La sexualidad es una dimensión constitutiva del ser humano desde el nacimiento que va más allá de las relaciones sexuales. Es un derecho inherente a todos y las sociedades deben garantizar que los adolescentes y jóvenes puedan disfrutar de su sexualidad y salud reproductiva. La Conferencia Internacional de Población y Desarrollo de 1994 reconoció los derechos sexuales y reproductivos de los adolescentes y llamó a los países a abordar las necesidades específicas de los jóvenes desde una perspectiva de derechos humanos.