Se adentraba un día Moisés en el desierto, sólo con su rebaño, cuando de pronto un fenómeno inusitado atrajo su atención y le detuvo: ahí había un espino, un zarzal, que se estaba quemando.
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- Porqué es peligroso invocar el nombre Jehová
- Y porqué tenemos en nuestras Biblias el nombre Jehová.
- Porqué se dice que se perdió la pronunciación
- Desde cuándo existe este nombre
- Cuál es la prueba definitiva que Jesucristo y los apóstoles NUNCA llamaron a Dios de Jehová.
- Porqué sugiero que se retire el nombre Jehová inmediatamente de nuestras Biblias!
- Porqué algunos cristianos usan SEÑOR en vez de Jehová o Yahweh
- Qué Nombre debemos usar
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Sin duda es todo un honor poder saludar a un importante dignatario en una recepción. Ahora imagínese que alguien de semejante categoría --alguien a quien la gente se dirige llamándolo “Señor Presidente”, “Alteza” o “Su Señoría”—le dice: “Vamos a tutearnos. Llámame por mi nombre”. ¿No se sentiría usted todavía más honrado y apreciado?
Entender el significado de la Navidad con base bíblica, entregando información basada en los evangelios. Cuando la Navidad a través de la publicidad hace énfasis en la entrega de regalos y compras, esta presentación lleva al lector a volver al origen de la Navidad, cuya información aparece en relatos bíblicos en el antiguo testamento, en libros proféticos como Isaías, en Génesis y en salmos, por citar algunos y también en los evangelios. Entregar información completa guía al lector a reconocer que la navidad es más que entregarse presentes, es reconocer el amor de Dios Creador, manifestado a la humanidad, a través de su Hijo Jesucristo, que llega a la Tierra para taraer paz, amoy y buena voluntad para todos.
Cuenta una antigua leyenda que un niño que estaba por nacer, le dijo a Dios:
-Me dicen que me vas enviar mañana a la Tierra; pero ¿cómo viviré tan pequeño e indefenso como soy?
-Entre muchos ángeles escogí uno para ti, que te está esperando; él te cuidará.
-Pero dime: aquí en el cielo, no hago más que cantar y sonreír, eso me basta para ser feliz.
Esta es “la Sabiduría de la cruz”. Esta es la enseñanza que se aprende al poner los ojos en el Crucificado. Esta es la lectura, desde la Cruz, del Evangelio. Este fue el motivo profundo que le llevó a la Cruz. Su estilo de vida según las Bienaventuranzas. Un estilo que no tenía lugar en una sociedad de contravalores, en una sociedad donde el hombre no estaba por el hombre, sino en contra del hombre. En el Cristo Crucificado se entienden existencialmente las Bienaventuranzas. La Carta Magna del Reino tiene su prueba certera en la cruz. Creo en el hombre que nos dio ese programa de vida y por vivirlo le crucificaron.
Acercándose algunos de los saduceos, esos que sostienen que no hay resurrección, le preguntaron a Jesús.
-Maestro, Moisés nos dejo escrito que si un hombre casado muere sin haber tenido hijos con su mujer, el hermano del difunto deberá tomar por esposa la viuda para darle hijos al hermano que murió. Pues bien, había una vez siete hermanos, el primero de los cuales se casó, pero murió sin dejar hijos. El segundo y el tercero se casaron con ella, y lo mismo hicieron los demás, pero los siete murieron sin dejar hijos. Finalmente murió también la mujer.
El alma de un hombre subió al cielo para ser juzgada. Cuando llegó, se asombró de no encontrar a nadie. Y como nadie le impedía el paso, siguió avanzando hasta llegar a una gran sala. Ahí, sobre una mesa, encontró unos anteojos. Algo le dijo que aquellos anteojos eran de Dios. Entonces, se los puso.
Un hombre que paseaba por el bosque vio un zorro que había perdido sus patas, por lo que el hombre se preguntaba cómo podría sobrevivir. Entonces vio llegar a un tigre que llevaba una presa en su boca. El tigre ya se había hartado y dejó el resto de la carne para el zorro.
“Por qué me invocáis: ´Señor, Señor´ y no hacéis lo que digo? Todo el que se acerca a mí, escucha mis palabras y las pone por obra, os voy a indicar a quién se parece. Se parece a uno que edificaba una casa: cavó, ahondo y asentó los cimientos sobre roca; vino una crecida, rompió el río contra aquella casa y no se tambaleó porque estaba bien construida. El que las escucha y no las pone por obra se parece a uno que edificó una casa sobre tierra, sin cimiento; rompió contra ella el río, y en seguida se derrumbó; y ¡hay que ver qué ruina la de aquella casa!”
“Hijos míos, ya poco tiempo voy a estar con vosotros. Vosotros me buscaréis y, lo mismo que les dije a los judíos, os digo también a vosotros: adonde yo voy, vosotros no podéis venir.
Os doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros; que, como yo os he amado, así os améis también vosotros los unos a los otros. En esto conocerán todos que sois discípulos míos, si os tenéis amor los unos a los otros.”
