La importancia del juego en el desarrollo infantil
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EL JUEGO Y LOS JUGUETES
El juego es cualquier tipo de actividad que aprendemos por puro placer, sin
ninguna preocupación por el resultado final. En el caso del niño, adquiere una
mayor importancia ya que para él casi toda actividad es lúdica y mediante el
juego crece, física, espiritual e intelectualmente.
Un bebé recién nacido no sabe jugar. Sólo busca -por instinto- lo que necesita
para su supervivencia. Pero el juego da comienzo muy pronto: la madre inicia
al bebé, con sus maternales jugueteos, en el plano de la actividad lúdica. Ella
despierta esta capacidad latente en el bebé.
Nuestros hijos necesitan innumerables estímulos para que su cerebro pueda
desarrollarse plenamente. Una parte importante de esos estímulos se cosecha
mientras el niño juega.
El papel de los padres es decisivo. A ellos les corresponde la misión de
suministrar a su hijo, etapa tras etapa, los estímulos lúdicos que necesita.
El ser humano ha sido programado por sus genes para aprender, y esta
programación se cumple, en gran medida, por medio del juego.
Por medio del juego, el bebé desarrolla su percepción, se descubre a sí mismo
las partes de su cuerpo, establece sus límites.
Jugando, el bebé aprende que hay cosas que le desagradan y otras que le
gustan, que puede buscar unas y eludir otras.
Jugueteando con su madre, desde los primeros días, el bebé desarrolla su
capacidad de comunicación, se llena de contenido su memoria y descubre,
tras repetidos intentos, las relaciones causales, el antes y el después.
El juego es un poderosísimo aliado del desarrollo de la creatividad, y también
en el plano de la capacidad verbal.
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Jugando el niño aprende a relacionarse con sus semejantes, aprende a dar y
a recibir, aprende a competir, a ganar y a perder, aprende a someterse a
reglas de comportamiento establecidas, aprende a plantearse problemas y a
resolverlos, desarrolla su iniciativa.
Y no hemos acabado: el juego desarrolla la capacidad de concentración,
abre el apetito, alegra el espíritu, combate el nerviosismo, ayuda a dormir...
Estas son, entre otras, algunas de las manifestaciones de su poder.
EL JUEGO POR EDADES
Primera infancia (cero-dos años): Es la etapa de los juegos funcionales y el
niño ejercita sus funciones ensayando movimientos con las manos y los
brazos. Tienen lugar los juegos de búsqueda del placer. La inteligencia es
motriz, lo cual significa que no representa a los objetos si no los tiene
delante y se pierden cuando desaparecen de su campo visual. Su principal
actividad es exploratoria, busca el objeto nuevo porque necesita
manipularlo.
Segunda infancia (dos-siete años): Aparece en el niño la capacidad
simbólica. Ya puede representar objetos sin necesidad de que estén
presentes ante sus ojos. Adquiere gran importancia los juegos de imitación
que son los favoritos de dos a cuatro años, como jugar a los papás, a ir de
tiendas, a los médicos, etc. En esta etapa los juguetes deben servir para
despertar y fomentar la fantasía.
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Tercera infancia (de los siete en adelante): Ya las reglas del juego están
instauradas y adquieren su mayor importancia los juegos sociales. Se
organizan en grupos o pandillas y aparecen los juegos de proezas. Entre los
doce-catorce años se inicia la práctica de deportes colectivos. En esta
etapa además de los juguetes que hagan posible una mayor participación
e interacción social, son importantes aquellos juegos que implican una
actividad intelectual. No menos importante son aquellos que requieren
habilidad en su uso como mecanos.
CARACTERÍSTICAS DE UN BUEN JUGUETE
En cuanto a las características de un juguete lo que importa es que cumplan
dos requisitos fundamentales:
1. Creatividad. Un juguete debe cubrir las necesidades que presenta el niño
en la evolución de las distintas funciones y destrezas: psicomotricidad,
habilidades básicas, inventiva, adaptación e integración social, etc. El
juguete debe ser abierto, que deje un margen muy grande para la
imaginación. Por eso, los juguetes más sofisticados son los que menos
desarrollan la inventiva del niño.
2. Valor educativo del juguete. El objetivo es canalizar la energía que el niño
despliega para incrementar y fomentar el desarrollo de sus habilidades y
destrezas.
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DIEZ CONSEJOS PRÁCTICOS
1. Juega con tu hijo todo lo que puedas, adaptándote, con paciencia a sus
posibilidades.
2. Pon a su disposición los juguetes que corresponden a su edad.
3. No frenes su progresión. Cumplida una etapa, tu hijo necesita pasar a la
siguiente. Necesitará nuevos juguetes, más espacio, etc.
4. No trates de acelerar su evolución.
5. Deja que repita, una y otra vez, el mismo experimento. La repetición forma
parte del aprendizaje.
6. No permitas que la comida se convierta en un juego.
7. Nunca castigues a tu hijo por el procedimiento de impedirle que juegue.
8. No permitas que tu hijo pase, ante el televisor, más de cincuenta minutos al
día.
9. Elige cuidadosamente los juguetes de tu hijo, sabiendo que los más simples
suelen ser los más didácticos.
10. Opta por juguetes no bélicos, pero sin prohibirlos directamente.
Si un niño juega mucho y bien, podemos estar seguros de que se trata de una
criatura esencialmente sana. Los cinco primeros años de vida son
fundamentales en el desarrollo del ser humano. Y son precisamente los años
marcados por formas de aprendizaje que dependen, en gran medida, del
maravilloso poder del juego.
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