Este documento describe el juicio y ejecución de Jesús como una farsa llena de irregularidades e ilegalidades. Los líderes religiosos judíos arrestaron a Jesús sin presentar cargos formales y lo interrogaron de noche, violando la ley. Tampoco pudieron encontrar dos testigos que coincidieran en sus acusaciones. Aunque Pilato declaró a Jesús inocente, terminó condenándolo a muerte debido a la presión de la multitud. El juicio de Jesús careció de justicia y fue descrito como un "asesinato jur
1. EL JUICIO MAS INFAME
DE LA HISTORIA
Dr. Martin Manco Villacorta
2. • ENTRE los casos judiciales de la antigüedad, pocos han llegado a ser tan
famosos. Existen cuatro relatos bíblicos, conocidos como Evangelios, que
describen la forma en que Jesús fue arrestado, enjuiciado y ejecutado. Pero
¿Por qué debería importarnos el juicio que acabo con su vida?
• Primero, porque el mando a sus seguidores que conmemoraran su muerte;
• Segundo, porque hemos de saber la verdad sobre los cargos en su contra,
y
• Tercero, porque el hecho de que Jesús haya ofrecido su vida como
sacrificio repercute significativamente en nuestro futuro (Lucas 22:19; Juan
6:40).
• En aquella época, Palestina estaba bajo el dominio del Imperio romano, el
cual concedía a las autoridades religiosas judías el derecho de administrar
justicia entre el pueblo según sus propias leyes, pero al parecer no les
confería el derecho legal para ejecutar a los delincuentes. Por eso los
romanos le dieron muerte a Jesús, aunque fueron los líderes religiosos
judíos quienes lo arrestaron. A estos últimos les incomodaba tanto la
predicación de el, que decidieron matarlo. No obstante, trataron de dar una
apariencia legal a su ejecución. Un profesor de Derecho que analizo este
caso lo describió como “el peor delito del que se tiene constancia en la
historia de la jurisprudencia”*.
• * Las iglesias de la cristiandad han utilizado el relato bíblico sobre la muerte de Jesús para generar
aversión contra los judíos. Sin embargo, los escritores de los Evangelios, que por cierto eran judíos, jamás
tuvieron dicha intención.
3. Un atropello tras otro
• La Ley que Moisés dio al pueblo de Israel ha llegado a conocerse como “el
mayor y mas avanzado sistema de jurisprudencia nunca antes
promulgado”. Sin embargo, para el tiempo de Jesús los rabinos legalistas le
habían añadido un sinnúmero de reglas orales, muchas de las cuales se
pusieron por escrito mas tarde en el Talmud (véase el recuadro “Las leyes
judías en los primeros siglos”, en la pagina 20). ¿Hasta que grado tuvo el
juicio de Jesús fundamentos bíblicos y extrabıblicos?
• Concentrémonos primero en su arresto. Para que este fuera legal, tenían
que presentarse dos testigos ante el tribunal acusándolo de un delito
específico. En la Palestina del primer siglo, quien creyera que se había
violado una ley tenía que formular los cargos ante un tribunal en sus
sesiones regulares. Los tribunales no actuaban de fiscales, sino que se
limitaban a investigar las acusaciones. Los únicos fiscales eran los testigos
del supuesto delito. El proceso se abría solo cuando concordaban las
declaraciones de un mínimo de dos testigos, cuyo testimonio constituía el
cargo y conducía al arresto (Deuteronomio 19:15). Ahora bien, en el caso
de Jesús, las autoridades judías sencillamente “busca[ron] de que manera
les sería eficaz deshacerse de el”. Así pues, pensaron que “una buena
oportunidad” para arrestarlo “sin que estuviera presente una muchedumbre”
sería de noche (Lucas 22:2, 5, 6, 53).
4. • Cuando arrestaron a Jesús, nadie había imputado cargos en su contra. No fue sino hasta que lo
detuvieron que los sacerdotes y el Sanedrín —el tribunal supremo judío— se pusieron a buscar
testigos, pero ni siquiera hallaron dos que concordaran en su testimonio (Mateo 26:59). Fuera como
fuera, no le correspondía al tribunal buscar testigos. El jurista y escritor A. Taylor Innes comento:
“Celebrar un juicio capital sin especificar con antelación el delito que se le imputa al acusado es una
verdadera atrocidad”.
• La turba que arresto a Jesús lo llevo a la casa de Anas, quien había sido sumo sacerdote Anas
comenzó a interrogarlo (Lucas 22:54; Juan 18:12,13). Lo que hizo violaba la ley, pues las
acusaciones de un delito castigado con la pena de muerte no debían atenderse de noche, sino de día.
