El documento describe el surgimiento de las monarquías autoritarias a finales de la Edad Media en Europa. Los reyes consolidaron su poder sobre los señores feudales, centralizaron la administración, crearon ejércitos permanentes y limitaron el poder de la nobleza y la Iglesia. A comienzos del siglo XVI, las principales monarquías europeas eran Francia, Inglaterra, España, Portugal y Rusia, cada una con características específicas en su desarrollo.