El documento describe las similitudes geológicas y paleontológicas entre África y Sudamérica que apoyan la teoría de la deriva continental propuesta por Wegener. Se mencionan 15 puntos de comparación, incluyendo la presencia de rocas, fósiles y formaciones geológicas idénticas a ambos lados del Atlántico, así como la alineación de cadenas montañosas y cursos fluviales. Esto proporciona evidencia convincente de que ambos continentes estuvieron unidos en el pasado antes
1. Gracias a las teorías elaboradas a comienzos del siglo XX por el geofísico alemán Alfred Wegener, y
continuadas años después por el geólogo austriaco Eduard Suess, se ha podido saber que las masas
continentales que en la actualidad constituyen Sudámerica y África estuvieron unidas durante un largo
periodo de tiempo geológico que se inició durante el paleozoico y se prolongó hasta finales del cretácico.
La geomorfología y la litología compartida por ambos territorios han corroborado sus tesis, conocidas
como tectónica de placas y deriva continental.
Fragmento de El origen de los continentes y océanos.
De Alfred Wegener. Traducción de Francisco Anguita Virella y Juan Carlos Herguera García.
Capítulo 5.
La comparación de las estructuras geológicas a uno y otro lado del Atlántico proporciona
pruebas rigurosas a nuestra teoría de que este océano representa una descomunal fractura
ensanchada cuyos bordes estuvieron en el pasado en contacto directo o muy próximos. Esto es
lógico, pues se podía esperar que muchos pliegues y otras estructuras formadas antes de la
ruptura se continuasen a uno y otro lado, y realmente sus extremos deben extenderse en ambos
márgenes del océano, de forma que en la reconstrucción parecerían prolongaciones directas.
Como esta reconstrucción viene forzada por el bien marcado trazado de las lineaciones y no
deja, por tanto, margen alguno para ajustes, encontramos aquí un criterio totalmente
independiente de la mayor importancia para formarse un juicio sobre la corrección de la teoría
movilista.
La fractura atlántica presenta su mayor anchura en el Sur, donde se formó primero: su anchura
alcanza aquí 6.220 km. Entre el cabo San Roque y el Camerún hay sólo 4.880 km; aún menos
(sólo 2.410) entre el banco de Terranova y la plataforma británica; entre el estrecho de
Scoresby y Hammerfest 1.300, y entre el límite Noroeste de la plataforma de Groenlandia y las
islas Spitzberg tan sólo de 200 a 300 km. En este último punto es donde la ruptura parece
haber tenido lugar más recientemente.
Comencemos las comparaciones por el Sur. En el extremo meridional de África se encuentra una
cadena plegada pérmica (las montañas Zwarten) que se alinea de Este a Oeste. En la
reconstrucción, la prolongación hacia el Oeste de esta cadena se encuentra justo al Sur de
Buenos Aires, en una zona que no presenta ningún rasgo especial. Ahora bien, es muy
interesante que Keidel haya reconocido plegamientos antiguos en las sierras de esta zona y
especialmente en las meridionales, plegadas más intensamente; plegamientos que por su
estructura, su sucesión litológica y su contenido fósil son totalmente similares no sólo a los de
la zona Noroeste de la Precordillera de las provincias de San Juan y Mendoza, que se adaptan
suavemente a los pliegues andinos, sino, sobre todo, a los de las montañas del Cabo, en
Suráfrica. Afirma este autor: «En las sierras de la provincia de Buenos Aires, especialmente en
las cadenas meridionales, se encuentran series que son muy parecidas a las de las montañas del
Cabo, en Suráfrica. Al menos se da una gran coincidencia entre las tres formaciones existentes:
areniscas del Devónico Inferior transgresivo en la base; las pizarras fosilíferas que marcan el
2. punto de máxima extensión de la transgresión; y una formación superior muy característica, el
conglomerado glaciar del Paleozoico Superior... Tanto los sedimentos de la transgresión
devónica como los conglomerados glaciares están, al igual que en la cadena del Cabo,
fuertemente plegados; y en ambas zonas el movimiento principal está dirigido hacia el Norte». De
aquí se sigue la conclusión de que estamos ante un antiguo plegamiento que pasaba por el
extremo Sur de África y luego cruzaba Suramérica al Sur de Buenos Aires, para, finalmente,
doblar hacia el Norte, alineándose con los Andes. Hoy, los fragmentos rotos de esa cadena
