos un
adversario y sobretodo un elemento dominador.
El adolescente nos ve como gente que creemos que sabemos y que los queremos moldear a
nuestra imagen y semejanza, caprichosamente. El adolescente considera que él tiene su propia
visión de sí mismo. Aunque a veces es muy compleja.
Básicamente, creo que hay una cuestión de competencia. Por un lado, los adultos tenemos a
veces, la tentación de exigirles a los chicos comportamientos que no nos exigimos entre
nosotros. Tenemos un grado de exigencia mayor hacia ellos que a nosotros mismos.
Por otro lado, debe haber una buena porción de la sociedad adulta que envidia a los
adolescentes, y por lo tanto confronta con ellos, porque detrás de ello hay una envidia porque
ellos son jóvenes y uno ha dejado de ser joven.
La tercera cuestión, es que el adulto cree saber lo que quiere, lo que es bueno para el
adolescente, para cada uno de ellos y actúa en relación a ello, que ya sabe lo que es bueno; sin
pensar si el chico comparte o no comparte, y pocas veces el adulto se da el tiempo necesario
para discutir esos temas con los adolescentes, temas que para ellos son esenciales.
La otra cuestión es que no siempre los adultos manifestamos nuestro afecto hacia ellos, aunque
tengamos el afecto, aunque los queramos, hay un cierto pudor de no expresarlo, cuando los
chicos, al revés, tienden a expresar y exteriorizar sus sentimientos.
Hay muchas formas de expresión. Hay casos en que se cree que hay que mantener una distancia,
a veces se confunde con un concepto equivocado de respeto, como si respeto fuera solo guardar
las formas, mantener esa distancia, que no es la qu e debería ser, pero de todos modos, dentro
de esa situación, para la relación, para la construcción de la personalidad del chico le hace falta
un vínculo con el docente de otra naturaleza.
Acá, en la escuela, se da a menudo, una relación de afecto, que se ve en los profesores con los
alumnos, ellos con los preceptores, cuando se saludan.
Hay una especie de sensación de libertad. La sensación de libertad, con los límites básicos, es
muy importante, ayuda a la comunicación, ayuda a generar su autoestima, a que se pueda
expresar con libertad, sin temor.
Son datos no menores en la relación diaria, permanente con los chicos.
La otra cuestión es que claramente yo sostengo que para aprender no hace falta sufrir. Se puede
aprender siendo feliz.
2. Hay distinguidos educadores que sostienen que hay que hacer el esfuerzo, y el esfuerzo significa
seriedad, y no se viene uno a divertirse a la escuela, sino a aprender, yo creo que a la escuela
se viene a vivir.
Entonces, la felicidad, la alegría, la exteriorización natural del adolescente, la efervescencia,
tiene que tener su cauce de expresión, igual que el enojo. El adolescente tiene que tener la
libertad de expresarse, tiene que expresarse de la manera que crea conveniente, por supuesto
mientras no falten a las consider aciones elementales de las otras personas.
A veces los chicos se equivocan, pero hay que comprenderlos, es la edad que tienen.
No es lo mismo, un error frecuente es creer que todos los chicos son todos iguales, no es lo
mismo uno de primer año de trece, con otro de quinto de diecisiete, sus intereses son
diferentes, su mirada es diferente, su vínculo con todo lo que es sexual es diferente, con lo
erótico, todo está teñido de lo sexual, tiene expresiones diferentes.
A veces en la escuela, lo veo y pienso que el vínculo de los más chicos con los más grandes no es
siempre de lo mejor. No siempre es lo mejor, sería bueno que los chicos estén con chicos de su
edad, o aproximadamente la misma, sino tienen aprendizajes acelerados de muchas cosas.
Empiezan a quema etapas, es una lástima.”
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“Los chicos muy desinteresados y con apatía en el aprendizaje presentan un desafío.
Creo que hay que encontrar el vínculo y los centros de interés. En ese sentido, la escuela ideal -
que no es ésta - debería tener la posibilidad de orientar, de que los chicos se orienten en sus
legítimos intereses.
