SlideShare una empresa de Scribd logo
1 de 50
Trabajo de Investigación


                       Cátedra:        FILOSOFÍA



          MEDIOEVO – RENACIMIENTO - MODERNIDAD


PROBLEMA FILOSÓFICO: Tránsito del medioevo a la modernidad por la vía del
secularismo. ¿DE QUÉ MANERA LA SOCIEDAD RENACENTISTA, APARTÁNDOSE DEL IDEAL DE VIDA
DE LA EDAD MEDIA, SE VUELVE PAGANA Y DISOLUTA?




Lic. en Cs. de la Comunicación – Fac. de Letras



Integrantes:




                                                                                  1
INTRODUCCIÓN
      Las alumnas,; de la Universidad Católica de Santa Fe,
pertenecientes a la Facultad de Letras, cursando primer año de
la Carrera de Licenciatura en Ciencias de la Comunicación;
presentamos a través de las páginas siguientes el desarrollo de
un problema filosófico para la cátedra de Filosofía I. Este
trabajo, impulsado por la profesora Cristina J. Otegui de
Martínez Vivot, tiene como objetivo, conocer y relacionar entre
sí las cosmovisiones del Medioevo, Renacimiento y
Modernidad. En cuanto al marco teórico, esta investigación, se
realizó a partir del día 12 de agosto, culminando a fines del
mes de septiembre del corriente año. Material consultado para
el mismo: libros de filosofía, enciclopedias del Pensamiento y
de la Historia, libros de Historia, cabe destacar que también
incluimos bibliografía relacionada al tema.
      El problema filosófico que decidimos desarrollar, trata
sobre “el tránsito del Medioevo a la Modernidad por la vía de
Secularismo”, queriendo así responder a la pregunta “¿De qué
manera la sociedad renacentista, apartándose del ideal de vida
de la Edad Media, se vuelve pagana y disoluta?”
      Nuestra inquietud, nace a raíz de la importancia que
nosotros rescatamos de la constante influencia de la Iglesia, ya
sea esparciendo su poder en la Edad Media o dejando ver en
la historia del pensamiento, su posterior deterioro a partir del
Renacimiento.
      Como corolario, queremos dejar constancia de nuestras
expectativas grupales. Ellas son:
♦ Conocer y adecuarse al estilo personal de trabajo de cada
   una de las integrantes del grupo. Valorar el trabajo conjunto.
♦ Dominar las técnicas de investigación, planeamiento y
   desarrollo de un problema filosófico.
♦ Adquirir las naciones básicas de las diferentes edades, para
   poder comprender hechos que tengan una relación con
   estos tópicos.
♦ Introducirnos a fondo en el tema de la Iglesia y el
   Secularismo.



                                                                2
MEDIOEVO
Introducción: La invasión de los pueblos bárbaros, con la caída de Roma y del
Imperio de occidente, fija el principio de la Edad Media. La conquista de
Constantinopla por los turcos en 1453, es decir , la disolución del Imperio
Romano de Oriente, señala el fin de esta época que duró aproximadamente
1000 años y en el transcurso de la cual el mundo conoció un cambio lento, pero
seguro; la sociedad sufrió una profunda transformación, el Cristianismo fue
asimilado por la totalidad de los pueblos de Europa, y a su término la historia
del hombre cambió nuevamente de rumbo. La consolidación de las grandes
nacionalidades, el Renacimiento y el descubrimiento de nuevas tierras hasta
entonces desconocidas son los principales hechos que abren paso a la Edad
Moderna.
       Es un error creer que la Edad Media fue un largo período decadente,
opresivo y negro. Fue una lenta superación, una larga preparación para que el
hombre entrara en el mundo moderno bajo el signo de la libertad y el
humanismo. La Edad Media fue una síntesis y la salvación de los principales
valores del mundo clásico, del mundo bárbaro y del cristianismo. Un proceso
lento porque duró diez siglos.
       En la Edad Media, la Iglesia cristiana adquirió su plenitud. En primer
lugar, no aparece ya como un pequeño grupo de inquieta al Esta, sino que
surge vigorosa y expansiva hasta el punto de encerrar dentro de su seno la
familia, las naciones, la sociedad civil y la vida pública. En segundo lugar; la
piedad se hace más humana, el culto material adquiere proporciones
sorprendentes y el corazón de los fieles late al impulso de una nueva ternura
por los santos, par con la Virgen y par con la Humanidad de Cristo. En tercer
lugar, la doctrina va definiéndose con creciente precisión y reviste la forma de
un sistema coherente gracias al esfuerzo realizado por la Escolástica.
       Estos tres rasgos del cristianismo medieval son solidarios. Por eso la
aversión a la Escolástica, la rebelión contra el poder eclesiástico y el desprecio
de la piedad externa en nombre de un culto puramente espiritual serán los tres
hechos que señalarán el fin de la Edad Media.


La filosofía cristiana en la Edad Media: La idea de un ser supremo ordenador
estaba presente en la filosofía de Sócrates, Platón y Aristóteles. Pero, esta idea
no implicaba una nueva manera de ver y considerar las cosas, no repercutía en
la vida corriente. El cristianismo, sin embargo, era una moral, un completo
sistema de Ética, pero no una filosofía, en el sentido de saber de las cosas. Por
eso, los primitivos pensadores cristianos se forzaron en adaptar la filosofía
griega a la nueva doctrina, mientras que otros pensadores, también cristianos,
la combatían. Así surgieron unas serie de filósofos menores en la época de los
Padres de la Iglesia (Ver anexo “La Patrística”), hasta llegar a dos hombres que
pueden que pueden condenarse los verdaderos de una filosofía cristiana: San
Agustín y Santo Tomás, los cuales no solo compaginaron la filosofía clásica
con el pensamiento cristiano, sino que en realidad alumbraron una nueva
filosofía. San Agustín adoptó la doctrina de Platón, mientras que Santo Tomás




                                                                                 3
siguió la de Aristóteles: dos orientaciones diferentes aunque, en su base,
alimenten el mismo cristianismo.
        San Agustín predicó un neoplatonismo cristiano que centraba su interés
en el conocimiento de la realidad espiritual. Los temas capitales de su
especulación fueron el alma y Dios. Concibió el desarrollo de la humanidad
como un proceso unitario presidido por una acción divina providencial. (Ver
anexo “San Agustín”)
        El intenso predominio de la fe sobre la razón dio paso a la Escolástica,
que centro a la vida intelectual de la Edad Media (Ver anexo “La Escolástica”).
Durante 600 años (del siglo IX al XV, aproximadamente) la Escolástica fue el
único pensamiento ortodoxo admitido en filosofía. En aquellos tiempos
bárbaros el saber se hallaba en manos de eclesiásticos y monjes.
        Santo Tomás de Aquino es la mente más clara de la Edad Media,
verdadero compilador y estructurador de una filosofía que hizo compatible las
enseñanzas de la fe y los descubrimientos de la razón. El pensamiento tomista
es el que informa la filosofía cristiana actual.
        Santo Tomás realizó el ideal de fundir el pensamiento cristiano con el
saber clásico. Admitió una perfecta concordancia entre las verdades de la
razón y las verdades de la fe. Por lo demás puede afirmarse que Santo Tomás
es la versión cristiana de Aristóteles. Para él la fuerza principal del alma es la
inteligencia, gracias a la cual todo puede llegar a comprenderse (Ver anexo
“Santo Tomás”).
        Las discusiones en la Escolástica se resolvían por medio del rígido juego
de silogismos. De ahí vino, entre otras razones, su decadencia porque se
produjeron una serie de discusiones bizantinas, puramente retóricas con la
famosa “cuestión de los universales” que pretendía averiguar si los conceptos
universales (hombre , justicia, mesa, estrella, etc.) tenían existencia real o eran
puramente palabras, aire.
        Pero, los más nobles pensadores, cansados de discusiones, muchas
veces estériles, empezaron a criticar la Escolástica y lentamente se fue
desmoronando la síntesis que con tanto celo construyera Santo Tomás: la
“ciencia de las escuelas”. Sin embargo, la pura filosofía tomista pervivió.


La vida cristiana en la Edad Media: La Fe llenaba todos los aspectos de la
vida medieval. No sólo las diócesis y las Iglesias tenían sus santos protectores,
sino también los gremios de arte y oficio. Las ceremonias de la nobleza, como
la vela de armas, la bendición de las espadas, dieron a la caballería un sentido
místico y cristiano. El estado.
       El estado y la Iglesia marcharon íntimamente unidos. La “tregua de
Dios”, generalmente respetada y la pena de excomunión sirvieron para frenar
los impulsos demasiados bélicos de una época exaltada.
       Fue aquella una época de piedad externa: devoción a las reliquias,
peregrinaciones a Tierra Santa y a Roma, etc.
       Las catedrales construidas por el pueblo y para el pueblo, fueron
verdaderas biblias, disertaciones teológicas en piedra. El florecimiento de la
pintura y la escultura va ligado íntimamente a la religión, sobretodo en Italia,
Francia y España. Hasta el Renacimiento, los artistas de estos países,
raramente se atrevían a pintar temas profanos.



                                                                                  4
El teatro, por ejemplo, nació de una necesidad religiosa, la de demostrar
al pueblo en forma viva los grandes hechos evangélicos. El simbolismo
culminaba en los menores detalles.
        La escolástica, impulsada por el genio de Santo Tomás de Aquino, el
auge de las Universidades, la creación de órdenes hospitalarias, demuestran
que la Iglesia había llegado a una plenitud en la que su doctrina informaba la
vida de las naciones.
        En el siglo XIII, la Escolástica, alcanzó su apogeo. No se concebía que
pudiera existir un pensamiento que no concordara por entero con la Fe. La
autoridad de la Iglesia, reflejo de la verdad divina, era el supremo testimonio.
Santo Tomás entendía que todas las ciencia prestan su ayuda a la ciencia
sagrada como los vasallos al soberano. La teología primaba sobretodo otro
saber. La Escolástica sostenía que la Ciencia y la Fe no pueden sino estar de
acuerdo, pero con predominio de ésta última.
        Las violentas luchas por las investiduras; los conflictos tendentes a
debilitar el poder pontificio; la triste escisión de la Iglesia oriental en el siglo IX;
le cautiverio de Babilonia, al trasladarse la corte papal a Avignon durante cuyo
período hubo un momento en que la cristiandad conoció tres papas
simultáneamente, preparan una crisis, un cambio del que la Iglesia debía salir
más fortalecida.



RENACIMIENTO
Introducción: El largo período designado con la denominación excesivamente
genérica de Renacimiento es escenario de una serie de profundas
transformaciones que afectan a todos los aspectos de la cultura en el orden
social, político, económico, científico, artístico, religioso y literario. A los
elementos procedentes de la Edad Media se suman otros nuevos, cuyo
resultado es una ampliación de horizontes y una profunda transformación en
las condiciones de vida y modo de pensar de los pueblos europeos.


La filosofía en el Renacimiento: El proceso cultural conocido como
Renacimiento es inmediatamente posterior a la Edad Media. Sus
características principales son: la exaltación del hombre, la estima de la
antigüedad, el individualismo, el sentimiento heroico, el aprecio de la belleza y
la naturaleza. Todos estos rasgos peculiares tienen antecedentes que se
remontan a los tiempos de Grecia. A la vez, estos mismos, van a constituir las
nuevas estructuras sobres las cuales se afianzara la cosmovisión moderna.
Podemos decir entonces, que el Renacimiento es el período nexo entre la Edad
Media y la Edad Moderna. Es decir, aparece como término y culminación de la
Edad Media y como principio de la Moderna.
       Si bien se abastece de elementos de siglos anteriores, no deja de
adicionar nuevos hechos, sentimientos, descubrimientos e ideas, las cuales
originan a violentos contrastes.
       Hubo historiadores protestantes que intentaron preparar una rebeldía
buscando algo relacionado a la herejía para, de esta forma, darle continuidad a



                                                                                      5
la tesis que sostiene una corriente popular y antieclesiástica enraizada en el
Evangelio y la Naturaleza. No es una revolución pagana, sino cristiana, cuya
flor es San Francisco de Asís, su fruto es Lutero y su Reforma protestante.
        En los tiempos del llamado Renacimiento, en todos los órdenes se
apreció un ansia de renovación del espíritu humano. Los filósofos de esta
época dedicaron sus esfuerzos, unos a destruir el pensamiento escolástico y
otros a buscar las bases de una nueva filosofía en la que el hombre y la razón
ocupan un primerísimo lugar. La consigna fue el retorno al espíritu griego y
latino.
        “La mente renacentista, aunque no muy específicamente cristiana es, sin
embargo, radicalmente religiosa, en cuanto cree captar a Dios en lo natural y lo
humano, verle desde ahí extenderse más allá de toda formulación teológica,
del mismo modo que el hombre se siente crecer y extenderse hacia
capacidades y logros no imaginados previamente”.


La exaltación del Hombre: El hombre renacentista sitúa el centro en el
hombre mismo situado por Dios como cabeza y clave del universo.
       Uno de los rasgos más típicos del Renacimiento es la exaltación de la
importancia y de la dignidad del hombre. Se ve claramente con la frase de
Leonardo Da Vinci: “El hombre es el modelo del cosmos”.
       En la Edad Media, el Papa Inocencio III escribe sobre la miseria de la
condición humana; en la época siguiente, Gianozzo Manetti escribe sobre la
dignidad y la excelencia del hombre.
       En la Edad Media, los artistas no firmaban sus obras, por lo que sus
nombres no han llegado hasta nosotros. En cambio, en el Renacimiento, las
obras eran firmadas por el orgullo que les daba a los artistas; por tanto fueron
mayores los nombres de artistas que conocemos de esta época.
       Podemos rescatar también, que los personajes de las pinturas de la
Edad Media eran anónimos; a diferencia de la identificación que tienen todas
las representaciones renacentistas, iniciadoras del retrato. Incluso nace el
autorretrato con el motivo de perpetuarse a si mismo en la historia.
       Ocurre el mismo fenómeno en los libros sobre las vidas de las personas.
En la Edad Media prevalecen las hagiografías, mezclando la vida de los santos
don toques divinos y humanos. En cambio, en el Renacimiento, aparecen las
biografías de las personas específicas, con sus características personales,
individuales. Y por supuesto nace también la autobiografía. Bien lo demuestra
Montaigne: “Yo mismo soy el contenido de mi libro”
       En la Edad Media vemos preocupación por la salvación, la vida después
de la muerte, la eternidad junto a Dios. En cambio, en el Renacimiento, la
importancia se presenta en la gloria terrenal, no y a la celestial, en la posteridad
y la fama, en el deseo de perpetuar.
       Con respecto al cuerpo, la Edad Media, lo desprecia, pues es
considerado “una cárcel del alma”. Lo importante era el alma y su salvación
eterna. En el Renacimiento el cuerpo fue exaltado por el hecho de que gracias
a el somos y sin el no somos nada.
       En la edad Media existe una Verdad absoluta, debe ser seguida y
buscada por el hombre. En el Renacimiento se ensalza el error como propio del
hombre. “Me equivoco… luego soy”.