plegada están separados por un mar profundo de más de 6.000 km de anchura. En nuestra
reconstrucción, que en este punto particular no permite ningún movimiento de ajuste, los
fragmentos están en contacto directo; sus distancias respectivas al cabo San Roque y al
Camerún son iguales. Esta prueba de que nuestra composición es correcta resulta realmente
espectacular y recuerda a las tarjetas de visita rotas como señal de reconocimiento. El que las
montañas Cedar se separen de las cadenas surafricanas y se desvíen hacia el Norte en la costa
es sólo un pequeño obstáculo a esta coincidencia, pues esta rama casi extinguida muestra los
caracteres de una desviación local, que pudo ser causada por alguna discontinuidad en el lugar
de la fractura subsiguiente. Ramificaciones similares aparecen aún en mayor medida en las
cordilleras europeas, tanto en las carboníferas como en las terciarias, y no nos impiden
sintetizar estas cadenas en un sistema único, y referirlas a una causa única. Asimismo, aunque (tal
como señalan los últimos estudios) los plegamientos en África hayan proseguido hasta tiempos
más recientes, ello no implica que existan diferencias de edad, pues, como leemos en Keidel:
«En las sierras, la formación plegada más reciente es el conglomerado glaciar; en las cadenas del
Cabo, las pizarras de Ecca, en la base de la Serie de Gondwana (series de Karroo) todavía
muestran indicios de plegamiento... En ambas zonas, los movimientos principales pueden
producirse en el intervalo entre el Pérmico y el Cretácico Inferior».
Pero esta confirmación de nuestros puntos de vista en la cadena del Cabo y su prolongación en
las sierras de Buenos Aires no es en absoluto un dato aislado, sino que encontramos numerosas
pruebas similares a lo largo de las costas atlánticas. Las gigantescas mesetas gnéisicas
africanas, no deformadas desde hace largo tiempo, muestran en sus grandes rasgos una
espectacular similitud con las brasileñas. Y esta similitud no se limita a los caracteres generales,
como lo demuestran por una parte la coincidencia a una y otra parte de las rocas eruptivas y los
sedimentos, y por otra, la de las direcciones de los antiguos plegamientos.
[...] En las direcciones de los plegamientos primitivos que recorren estas grandes mesetas
gnéisicas encontramos otras concordancias. En el macizo gnéisico del continente africano
predominan dos direcciones (lineaciones) de edades algo distintas. En el Sudán domina la
dirección antigua, orientada al Nordeste, que se evidencia en el trazado rectilíneo del curso
superior del río Níger, y también en el Camerún, y que corta la costa con ángulo próximo a los
45º; por el contrario, al Sur del Camerún pasa a primer plano la dirección más moderna,
aproximadamente Norte-Sur, que discurre paralelamente a las curvas de la costa.
En Brasil encontramos la misma disposición. Como escribe E. Suess: «El mapa de la Guayana
oriental... muestra, en las rocas antiguas que componen esta zona, direcciones aproximadamente
Este-Oeste. También las capas paleozoicas que forman la parte Norte de la cuenca del Amazonas
3. siguen esta dirección, y, por tanto, la línea de costa que va desde Cayena hacia la
desembocadura del Amazonas es transversal a esta dirección... Por lo que se conoce
actualmente de la estructura de Brasil se puede aceptar que también hasta el cabo San Roque el
trazado de la costa es transversal a la dirección de las montañas, pero a partir de este
promontorio la línea de costa viene marcada por al dirección de las montañas, al menos hasta
Uruguay». También en América los cursos fluviales (Amazonas por una parte, San Francisco y
Paraná por otra) siguen a grandes rasgos las lineaciones. En realidad, los últimos estudios,
como, por ejemplo, el mapa tectónico de Suramérica formado por von Keidel siguiendo
esencialmente a J. W. Evans, han mostrado la existencia de una tercera lineación paralela a la
costa Nordeste, que complica ligeramente las relaciones. Por último, el considerable giro que
debe darse a Suramérica en la reconstrucción hace que la dirección del Amazonas se alinee
paralelamente al curso alto del Níger, de modo que ambas lineaciones concuerdan con las
africanas. Aquí podemos ver una vez más una confirmación directa de la antigua conexión entre
ambos continentes.
