El francio fue descubierto en 1939 por la química francesa Marguerite Perey en el Instituto Marie Curie de París como un producto de la serie radiactiva del actinio. Es un metal alcalino altamente radiactivo que existe sólo en formas radiactivas de vida corta, siendo el isótopo más estable con una vida media de 21 minutos. Marguerite Perey fue la primera mujer en ingresar a la Academia de Ciencias de Francia.