                                                                                   6
En el ámbito del pensamiento este afán por resaltar la excelencia del
hombre se ve reflejada en los trabajos de Ficino y Mirandola, principales
representantes del platonismo que profesa la academia de Florencia.


La filosofía en el Renacimiento: El Renacimiento es un período de enorme
riqueza vital, revolucionario, tumultuoso, desordenado, pero de valor desigual
en sus múltiples manifestaciones. En el orden literario, artístico y político,
representa uno de los momentos más ricos y vigorosos del espíritu humano. En
el filosófico, debemos distinguir dos etapas: una de 1350 a 1450 (Humanismo)
y otra de 1450 a 1600, poco más o menos, en que el Renacimiento, después
de haber adquirido fisonomía propia, termina abriendo camino a la filosofía
moderna.
        El carácter de la primera etapa es preferentemente literario y filosófico.
Los humanistas desplegaron una actividad prodigiosa en la recuperación de
textos de la antigüedad, primero latina y después griega. Pero no hallamos en
ellos nada que signifique propiamente inquietud filosófica. Sus preocupaciones
son ante todo de orden estético, literario, gramatical y filológico, sin rozar
apenas el campo de la filosofía. No sintieron interés por los grandes temas del
pensamiento. Los pocos que abordaron, los trataron con la misma elegante
frivolidad que cualquier asunto ligero de literatura.
        Los pocos temas de carácter filosófico que abordaban apenas pasan de
los siguientes: La dignidad del hombre; el hombre como centro del mundo; el
modelo del mundo; la imagen completa del universo, vínculo y símbolo de
todas las cosas. De este concepto optimista del hombre y la naturaleza
proviene el predominio que atribuyen a la vida activa sobre la contemplativa, el
interés por el problema de la felicidad; la educación. Todo ello se reduce a
formular unas cuantas reglas superficiales de moralidad, envueltas en una
fronda de frases sonoras. Hasta muy entrado el Renacimiento apenas cabe
destacar unas pocas figuras que merezcan el calificativo de filósofos. Y aún en
éstas, el interés, más que la originalidad de sus doctrinas, reside en su
personalidad. Ninguno aportó nuevas ideas, aunque en su conjunto
contribuyeran a marcar una nueva orientación a la filosofía.
        En el aspecto filosófico, el Renacimiento, tuvo un carácter de “retorno” a
los grandes sistemas de la antigüedad. Vuelven a resurgir el platonismo, el
aristotelismo y otras filosofías más o menos olvidadas o desconocidas en la
Edad Media, como la estoica, la epicúrea, la atomista, la académica, y, junto
con ellas, la cábala, la magia y la teosofía.
        En esta época, se recupera Platón, cuyas obras habían sido
desconocidas en la Edad Media, y se adquiere un conocimiento más directo de
Aristóteles en sus obras originales. Se recuperan también los textos
neoplatónicos. De aquí se origina un fuerte choque entre las dos corrientes
clásicas: el platonismo, o más bien el neoplatonismo, y el aristotelismo. Ambas
coinciden en apartarse de la escolástica y en tratar de retornar al pensamiento
auténtico de Platón y Aristóteles. Pero a la vez chocan entre sí. Los platónicos
centran su interés en el aspecto religioso, mientras que los aristotélicos
adoptan una actitud más racionalista y se interesan más bien por la dialéctica y
la investigación por la naturaleza.
        Primeramente se desarrolla la controversia entre los platónicos y
aristotélicos bizantinos. Petrarca y Marsilio Ficino oponen su agustinismo, o su


                                                                                 7
neoplatonismo, al aristotelismo averroísta. Chocan después los aristotélicos de
Padua y Bolonia (Nifo y Pomponazzi). En Cusa, Telesio, Patrizzi y Giordano
Bruno aparecen las primeras tentativas sistemáticas de fondo de los capítulos
más interesantes y positivos del Renacimiento. De aquí resulta la
estructuración del derecho político, la formulación del natural y de gentes y la
creación del internacional. Tiene también importancia capital el hecho del
nacimiento y rápido desarrollo de las ciencias naturales en sus diversas ramas:
física, astronomía, matemáticas, medicina, biología, etc., abriendo horizontes
desconocidos en nuevos campos del saber.
        Las diversas ramas dentro de la escolástica continúan a lo largo del
Renacimiento. Pero todas acaban por sufrir más o menos su influencia,
renovándose en sus métodos, eliminando elementos caducos y refrescando su
contenido con nuevas cuestiones de actualidad en aquel tiempo (Vitoria,
Domingo Soto, Melchor Cano).


La Escolástica en el Renacimiento: En los siglos XIV y XV el nominalismo
llegó a predominar en la mayor parte de las universidades. Las otras ramas de
la escolástica permanecieron casi por completo al margen de las nuevas
corrientes de renovación, cerrándose un dogmatismo estrecho e intransigente.
Abandonan las grandes visiones panorámicas de los sistemas del siglo XIII y
centran el interés en cuestiones particulares y secundarias, objeto de disputas
interminables. Al espíritu de investigación y progreso sucede el de crítica, más
sobre las opiniones ajenas que sobre las propias. En vez de renovar vitalmente
las doctrinas y continuar los grandes caminos abiertos por los genios del siglo
XIII, sus sucesores se contentan con el papel de repetidores y abreviadores.
Las escuelas se cierran sobre sí mismas, dedicándose a la labor de exposición
y comentario de las obras de sus jefes respectivos, supliendo la carencia de
originalidad con una verdadera proliferación de comentarios y compendios.
        Por influjo del nominalismo, de los cuatro cursos de la facultad de artes
se dedicaban tres casi completos a la lógica, que adquiere un papel
preponderante. Las disputas y ejercicios prácticos ocupaban muchas horas del
día y, si bien servían para aguzar la inteligencia de los alumnos, apenas les
dejaban tiempo libre para estudiar en privado. Con esto, la lógica, que en
Aristóteles tenía la función de ciencia general previa a todas las demás, llegó a
convertirse en un fin en sí misma, entreteniéndose en combinaciones
rebuscadas y alambicadas entre conceptos puros, que con frecuencia entraban
en el campo del ridículo, y merecían por anticipado el reproche kantiano de
reducir la filosofía a un juego entre categorías vacías de contenido. La física se
reducía a comentarios de los textos aristotélicos. Algo mejor se estudiaban las
matemáticas. No figuraba la metafísica, cuyas cuestiones se daban envueltas
en la lógica (predicamentos). Tanto la teología natural como la ética se remitían
a la teología.
        En cuanto a la teología, la ofensiva lanzada por Erasmo iba mucho más
lejos. Llama a los escolásticos “teologastros”, “avispas nocturnas”, “hombres
oscuros”, “asnos de Lovaina”. Les reprocha sus cavilaciones estériles y la
ignorancia de los textos básicos. Pero no se trataba sólo de la forma más o
menos elegante de expresión. Rechazaba el método escolástico de la quaestio
y la disputatio por su sequedad y su carácter excesivamente intelectualista. Su
frase identificatoria del “retorno de las fuentes” significaba el repudio absoluto


                                                                                 8
de la aplicación de la filosofía, y en concreto de la dialéctica, a las cuestiones
teológicas, sustituyéndolas por una exégesis fundamentalmente literaria,
gramatical y filológica, basada en el estudio de las lenguas originales, y
revalorizando la autoridad interpretativa de los Santos Padres. Lo esencial para
ser un buen teólogo venía a quedar reducido a saber griego y lenguas
orientales, a fin de poder leer la Sagrada Escritura en sus propios textos. Con
multiplicar los colegios trilingües bastaba para captar el sentido puro y auténtico
del Evangelio y resolver los problemas teológicos más intrincados.
       No obstante, en el Renacimiento vive la Escolástica uno de los
momentos más esplendorosos de su historia, gracias a la restauración del
tomismo realizada en Salamanca por Francisco de Vitoria, el cual supo
armonizar en ejemplar equilibrio el fondo tradicional con lo que había de bueno
y aprovechable en las nuevas corrientes humanistas e incluso nominalistas.


El pensamiento científico renacentista: Durante los años de la Edad Media
la Religión había guiado todo movimiento filosófico y científico. La decadencia
de la Escolástica, llevada por un verbalismo exagerado, la influencia de
pensadores árabes y la interpretación naturalista de Aristóteles prepararon el
camino de la ciencia renacentista. Durante la Edad Media se había producida
posturas aisladas de libertad de pensamiento de cara a la libertad de la vida,
como las sustentadas por Bacon y Ramón Lull, incluso dentro del campo de la
ortodoxia, pero dado el momento en que vivieron no encontraron la resonancia
que tuvieron otros pensadores de los siglos XV y XVI. La gran revolución
científica del siglo XVIII fue preparada por los hombres de ciencia del
Renacimiento.
        Nicolás Copérnico (1473-1543) era un canónico y médico polaco. Ideó
su teoría heliocéntrica, según la cual todos los planetas giraban alrededor del
sol.
        Tres grandes pensadores la apoyaron y confirmaron con sus
experiencias: Ticho Brahe, de nacionalidad danesa, que estudió los eclipses;
Juan Kepler, que determinó las tres leyes fundamentales de la revolución
planetaria; y Galileo Galilei, el más genial de los sabios renacentistas.
        Galileo (1564-1642) fue en constructor del primer telescopio con el cual estudió los
astros, estudió las leyes del péndulo, descubrió el anillo de Saturno y realizó numerosas
investigaciones astrológicas.
       Anterior a él vivió Leonardo Da Vinci (1452-1519) hombre inquieto, gran
artista y también notable científico. Sus dibujos sobre la posibilidad de
conseguir un hombre volara gracias a unas alas, su idea del tanque y de
numerosas máquinas, nos lo muestran como una creación perfecta del hombre
del Renacimiento.
       Entre los médicos Falopio de Modena y Bartolomé Eustaquio son
recordados porque algunos de los órganos de nuestro cuerpo se conocen con
sus nombres (trompa de Eustaquio, de Falopio, etc.). Pero los dos
investigadores más geniales en el campo de la Medicina fueron el español
Miguel Servet (1511-1593), descubridor de la circulación pulmonar de la
sangre, y el inglés Harvey, que estudió la circulación general del cuerpo
humano y funciones del corazón.
       Los descubrimientos y exploraciones en América reportaron un progreso
extraordinario en el campo de la Geografía y la Historia Natural. No es posible
detallar el número de especies nuevas que se conocieron y el avance


                                                                                          9
experimentado de la Cartografía, que pasó de los incompletos y limitados
mapas medievales a casi perfectos portulados o mapas del Mediterráneo, y a
los grandes mapamundis que lentamente iban reduciendo las áreas en blanco
de los países recién descubiertos.
La transformación de la vida cotidiana era patente y se experimentaba la
sensación de vivir en un mundo renovado.


Reforma y Contrarreforma: La reforma protestante es una de las revoluciones
religiosas más amplias y profundas que ha sufrido la Iglesia Católica. Comenzó
a principios del siglo XVI y recibió este nombre porque sus promotores obraron
impulsados por el deseo de reformar la disciplina y las costumbres de la Iglesia
romana.
        La rebeldía de los protestantes no fue consecuencia del temperamento
indisciplinado de un fraile agustino que estaba disconforme con Roma. El clima
creado era propicio e esta “protesta”.
        De un lado el Humanismo, el retorno a la antigüedad clásica, con su
exaltación del “yo”, del individuo, de la belleza y del amor, tendía a apartar a los
creyentes de la rígida observancia y disciplina de la Iglesia. De otro las grandes
riquezas acumuladas por los poderes religiosos (en Alemania, un tercio del
país estaba en manos de los obispos y conventos), como el tráfico de
indulgencias, habían excitado en más de uno el deseo de una religión menos
esclava de la letra y más atenta al soplo del Espíritu. La disminución de la
autoridad religiosa fue otra de las causas de la rebeldía. La mayor parte de
nobles alemanes, suizos y nórdicos rompieron con Roma y arrastraron a la
herejía a sus vasallos por un afán de poder.
        Conforme iban aumentando los males, aumentaban también las voces
autorizadas clamando por la “reforma en la cabeza y en los miembros de la
Iglesia”. Ya a fines del siglo XV había surgido en Florencia la figura del fraile
dominico Jerónimo Savonarola, que predicó contra la corrupción, la riqueza y el
escándalo de los eclesiásticos y nobles, amantes de los vicios.
        La necesidad de una reforma se hacía patente. A este ambiente de
intranquilidad espiritual vino a sumarse el “caso Lutero”.


Lutero: El punto de partida de su rebeldía arranca de la cuestión de las
Indulgencias. El dinero recaudado debía servir para la construcción de San
Pedro de Roma. Lo que motivó la indignación de Lutero fue la forma de
predicar dichas indulgencias y la falsa seguridad de los predicadores que
inculcaban a los fieles que se salvarían si daban limosna. La frase “el tintineo
de las monedas salva el alma de la quema” fue utilizado con exceso entre
gentes sencillas. Esta predicación desacreditaba la confesión y la penitencia,
pero el afán de dinero era mayor.
        La crítica de las indulgencias llevó a Lutero a criticar otros aspectos del
catolicismo, por ejemplo, las buenas obras, la interpretación de las Sagradas
Escrituras, los Sacramentos, la autoridad papal, etc. El 31 de octubre de 1517
fijó en la puerta de la Iglesia de Wittemberg noventa y cinco tesis en las que
exponía sus puntos de vista. Estas proposiciones dieron origen a grandes
disputas.



                                                                                  10
El Papa le insistió a que se retractara, pero Lutero persistió en su
posición y declaró que cada uno debe y puede interpretar las Escrituras sin
necesidad de recurrir a la autoridad de Roma. Cuando fue excomulgado por el
Papa, quemó la bula papal y estructuró su herejía que, por basarse en una
protesta llevó, con el tiempo, el nombre de Protestantismo. Lutero no solo
negó la autoridad papal, sino la necesidad de las buenas obras, la existencia
del Purgatorio y de otros sacramentos que no fuesen el Bautismo, la Comunión
y la Penitencia, pero sin la necesidad de la confesión oral. También declaró
inútiles los ayunos y las abstinencias.