[...] El conocido geólogo surafricano Du Troit ha efectuado estudios comparativos
particularmente completos en un viaje de estudios a Suramérica planeado con esta finalidad. [...]
Las coincidencias a ambas orillas del océano son tan numerosas que actualmente ya no pueden
considerarse casualidades, sobre todo teniendo en cuenta que abarcan enormes extensiones de
terreno y un intervalo de tiempo que incluye desde el pre-Devónico hasta el Terciario. Du Toit
añade: «Por añadidura, éstas que algunos llaman coincidencias son de naturaleza tanto
estratigráfica como litológica, paleontológica, tectónica, volcánica o climática».
[...] «A continuación vamos a comparar las dos extensiones que van por una parte desde Sierra
Leona hasta El Cabo, y por la otra desde Pará hasta Bahía Blanca, limitándonos en cada caso a
una banda de unos 45º de longitud y unos 10º de latitud. En cada continente se puede
observar:
»1. El basamento está compuesto de rocas cristalinas de edad precámbrica, con algunas capas
de sedimentos predevónicos, de edades variables aunque en general indeterminadas: los
caracteres litológicos coinciden a grandes rasgos.
»2. En el extremo Norte de la zona encontramos sedimentos marinos silúricos y devónicos
disconformes sobre este complejo y muy ligeramente plegados, ocupando un amplio sinclinal
cuyo eje es oblicuo a la línea de costa. Esta estructura se extiende entre Sierra Leona y Costa
de Oro en África y forma la base del estuario del Amazonas en Suramérica.
»3. Hacia el Sur se encuentran, casi paralelos a la costa, cinturones de rocas sedimentarias
entre las que predominan cuarcitas, pizarras y calizas. Sus edades son Proterozoico y
Paleozoico Inferior, y están plegados ligeramente en el Norte y más intensamente en el Sur,
donde son intruidos por masas graníticas, por ejemplo, en la zona entre Lüderitz y Ciudad del
Cabo y entre el río San Francisco y el Río de la Plata.
4. »4. Al devónico casi horizontal de Clanwilliam corresponde una serie casi idéntica en Paraná y el
Matto Grosso.
»5. Aún más hacia el Sur, el devónico-carbonífero de la parte meridional de la provincia del Cabo
corresponde a la comarca similar al Norte de Bahía Blanca, incluyendo ambas una transición
concordante hacia sedimentos glaciares pérmicos y carboníferos; las dos series están
intensamente plegadas por movimientos permotriásicos y cretácicos de direcciones similares.
»6. Estas tillitas se continúan hacia el Norte, en ambos casos horizontales y transgresivas sobre
el devónico, y descansando sobre una penillanura postglacial que se ha formado en estas rocas
y en otras anteriores y desaparece hacia el Norte.
»7. Los depósitos glaciares están cubiertos en ambos casos por sedimentos continentales
pérmicos y triásicos con flora de Glossopteris que cubren enormes extensiones y van seguidos
por potentes series de basaltos y doleritas a los que se atribuye una edad Liásico Inferior.
»8. Estas capas de Gondwana se extienden hacia el Norte del Karroo meridional hasta la zona de
Kaoko y desde Uruguay hasta Minas Geraes.
»9. Afloramientos muy separados de este mismo tipo se extienden tierra adentro hacia el Norte,
en Angola-Congo y en Piauhý y la zona del Maranhão.
