Al promediar el año 1926 Giacosa logró el premio a su constancia. Con la tecnología incorporada por los directivos de Ledesma a su destilería, tratando los mostos alcohólicos procedentes de la melaza, produjo el carburante buscado con poder de ignición, suficiente en los motores de combustión interna y con la cualidad de conservación por tiempo indefinido.