Difusión del Protestantismo: La reforma protestante se extendió como
mancha de aceite, dividiéndose, desde el primer momento, en múltiples sectas.
        En Suiza, Ulrico Zwinglio (1484-1531) predicó una doctrina semejante a
la luterana, pero dando otra interpretación a la Eucaristía, a la que consideraba
como un recuerdo o memoria que Cristo nos dejó a su muerte.
        En Francia, Juan Calvino (1509-1564) negó el valor de las obras
humanas y sostuvo que Dios determina quienes han de salvarse y quienes
están predeterminados a la condenación. Propugnó la separación de la Iglesia
y del Estado.
        En Inglaterra, Enrique VIII, rompió sus relaciones con Roma, porque el
Papa se negó a declarar nulo su matrimonio con la hija de los Reyes Católicos,
Catalina de Aragón. Se proclamó Jefe Supremo de la Iglesia en Inglaterra,
exigió que todos sus súbditos le presentasen juramento de fidelidad,
desencadenó una violenta persecución contra los católicos y dio origen a la
Iglesia Anglicana.


Reacción Católica: La extraordinaria difusión que alcanzaron el Luterismo y
demás herejías, originó un movimiento de reacción que, partiendo del seno de
la Iglesia, trató de corregir los males que la afligían. Este movimiento, que
levantó el nivel moral del mundo católico, combatió las herejías y dio Santos
ilustres a la Iglesia, se llama la CONTRARREFORMA.
        Los concilios de Viena (1311), Pisa (1409), Constanza (1414 – 1418) y
Basilea (1431 - 1449), intentaron sin éxito corregir los defectos de la
organización eclesiástica, pues los Papas contagiados del ambiente mundano y
por temor a que un Concilio Reformador viniese a derogar su autoridad,
potestades, y atribuciones no se habían decidido a emprender la tan anhelada
reforma.
        El Concilio de Trento, cuya apertura tuvo lugar el 13 de Diciembre de
1545 y que finalizó el 4 de Diciembre de 1563, duró por tanto, 18 años. Antes
de que se convocara a este famoso concilio, voces autorizadas y la acción de
Católicos fervorosos habían sentado las primeras bases para una
Contrarreforma de la Iglesia Católica.
        En España, el Cardenal Cisneros, procuró mantener un espíritu
ortodoxo, puro, aunque abierto a todas las innovaciones dignas.
        En Italia, se había fundado el “oratorio del Amor Divino”, que agrupó a
todos aquellos que deseaban una reforma sin que el dogma y la moral salieran
resentidos, y sí la Iglesia fortificada.



                                                                               11
La figura de Lutero, encontró su oponente en la del español Ignacio de
Loyola, militar herido en Pamplona y a quien Dios inspiró la creación de una
milicia de Cristo, una compañía de Jesús saturada de espíritu de obediencia al
Papado, de servicio y de trabajo.
        Los jesuitas, como se denominaron los discípulos de San Ignacio de
Loyola, introdujeron en el seno de la Iglesia Católica, un estilo de vida y de
acción. Fueron los principales impulsores del espíritu que animó el Concilio de
Trento.
        Si la obra del Concilio de Trento fue larga, también fue eficaz. Los
numerosos puntos que se discutieron pueden dividirse en dos grupos: los que
afectan al Dogma y los que se refieren a la Disciplina Eclesiástica. En resumen,
fue una revisión total de la Doctrina Católica y la instauración de una verdadera
disciplina que estaba muy relajada. Se definió la doctrina del Pecado Original,
se decretó la perpetuidad del matrimonio, el celibato eclesiástico, la devoción a
los Santos, el número de Sacramentos, la autoridad del Sumo Pontífice, entre
otros. Quizás la más importante decisión respecto al dogma fue la “Teoría de la
Justificación”, según la cual, la Fe por sí sola no basta, pero la Fe con obras,
hace que los méritos de Cristo permitan valorar nuestros propios méritos.
        Respecto a la disciplina, se suprimieron los vicios y corruptelas que
contaminaban el clero, se fijó la provisión de cargos eclesiásticos, la obligación
de los Obispos de residir en sus diócesis y la creación de los Seminarios para
la formación de los Sacerdotes.
        La tarea de llevar a la práctica los acuerdos del Concilio fue lenta, pero
segura. España, los Estados Italianos y Polonia, fueron los primeros en
testimoniar su fidelidad a la Iglesia. Francia después, y Austria más tarde. El
norte y noroeste de Europa, se habían perdido, momentáneamente para Roma;
puesto que, el Protestantismo, se había instaurado en ellos, así como en
Alemania, Holanda y las Islas Británicas.
        Sin embargo, esta Reforma dio al mundo un nuevo espíritu de tolerancia.



MODERNIDAD
Introducción: La Modernidad, carece de un comienzo determinado por un
hecho específico, ya que son varios los que se plantean como punto inicial de
este período. Ellos son: La toma de Constantinopla por los Turcos (1453), El
descubrimiento de América (1492) ó El principio de la Rebeldía de Lutero
(1517). En cambio, sí se puede determinar a ciencia cierta, el momento
histórico que dio fin a la Edad Moderna: la Constitución de los Estados
Generales, para dar lugar a la Revolución Francesa, en el año 1789.
        En cuanto a sus causas, cabe destacar que el fraccionamiento feudal de
Europa durante esta época, vivió sometida bajo las órdenes espirituales, y
hasta a veces política del Papado.
        El siglo XV, pasa a la posteridad por la creación de las nacionalidades.
Se perfilan las fronteras entre los Estados, que son defendidas por ejércitos
obedientes a una bandera y fieles a un soberano.
        La pólvora, fue la invención que posibilitó la creación de las grandes
monarquías. Ellas solamente, avaladas por los banqueros, eran capaces de



                                                                                12
darse el lujo de poseer una artillería, una Escuadra dotada de centenares de
bocas de fuego, o una Infantería con arcabuceros. Así fue como pudieron
imponerse a la nobleza que, siendo feudal, llegó a convertirse en palatina y
cortesana.
        La brújula, fue la encargada de abrir camino a los marinos de la
servidumbre de la navegación costera, haciendo posible los grandes
descubrimientos marítimos, ensanchando y colonizando al mundo. La ruta
preferida fue la que, hasta ese momento, había sido tan temida: El Océano
Atlántico.
        La conquista de Constantinopla por los Turcos, impidió el paso hacia
Oriente, como así también la importación de sedas, perfumes, y sobretodo
especias a Europa. Fue así, que los portugueses inquirieron un nuevo camino
de las Indias Orientales virando la ribera africana hasta encontrar el paso que
les permitió llegar al Indostán. Los españoles lo buscaron hacia Occidente y se
encontraron con un nuevo mundo: América.
        Surge la imprenta de manos de Juan Gutemberg, dando origen al libro.
la cultura deja de ser privilegio de unos pocos.
        Por primera vez, los conceptos científicos, fueron puestos a prueba y
una gran serie de descubrimientos, modificó al mundo.
        Se revalorizó el concepto de libertad y se interrumpió la unidad religiosa
de Europa al manifestarse la Reforma, pero la Iglesia se hizo fuerte y se
protegió con la Contrarreforma. La Filosofía y la Religión, iniciaron caminos,
que en ocasiones fueron distintos.
        El arte, como resultado natural de varios cambios, descubrió nuevos
caminos de expresión y aparece un “Renacimiento”; una vuelta a los valores
del mundo clásico.


Autonomía del pensar: Los filósofos modernos se resistieron progresivamente
a solicitar el tutelaje y el dictamen de los dirigentes de la Iglesia respecto a sus
tesis y especulaciones. Comenzó una auténtica lucha para liberarse del dictado
del dogma teológico. Los filósofos modernos abandonaron las reglas tenidas
por indiscutibles en los métodos universalmente aceptados, para establecer
sus propias normas de verificación: coherencia racional, comprobación
empírica, duda metódica, etc., rompiendo con la fidelidad a lo establecido.


El pensamiento y las ciencias: La filosofía, que durante tantos siglos se había
limitado al estudio de Aristóteles en su versión tomista y dado origen a la
Escolástica, quedó desacreditada por completo cuando los filósofos del siglo
XVII plantearon el problema de la duda y buscaron el por qué de todas las
cosas. No bastaba ya la autoridad de los Padres de la Iglesia o el “magister
dixit” del Aristóteles indiscutible.
        Aparecieron los métodos de estudio basados en la observación y la
experimentación, que en muchas ocasiones mostraban palpablemente que los
grandes maestros de la antigüedad y del medioevo estaban en un error. De
este modo se confió más en los datos proporcionados por la experiencia y el
razonamiento libre que en la autoridad de los pensadores famosos.




                                                                                  13
Por primera vez en muchos siglos la Fe y la Filosofía tomaron caminos
distintos y la Ciencia apareció como una entidad libre, puramente racional,
objetiva, sin sentirse ligada al dogma ni a las creencias.
        Bacon (1561-1626) escribió un libro titulado Nuevo Órgano, en el cual
exaltaba y explicaba lo que es la base del método de observación científico.
Según él, era preciso observar atentamente a los fenómenos naturales para
llegar a comprenderlos, pero aún así la observación no basta. Es preciso
“experimentar”, o sea repetir el fenómeno variando las condiciones, hasta llegar
a conclusiones ciertas que únicamente la razón puede aquilatar en su certeza o
en su error. El método experimental se introdujo así en oposición total al
método deductivo propio de la Escolástica, en la cual el juego de los silogismos
y las palabras, sustituía el contacto con la Naturaleza.
        La valiente tesis de Bacon, se vio completada por él y por el Discurso del
Método de Descartes (1596 - 1650). Este caballero se había educado en un
Colegio de Jesuitas, donde había profundizado en las Ciencias Matemáticas.
Cuando quiso extender sus conocimientos a otros campos, se dio cuenta que
era muy frecuente equivocarse si se atendía a las enseñanzas de las
autoridades, método grato a la escolástica, pero también se confiaba en los
datos proporcionados por los sentidos, que a veces engañan. Entonces expuso
su teoría de la duda metódica, por la cual debemos dudar de todo en principio y
hasta que la Razón no llegue a demostrarnos la certeza o el error de lo que
pensamos. Buscando un punto firme en que apoyarse, Descartes llegó a la
conclusión de que este sólo puede ser la conciencia de la propia existencia:
“Pienso, luego existo”, única afirmación axiomática de la cual no es posible
dudar.
        Las figuras de Copérnico, Ticho - Brahe, Kepler y Galileo, citadas al
hablar de Renacimiento, tuvieron sus continuadores en el siglo XVII, pero la
ciencia de aquel siglo está ocupada por las figuras geniales de: Leibniz y
Newton en primer plano.
        Godofredo Guillermo Leibniz, era alemán (1646 - 1716) y estuvo muy
influido por el pensamiento cartesiano. Sus conocimientos de matemáticas eran
notables, y descubrió al mismo tiempo que Newton el cálculo infinitesimal. Este
fue el motivo de una acre polémica entre ambos sabios, pues los dos se
atribuían el sensacional hallazgo.
        Como filósofo, aportó la teoría de las mónadas, según la cual los átomos
o mónadas, son sistemas de fuerzas cerrados y autónomos. Dios es la mónada
primera, infinita y creadora de todo lo que existe y nuestro mundo es “el mejor
de los mundos posibles”.
        Isaac Newton (1643 - 1727) fue un caballero inglés, eminente
matemático, físico y astrónomo. Descubrió el cálculo infinitesimal al mismo
tiempo que Leibniz, pero su gran aportación al campo de la Ciencia, lo
constituye la teoría de la gravitación universal, por la cual todos los cuerpos se
atraen con una fuerza proporcional al producto de sus masas, e inversamente
proporcional al cuadrado de la distancia.
        Las teorías de Newton redujeron la tierra y el hombre a unas partículas
insignificantes en un espacio infinito poblado de innumerables soles. También
son interesantes sus teorías sobre la luz que, según él, es un compuesto de
partículas inmateriales.
        Un hecho muy importante fue la creación de sociedades científicas. Se
iniciaron estas con las llamadas “Academias de Linces” en Italia y de la que era


                                                                                14
miembro Galileo, pero fueron los soberanos reinantes quienes impulsaron el
progreso científico llevados de un patriótico afán de que en sus estados los
sabios tuvieran la adecuada protección. Carlos I de Inglaterra fundó la
“Sociedad Real”; Luis XIV la “Academia de Ciencias” de París; Benjamín
Franklin, en Norte América la “Sociedad Filosófica”, etc.


La formulación científica: Gracias al pensamiento moderno, la filosofía se
convirtió en colaboradora de la ciencia. Desde este momento, no fue raro
encontrar una persona que reúna la doble condición de filósofo y científico,
como el caso de Galileo Galileo e Isaac Newton.
       La utilización concreta de la experiencia del investigador y mentalidad
matemática, fueron dos factores importantes de la ciencia moderna,
considerados a la vez como dos de los temas filosóficos más tratados, dando
lugar a dos de las más importantes escuelas filosóficas de la Edad Moderna: el
Racionalismo, basado en los aspectos lógico - racionales del conocimiento; y el
Empirismo, que afirmó la validez absoluta de la experiencia en el ámbito del
conocimiento científico - filosófico.


