La escuela tradicional se centra en formar la inteligencia del niño para prepararlo para la vida mediante métodos directivos y autoritarios, mientras que la escuela nueva surgió en Europa a finales del siglo XIX para poner énfasis en la libertad, autonomía y dignidad del niño a través de metodologías dinámicas y participativas que ven al alumno como sujeto activo en la construcción del conocimiento.