Tras la Segunda Guerra Mundial, América Latina experimentó un crecimiento económico acompañado de inestabilidad e inequidad creciente entre países. Algunas naciones adoptaron políticas populistas o dictaduras que prometían defender a los grupos más vulnerables. La Revolución Cubana de 1959 inspiró movimientos de izquierda en la región e influyó en la política estadounidense hacia América Latina durante la década de 1960, cuando Estados Unidos apoyó golpes militares que derrocaron gobiernos reformistas