Una escuela que ofrezca alternativas de orientación variada, para los intereses variados, con
orientación en ciencias básicas, en ciencias sociales, en arte, lograr que cada uno encuentre
para lo que nació. Pienso que deberían ser orientaciones con mayor amplitud, porque los chicos
tienen inquietudes de muchas cosas.
En la escuela, los chicos tienen un poco de todo, nosotros tratamos de ofrecerlo. Acá, al menos
picotean, dos años de música, dos de plástica, eso deja su marca. Y, si encuentran un profesor
que logra interesarlos en alguna disciplina particular, eso se ve después cuando un chico elige
esa disciplina para su carrera posterior.
Es una etapa de desarrollo, donde uno puede ejercer una influencia decisiva. El chico no
pasa así nomás por la escuela, entonces hay que tener mucho cuidado, porque hay que estar
disponible, en tiempo y en forma, para cuando un chico lo necesite.
Una de las cosas más importantes a lograr con el adolescente es cuando uno como adulto es
reconocido como una persona justa. En los estudiantes, en los adolescentes, el tema de la
justicia es vital.
Si uno logra que ellos entiendan que uno toma una decisión, cualquiera sea ella, buena, mala,
acorde con su pretensión o no, está pensado en el interés de ellos: no “a mí me dijo que no
porque él no tiene ganas, o le molesta, o no tiene ganas de pensar”, sino “me dijo que no
porque él cree que para mí es mejor que no lo haga”. Para eso hay que explicarlo, hay que
tomarse el trabajo y el tiempo; eso es trabajo. Dialogar, discutir con los chicos, es trabajo, se
requiere tiempo.
El docente que no está dispuesto a dar ese tiempo no va a poder hacer una buena tarea. Tiene
que tomarse el tiempo para dialogar con los adolescentes. Si no logra esa comunicación, se va a
limitar a un aspecto que es la transmisión de los conocimientos de una disciplina, pero no va a
ayudar a la construcción, a la formación de un ser humano, de un individuo, de un ciudadano.
3. Enseñar es a yudar a otro a que construya su propia personalidad.
El docente abrumado por muchas cosas, a veces no está dispuesto a cambiar. No están
dispuestos a utilizar las herramientas, que si las tienen, no las usan; herramientas para
enfrentar situaciones disímiles, del curso que exige más, que los hay, del curso apático donde él
no logra generar el interés de lo que está dando, el caso del docente que hace que su asignatura
sea el ombligo del mundo - para él lo es, pero no para el estudiante, porque él tiene diez, once
asignaturas en el año - y eso genera a veces conflictos.
Hay docentes que no logran un clima razonable de trabajo en el aula: a veces hay comisiones
con grupos de chicos revoltosos, que hablan entre ellos. No tiene herramientas más que el grito,
la sanción, echarlo del aula, no tiene herramientas para generar ese respeto, como para que
pueda dar la asignatura. Muchas veces no es fácil, al docente lo ponen a prueba, todo el tiempo.
El adolescente constantemente apunta para más, hasta que encuentra su límite, límite que
varía permanentemente. No es fácil para los docentes.
Es cierto, el docente está para –facilitar el aprendizaje, pero convengamos que la escuela no
está solamente formada por los docentes, es un trabajo interdisciplinario.
Hay tareas que no corresponden a los docentes. No está bien que el maestro o el profesor de de
comer o que esté barriendo el aula, no es su tarea. Lo hace porque a veces no hay quien lo
haga, pero no es lo que corresponde. Hoy en día la escuela sin un trabajo social está mal.
El chico es emergente de situaciones, de su familia, de su contexto, de su entorno, de sus
amigos, todo eso requiere presencia profesional, no se puede tratar con voluntarismo.”<BR<<
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Publicado por Aurora Kochi en Diciembre 1, 2006 4:52 PM | Enlace permanente