Filosofía Moderna: La Corriente Racionalista se desarrolló en Francia y
Alemania, y surgieron los grandes filósofos seguidores de Descartes, que son
Malebranche, Espinoza y Leibniz.
       Malebranche pretendió solucionar el problema de la comunicación de las
sustancias materiales con las espirituales por medio de la “Teoría del
Ocasionalismo”, en virtud de la cual los seres, en su obra son meros
instrumentos de la Divinidad.
       Espinoza, judío holandés de ascendencia española, fue el defensor del
“panteísmo” que identifica a Dios con la Naturaleza. El Creador, según él, está
inmerso en el mundo y repartido entre las cosas.
       Leibniz, matemático y físico eminente, quiso construir la ciencia única,
para la cual inventó una escritura universal y quiso hallar un lenguaje nuevo
que sustituyera a todos los hablados. Pretendió restablecer la unidad religiosa
de Europa, dividida a causa del protestantismo. Para explicar la diversidad
cualitativa de los seres admitía la existencia de unas sustancias simples, las
“mónadas”, cuyo atributo primario es la fuerza. Estudió también el problema del
alma y del cuerpo, que marchan al unísono y descubrió la existencia del
inconsciente psíquico.
       La Corriente Empirista apareció con Francisco Bacon, quien sólo admitió
como verdadero aquello que confirma la experiencia. La experiencia es la única
fuente de conocimiento, para aprovecharla es preciso derribar ciertos prejuicios
llamados “ídolos”, que radican en la especial constitución de la mente humana
como en la costumbre, la fuerza del lenguaje, el antropomorfismo, entre otras.
       Esta corriente se desarrolló en Inglaterra. No admite otra fuente de
conocimientos que la experiencia y el testimonio de los sentidos. Con ella
aparecen otra serie de grandes filósofos como Locke, Berkeley y Hume.
       Locke, rechazó el supuesto de las ideas de las ideas innatas, y dijo que
el alma llegaba al mundo como un papel blanco en el que los sentidos van
escribiendo todos nuestros conocimientos, por lo que estos se originan gracias



                                                                              15
a la experiencia. La sensación y la reflexión son las únicas fuentes de todo
saber.
        Berkeley redujo la realidad a meras creaciones de nuestro yo. Las cosas
exteriores no pasan de ser simples suposiciones. “Lo real es lo que percibo
ahora, lo que no percibo es como si no existiera, pues para mí en este
momento no existe; por lo tanto, sólo existen las realidades”.
        Hume llevó al Empirismo a sus extremas consecuencias. Según él, la
realidad, sólo es conocida en virtud de las impresiones que causen nuestros
sentidos. Las ideas nada tienen que ver con la realidad, por lo que negó la
existencia del alma, por no ser un dato de experiencia. Sólo admitió los
fenómenos o asociaciones de fenómenos y cayó en un escepticismo
demoledor.
        Así, tenemos ya las dos nuevas corrientes que han de alimentar la
filosofía de la Edad Moderna; el Racionalismo cartesiano (predominio de la
razón) y el Empirismo de Bacon (predominio de la experiencia).


Racionalismo y Empirismo: Las elaboraciones filosóficas del siglo XVII
difieren en varios aspectos y de manera importante de las ideas del
pensamiento renacentista. Debido a que el Renacimiento negó los
presupuestos de la ideología medieval, se separan de éste tratando de
encontrar en vano para el pensamiento. La filosofía del siglo XVII supo buscar
esos nuevos métodos que facilitaron a los pensadores una gran creatividad.
       El Racionalismo construye la filosofía con el uso exclusivo de la razón,
mediante deducciones sistemáticas, sacadas de unos principios que se
consideran evidentes.
       El Empirismo, es el sistema que fundamenta la verdad de los
conocimientos filosóficos en la experiencia. Ninguna afirmación es válida, sino
está comprobada por la realidad.


Laicización: En el transcurso de esta nueva filosofía se propusieron tres
condiciones fundamentales que, posteriormente resultaron decisivas: la
laicización (liberación de las costumbres respecto a la influencia religiosa), la
extraoficialidad (liberación e independencia de los comportamientos respecto
de la tutela imperial) y la sustitución del latín por los idiomas de las distintas
nacionalidades.
       Los filósofos importantes dejaron de ser clérigos y sus enseñanzas
dejaron de estar respaldadas por las instituciones políticas y por la Iglesia,
llegando al pueblo por medio el idioma nacional.
       La Edad Moderna no prescindió totalmente de la Teología y la
Metafísica, disciplinas implementadas en la Edad Media, llegando incluso a
plantear nuevos proyectos metafísicos como el panteísmo de Spinoza, aunque
la Teoría del Conocimiento fue su ámbito de interés principal.


La imagen de Dios en la conciencia moderna: Grandes cristianos modernos
intentaron cambiar la Fe con el Saber, construir la filosofía cristiana, lo que no
sospecharon es que sus propias construcciones conducirían a menudo al
ateísmo.


                                                                                16
Frente al avance de la Modernidad, se produce un “atrincheramiento” de
las Iglesias Católicas y Protestantes.
        La acentación del valor del mundo y del hombre hace que Dios pase a
segundo término. El hombre moderno, comienza a ver de otro modo la
realidad, desaparece en el hombre el sentido de dependencia y ésta pone en
tela de juicio la vida religiosa.
        Frente a esta autonomía del mundo y del hombre, la teología protestante
reacciona diciendo que Dios es impenetrable para la Razón. La ciencia explica
cada vez más fenómenos que antes se los ligaba estrechamente con Dios.
Ligada al desarrollo científico y al mecanicismo aparece la idea de Dios, como
la del impulsor de una máquina. Pero la obra no sería perfecta si tuviera que
intervenir permanentemente.
        En otra corriente del espíritu moderno, Dios y el mundo se acercan hasta
llegar a constituir una unidad; “Dios está en el mundo y el mundo está en Dios”.
        El Ateísmo se ha ido preparando durante siglos. Se comienza a pensar
que Dios es una idea ilusoria del hombre. Este, lleno de limitaciones, proyecta
en su Dios lo que él mismo desea ser.
        El siglo XIX, desemboca frecuentemente en un enfrentamiento entre
humanismo y religión. El ateísmo era simplemente una alternativa de la Era
Moderna. En esta era la cultura adquiere autonomía frente a lo religioso.


DESCARTES, RENATO: (1596 – 1650) Nació en La Haye (Turena). Su padre,
Joaquín Descartes, era consejero del Parlamento de Rennes. Su madre, Juana
Brochard, de la Coussaye, murió en 1597.
        Quedó huérfano muy niño y al cuidado de un tutor Miguel Ferrand, el cual lo envió en
1606 al Colegio de La Flèche, “una de las más célebres escuelas de Europa”, regentado por los
Jesuitas y fundado dos año antes por Enrique IV. Fue buen estudiante.
        Acababa de comenzar la guerra de los Treinta Años y, deseoso de
conocer mundo, se alistó en 1617 como voluntario a sus expensas en el
ejército protestante de Mauricio de Nassau, aliado de Francia contra España.
        Es innegable el contacto de Descartes con la Escolástica. En La Flèche
se cursaban tres años de filosofía que comprendían lógica, física, matemática,
metafísica y moral. Descartes pudo conocer las obras de Toledo, Fonseca, los
Conimbricenses, Suárez y Santo Tomás. Pero desde su juventud su actitud fue
poco favorable hacia la Escolástica con la cual rompe desde su obra más
temprano que es la Regulae ad directionem ingenii. De ella dice: “esta ciencia
da los medios de hablar de todas las cosas con apariencias de verdad y de
hacerse admirar de los menos sabios”. No obstante, conserva los temas
generales y la terminología escolástica. Habla de sustancia, esencia,
existencia, accidente, modos, causas, formas, extensión, ideas, pensamiento,
persona, etc. Sin embargo, el sentido que les da es muy distinto y equívoco en
la mayor parte de los casos.
        Pudo conocer algunas obras de San Agustín ya desde sus años de La
Flèche. Cabe también que se inclinara hacia el agustinismo como relación
contra el escolasticismo cursado en el colegio. Hay muchas doctrinas
cartesianas que parecen inspiradas en otras semejantes de San Agustín: el
procedimiento de la duda como medio para superar el escepticismo y llegar a la
certeza, que San Agustín utiliza contra los académicos y Descartes contra los
libertinos; las ideas innatas, el cogito, ergo sum, como certeza fundamental,
Dios y el alma como objeto principal de la filosofía, la prueba de la existencia


                                                                                          17
de Dios por la idea innata de lo infinito, etc. Sin embargo, a pesar de haber
coincidencias muy notables en la letra, el sentido y sobretodo el espíritu de
esas doctrinas es esencialmente distinto.
        Los estoicos eran muy leídos en aquel tiempo (Justo Lipsio, Guillermo de
Vair). Es fácil señalar en Descartes numerosos elementos estoicos: los
pneumas o espíritus vitales, la localización del alma en el cerebro, su moral
provisional, etc. Algunas de esas doctrinas pudo haberlas tomado de sus
contemporáneos.
        Menos influencia ha tenido el neoplatonismo. La de Plotino es poco
verosímil, y en cuanto a los neoplatónicos renacentistas, Descartes
manifestaba más bien desdén y antipatía hacia los “novatores omnes”, y hasta
se irritaba cuando alguno aludía a que se hubiera inspirado en ellos. Conoce la
tesis de Nicolás de Cusa sobre la infinidad del mundo, pero no la acepta.
        Más concreta es la influencia en Descartes de algunos hombres de
ciencia de su tiempo, como Claudio Mydorgue, Isaac Beeckman, Stevin, etc.
con los cuales trató personalmente o mantuvo correspondencia.
        Descartes tiene viva conciencia de la novedad de su método. Piensa
que todas las tentativas anteriores a él habían sido poco menos que estériles, y
se decide a prescindir de todas las opiniones que hasta entonces había
aceptado y emprender por propia cuenta la labor de edificar una filosofía. Se
cree en posesión de un “inventum mirabile” que le permitirá levantar el edificio
filosófico desde sus cimientos con una robustez que no sólo será capaz de
resistir la duda y los ataques de los escépticos, sino que se impondrá
necesariamente y sustituirá a todos los anteriores. Cree haber abierto a la
filosofía un camino nuevo e ignorado hasta entonces, que conducirá a la
verdad y producirá una ciencia sólida y esencialmente práctica, que hará a los
hombres “maîtres et possesseurs de la nature”.
        Es absolutamente original en pretender deducir, con rigor matemático,
toda la filosofía y toda la realidad, tomando como punto de partida una idea
innata, clara y distinta, que en principio era solamente el Cogito, aunque
después se vio obligado a ampliarla con las de lo perfecto e infinito y de la
extensión. Era un procedimiento nuevo, que a ningún filósofo se le había
ocurrido hasta él.


Desarrollo Doctrinal: Descartes terminó sus estudios en La Flèche
convencido de que el edificio de la filosofía estaba por construir. Poco o nada
había de aprovechable en la labor de los filósofos antiguos. Abandonó varios
años los estudios, dedicándose a “leer en el gran libro del mundo”. Apenas
conservó la estima de las matemáticas, por su valor práctico y el rigor de sus
demostraciones, cuya certeza y exactitud se basan en que “versan acerca de
un objeto tan simple y libre de toda incertidumbre que pueda provenir de la
experiencia, y porque consisten nada más que en deducir consecuencias por la
razón”. Desde entonces, data su estima del método matemático como el más
seguro y exacto, porque prescinde de la experiencia de los sentidos y por
rigurosa deducción racional.
       Su primer proyecto fue el de una ciencia general matemática, pero
restringida a las ciencias de la cantidad continua y discreta. El hallazgo del
fundamento es un “invento admirable” (10 de noviembre de 1619). El invento
parece referirse en primer lugar a la geometría analítica en cuanto que el


                                                                              18
método matemático podría aplicarse a todas las realidades físicas, lo cual
permitiría interpretar todos los fenómenos físicos bajo un aspecto matemático.
Con esto la ciencia física no dependería de la contingencia y mutabilidad de los
seres materiales, ni de la experiencia falaz de los sentidos, sino solamente de
la razón, adquiriendo un grado de certeza idéntico al de las matemáticas. De
esta manera se lograría la unidad de las ciencias físicas y se constituiría la
sabiduría que procura “el bien del hombre”.
        Una vez convencido de que la certeza y seguridad de las matemáticas
provienen de su método deductivo rigurosamente aplicado, se propuso
extenderlo no sólo en la física, sino a todas las ciencias en general. El ideal
cartesiano de ciencia se asienta sobre la base de su concepto de ideas claras y
distintas. Todo consiste en hallar una certeza primitiva inconmovible, una idea
clara y distinta, de la cual pueda sacarse por deducción toda la filosofía. No se
trata de extender a todas las ciencias un método que solamente tiene
aplicación exacta a las realidades dotadas de cantidad, sino de tomar por
modelo a las matemáticas en sus procedimientos rigurosos para pasar de lo
conocido a lo desconocido. Para ello es necesario un orden. Previamente hay
que fijar los datos ciertos de que podamos disponer, y buscar el más sencillo y
evidente que sirva para introducirnos en el problema. Una vez hallado, hay que
proseguir la investigación tratando de relacionar con él todos los demás
términos de la cuestión.
        El ideal sería una unidad de ciencia, de método y de certeza. La ciencia
es una, aunque verse acerca de diversos objetos. La naturaleza humana es
esencialmente una, y uno es también el entendimiento que produce la ciencia.
De la misma manera, tampoco se multiplican las ciencias, aunque el
entendimiento considere diversos objetos. Siendo una la ciencia y formando un
solo cuerpo sus distintas ramas, a todas deberá corresponderle un mismo
método, tanto a las matemáticas, como a la física o a la metafísica. Y como el
método más seguro y exacto es el matemático, éste deberá ser el preferido.
        Toda la razón de ser del método cartesiano estriba en su concepto de la
realidad y de la ciencia. El método , o “Filosofía primera”, no será más que un
medio, un camino para llegar al fin que se propone. De ese método infalible es
del que debió hablar al cardenal De Bérulle, el cual hizo ver su responsabilidad
como cristiano y su obligación de emplearlo en la misión apologética de
demostrar irrefutablemente las verdades fundamentales de la religión cristiana,
la existencia de Dios y la inmortalidad del alma, contra los “libertinos”.


Propósitos: Una vez en posesión de su método, Descartes se propone
construir un edificio filosófico, firmemente asentado sobre fundamentos ciertos
e inconmovibles. Su desengaño de la filosofía escolástica, al terminar sus
estudios en La Flèche, no hizo más que acentuarse a lo largo de su vida. En
1637 escribe: “Nada diré de la filosofía sino que, viendo que ha sido cultivada
por los más excelentes ingenios que han vivido desde hace muchos siglos y
que, sin embargo, no se encuentra todavía en ella ninguna cosa de la cual no
se dispute, y que, por consiguiente, no sea dudosa, no tenía yo bastante
presunción para esperar encontrar allí nada mejor que los otros. Asimismo,
considerando cuántas opiniones diversas puede haber acerca de una misma
materia, mantenidas por gentes doctas, siendo así que nunca puede haber más
de una que sea verdadera, yo reputaba casi como falso todo cuanto no era


                                                                               19
más que verosímil”. Ninguna de las filosofías antiguas podía ser aprovechada
íntegramente. Por esto le pareció preferible prescindir de todas y emprender
por su cuenta la labor gigantesca de “regalar al mundo una filosofía”.
        La causa principal del fracaso de todos los filósofos anteriores consiste
en que no habían sabido hallar un método adecuado.
        Descartes no se propuso redactar una enciclopedia filosófica completa,
lo cual le parecía imposible y sobre todo inútil, sino ante todo disciplinar la
inteligencia para disponerla a la investigación de la verdad en cualquier
materia. Para filosofar no es necesario estar dotado de una inteligencia genial.
Basta un ingenio corriente, el cual, con ayuda de un buen método, puede dar
mejores resultados que los mayores talentos. Hay que eliminar
implacablemente todo conocimiento incierto o sujeto a controversia y todo
cuanto pueda enturbiar la claridad de la visión intelectiva. Descartes aspira ante
todo a la sencillez y a la claridad, prescindiendo de cuestiones inútiles y de
problemas insolubles.
        Descartes no se propone elaborar una ciencia puramente especulativa,
sino esencialmente práctica. Se recluye en su interioridad para encontrar el
método y los fundamentos sólidos de la ciencia. Pero, una vez hallados, aspira
a dominar la realidad física hasta convertir al hombre en “maître et possesseur
de la nature”. La filosofía es como un árbol, “cuyas raíces son la metafísica, el
tronco la física, y las ramas que salen de este tronco son todas las demás
ciencias, que se reducen a tres principales: la medicina, la mecánica y la
moral…, que es el último grado de la sabiduría”. De lo cual tenemos que la
filosofía es “el conocimiento perfecto de todas las cosas que el hombre puede
saber, tanto para la conducta de su vida (moral), como para la conservación de
su salud (medicina), y para la invención de las artes (mecánica)”. Descartes no
se contenta con un conocimiento puramente teórico y especulativo. A diferencia
de la filosofía abstracta anterior, la suya es dirige a lo concreto, a la sabiduría
de la vida y al dominio del mundo. “Savoir pour pouvoir, pour prevoir”. “Y
aunque yo no haya tratado de todas las cosas, lo cual es imposible, pienso
haber explicado de tal modo todas aquellas cosas de las que he tenido ocasión
de tratar, que aquellos que las lean con atención tendrán razón para
convencerse de que no hay necesidad de buscar otros principios fuera de
aquellos que yo he establecido para llegar a todos los conocimientos más altos
de que es capaz el espíritu humano”. De sus principios es posible “deducir el
conocimiento de todas las demás cosas que hay en el mundo”.


