La evolución de los maxilares y su articulación con el cráneo ha sido importante. Los primeros seres carecían de mandíbulas, pero con el tiempo desarrollaron arcos branquiales que se fortalecieron para permitir una mordedura más poderosa, con dientes que surgieron de la piel. Posteriormente, los maxilares se conectaron al cráneo a través de articulaciones más complejas, y los dientes se especializaron para funciones específicas como la masticación, mientras que los músculos maxilares aumentaron de tamaño