El documento describe las estructuras eclesiásticas en América Latina durante los siglos XIX y XX, incluyendo el aumento en el número de diócesis, las diferentes posiciones de los obispos, la creación de conferencias episcopales nacionales, las extensas pero poco comunicadas parroquias, la soledad de los párrocos, la baja formación y disminución del clero, la vida de los religiosos entre la crisis y el fortalecimiento, y el Concilio Plenario Latinoamericano de 1890 que buscó reconciliar a