El método: Preocupación: A mediados del siglo XVI comienza a sentirse
vivamente la necesidad de un orden, de una disciplina y un método en el
estudio de la filosofía y la teología.
       En Descartes, la preocupación por el método se convierte en verdadera
obsesión. Todo el buen resultado depende del método. No basta tener talento,
sino que lo principal es saber emplearlo bien.
       Aspira sinceramente a llegar a la verdad y a una certeza absoluta en la
ciencia. Se propone realizar una construcción filosófica sólida, evitando
cuidadosamente toda causa de error y de incertidumbre. Quiere también
ahorrar trabajo inútil, y busca un camino fácil, sencillo y accesible a todo, que le
preserve del error y le lleve de una manera segura y necesaria a la posesión de
la verdad.


                                                                                  20
En busca de una idea clara y distinta: Descartes aspira a asentar el edificio
de la filosofía sobre una base inconmovible, de tal solidez que resiste incluso la
duda más radical de los escépticos, y cree poder conseguirlo siguiendo un
método estrictamente racional y deductivo. Para ello lo primero que necesita es
un punto de partida incontrovertible, un principio firme, cierto, seguro, una
verdad primaria indudable, una idea que le sirva para deducir de ella todas las
demás de una manera infalible. Esa idea debe ser: a) Clara: la claridad es la
presencia y manifestación de una idea en la inteligencia que la intuye. b)
Distinta: la distinción consiste en su separación respecto de otras ideas. Una
representación mental no debe contener nada que pertenezca a otras. c)
Simple: las “naturae simplices” se contraponen a las “naturae compositae”.
Vienen a ser los indivisibles del conocimiento. Son las “cosas más simples y
más fáciles de conocer”, cuyo conocimiento es tan neto y distinto que la
inteligencia no puede dividirlas en otras muchas conocidas más distintamente.
d) Evidente: los primeros principios en el orden intelectual deben ser conocidos
por sí mismos. A la simplicidad va unida la perfecta inteligibilidad. Las ideas o
naturalezas simples se entienden solamente por el hecho de percibirlas; y las
compuestas, descomponiéndolas en sus elementos simples. e) Intuitiva, f)
Indudable, g) Innata.


Precauciones previas: Descartes se propone eliminar previamente todas las
fuentes posibles de error y de incertidumbre. Conserva la división aristotélica
de las facultades del alma: sentidos exteriores, sentido común, memoria,
imaginación (todas estas funcionan en virtud de la unión del alma con el
cuerpo) y entendimiento.
        Hay una doble memoria, sensitiva e intelectiva. La primera depende de
la imaginación, la cual está ligada a imágenes procedentes de la máquina
corpórea. Solamente el entendimiento es espiritual y puede funcionar
separadamente del cuerpo.
        La causa principal de nuestros errores proviene de los sentidos y de la
imaginación. Desde la infancia, en la cual vivimos bajo el dominio de los
sentidos hemos adquirido muchos prejuicios y es necesario eliminarlos
previamente si queremos llegar a la verdad y a la certeza.
        Descartes no parte de la realidad de las cosas para llegar a la idea, sino
de la idea para llegar a la realidad. De la unidad de la idea intentará llegar a la
multiplicidad de las cosas. Después de haber demolido previamente por medio
de la duda todo el edificio de sus certezas anteriores y de haber descalificado
el testimonio de los sentidos, intentará una reconstrucción puramente interna,
mental, ideal. Su filosofía no arranca del testimonio de los sentidos (Empirismo,
Realismo), sino que, prescindiendo de ellos, tratará de construir la realidad
solamente con su razón (racionalismo, idealismo). Dando por resultado una
filosofía a puertas cerradas, puramente interna, subjetivista e inmanentista,
confinada en un fenomenismo idealista, buscando la certeza exclusivamente en
la claridad de las ideas. Distingue tres clases de ideas: adquiridas, artificiales y
naturales o innatas.




                                                                                  21
La duda, instrumento para llegar a la certeza: Para emprender el proceso
deductivo de elaboración de su filosofía, Descartes necesita a toda costa un
punto firme de partida, una idea clara y distinta que le sirva de verdad y fuente.
        Prescinde del testimonio de los sentidos y de la imaginación,
descalificándolos en cuanto fuente de certeza, pero confía firmemente en la
razón y su veracidad.
        El no duda por dudar, sino para asegurarse aún más en la verdad que
cree poseer. Su aspiración es llegar a una certeza absoluta, a una verdad
inconmovible, capaz de resistir todos los ataques de los escépticos y que le
sirva como fundamento para edificar toda su filosofía. La duda no es un fin en
sí mismo, sino un medio para llegar a la verdad y un instrumento para elaborar
una filosofía sólidamente construida.


Interpretaciones de la duda cartesiana: Duda es la suspensión de juicio ante
dos términos contradictorios. Hay varias clases de dudas: Positiva, cuando por
ambas partes hay razones que impiden asentir a ninguna; Negativa, cuando
por ninguna hay razones suficientes; Universal, cuando se extiende a todo;
Parcial, cuando su alcance se limita solamente a algunas cosas; Real, cuando
no existe asentimiento; Ficticia, cuando realmente hay asentimiento pero
fingimos suspenderlo; Metódica (denominación que nunca empleó Descartes),
la cual puede ser real o ficticia, pero se emplea como procedimiento para llegar
a cerciorarnos de la verdad..
       Hay que someter a la duda todos nuestros conocimientos, sensitivos e
intelectivos, incluso las proposiciones matemáticas.
       La duda cartesiana es positiva, porque busca razones positivas para
dudar.
       La duda cartesiana es voluntaria y ficticia en su intención, pero real en
sus efectos. Pero, de hecho, la duda cartesiana es tan eficaz para destruir
como ineficaz para construir. Su eficacia destructora se ve por sus efectos.


Resultado de la duda: el “Cogito, ergo sum”: Después de haberse
esforzado por dudar de todo, Descartes se encuentra finalmente ante una
certeza que resiste todos sus ataques, y de la que es imposible dudar. Es la
conciencia simultánea del hecho de su pensamiento y de su propia existencia.
Ha podido dudar de todo, pero no puede dudar de que piensa, y, por lo tanto,
de que existe. Es cierto que para dudar hace falta pensar, y para pensar es
necesario existir. Aunque me engañe, y aunque todo sea falso, tengo que
admitir que yo, que me engaño al pensar, soy algo y no nada. Por lo tanto, la
existencia real de mi yo, como sujeto que piensa, es absolutamente cierta.
“Pienso, luego existo (Cogito, ergo sum)”, es una certeza y una verdad
inconmovible.


Orden de la Filosofía: Para filosofar bien es necesario pensar ordenadamente.
Los resultados obtenidos hasta ahora con la aplicación de la duda universal
son: una certeza fundamental (yo existo), y una cualidad esencial de ese yo
existente (yo pienso). A Descartes no sólo le interesa el existo sino



                                                                                22
principalmente el pienso, pues en éste es donde fundamentará su concepto del
pensamiento como esencia del alma, base de su psicología.
       Descartes debería deducir rigurosamente todas las verdades de la
Filosofía, partiendo de la intuición del hecho en su existencia como ser
pensante.


La sustancia: La sustancia es el sujeto inmediato de cualquier atributo del que
tengamos una idea real. Descartes pone el acento en la existencia, mientras
que la escolástica pone como constitutivo de la esencia sustancial, no la simple
existencia, sino el modo de existir (in se), a diferencia del accidente, que
también puede existir, pero in alio.
        Descartes no procede de la realidad a la idea, sino a la inversa. Parte de la idea
(esencia objetiva) para dar el salto a la realidad existente.



La persona: Una consecuencia de la identificación de ser, alma y pensamiento
es que la persona se reduce a la unidad de conciencia. Es el acto por el cual
pensamos, queremos y sentimos, y en el cual se unifican los diversos
fenómenos que experimentamos. Hay tantas personas, como conciencias
distintas.


Idea cartesiana de Dios: “Con el nombre de Dios, entiendo una sustancia
infinita, eterna, inmutable, independiente, omnisciente, omnipotente, y por la
cual yo mismo y todas las cosas que existen (si es verdad que algunas
existen), hemos sido creados y producidos”. Dios es una cosa que piensa y que
tiene en sí la idea de todas las perfecciones. Es la primera Idea, que no es
causada por nadie ni necesita de otra idea para ser explicada, mientras que
todas las demás ideas son causadas y se explican por la idea de Dios.
Descartes quiere decir que Dios es la suprema realidad, en la cual el pienso y
el existo se identifican plenamente y con la máxima perfección.


Pruebas de la existencia de Dios: Las pruebas cartesianas proceden en el
supuesto de que poseemos la idea innata, clara, distinta y objetiva, aunque
inadecuada, de Dios; o sea, de lo perfecto e infinito. La idea de lo infinito es
simple, primaria, positiva y anterior, lógicamente a la de lo finito, que es
secundaria, compuesta y negativa. La idea de Dios es más clara y distinta.
Pero, por orden de evidencia, la primera es la de Cogito, ergo sum; sigue
después la de lo perfecto e infinito (Dios), y por último, la de la extensión.
Descartes está convencido de que “la existencia de Dios es mucho más
evidente que la de las cosas sensibles”.
       Descartes propone tres argumentos de la existencia de Dios:
1. Por la idea de Dios en sí mismo.
2. Por la causa de mi idea de lo perfecto e infinito.
3. Dios, causa perfecta de mi ser imperfecto.
Estos tres argumentos se pueden reducir a uno: “Considerar su idea de lo
perfecto e infinito”




                                                                                       23
Atributos de Dios: Dios es el ser en el cual se hayan todas las perfecciones
en el máximo grado que podemos concebir. Su esencia consiste en la unión
íntima de todos sus atributos.
       Produce libremente las cosas por un acto de su voluntad omnipotente.
No hay “verdades necesarias” independientes de Dios, porque nada hay
anterior ni superior a Él, todo depende de su voluntad.


Dios, garantía de veracidad: La demostración se desarrolla en cuatro
proposiciones:
1. Dios es un ser perfecto (por la prueba de su existencia).
2. Un ser perfecto no me puede engañar.
3. Todo cuanto hay en nosotros viene de Dios; por lo tanto, también nuestras
   ideas claras y distintas (el ser perfecto es la causa Universal).
4. Las ideas claras y distintas son, otras tantas afirmaciones divinas en mí.
   Luego toda idea innata, clara y distinta es verdadera, pues está garantizada
   por la veracidad de Dios.




IGLESIA Y MODERNIDAD
La abolición del hombre, una falsificación del cientificismo: El problema
moral de nuestra época, consiste en que se han cortado los puentes que la
unían con esa evidencia original. El hombre sería captado de modo exhaustivo
con la misma precisión que la materia. Psicoanálisis y sociología son las
modalidades fundamentales para llevar a cabo este postulado. A decir verdad
el hombre sometido a tales métodos de conocimiento no es más hombre en
absoluto.
       El fin de la evolución es la supervivencia y el mejoramiento de las
especies; las reglas para conseguirlo constituirían las únicas formas morales.
El proceso que, de no ser tenido bajo control, abolirá al hombre.
       Tenemos que aprender de nuevo que las grandes conquistas morales de
la humanidad son igualmente razonables y verdaderas que las adquisiciones
experimentales en el campo de las Ciencias, de la naturaleza y de la técnica.


La responsabilidad de la fe para con la sociedad y el mundo: Está en juego
ni mas ni menos, saber si nosotros como creyentes tenemos derecho de
esperar y, en tal caso, en que consiste precisamente el contenido de nuestra
esperanza.
      Muy importante resulta comprender la correcta unidad de los dos
testamentos. La auténtica comprensión de esto radica en que, el acto que
decide la eficacia de Moisés no consiste en la liberación de Egipto, sino en la
entrega de la ley sobre el monte Sinaí. El pueblo de Israel es liberado y llega a
ser nación libre y soberana solo porque se ha convertido en una comunidad de
derecho en torno a la ley de Dios, la no libertad es la ausencia de ley y de
derecho.


                                                                               24
Verdadera       justicia, justo derecho solo pueden surgir cuando el
verdadero Dios es auténticamente reconocido; y así también, el hombre se
conoce de veras a si mismo, y en ese reconocimiento de Dios reordena su ser
en la comunión.
        Jesús sufre por la injusticia. El no opone a la injusticia una nueva
injusticia, sino que la asume en su sufrimiento y así le fija su límite; el la
transforma desde adentro.
        Una interpretación política de Jesús que lo convierta en un rebelde
fracasado, no capta en absoluto su verdadera fisonomía. La fe en él traspasa el
ámbito social y político. La fe abarca en sí lo social, no en la forma de un simple
programa partidista, lo social está presente en la fe.
        Porque se no ha dado esta esperanza, experimentamos el valor, a pesar
de todas las incongruencias, para retomar siempre de nuevo la lucha por un
orden de justicia, que es el alma de la libertad y levanta un dique contra la
tiranía de la injusticia.


