Elizabeth era una niña que pescaba en el Río Sinú junto a sus amigas para ayudar económicamente a su familia. Un día, al sacar su red encontró que estaba llena no de peces, sino de piedras preciosas. Elizabeth y sus amigas vendieron las piedras y usaron el dinero para mejorar sus vidas y ayudar a otros niños a estudiar en lugar de trabajar.