Mientras se consumían cuatro velas establecieron el siguiente diálogo:
-¡Yo soy la paz! Pero las personas no consiguen mantenerme, creo que me apagaré pronto –dijo la primera. Y poco a poco fue disminuyendo su fuego hasta que su llama desapareció totalmente.
Se celebró por entonces en Jerusalén la fiesta de la Dedicación. Era invierno. Jesús se paseaba por el Templo, en el pórtico de Salomón. Le rodearon los judíos, y le decían: “¿Hasta cuándo vas a tenernos en vilo? Si tú eres el Cristo, dínoslo abiertamente.”
Jesús comienza por presentarse como alguien mayor que todos los profetas: Aquí hay uno mayor que Jonás, mayor que Salomón (Mt 12,41). Muchos profetas y reyes desearon ver lo que vosotros veis y no lo vieron (Lc 10,24). El mismo Abrahán se regocijó pensando ver mi día (Jn 8, 56). Juan Bautista es más grande que todos los profetas del Antiguo Testamento y, sin embargo, el más pequeño de los que participen en el reino que Cristo inaugura es más grande que él (Mt 11,11).
Entonces uno de los doce, llamado Judas Iscariote, fue donde los sumos sacerdotes, y les dijo: “¿Qué me queréis dar, y yo os lo entregaré?”. Ellos le asignaron treinta monedas de plata. Y desde ese momento andaba buscando una oportunidad para entregarle
Marchaba el buen Jesús por un camino,
en sus largas jornadas por el mundo,
y era entrada la noche, cuando vino
a posarse a sus pies un vagabundo,
que le dijo con jubilo y llanto.
“Eres Jesús, el Nazareno.
¡Cuánto te he buscado Señor,
Para que hagas un grandísimo bien!”
Y abriéndose el manto le mostró
el cuerpo lleno de llagas.
La máxima expresión del amor de Jesús está en la entrega de su vida en la cruz.
Mirar al crucificado llena el corazón de gozo. Contemplar al Cristo en la cruz inunda el corazón de alegría. Quedarse en oración ante un Cristo colgado del madero sin decir nada, sólo quedándose a solas con “El solo”, es como centrarse en el centro de la vida, como haberlo encontrado todo.
Cuando intentes celebrar un encuentro con el Señor, después de construir el templo del silencio en fe y paz, comienza a decirle: estás conmigo. Tú me sondeas y me conoces. Tú me penetras, me envuelves y me amas. Estás conmigo. Estoy contigo. Estás sustancialmente en mi ser entero.
“Sonreír es un buen medio para crearse un alma amiga”.
Pero no una sonrisa irónica y burlona, esa sonrisa es un ángulo que juzga y reprueba. Sino la sonrisa amplia, limpia, la sonrisa… al borde de la risa.
En 1994, dos americanos respondieron a una invitación del Departamento de la ex Unión Soviética, para enseñar moral y ética (basada en principios bíblicos) en las escuelas Públicas. Fueron invitados a enseñar en prisiones, negocios, departamentos de bomberos y policía, y en un inmenso orfanato. Alrededor de 100 niños y niñas de los que habían abusado y que habían abandonado estando en este orfanato a cargo de un programa del gobierno.
“Hijos míos, ya poco tiempo voy a estar con vosotros. Vosotros me buscaréis y, lo mismo que les dije a los judíos, os digo también a vosotros: adonde yo voy, vosotros no podéis venir.
Os doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros; que, como yo os he amado, así os améis también vosotros los unos a los otros. En esto conocerán todos que sois discípulos míos, si os tenéis amor los unos a los otros.”
Un hombre muy desgraciado se preguntaba un día qué habría hecho Dios justo y bueno, con su parte de felicidad y resolvió que lo iría a ver y se la reclamaría.
Llegado a un pueblecito pidió hospitalidad en nombre de Dios a una mujer que le dijo que su marido había matado ya a noventa y nueve personas y que él corría peligro de convertirse en la centésima víctima. De todas formas ocultó al viajero en un cobertizo fuera de la casa tras haberle dado de comer.
Cuando la soledad de mi corazón súplica por tu compañía.
Cuando mis ojos cansados de llorar piden colirio celestial.
Cuando todos los jardines se llenan de primavera y el mío permanece seco.
Cuando el labio inicuo me golpea con el látigo de la mentira.
Cuando el grito sin eco de mi espíritu se pierde en la noche silenciosa.
Cuando la senda recta que orienta mi andar se vuelve abrupta y llena de amenazas.
Hija (o) mía (o), quiero recordarte una vez más que te amo. Con amor eterno y gratuito te he amado. Como se alzan los cielos por encima de la tierra, así de grande es mi amor por ti.
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Instrucciones del procedimiento para la oferta y la gestión conjunta del proceso de admisión a los centros públicos de primer ciclo de educación infantil de Pamplona para el curso 2024-2025.
1. EL NOMBRE DE DIOS
Se adentraba un día Moisés
en el desierto, sólo con su
rebaño, cuando de pronto
un fenómeno inusitado
atrajo su atención y le
detuvo: ahí había un
espino, un zarzal, que se
estaba quemando.