Creer es razonable: La fe no consiste en darse por derrotado en lo racional,
consiste en retraerse en lo irracional. Tampoco es la fe una expresión de
cansancio o de fuga, sino afirmación valiente del ser y apertura hacia la
grandeza y la complejidad de lo real.
       El misterio tal como lo alcanza la fe, no es lo irracional, sino la máxima
profundidad de la razón divina que nosotros, con nuestra débil vista, no
estamos en condiciones de penetrar. Todo lo que existe es racional en su
origen porque procede de la razón creadora.
       La fe enseña que el espíritu es el creador de todas las cosas, que llevan
dentro de sí una razón que no procede de ellas mismas, la razón creadora.
       La época moderna se caracteriza por un singular tira y afloja entre
racionalismo e irracionalidad. La fe salva a la razón, y la protege de las
tentativas de reducirla a lo que tan solo puede verificarse la experiencia.
       Una religión que no sea más que un instrumento para alcanzar
determinados objetivos se rebaja al igual que una religión que no pueda actuar
mas que como un puro sentimiento. No se salva a la fe achicándola; de esta
manera solo se consigue malvenderla. Ella adquiere significación únicamente
cuando se le reconocen todas sus potencialidades, entonces lejos de ser
nosotros los salvadores de la fe, es ella nuestra salvadora.
       El prestigio de la idea de Europa hoy día se ha empañado
considerablemente. En otros tiempos Europa había sido la expresión apta para
indicar lo que unificaba. Así, en la segunda posguerra, la idea de Europa ha
demostrado ser una positiva energía moral, posibilitó un orden de paz entre los
que otrora habían sido enemigos. También poderío económico. Europa un
palabra de hermandad y de paz.
       Este aspecto de la fisonomía europea pide en la actualidad ser
nuevamente considerado, cuando incluso se han abierto las puertas que
separaban al este del oeste.
       La común razón moral y política exige que los límites se vuelvan lugares
de encuentro y de intercambio y no puedan ser mas un símbolo en armas de la
afirmación absoluta del principio de nacionalidad.
       Uno de los factores que desde hace un tiempo han puesto en duda la
validez del ideal europeo consistió en que esta idea se fue diluyendo cada vez


                                                                                 25
más en una mentalidad puramente economista, que amenaza con provocar un
achatamiento de las almas.
       Es un hecho que la ayuda económica no dio por resultado el crecimiento
gradual de mundos vitales con fisonomía totalmente distinta de la nuestra.
       La exportación del “Made in Europa y del Made in USA” fue sin duda un
éxito para los países productores, pero empobreció a los destinatarios, creando
rencor y desolación.
       Con la conquista de América la idea de Europa en su “extensión”
muestra ser un ideal de reconciliación y hermandad pero por otro lado, va
acompañada de una pretensión de dominio y de un poder económico.
Actualmente oscila entre esos dos polos.


La afirmación unilateral de la razón instrumental y la destrucción del
“ethos”: El ideal de Europa fue elaborado al día siguiente de la segunda
guerra mundial y intentó la integración y cooperación entre las naciones.
        Por mas que el nacionalismo haya nacido en Europa no ha quedado
totalmente atrás, el hecho de que sea la tentación característica del momento
que estamos viviendo.
        El marxismo pareció reemplazar la perdida fe cristiana con una dinámica
de la esperanza que se había desarrollado en una especie de religión
postcristiana.
        Ninguna estructura política o forma de civilización puede creerse eterna.
Aún Europa, aún la civilización europea puede perderse para siempre. Nadie
está en condiciones de construir la forma perfecta y definitiva del hombre y de
la sociedad.
        La convicción de que al influir en las leyes que guían el curso de la
historia se pueda finalmente construir algo que se asemeje a un paraíso
terrestre , es enemiga de la libertad.
        “Siempre transformó al estado en un infierno el hecho de que el hombre
haya querido transformarlo en un paraíso”.




                                                                               26
CONCLUSIÓN
       Finalizado nuestro trabajo de investigación, podemos afirmar que
nuestros objetivos fueron cubiertos y nuestras expectativas, satisfechas.
       En el Medioevo, se produce la Revelación hecha por Dios en Israel, la
cual establece que sólo existe un sólo Dios creador que nos da el Ser y al que
amaremos por sobre todas las cosas; naciendo así la Filosofía Cristiana o
también conocida como Teología. En esta época, era notable el poder sobre la
sociedad que tenía la Iglesia, marcando los cánones de la moralidad.
       Así como la Edad Media fue una constante visión de Dios y una
interpretación de la vida como renuncia y preparación para la muerte, el
Renacimiento fue un amor extremado a la vida terrena, a la belleza y a la
Naturaleza.
       Las características del Renacimiento abrieron paso a la Edad Moderna,
la cual poseyó cualidades desligadas del dogma y las creencias religiosas. A
partir de este momento, todo girará en torno a las dos corrientes que
caracterizan a esta época: Racionalismo y Empirismo.
       El recorrido de la Edad Media a la Edad Moderna por vías del
Secularismo, nos demostró la gran influencia de Dios y de la Iglesia a lo largo
de la historia del hombre.




                                                                             27
ANEXO

SAN AGUSTÍN
La vida y la persona: San Agustín es una de las figuras más interesantes del
cristianismo y de la filosofía. S u personalidad original y rica deja huella
profunda en todas las cosas donde pone mano.
        San Agustín es hijo de aquella África romanizada y cristianizada de siglo
IV, sembrada de herejías, donde conviven fuerzas religiosas diversas,
animadas de una pasión extraordinaria. Nace en Tagaste, Numindia, en el año
345. En su ascendencia encuentra dos influencias distintas: su padre, Patricio,
magistrado pagano, hombre violento, bautizado solo al morir; su madre Mónica,
canonizada por la Iglesia, mujer de gran virtud y hondo espíritu cristiano.
        Aurelio Agustín estudió muy joven en Yagaste, en Madavo y luego en
Cartago, a los 17 años. En esta época se enamora de una mujer, y de su unión
nació el hijo Adeodato. También en ese tiempo encuentra Agustín por primera
vez la revelación filosófica, leyendo el Hortensio, de Cicerón. Desde entonces
adquirió consciencia del problema filosófico y el afán de verdad ya no había de
abandonarlo hasta la muerte. Busca la Escritura, pero le parece pueril, por lo
tanto busca la verdad en la secta Maniquea.
        En Cartago enseña retórica y elocuencia, se dedica a la astrología y a la
filosofía. Luego marcha a Roma, y de aquí a Milán donde encuentra al gran
obispo San Ambrosio, a quien escucha asiduamente y que contribuyó tanto a
su conversión en el año 386.
        Desde este momento su vida es otra y se dedica íntegramente a Dios y
a su actividad religiosa y teológica. Se bautiza por manos de Ambrosio y se
dispone a volver a África . Antes de salir de Italia es consagrado obispo de esta
ciudad. Muere en Hipona en agosto del año 430.


Obras: Las obras más importantes son las referentes a la dogmática y a la
teología y las que exponen su pensamiento filosófico. Sobre las siguientes:
Confesiones, en libro antográfico de altísimo interés filosófico; la Ciudad del
Amor, es la primera filosofía de la historia; además los Soliloquia, De trinitate,
De ordine, etc.
        San Agustín recoge una serie de doctrinas helenística de Plotino y
Perfidio; a Platón y a Aristóteles los conoce muy poco y por vía indirecta,
mucho más a los estoicos, epicúreos, académicos y Cicerón. Este caudal tan
importante de filosofía va a tomar por primera vez contacto con el cristianismo y
con la Edad Media través de Agustín. Pero adopta generalmente las
aportaciones de los griegos a las necesidades filosóficas de la dogmática
cristiana, logrando un paso gigantesco en la fijación de los dogmas. Así, San
Agustín se convierte en el más importante de los Padres de la Iglesia latina. Su
obra filosófica es una de las fuentes capitales de que se ha nutrido la
metafísica posterior.



                                                                                28
Verdad: Es el punto de partida del pensamiento de San Agustín.
       San Agustín propone un determinado concepto de verdad. La verdad en
todo caso debe ser interna y necesaria. Lo mismo que Platón, llega al concepto
de verdad en su sentido ideal pasando por la matemática. De este modo San
Agustín se ha adelantado no solo al ”cogito ergo sum” cartesiano, sino también
a la Teoría de Hume sobre el valor de hecho y verdades de razón.


Fuente de verdad: No ha de considerarse superflua la experiencia sensible,
pero la decisión sobre el valor entero y necesario de la verdad no tiene
ciertamente en ella su base. San Agustín encuentra la verdad en el espíritu del
hombre. ”No busques afuera”. Vuelve hacia ti mismo. En el interior del hombre
habita la verdad. Y si hallas que tu propia naturaleza es mudable, trascendente
a ti mismo. Para San Agustín el espíritu no es independiente sino que esta
esencialmente unido y como adherido a algo superior a el, ”todo cuanto
entendimiento encuentra ser verdadero, no se lo debe a si mismo”, el discurso
de la mente no crea la verdad, la encuentra. El Padre de la Iglesia tiene una
originalísima y peculiar pasión en este punto (Teoría de la iluminación o de la
irradiación). Agustín concibe una iluminación mediante la cual la verdad se
irradia desde Dios sobre el espíritu del hombre. No se trata de una iluminación
sobrenatural, sino de algo natural. Para la palabra “iluminación” pudo ofrecerle
a su Agustín la Sagrada Escritura, que designa a Dios como la luz que ilumina
a todo hombre que viene a este mundo; también Platón para quién la idea del
bien hace visible todas las verdades. No es acertado decir que Agustín por vía
a filosófica, elevado por su fervor religiosos, recurriera de golpe a Dios para dar
con ello solución al problema epistemológico. Es aquella manera de pensar
platonizante que siempre lo detrás de lo imperfecto la que opera en el fondo de
su espíritu y la que le hace ver detrás de toda verdad, que no es más que
verdad participada, la verdad absoluta ; lo mismo que vio Platón el bien
absoluto en todos los bienes particulares. También Agustín admite ideas,
reglas y razones eternas que explican y fundan todo ser de verdad. En su luz
se realiza nuestro encuentro con el mundo, lo vemos, lo pensamos lo
entendemos. Solo que esas razones e ideas no las tiene la mente humana en
sí como cosas propias, sino que pertenecen a un ulterior y más hondo
fundamento, al espíritu de Dios.


Esencia de verdad: Generalmente se tiene la verdad por cualidad del juicio y
se pone su esencia en la conformidad de nuestro enunciados con la efectiva
realidad del objeto(verdad lógica) Agustín conoce también esta verdad lógica y
de ella parte ante todo en sus reflexiones. Pero luego queda relegada segundo
plano para dejar en toda su luminosidad lo que es propiamente el fundamento
de la verdad: las ideas y razones eternas en le espíritu de Dios. La verdad
coincide con ellas, y ellas son las que constituyen el auténtico ser y esencia de
la verdad, Y puesto que estas ideas son de Dios, puede decirse que Dios es la
verdad.




                                                                                 29
Ideas de las conceptos o conceptos de las ideas:

 Dios: El problema de la verdad coincidente inmediatamente con el problema
de Dios ¿Existe? ¿Qué es?

Existencia de Dios: Esto es cosa clara para Agustín y los demás padres. No
obstante aduce sus propias pruebas para la existencia de Dios, una de las
cuales es la prueba neológica la más característica. El razonamiento es el
siguiente: el hombre descubre en los actos de su vida espiritual, en el querer en
el pensar y en el sentir, verdades eternas, inmutables y necesarias. No están
en el espacio ni en el tiempo; no son nada de hombre perecedero, sino que se
revela aquí dentro del hombre otro ser humano y supertemporal. Detrás de
todo lo imperfecto encontramos lo perfecto, detrás de lo relativo encontramos lo
absoluto, detrás de lo humano, lo trascendente. Sencillamente por esta vía
tocamos a Dios. Dios es mirado como lo perfecto sin lo cual es imposible
pensar en lo imperfecto, la verdad y la bondad originadas de todas las
verdades y de todos los valores, precisamente su fundamento y soporte. No es
deducido por vía de un raciocinio casual, sino que es aprehendido de las
mismas verdades.
       Agustín llega a un Dios viviente partiendo desde el alma viviente y
personal. El pleno y real espíritu es siempre un espíritu viviente. Por otro lado
este es quién le da forma y quien da al alma su vida. Y justamente aquí es
donde descubre él la participación de esta vida anímica y de sus actos en la
eterna, necesaria e inmutable verdad de Dios. “Tu estabas dentro de mí
cuando yo estaba fuera y te buscaba fuera de mí”; vida de nuestra vida”.
       Otras pruebas de la existencia de Dios que desarrolla Agustín son la
teológicas, la psicológica y la moral

Esencia de Dios: Cuando Agustín habla de Dios, sabe y subraya que el Dios
infinito es incomprensible para nuestro entendimiento humano limitado. Por ello
nuestros conceptos solo pueden aplicarse a Dios de un modo analógico.
Podemos decir que le conviene a Dios la unidad y la unicidad, que es
infinitamente perfecto y eterno, sobre todo que es el ser. Además es el bien
primero. Y finalmente es el fundamento del mundo, todo ser fuera de Él es
imagen y traslado de los modelos ejemplares que existen en su mente.
        Dios es trino porque :
a) es fuente del ser de las cosas;
b) es la fuente de la verdad (ya sea como verdadero en sí, en cuanto que
    piensa las “razones e ideas eternas”, etc.);
c) es la fuente del valor o bondad de los seres, como objetivo final al que todas
    las cosas aspiran y fuerza que las conduce.

Creación: Es una realización de ideas insertas en la infinita riqueza y plenitud
de Dios ¿Por qué se dio la creación? Porque lo bueno debía ser creado por el
Dios bueno. ¿ Cuál fue su punto de partida? Aquí se aparta Agustín de Platón .
No se da materia alguna eterna. Otras dos posibilidades toma en consideración
: una emanación, al modo neoplatónico, o una creación de la nada. Puesto que
la primera implica introducir en la naturaleza de Dios lo finito y lo mudable, no
queda sino la creación de la nada.


                                                                               30
¿Cuándo? El cuando de la creación queda en la eternidad, fuera del
tiempo, porque el tiempo comienza a darse solo con la creación del mundo de
los cuerpos.
       La marcha del proceso cósmico iniciado con la creación la explica
Agustín por medio de tres factores: materia, tiempo y formas eternas:


Materia: es el substracto de todo ser creado. Es lo no formado, pero tiene
como oficio servir de pedestal y vehículo a la forma. Hay una materia espiritual,
como la de los ángeles y una corporal, como la de las cosas naturales. Le
cuadra el concepto de pura potencia o posibilidad de Aristóteles, pues es
aquello de lo que todo puede hacerse adquiriendo un forma.