Además, cualquier investigación tenía que hacerse en audiencia publica, no a puertas cerradas.
Consciente de que tal interrogatorio era ilegal, Jesús respondió a Anas: “¿Por qué me interrogas?
Interroga a los que han oído lo que les hable. ¡Mira! Estos saben lo que dije” (Juan 18:21). Yes que
eran los testigos —no el acusado— quienes se suponía que declararan. Con las palabras de Jesús,
un juez honrado habría entendido que debía seguir el procedimiento correcto, pero esa no era la
intención de Anas.
• La respuesta de Jesús solo logro que uno de los oficiales le diera una bofetada, una de tantas
agresiones que tuvo que soportar aquella noche (Lucas 22:63; Juan 18:22). La ley sobre las ciudades
de refugio —registrada en el capítulo 35 del libro bíblico de Números— señala que el acusado tenía
derecho a ser protegido mientras no se le declarara culpable. Jesús merecía tal protección. Luego,
sus captores lo condujeron a la casa del sumo sacerdote Caifás, donde el juicio ilegal continuo
durante la noche (Lucas 22:54; Juan 18:24). Allí, por encima de los principios de justicia, los
sacerdotes “busca[ron] testimonio falso contra Jesús a fin de darle muerte” aunque ninguno de los
testigos concordó en cuanto a lo que Jesús había dicho (Mateo26:59; Marcos 14:56-59). De modo
que Caifas lo instigo a hacer algo que lo inculpara preguntándole: “¿No respondes nada? ¿Que es lo
que estos testifican contra ti?” (Marcos 14:60). ¡Que táctica tan sucia! Taylor Innes, antes citado,
afirmo: “Plantearle preguntas al acusado condenarlo en función de su respuesta constituyo [una]
violación de la justicia formal”.
5. • Finalmente, el sumo sacerdote le pregunto:
• “¿Eres tu el Cristo el Hijo del Bendito?”.
• A lo que Jesús contesto: “Lo soy; y ustedes verán al Hijo del hombre
sentado a la diestra del poder y viniendo con las nubes del cielo”.
• Los sacerdotes interpretaron esta respuesta como una blasfemia, y “todos
ellos lo condenaron, declarándolo expuesto a muerte” (Marcos 14:61-64)*.
• De acuerdo con la Ley mosaica, los juicios se debían realizar en publico
(Deuteronomio 16:18; Rut 4:1). Pero el de Jesús se celebro en secreto. A
nadie se le permitió siquiera intentar decir algo a su favor. Tampoco se
comprobó si era el Mesías, como afirmaba ser, ni se le dio la oportunidad
de presentar testigos en su defensa. Además, el jurado nunca emitió un
veredicto oficial.
• *La blasfemia consistía en usar de forma impía el nombre divino o en usurpar el
poder o la autoridad que le pertenece solo a Dios. Los acusadores de Jesús no
aportaron ninguna prueba de que el hubiera blasfemado.
6. Ante Pilato
• Como se dijo antes, parece que los judíos no tenían autoridad
para ejecutar a Jesús. Por tanto, lo llevaron ante el gobernador
romano Poncio Pilato, quien les pregunto: “¿Que acusación
traen contra este hombre?”. Sabiendo que la blasfemia no era
un delito en Roma, trataron de que lo condenara sin presentar
pruebas. “Si este hombre no fuera delincuente, no te lo
habríamos entregado”, replicaron (Juan 18:29, 30). Pilato
rechazo tal argumento, lo cual los obligo a fabricar el siguiente
cargo:
• “A este hombre lo hallamos subvirtiendo a nuestra nación, y
prohibiendo pagar impuestos a Cesar, y diciendo que el mismo
es Cristo, un rey” (Lucas 23:2). De modo que cambiaron
• astutamente la falsa acusación de blasfemia por la de traición.
• Jesús jamás prohibió pagar impuestos, y los judíos lo sabían. De
hecho, el había ensenado lo contrario (Mateo 22:15-22). Ahora
bien, ¿como reacciono Pilato ante la acusación de que Jesús se
había hecho rey a sí mismo? Era tan obvio que el acusado no
suponía ninguna amenaza para Roma, que declaro: “Yo no hallo
en el ninguna falta” (Juan 18:38). Pilato sostuvo esa misma
postura durante todo el juicio.
• Este gobernante romano trato de liberar a Jesús valiéndose de
la costumbre de soltar a un preso con motivo de la Pascua. No
obstante, termino liberando a Barrabas, quien era culpable de
sedición y asesinato (Lucas 23:18, 19; Juan 18:39, 40).