2. El hombre del desierto sabe que es criminal
prender fuego a la escasa vegetación que ofrece el
desierto; sin embargo, algún loco o inconsciente
había encendido esa zarza en pleno desierto. Pero
era curioso advertir que, normalmente un espino
proporciona poca materia para las llamas, esa
zarza ardía y ardía, sin consumirse.
“Me acercaré y veré qué es este fenómeno tan
singular” –se dice Moisés- “y veré por que causa
no se consume la zarza”.
3. Pero entonces, mientras él se
llegaba al espino, una voz
soberana, imperativamente le
detuvo: “¡Moisés, Moisés! No
te acerques, porque la tierra
que estás pisando es
sagrada” (Ex. 3, 1-5). Era la
presencia de Dios que volvía
sacrosanto el lugar.
Dios quería asignar a Moisés una misión
trascendental. Él tendría que liberar al Pueblo de
Dios del cautiverio de Egipto: “He visto la aflicción
de mi Pueblo que está en Egipto y he escuchado su
clamor frente a sus opresores” (Ex 3,7).
4. Moisés tras muchas objeciones y dudas, acepta al
fin el grave encargo. Pero tiene una última
pregunta que formular:
“Supongamos que voy a los hijos de Israel y les
digo: ´El Dios de vuestros padres me ha enviado a
vosotros´.
Si me preguntaren. ´¿Cuál es su nombre?, ¿qué les
responderé?´. Dijo Dios a Moisés: YO SOY EL QUE
SOY. Y dijo así responderás a los hijos de Israel:
El ´Yo-Soy´ me ha enviado a vosotros.
5. Y todavía dijo Dios a Moisés:
Así hablarás a los hijos de Israel: Yahvéh, el Dios de
nuestros padres, El Dios de Abrahán, el Dios de
Isaac, el Dios de Jacob, me ha enviado a vosotros.
Este es mi nombre para siempre jamás y éste es mi
memorial de generación en generación”. (Ex 3, 13-
15).
Así fue como Dios reveló a Moisés su nombre
propio y exclusivo. El se llama Yavé. Y así sería
reconocido por el pueblo de Israel y por los otros
pueblos vecinos, por todas las generaciones.
6. En otro relato paralelo del mismo suceso, que nos
cuenta la misma teofanía, se nos dice
expresamente:
“Luego habló Dios a Moisés y le dijo:
Yo soy Yavé. Me aparecí a Abrahán, Isaac y Jacob
con otros nombres; pero con mi nombre de ´Yavé
no fui conocido de ellos” (Ex 6, 2-3).
Era, pues, un privilegio y una confianza especial la
que Dios dispensaba a Moisés y, a través de él, al
pueblo de Israel: hacerle conocer su nombre.
Valoraremos más esta circunstancia si tenemos en
cuenta la importancia que los antiguos atribuían al
nombre.
7. Conocer el nombre de una divinidad era disponer
de una capacidad para poder invocarla y llamarla
cuando se tuviese necesidad. Era casi como tener
dominio sobre ella; sobre todo si se lo usaba en los
hechizos y conjuros.
Dios, el Dios de Israel, se llamaba Yavé. Esto en la
lengua hebrea original quiere decir: “El que es” o
bien: “El Yo-Soy”. Tal vez nos habla del ser íntimo
de Dios, el ser por esencia; y así lo entendieron los
antiguos. Modernamente se han presentado otras
interpretaciones. Como “el que está junto”, o sea,
“el que está con nosotros”, y nos ayuda y asiste.
8. Otros prefieren, dentro del mismo verbo “ser” o
“estar”, que sirve de base en hebreo para la
formación de la palabra Yavé, recurrir a otra
forma, y entonces entienden que el término
significa “el que hace ser” o “el que da el ser”, y
se referiría al Dios creador.
Lo que si sabemos es que la pronunciación
correcta es Yavé. La fórmula que muchas veces
se ha usado llamando a Dios como “Jehová” se
debe a un error cometido en los medios
cristianos que no sabían los secretos de la
escritura hebrea.
10. Tal forma se debe a las consonantes hebreas del
nombre de Dios YHVH se juntaron con las
vocales de otra palabra y sólo por una ignorancia
crasa ha podido usarse. Se ha eliminado ahora tal
designación al percatarse del grave error que
representa. Un hebreo jamás ha usado tal forma,
es decir, el nombre de Jehová. En el hebreo no
usaban las vocales escritas y como el nombre de
Dios era sagrado y no se le pronunciaba sino que se
empleaba otros nombres, se fue olvidando como
se escribía este nombre.
Dios se digno manifestar su nombre y pidió
respeto de El.
11. Fue particularmente
necesario conocer
este nombre cuando
otras divinidades se
presentaban como
rivales frente al Dios
verdadero.
Cuando se ha
comprendido que
Dios es único, el
nombre de “Dios”
sólo a Él le
corresponde de
derecho y sólo Él
basta.