El documento habla sobre el significado del ayuno durante la Cuaresma. Explica que el ayuno no es solo abstenerse de comida, sino también de pasiones y pecados. El verdadero ayuno que Dios desea es practicar la justicia, ayudar a los pobres, y tener un corazón humilde. La Cuaresma nos ayuda a renunciar a cosas para acercarnos más a Dios y trabajar por la salvación de los demás.
Santa Luisa de Marillac nos muestra: Los escollos a evitar
Ayuno de nuestras pasiones
1. Primera Lectura: del libro de lsaías (58,1-9a):
Salmo ResponsorialSal 50,3-4.5-6a.18-19
R/. Un corazón quebrantado y humillado, tú, Dios mío, no lo desprecias
Evangelio: San Mateo (9, 14-15):
Viernes después de Ceniza
Ayuno de nuestras pasiones, de nuestra ira, del descuido o
simplemente el de omisión.
Autor: Carlos Alcántara | Fuente: Catholic.net
2. Así dice el Señor Dios: «Grita a plena voz, sin cesar, alza la voz como una
trompeta, denuncia a mi pueblo sus delitos, a la casa de Jacob sus pecados.
Consultan mi oráculo a diario, muestran deseo de conocer mi camino, como un
pueblo que practicara la justicia y no abandonase el mandato de Dios. Me
piden sentencias justas, desean tener cerca a Dios. "¿Para qué ayunar, si no
haces caso?; ¿mortificarnos, si tú no te fijas?" Mirad: el día de ayuno buscáis
vuestro interés y apremiáis a vuestros servidores; mirad: ayunáis entre riñas y
disputas, dando puñetazos sin piedad. No ayunéis como ahora, haciendo oír en
el cielo vuestras voces. ¿Es ése el ayuno que el Señor desea para el día en que el
hombre se mortifica?, mover la cabeza como un junco, acostarse sobre saco y
ceniza, ¿a eso lo llamáis ayuno, día agradable al Señor? El ayuno que yo quiero
es éste: Abrir las prisiones injustas, hacer saltar los cerrojos de los cepos, dejar
libres a los oprimidos, romper todos los cepos, partir tu pan con el hambriento,
hospedar a los pobres sin techo, vestir al que ves desnudo y no cerrarte a tu
propia carne. Entonces romperá tu luz como la aurora, en seguida te brotará la
carne sana; te abrirá camino la justicia, detrás irá la gloria del Señor. Entonces
clamarás al Señor, y te responderá; gritarás, y te dirá: "Aquí estoy."»
¡Es palabra de Dios! ¡Te alabamos Señor !
3. Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado. R/.
Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado:
contra ti, contra ti solo pequé,
cometí la maldad que aborreces. R/.
Los sacrificios no te satisfacen:
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado;
un corazón quebrantado y humillado,
tú no lo desprecias. R/.
4. En aquel tiempo, se acercaron los discípulos de Juan
a Jesús, preguntándole: «Por qué nosotros y los
fariseos ayunamos a menudo y, en cambio, tus
discípulos no ayunan?»
Jesús les dijo: «¿Es que pueden guardar luto los
invitados a la boda, mientras el novio está con ellos?
Llegará un día en que se lleven al novio y entonces
ayunaran.»
¡Es palabra del Señor! ¡ Gloria a Ti, Señor Jesús!
5. Señor, dame la gracia de caminar esta Cuaresma por la
senda de una fe viva, operante y luminosa que me
permita iluminar todos los acontecimientos de mi vida
con tu luz, y me ayude a ser fiel y perseverante en mis
propósito de acompañarte en la cruz con amor y
generosidad.
Señor, dame la gracia de renunciar, por amor, a algo
lícito y placentero, para que este sacrificio sea el medio
para reparar y purificarme de mis debilidades.
6. Lo que he dicho muestra con gran claridad que el ayuno
representa una práctica ascética importante, un arma espiritual
para luchar contra cualquier posible apego desordenado a
nosotros mismos. Privarnos por voluntad propia del placer del
alimento y de otros bienes materiales, ayuda al discípulo de
Cristo a controlar los apetitos de la naturaleza debilitada por el
pecado original, cuyos efectos negativos afectan a toda la
personalidad humana. Oportunamente, un antiguo himno
litúrgico cuaresmal exhorta: Usemos de manera más sobria las
palabras, los alimentos y bebidas, el sueño y los juegos, y
permanezcamos vigilantes, con mayor atención. Queridos
hermanos y hermanas, bien mirado el ayuno tiene como último
fin ayudarnos a cada uno de nosotros, como escribía el Beato
Papa Juan Pablo II, a hacer don total de uno mismo a Dios. Por lo
tanto, que en cada familia y comunidad cristiana se valore la
Cuaresma para alejar todo lo que distrae el espíritu y para
intensificar lo que alimenta el alma y la abre al amor de Dios y
del prójimo. (Benedicto XVI, 3 de febrero de 2009).
7. Cuando un católico está limpio en su alma no puede quedarse
dentro de las cuatro paredes de su egoísmo. La misma misión “Id
y proclamad” impulsa al alma a buscar y a recorrer esos caminos
de santidad que Cristo nos ha enviado.
Sin embargo, no por ello las tendencias del hombre viejo dejan
de mostrarse. Tal vez, eso sí, podremos ver con mayor claridad
cuáles son, cómo se manifiestan en nuestra vida y así podremos
poner los medios para vencerlos.
Entre esos medios hay dos tan asequibles como sencillos, y no
por ello ineficaces: la oración confiada y humilde y el ayuno. Este
último no es tanto externo, muy útil por cierto, sino más bien el
interno: el ayuno de nuestras pasiones, de nuestra ira, del
descuido o simplemente el de omisión. Este ayuno del cuál nos
habla Cristo es alimentado por la generosidad de un corazón
grande y capaz de seguir aquellos caminos que la voluntad de
Dios le indica. Uno de los cuáles es el gran precepto del amor.
8. Dejemos a un lado nuestra vanidad para que este
ayuno nos lleve a ser realmente auténticos: ¡verdaderos
cristianos!
Señor, dame el gozo y la generosidad en el sacrificio al
saber que es el medio que me acerca a Ti Tú te entregaste
por mí hasta morir en la cruz para salvarme, yo, para
corresponderte, quiero ayunar más de mí mismo y de mis
cosas, no quiero escatimar nada para colaborar contigo en
la salvación de los hombres mis hermanos. ¿De qué quieres
que me desprenda el día de hoy?