7. • En un nuevo intento de liberar a Jesús, Pilato ofreció una solución
intermedia: mando que lo sometieran a la flagelación romana y dejo que lo
ataviaran de purpura, le pusieran una corona de espinas, lo golpearan y se
mofaran de el. Entonces volvió a declararlo inocente. Fue como si les
hubiera dicho a los sacerdotes:
• “Ya estarán satisfechos, ¿verdad?”. Quizás pensó que si veían a Jesús
flagelado se compadecerían un poco o saciarían su sed de venganza
(Lucas 23:22). Sin embargo, no fue así.
• “Pilato siguió buscando como ponerlo en libertad. Pero los judíos gritaron,
diciendo:
• Sipones en libertad a este, no eres amigo de Cesar. Todo el que se hace
rey habla contra Cesar’.” (Juan 19:12.) Tiberio, el emperador romano de
aquel tiempo, tenía la fama de asesinar a todo el que considerara infiel, aun
si se trataba de un oficial de alto rango. Como Pilato ya había provocado la
ira de los judíos, no podía arriesgarse a empeorar las cosas, y mucho
menos a que lo acusaran de traidor. Los gritos de la muchedumbre
suponían una amenaza indirecta para Pilato, un chantaje que le infundio
miedo. De modo que cedió a la presión e hizo que Jesús, un hombre
inocente, fuera fijado en un madero (Juan 19:16).
8. El recuento de los hechos
• Muchos comentaristas jurídicos que han analizado el relato evangélico del
juicio de Jesús han llegado a la conclusión de que fue toda una pantomima,
pues no se hizo verdadera justicia. Taylor Innes declaro: “Un juicio que
iniciara, concluyera y en el que se pronunciara formalmente la condena,
entre la media noche y el mediodía siguiente, se oponía por completo a las
reglas de la ley hebrea y a los principios de justicia”. Un profesor de
Derecho señalo:
• “Todo el proceso estuvo lleno de ilegalidades tan crasas e irregularidades
tan flagrantes que el resultado puede considerarse un verdadero asesinato
jurídico”.
• Jesús era inocente. Con todo, sabía que la salvación de la humanidad
obediente dependía de que diera su vida (Mateo 20:28). Tanto
• fue su amor por la justicia que se sometió a la injusticia mas atroz nunca
antes perpetrada. Sí, Cristo murió por los pecadores, entre los cuales nos
contamos nosotros. ¿Verdad que es algo que jamás debemos olvidar?
9.
10. Una gran carga de responsabilidad
• Antes de que los testigos presentaran su testimonio en los procesos con
posible pena capital, los tribunales judíos les hacían la siguiente
advertencia relacionada con el valor de la vida:
• “¿Lo que ustedes dicen no estará basado en suposiciones, o en rumores, o
en lo que les dijeron otros testigos, o en lo que les dijo una persona digna
de confianza? ¿Ustedes saben que sus declaraciones las vamos a someter
a investigaciones e indagaciones? Tengan en cuenta que los juicios
criminales no son como los procesos por dinero. En las causas por dinero
[el testigo] puede indemnizar y expiar de ese modo [el daño]; en los juicios
criminales responde por la sangre [derramada], y la de sus descendientes
hasta el fin del mundo.” (El Talmud de Babilonia, “Sanedrín”, 37a.)
• Cuando al acusado se le declaraba culpable, los testigos tenían que
participar en la ejecución (Levítico 24:14; Deuteronomio 17:6, 7).
11. En el tiempo de los romanos, ¿Qué delitos se
castigaban con el tipo de muerte que sufrió Jesús?
• Los forajidos, rebeldes y sediciosos corrían el riesgo de
morir colgados en un instrumento de tortura. Este era el
peor castigo posible.
• Según el libro Palestine in the Time of Jesús (Palestina en
los tiempos de Jesús), “era una muerte publica, degradante
y dolorosa, que tenía el propósito de amedrentar a todo el
que pensara atentar contra el orden establecido”. Cierto
escritor romano de la antigüedad señala respecto a la
ejecución de los condenados: “Se escogen vías muy
transitadas para que todos puedan verlos y sean movidos a
temor”.
• El historiador Josefo indica que un prisionero capturado por
las tropas de Tito durante el asedio a Jerusalén en el ano 70
sufrió una ejecución similar delante de la muralla de la
ciudad. ¿Con que objetivo? Intimidar a los defensores y
lograr que se rindieran. Cuando por fin cayo la ciudad,
muchos otros sufrieron ese mismo castigo.
• La mayor ejecución en masa con este sistema se llevo a
cabo al final de la revuelta encabezada por Espartaco
(73-71 antes de nuestra era), cuando 6.000 esclavos y
gladiadores fueron muertos a lo largo de la calzada que
unía Capua y Roma.