»10. Entre los sedimentos del Triásico Superior y del Pérmico existe una interrupción
intraformacional muy extendida, aunque en general no existe discordancia angular, salvo en
algunas zonas, donde los primeros yacen en notable discordancia sobre los pérmicos o
antepérmicos.
»11. En la costa se encuentran estratos calizos fuertemente inclinados, pero tan sólo en las
regiones de Benguela-Bajo Congo y Bahía-Sergipe.
»12. Sedimentos horizontales cretácicos y terciarios, tanto marinos como continentales, cubren
grandes extensiones entre Camerún y Togo y en Ceará, Maranhão y hacia el Sur, mientras que
los extensos yacimientos en el Kalahari pueden ser aproximadamente comparados con la
formación Pampeana neógena y cuaternaria, en Argentina.
»13. En este resumen general no puede pasarse por alto el importante eslabón formado por las
islas Malvinas, cuyas series devónico-carboníferas apenas se diferencian de las de la provincia
del Cabo, mientras que el Lafoniense es totalmente comparable al sistema de Karroo. Tanto
desde el punto de vista estratigráfico como estructural, las islas Malvinas tienen su lugar junto a
la región Suroeste del Cabo, y no en Patagonia.
»14. Desde el punto de vista paleontológico, debemos fijarnos especialmente en: a) la ‘facies
austral’ del devónico del Cabo, las islas Malvinas, Argentina, Bolivia y el Sur de Brasil, opuesta a
la ‘facies boreal’ del Norte de Brasil y del Sahara central; b) el género fósil Mesosaurus, un
5. reptil de la formación Dwyka, en El Cabo, y de las capas de Iraty, en Brasil, Uruguay y Paraguay;
c) la flora de Gangamopteris y Glossopteris, con pequeñas adiciones de formas septentrionales,
en las capas de Gondwana, al Sur de ambos continentes; d) la flora de Thinnfeldia en la parte
alta de esas mismas capas, en El Cabo y en Argentina; e) la fauna neocomiense (uitenhaguiense)
en el Sur de la provincia del Cabo y en el Noroeste de Neuquén, en Argentina; f) la facies
nórdica o mediterránea del Cretácico y el Terciario al Norte del Trópico de Capricornio, y g) la
facies suratlántica-antártica del Eoceno de Patagonia (formación San Jorge).
»Por último, y como punto número 15, tenemos los contornos geográficos de África y
Suramérica, asombrosamente parecidos no sólo en general, sino también en los detalles; y
además, excepto en el Norte, la orla de sedimentos terciarios tiene pequeña extensión, y por
ello menor importancia.»
[...] Du Troit considera, con razón, que el hecho de que las islas Malvinas, a pesar de elevarse
en la plataforma patagónica, no muestran ningún parentesco con Patagonia y sí con Suráfrica,
constituye un apoyo especial para la teoría movilista.
[...] Como ya señaló antes, a base de los datos paleontológicos y biológicos debe concluirse
que los intercambios de fauna y flora entre Suramérica y África cesaron entre el Cretácico
Inferior y Medio. No por ello se entra en contradicción con la suposición de Passarge que la
fractura entre Suráfrica y Suramérica ya estaba formada en el Jurásico, pues la ruptura se
produjo gradualmente a partir del Sur, y, sobre todo, fue precedida largo tiempo por la
formación de fosas tectónicas.
En Patagonia, la ruptura tuvo como consecuencia un movimiento continental peculiar, que A.
Windhausen describe del siguiente modo: «La nueva revolución comenzó con movimientos
regionales de enorme escala, hacia la mitad del Cretácico», y realmente en este momento la
llanura patagónica «que era una región de pendiente pronunciada, se convirtió en una depresión
generalizada bajo condiciones áridas o semiáridas, cubierta por desiertos de piedra y llanuras
de arena».
Prosiguiendo hacia el Norte en la comparación de las costas opuestas del Atlántico,
encontramos, en el límite Norte del continente africano, que las montañas del Atlas, cuyo
plegamiento tuvo lugar principalmente en el Oligoceno, pero había comenzado ya en el
Cretácico, no encuentran continuación en el lado americano.