Tiempo: Para Agustín el tiempo no es una realidad en si misma, independiente
de las cosas que lo ocupan sucediéndose unas a otras, e independiente de la
actividad de una conciencia que conserve en si lo que coma al cambiar, es
pasado, y anticipe lo que ve, al cambiar, será pero aún no es. La presencia, en
el alma, del pasado como recuerdo y del futuro como expectativa es lo que
constituye la esencia del tiempo. “El tiempo es una distensión del alma. Es en
el espíritu donde está la medida del tiempo” Si el carácter verdaderamente
distintivo del tiempo es que no puede subsistir sin una cambiante realidad, el
tiempo no podría ser si no hubiera criaturas mudables. La creación señala el
principio del mundo y justamente el principio del tiempo. Pero no por esto es
eterno porque la eternidad es sin variación y sin sucesión; es un presente
detenido; la eternidad es Dios mismo.

Forma: Es el factor más importante del proceso mundano. Ocupa el punto
central de la teoría agustiniana del conocimiento y de su metafísica. La
información de la materia se dio una sola vez en la creación, cuando de podía
considerar la materia aún fuera del tiempo (creación simultánea). Hay, no
obstante, en la realización de la forma alguna diferencia, pues algunas cosas
( como el día, el cielo, el mar, la tierra, el aire, el fuego y el alma humana)
fueron hechas en un instante en su forma definitiva, mientras que otras ( los
animales y el cuerpo del hombre) aparecieron gradualmente en el término de
una evolución. Las formas son, pues, ahora, razones seminales o causales que
solo con el tiempo van teniendo su connatural desarrollo. Agustín introduce,
así, la idea de evolución en el proceso cósmico. Lo que quiere valorar en este
es la forma y su fuerza. Con ello enaltece el valor de la sabiduría y de la
omnipotencia divinas. Espacio y tiempo no hacen más que acoger en su seno y
alimentar lo que Dios ha creado.

Bien: Las razones eternas en la mente de Dios son para Agustín los
fundamentos del conocimiento, del ser, y son, también, los de la moralidad. En
este contexto se complace especialmente en denominarlas “ley eterna”. En
rigor, este concepto es mucho más amplio, significa la voluntad que Dios
manda a conservar el orden natural y prohibe perturbarlo. La ley eterna, pues,
abarca al ser en su más amplio sentido, de modo que se comprendan el como
sectores parciales el ser de la naturaleza (lex naturalis), el ser ideal de la valies
lógica (lex rationis) y el ser de las prescripciones morales ( lex voluntatis). Pero
en San Agustín la ley moral es designada con preferencia como la ley eterna,


                                                                                   31
considerando esta última como el principio último y más general del valor y las
normas morales. Así, en Agustín, la ley eterna queda erigida en principio de la
moralidad. Y como ateniendo a su contenido coincide con la esencia de Dios,
más exactamente con la divina sabiduría, puede decir también Agustín que
Dios es el último principio del bien moral. Todo lo bueno es bueno por El, como
todo lo verdadero es solo verdadero por El, y todo lo que tiene en realidad tiene
su ser todo por EL.
       Junto a la sabiduría de Dios se admitirá también como principio de
moralidad la voluntad divina, que es la que fija el decálogo. Esta voluntad de
Dios no es voluntad de capricho sino que realmente coincide con la divina
sabiduría y l a esencia de Dios.

Felicidad: Si el amor es el alma de la vida ética se revela ya cual ha de ser su
fin y coronamiento. Lo pone Agustín en la felicidad. Si nuestra vida es amor y
anhelo, su plenitud y acabamiento será un estado de reposo y goce de la
felicidad. La meta de la felicidad es la plenitud del amor.


La Escolástica y su período anterior inmediato: Desde la muerte de San
Agustín (430) hasta el siglo IX, aproximadamente, se desarrolla un período de
transición; matizado borrones bárbaros que anulan a casi toda Europa. En
comparación a la cultura anterior, este período sepulta unos y dispersa otros
elementos clásicos, mostrándonos un fuerte apagón de las ideas, expresiones.
La civilización se desintegra; la unidad política se fracciona; los habitantes
huyen al campo para vivir del trueque, fruto de una economía autárquica. En
síntesis, la cosmovisión antigua queda sumergida bajo un mar cristiano y a la
vez, poseedor de corrientes con grandes problemas para la unión.
       El conocimiento, además de la agricultura, se refugia en los monasterios,
gracias a recopiladores que reúnen los restos de los pensamientos en cierto
tipo de enciclopedias. Intelectuales poco originales que solo reproducen, nada
crean. Los primeros aparecen en Francia, España, Italia, Alemania, Inglaterra.
En esta época el saber antiguo se conserva sin rigor intelectual,
desordenadamente y sin distinción de disciplinas.
       Empero, más de cuatro siglos hay que esperar para que todo lo
acumulado tome relieve, con el conocido renacimiento carolingio, cuando
comienza la Escolástica. La misma se encuentra, no solo en los conventos,
sino también en la escuela del Palacio, siempre subordinado al poder eclesial,
pero con poder civil. Este saber, a diferencias de las siete artes liberales
(gramática, retórica, dialéctica; aritmética, geometría, astronomía, música) es
un saber teológico y filosófico. Todo sale de Dios para posteriormente volver a
él.    El trabajo de la Escuela es colectivo y de cooperación. Entre los siglos
XI al XV existe dentro de ella un cuerpo unitario de doctrina que se conserva
como un bien común, en el que colaboran y utilizan los diversos pensadores
individuales. No se subraya nunca la personalidad del individuo sino, la acción
o labor colectiva.
       La Escolástica prosigue su creciente vida en el estudio de unos mismos
y pocos libros, en discusión de unas mismas y pocas personas; no es extraño
que le interese pronto la cuestión del sentido de las palabras. Desde el siglo XI
en adelante ha tratado de dilucidar si los términos universales son entes
intelectuales o tienen una existencia propia. En principio hay dos posiciones


                                                                               32
Tránsito del Medioevo a la Modernidad
Tránsito del Medioevo a la Modernidad
Tránsito del Medioevo a la Modernidad
Tránsito del Medioevo a la Modernidad
Tránsito del Medioevo a la Modernidad
Tránsito del Medioevo a la Modernidad
Tránsito del Medioevo a la Modernidad
Tránsito del Medioevo a la Modernidad
Tránsito del Medioevo a la Modernidad
Tránsito del Medioevo a la Modernidad
Tránsito del Medioevo a la Modernidad
Tránsito del Medioevo a la Modernidad
Tránsito del Medioevo a la Modernidad
Tránsito del Medioevo a la Modernidad
Tránsito del Medioevo a la Modernidad
Tránsito del Medioevo a la Modernidad
Tránsito del Medioevo a la Modernidad
Tránsito del Medioevo a la Modernidad

Más contenido relacionado

La actualidad más candente

Agustín de Hipona
Agustín de HiponaAgustín de Hipona
Agustín de Hiponajdomachfer
 
Nuevas actitudes hacia la naturaleza humana
Nuevas actitudes hacia la naturaleza humanaNuevas actitudes hacia la naturaleza humana
Nuevas actitudes hacia la naturaleza humanaPatty G.
 
Presentacion de filosofia
Presentacion de filosofiaPresentacion de filosofia
Presentacion de filosofializitaka
 
Expansión cultural en la baja edad media
Expansión cultural en la baja edad mediaExpansión cultural en la baja edad media
Expansión cultural en la baja edad mediaJulio Reyes Ávila
 
Errores de la teología de la liberación.pptx. alejandro patrizio
Errores de la teología de la liberación.pptx. alejandro patrizioErrores de la teología de la liberación.pptx. alejandro patrizio
Errores de la teología de la liberación.pptx. alejandro patrizioOSCARPATRIZIO
 
Patristica Y Escolastica
Patristica Y EscolasticaPatristica Y Escolastica
Patristica Y Escolasticaeduhistoria
 
presentación filosofía escolástica
presentación filosofía escolásticapresentación filosofía escolástica
presentación filosofía escolásticadanielagomez1993
 
Filosofia Medieval
Filosofia MedievalFilosofia Medieval
Filosofia Medievalwilderar
 
Filosofia medieval wilderar
Filosofia medieval wilderarFilosofia medieval wilderar
Filosofia medieval wilderarwilderar
 
Apuntes sobre edad media filosofia
Apuntes sobre edad media filosofiaApuntes sobre edad media filosofia
Apuntes sobre edad media filosofiafaen CHAGA
 
San agustin de hipona
San agustin de hiponaSan agustin de hipona
San agustin de hiponaluisramong
 
Laminas esp. 4 reforma y contrareforma
Laminas esp. 4 reforma y contrareformaLaminas esp. 4 reforma y contrareforma
Laminas esp. 4 reforma y contrareformaJ.M. SISO MARTINEZ
 
educación patrística y escolastica
educación patrística y escolasticaeducación patrística y escolastica
educación patrística y escolasticaRoberth Miranda
 

La actualidad más candente (20)

Agustín de Hipona
Agustín de HiponaAgustín de Hipona
Agustín de Hipona
 
Nuevas actitudes hacia la naturaleza humana
Nuevas actitudes hacia la naturaleza humanaNuevas actitudes hacia la naturaleza humana
Nuevas actitudes hacia la naturaleza humana
 
Presentacion de filosofia
Presentacion de filosofiaPresentacion de filosofia
Presentacion de filosofia
 
patrologia-tema9
patrologia-tema9patrologia-tema9
patrologia-tema9
 
Expansión cultural en la baja edad media
Expansión cultural en la baja edad mediaExpansión cultural en la baja edad media
Expansión cultural en la baja edad media
 
Errores de la teología de la liberación.pptx. alejandro patrizio
Errores de la teología de la liberación.pptx. alejandro patrizioErrores de la teología de la liberación.pptx. alejandro patrizio
Errores de la teología de la liberación.pptx. alejandro patrizio
 
Patristica Y Escolastica
Patristica Y EscolasticaPatristica Y Escolastica
Patristica Y Escolastica
 
La filosofia medieval
La filosofia medievalLa filosofia medieval
La filosofia medieval
 
La filosofía cristiana
La filosofía cristianaLa filosofía cristiana
La filosofía cristiana
 
Edad Media
Edad MediaEdad Media
Edad Media
 
Linea del tiempo
Linea del tiempoLinea del tiempo
Linea del tiempo
 
patrologia-tema10
patrologia-tema10patrologia-tema10
patrologia-tema10
 
presentación filosofía escolástica
presentación filosofía escolásticapresentación filosofía escolástica
presentación filosofía escolástica
 
Filosofia Medieval
Filosofia MedievalFilosofia Medieval
Filosofia Medieval
 
Filosofia medieval wilderar
Filosofia medieval wilderarFilosofia medieval wilderar
Filosofia medieval wilderar
 
Apuntes sobre edad media filosofia
Apuntes sobre edad media filosofiaApuntes sobre edad media filosofia
Apuntes sobre edad media filosofia
 
Clase nº 9 filosofía cristiana
Clase nº 9 filosofía cristianaClase nº 9 filosofía cristiana
Clase nº 9 filosofía cristiana
 
San agustin de hipona
San agustin de hiponaSan agustin de hipona
San agustin de hipona
 
Laminas esp. 4 reforma y contrareforma
Laminas esp. 4 reforma y contrareformaLaminas esp. 4 reforma y contrareforma
Laminas esp. 4 reforma y contrareforma
 
educación patrística y escolastica
educación patrística y escolasticaeducación patrística y escolastica
educación patrística y escolastica
 

Similar a Tránsito del Medioevo a la Modernidad

Similar a Tránsito del Medioevo a la Modernidad (20)

Etica Medieval.-2.0
Etica Medieval.-2.0Etica Medieval.-2.0
Etica Medieval.-2.0
 
La edad media
La edad mediaLa edad media
La edad media
 
Cristianismo y Filosofía
Cristianismo y FilosofíaCristianismo y Filosofía
Cristianismo y Filosofía
 
Etica Medieval
Etica MedievalEtica Medieval
Etica Medieval
 
Panorama Filosofia Edad Medieval
Panorama Filosofia Edad MedievalPanorama Filosofia Edad Medieval
Panorama Filosofia Edad Medieval
 
La escolástica
La escolásticaLa escolástica
La escolástica
 
Panorama filosofia edad medieval por moy
Panorama filosofia edad medieval por moyPanorama filosofia edad medieval por moy
Panorama filosofia edad medieval por moy
 
Sto Tomas.Unidad 2.
Sto Tomas.Unidad 2.Sto Tomas.Unidad 2.
Sto Tomas.Unidad 2.
 
