1. Entrevista a Irvin Yalom
Por Ma. Teresa Lemus Vanek
Interesante entrevista con el psiquiatra y escritor Irvin Yalom
“La vida demanda ser realistas”
NUEVA YORK.- ¿Puede el llamado “filósofo del pesimismo” ayudar a que la gente tenga
una vida más feliz y plena? Para Irvin Yalom, profesor emérito de psiquiatría de la
Universidad de Stanford y autor de novelas de psicoterapia devenidas best sellers
internacionales como “El día que Nietzsche lloró”, no hay duda. Y lo prueba en su
flamante libro “Un año con Schopenhauer” (Emecé), donde cuenta cómo la introducción
de las enseñanzas del pensador alemán en la terapia de grupo permitió a sus miembros
disfrutar más de lo que ya tenían.
El relato cuenta la historia de un psicoterapeuta que, al descubrir que padece una
enfermedad terminal, se cuestiona qué hacer y cómo vivir. Con el propósito de cerrar su
ciclo vital, decide incorporar la terapia grupal a su único fracaso como profesional: un
hombre solitario y frío que aporta al grupo el pensamiento de Arthur Schopenhauer, a
quien considera su guía personal. Y el resto es una historia que Yalom describe con el
estilo que The San Francisco Chronicle ha comparado con el de Isaac Bashevis Singer y
que lo ha convertido en el exponente más famoso de la mezcla del diván y la pluma.
Yalom, que vive en California con su mujer, Marilyn, especialista en estudios de género y
literatura francesa, conversó sobre el libro que acaba de salir a la venta, publicado en la
Argentina (país del que asegura que se siente “honrado de tener como colegas a sus
extraordinarios profesionales”) aun antes que en inglés. Y en su conocida voz pausada y
bajísima llamó a reflexionar sobre la vida y -como es habitual en su obra- la importancia
que la muerte juega en ella.
-Primero fue Nietzsche. ¿Por qué ahora escribió una novela sobre Schopenhauer y la
terapia?
-Cuando hace muchos años comencé a estudiar a Freud, me di cuenta de cuánto de
filosofía había en él. Escribí un libro sobre Nietzsche porque estaba consciente de cuánto
era lo que Freud había tomado de él. Pero luego me di cuenta de que mucho más había
tomado de Schopenhauer, si bien nunca lo reconoció. Si uno lee a Schopenhauer puede
encontrar los comienzos del pensamiento sobre la psicoterapia, fue el primer filósofo que
realmente se ocupó de mirar la vida interior, los sentimientos y las pasiones de esa
2. manera, y por eso me pareció que era un pensador importante para traer a la atención de
un público general.
-¿Se puede aprender de alguien con una visión tan negativa de la vida como
Schopenhauer?
-Es que más que un pesimista yo lo llamaría un realista. Schopenhauer miraba la vida de
la manera que realmente es. No se hacía ilusiones vanas sobre la muerte o la infelicidad y
trataba de vivir la vida lo mejor posible dentro de sus limitaciones. Nunca cayó presa de
ningún tipo de emoción personal respecto de la naturaleza de la vida, y en ese sentido su
visión permaneció muy clara y es muy valiosa para nosotros hoy.
-¿Cuál es la principal enseñanza que podemos extraer de él?
-Una de las maneras en que constantemente nos engañamos es creyendo que
verdaderamente necesitamos objetos materiales o éxito profesional y cuando los
conseguimos la satisfacción dura muy poco. Enseguida nos aburrimos. Schopenhauer
quería que saliésemos de ese ciclo. Si estamos satisfechos con lo que somos sin querer o
necesitar cosas de otros es un gran paso hacia estar en paz. Schopenhauer nos enseña a
no ocupar la vida con búsquedas materiales; en cambio, él creía que uno de los grandes
placeres es estético, y escribió mucho sobre el arte y la contemplación de lo bello, que
todos podemos hacer.
-De Schopenhauer toma también la importancia de tener conciencia de que la vida es
finita. ¿Le parece que personas de 30 o 40 años, que creen que están en la plenitud de la
vida, tomen conciencia de la muerte?
-Sobre la base de los pacientes que yo he tratado, creo que sí. Los adolescentes,
básicamente, tienen una conciencia bastante aguda sobre estos temas. Tienden a tener
una menor negación operando que en otras etapas de la vida. Pero cuando finalmente
salen al mundo, otras necesidades, las de éxito económico o empezar una familia, por
ejemplo, empiezan a pesar. Y para satisfacer esas necesidades, su temor a la muerte es
empujado hacia la oscuridad y el subconsciente. Si los jóvenes de 20 años, por ejemplo,
tuviesen una mayor conciencia de la muerte, ¿afectaría eso su ambición o empuje? Me
inclino a pensar que sí. Ciertamente haría algo por aquellos que son más duros, y tienden
a hacer miserable la vida de los otros. Una mayor conciencia de lo finito de la propia vida
y de lo que su tiempo en la Tierra verdaderamente significa, ciertamente podría servirles.
-¿Cómo puede una mayor conciencia de la muerte afectar el amor o la relación de pareja?
-Si uno está más cercano a las propias preocupaciones existenciales inconscientes, la
relación con su pareja se vuelve más rica, tolerante y de mayor amor. Cuando vemos a la
3. otra persona como una criatura en la misma situación en la vida, en general le tenemos
una mayor apreciación. Se disminuye la posibilidad de que lo usemos o de ser usados, y
aumenta la posibilidad de que ambos busquen una comunión profunda.
-¿Y qué hay de la vida laboral? ¿Cómo puede afectarnos estar más conscientes de la
muerte?
-Eso ya es más complicado. A veces, una mayor conciencia de la muerte puede ser mala
para el trabajo. Por ejemplo, si uno no tiene la alternativa de poder cambiar de trabajo,
una acentuada conciencia del propio final podría aumentar la insatisfacción. Pero si uno sí
tiene la opción de irse de un trabajo, confrontarse con la muerte puede ser un llamado
para buscar algo que lo satisfaga más.
-¿Y cómo le afecta a usted la conciencia de la muerte?
-Ciertamente a medida que han pasado los años he pensado más y más sobre el fin de
mis días, que puede no estar lejano. Sé que no me queda un tiempo ilimitado por delante,
así que quiero ver qué es lo central para mi vida en este momento. Por ejemplo, no quiero
hacer cosas repetitivas; no quiero ser más parte de comités ni seguir enseñando, porque
mi campo se está convirtiendo básicamente en farmacoterapia. La próxima generación de
terapeutas en Estados Unidos probablemente no se entrene en psicoterapia porque las
compañías de seguros no van a pagar por ello. Lo que siento es central para mí en este
momento; es ser creativo y ver qué talentos tuve y no utilicé. Básicamente, soy alguien
que cuenta historias basadas en ideas que tienen que ver con una perspectiva profunda y
existencialista de la viuda. Me siento muy incómodo con la idea de que ese talento no sea
utilizado.
-Algo que también se aprende con Schopenhauer, ¿verdad?
-El pensaba que hay que vivir la vida con la muerte en mente, para no dejar al final mucha
vida sin vivir dentro de nosotros. Sabía que tenía un gran poder intelectual, y sentía que,
con esa herramienta, su objetivo era el de comprender la vida. Cuando murió, dejó tras de
sí libros que otorgan a la humanidad una sabiduría mucho mayor que la que tenían antes
de su paso por la Tierra. Schopenhauer tenía una misión y la cumplió. Esa es la forma de
vivir una vida muy auténtica.
Publicado por Rodrigo Córdoba Sanz