Humanismo2
Humanismo2Humanismo2
Humanismo2
 
Filosofia medieval
Filosofia medievalFilosofia medieval
Filosofia medieval
 
Filosofía medieval
Filosofía medievalFilosofía medieval
Filosofía medieval
 
Filosofía y Cristianismo
Filosofía y CristianismoFilosofía y Cristianismo
Filosofía y Cristianismo
 
Escolastica
EscolasticaEscolastica
Escolastica
 
Época moderna y sus representantes
Época moderna y sus representantesÉpoca moderna y sus representantes
Época moderna y sus representantes
 
Sesión V.Historia de la Teología
Sesión V.Historia de la TeologíaSesión V.Historia de la Teología
Sesión V.Historia de la Teología
 
Cristianismo y-filosofa
Cristianismo y-filosofa Cristianismo y-filosofa
Cristianismo y-filosofa
 
Sesión V. Historia de la teología
Sesión V. Historia de la teologíaSesión V. Historia de la teología
Sesión V. Historia de la teología
 
Breve Historia de la Teología Sesión V
Breve Historia de la Teología Sesión VBreve Historia de la Teología Sesión V
Breve Historia de la Teología Sesión V
 
Edad Media Escoliastica
Edad Media EscoliasticaEdad Media Escoliastica
Edad Media Escoliastica
 
Filosofía de la Edad Media.docx
Filosofía de la Edad Media.docxFilosofía de la Edad Media.docx
Filosofía de la Edad Media.docx
 

Más de CPAB filosofia Avila Pablo Mario

Más de CPAB filosofia Avila Pablo Mario (20)

Areas,Niveles Situacion De La Conducta
Areas,Niveles Situacion De La ConductaAreas,Niveles Situacion De La Conducta
Areas,Niveles Situacion De La Conducta
 
Esquemas Conceptuales Filosofia 2
Esquemas Conceptuales Filosofia 2Esquemas Conceptuales Filosofia 2
Esquemas Conceptuales Filosofia 2
 
Platón
PlatónPlatón
Platón
 
Sofistas Socrates
Sofistas SocratesSofistas Socrates
Sofistas Socrates
 
Esquemas Conceptuales Filosofia 2
Esquemas Conceptuales Filosofia 2Esquemas Conceptuales Filosofia 2
Esquemas Conceptuales Filosofia 2
 
Esquemas Conceptuales Filosofia 2
Esquemas Conceptuales Filosofia 2Esquemas Conceptuales Filosofia 2
Esquemas Conceptuales Filosofia 2
 
El Desarrollo Del Lenguaje
El Desarrollo Del LenguajeEl Desarrollo Del Lenguaje
El Desarrollo Del Lenguaje
 
Los Origenes Del Lenguaje
Los Origenes Del LenguajeLos Origenes Del Lenguaje
Los Origenes Del Lenguaje
 
SensacióN Y PercepcióN
SensacióN Y PercepcióNSensacióN Y PercepcióN
SensacióN Y PercepcióN
 
El Dolor
El DolorEl Dolor
El Dolor
 
El Dolor
El DolorEl Dolor
El Dolor
 
Emoción
EmociónEmoción
Emoción
 
La PercepcióN
La PercepcióNLa PercepcióN
La PercepcióN
 
El Cerebro Y La Corteza Cerebral
El Cerebro Y La Corteza CerebralEl Cerebro Y La Corteza Cerebral
El Cerebro Y La Corteza Cerebral
 
El Potencial De AccióN
El Potencial De AccióNEl Potencial De AccióN
El Potencial De AccióN
 
El Sistema Nervioso Central
El Sistema Nervioso CentralEl Sistema Nervioso Central
El Sistema Nervioso Central
 
El Sistema Nervioso Emocional
El Sistema Nervioso EmocionalEl Sistema Nervioso Emocional
El Sistema Nervioso Emocional
 
ImáGenes Del Cerebro
ImáGenes Del CerebroImáGenes Del Cerebro
ImáGenes Del Cerebro
 
Los Ganglios Basales
Los Ganglios BasalesLos Ganglios Basales
Los Ganglios Basales
 
Neuronas
NeuronasNeuronas
Neuronas
 

Tránsito del Medioevo a la Modernidad

  • 1. Trabajo de Investigación Cátedra: FILOSOFÍA MEDIOEVO – RENACIMIENTO - MODERNIDAD PROBLEMA FILOSÓFICO: Tránsito del medioevo a la modernidad por la vía del secularismo. ¿DE QUÉ MANERA LA SOCIEDAD RENACENTISTA, APARTÁNDOSE DEL IDEAL DE VIDA DE LA EDAD MEDIA, SE VUELVE PAGANA Y DISOLUTA? Lic. en Cs. de la Comunicación – Fac. de Letras Integrantes: 1
  • 2. INTRODUCCIÓN Las alumnas,; de la Universidad Católica de Santa Fe, pertenecientes a la Facultad de Letras, cursando primer año de la Carrera de Licenciatura en Ciencias de la Comunicación; presentamos a través de las páginas siguientes el desarrollo de un problema filosófico para la cátedra de Filosofía I. Este trabajo, impulsado por la profesora Cristina J. Otegui de Martínez Vivot, tiene como objetivo, conocer y relacionar entre sí las cosmovisiones del Medioevo, Renacimiento y Modernidad. En cuanto al marco teórico, esta investigación, se realizó a partir del día 12 de agosto, culminando a fines del mes de septiembre del corriente año. Material consultado para el mismo: libros de filosofía, enciclopedias del Pensamiento y de la Historia, libros de Historia, cabe destacar que también incluimos bibliografía relacionada al tema. El problema filosófico que decidimos desarrollar, trata sobre “el tránsito del Medioevo a la Modernidad por la vía de Secularismo”, queriendo así responder a la pregunta “¿De qué manera la sociedad renacentista, apartándose del ideal de vida de la Edad Media, se vuelve pagana y disoluta?” Nuestra inquietud, nace a raíz de la importancia que nosotros rescatamos de la constante influencia de la Iglesia, ya sea esparciendo su poder en la Edad Media o dejando ver en la historia del pensamiento, su posterior deterioro a partir del Renacimiento. Como corolario, queremos dejar constancia de nuestras expectativas grupales. Ellas son: ♦ Conocer y adecuarse al estilo personal de trabajo de cada una de las integrantes del grupo. Valorar el trabajo conjunto. ♦ Dominar las técnicas de investigación, planeamiento y desarrollo de un problema filosófico. ♦ Adquirir las naciones básicas de las diferentes edades, para poder comprender hechos que tengan una relación con estos tópicos. ♦ Introducirnos a fondo en el tema de la Iglesia y el Secularismo. 2
  • 3. MEDIOEVO Introducción: La invasión de los pueblos bárbaros, con la caída de Roma y del Imperio de occidente, fija el principio de la Edad Media. La conquista de Constantinopla por los turcos en 1453, es decir , la disolución del Imperio Romano de Oriente, señala el fin de esta época que duró aproximadamente 1000 años y en el transcurso de la cual el mundo conoció un cambio lento, pero seguro; la sociedad sufrió una profunda transformación, el Cristianismo fue asimilado por la totalidad de los pueblos de Europa, y a su término la historia del hombre cambió nuevamente de rumbo. La consolidación de las grandes nacionalidades, el Renacimiento y el descubrimiento de nuevas tierras hasta entonces desconocidas son los principales hechos que abren paso a la Edad Moderna. Es un error creer que la Edad Media fue un largo período decadente, opresivo y negro. Fue una lenta superación, una larga preparación para que el hombre entrara en el mundo moderno bajo el signo de la libertad y el humanismo. La Edad Media fue una síntesis y la salvación de los principales valores del mundo clásico, del mundo bárbaro y del cristianismo. Un proceso lento porque duró diez siglos. En la Edad Media, la Iglesia cristiana adquirió su plenitud. En primer lugar, no aparece ya como un pequeño grupo de inquieta al Esta, sino que surge vigorosa y expansiva hasta el punto de encerrar dentro de su seno la familia, las naciones, la sociedad civil y la vida pública. En segundo lugar; la piedad se hace más humana, el culto material adquiere proporciones sorprendentes y el corazón de los fieles late al impulso de una nueva ternura por los santos, par con la Virgen y par con la Humanidad de Cristo. En tercer lugar, la doctrina va definiéndose con creciente precisión y reviste la forma de un sistema coherente gracias al esfuerzo realizado por la Escolástica. Estos tres rasgos del cristianismo medieval son solidarios. Por eso la aversión a la Escolástica, la rebelión contra el poder eclesiástico y el desprecio de la piedad externa en nombre de un culto puramente espiritual serán los tres hechos que señalarán el fin de la Edad Media. La filosofía cristiana en la Edad Media: La idea de un ser supremo ordenador estaba presente en la filosofía de Sócrates, Platón y Aristóteles. Pero, esta idea no implicaba una nueva manera de ver y considerar las cosas, no repercutía en la vida corriente. El cristianismo, sin embargo, era una moral, un completo sistema de Ética, pero no una filosofía, en el sentido de saber de las cosas. Por eso, los primitivos pensadores cristianos se forzaron en adaptar la filosofía griega a la nueva doctrina, mientras que otros pensadores, también cristianos, la combatían. Así surgieron unas serie de filósofos menores en la época de los Padres de la Iglesia (Ver anexo “La Patrística”), hasta llegar a dos hombres que pueden que pueden condenarse los verdaderos de una filosofía cristiana: San Agustín y Santo Tomás, los cuales no solo compaginaron la filosofía clásica con el pensamiento cristiano, sino que en realidad alumbraron una nueva filosofía. San Agustín adoptó la doctrina de Platón, mientras que Santo Tomás 3
  • 4. siguió la de Aristóteles: dos orientaciones diferentes aunque, en su base, alimenten el mismo cristianismo. San Agustín predicó un neoplatonismo cristiano que centraba su interés en el conocimiento de la realidad espiritual. Los temas capitales de su especulación fueron el alma y Dios. Concibió el desarrollo de la humanidad como un proceso unitario presidido por una acción divina providencial. (Ver anexo “San Agustín”) El intenso predominio de la fe sobre la razón dio paso a la Escolástica, que centro a la vida intelectual de la Edad Media (Ver anexo “La Escolástica”). Durante 600 años (del siglo IX al XV, aproximadamente) la Escolástica fue el único pensamiento ortodoxo admitido en filosofía. En aquellos tiempos bárbaros el saber se hallaba en manos de eclesiásticos y monjes. Santo Tomás de Aquino es la mente más clara de la Edad Media, verdadero compilador y estructurador de una filosofía que hizo compatible las enseñanzas de la fe y los descubrimientos de la razón. El pensamiento tomista es el que informa la filosofía cristiana actual. Santo Tomás realizó el ideal de fundir el pensamiento cristiano con el saber clásico. Admitió una perfecta concordancia entre las verdades de la razón y las verdades de la fe. Por lo demás puede afirmarse que Santo Tomás es la versión cristiana de Aristóteles. Para él la fuerza principal del alma es la inteligencia, gracias a la cual todo puede llegar a comprenderse (Ver anexo “Santo Tomás”). Las discusiones en la Escolástica se resolvían por medio del rígido juego de silogismos. De ahí vino, entre otras razones, su decadencia porque se produjeron una serie de discusiones bizantinas, puramente retóricas con la famosa “cuestión de los universales” que pretendía averiguar si los conceptos universales (hombre , justicia, mesa, estrella, etc.) tenían existencia real o eran puramente palabras, aire. Pero, los más nobles pensadores, cansados de discusiones, muchas veces estériles, empezaron a criticar la Escolástica y lentamente se fue desmoronando la síntesis que con tanto celo construyera Santo Tomás: la “ciencia de las escuelas”. Sin embargo, la pura filosofía tomista pervivió. La vida cristiana en la Edad Media: La Fe llenaba todos los aspectos de la vida medieval. No sólo las diócesis y las Iglesias tenían sus santos protectores, sino también los gremios de arte y oficio. Las ceremonias de la nobleza, como la vela de armas, la bendición de las espadas, dieron a la caballería un sentido místico y cristiano. El estado. El estado y la Iglesia marcharon íntimamente unidos. La “tregua de Dios”, generalmente respetada y la pena de excomunión sirvieron para frenar los impulsos demasiados bélicos de una época exaltada. Fue aquella una época de piedad externa: devoción a las reliquias, peregrinaciones a Tierra Santa y a Roma, etc. Las catedrales construidas por el pueblo y para el pueblo, fueron verdaderas biblias, disertaciones teológicas en piedra. El florecimiento de la pintura y la escultura va ligado íntimamente a la religión, sobretodo en Italia, Francia y España. Hasta el Renacimiento, los artistas de estos países, raramente se atrevían a pintar temas profanos. 4
  • 5. El teatro, por ejemplo, nació de una necesidad religiosa, la de demostrar al pueblo en forma viva los grandes hechos evangélicos. El simbolismo culminaba en los menores detalles. La escolástica, impulsada por el genio de Santo Tomás de Aquino, el auge de las Universidades, la creación de órdenes hospitalarias, demuestran que la Iglesia había llegado a una plenitud en la que su doctrina informaba la vida de las naciones. En el siglo XIII, la Escolástica, alcanzó su apogeo. No se concebía que pudiera existir un pensamiento que no concordara por entero con la Fe. La autoridad de la Iglesia, reflejo de la verdad divina, era el supremo testimonio. Santo Tomás entendía que todas las ciencia prestan su ayuda a la ciencia sagrada como los vasallos al soberano. La teología primaba sobretodo otro saber. La Escolástica sostenía que la Ciencia y la Fe no pueden sino estar de acuerdo, pero con predominio de ésta última. Las violentas luchas por las investiduras; los conflictos tendentes a debilitar el poder pontificio; la triste escisión de la Iglesia oriental en el siglo IX; le cautiverio de Babilonia, al trasladarse la corte papal a Avignon durante cuyo período hubo un momento en que la cristiandad conoció tres papas simultáneamente, preparan una crisis, un cambio del que la Iglesia debía salir más fortalecida. RENACIMIENTO Introducción: El largo período designado con la denominación excesivamente genérica de Renacimiento es escenario de una serie de profundas transformaciones que afectan a todos los aspectos de la cultura en el orden social, político, económico, científico, artístico, religioso y literario. A los elementos procedentes de la Edad Media se suman otros nuevos, cuyo resultado es una ampliación de horizontes y una profunda transformación en las condiciones de vida y modo de pensar de los pueblos europeos. La filosofía en el Renacimiento: El proceso cultural conocido como Renacimiento es inmediatamente posterior a la Edad Media. Sus características principales son: la exaltación del hombre, la estima de la antigüedad, el individualismo, el sentimiento heroico, el aprecio de la belleza y la naturaleza. Todos estos rasgos peculiares tienen antecedentes que se remontan a los tiempos de Grecia. A la vez, estos mismos, van a constituir las nuevas estructuras sobres las cuales se afianzara la cosmovisión moderna. Podemos decir entonces, que el Renacimiento es el período nexo entre la Edad Media y la Edad Moderna. Es decir, aparece como término y culminación de la Edad Media y como principio de la Moderna. Si bien se abastece de elementos de siglos anteriores, no deja de adicionar nuevos hechos, sentimientos, descubrimientos e ideas, las cuales originan a violentos contrastes. Hubo historiadores protestantes que intentaron preparar una rebeldía buscando algo relacionado a la herejía para, de esta forma, darle continuidad a 5
  • 6. la tesis que sostiene una corriente popular y antieclesiástica enraizada en el Evangelio y la Naturaleza. No es una revolución pagana, sino cristiana, cuya flor es San Francisco de Asís, su fruto es Lutero y su Reforma protestante. En los tiempos del llamado Renacimiento, en todos los órdenes se apreció un ansia de renovación del espíritu humano. Los filósofos de esta época dedicaron sus esfuerzos, unos a destruir el pensamiento escolástico y otros a buscar las bases de una nueva filosofía en la que el hombre y la razón ocupan un primerísimo lugar. La consigna fue el retorno al espíritu griego y latino. “La mente renacentista, aunque no muy específicamente cristiana es, sin embargo, radicalmente religiosa, en cuanto cree captar a Dios en lo natural y lo humano, verle desde ahí extenderse más allá de toda formulación teológica, del mismo modo que el hombre se siente crecer y extenderse hacia capacidades y logros no imaginados previamente”. La exaltación del Hombre: El hombre renacentista sitúa el centro en el hombre mismo situado por Dios como cabeza y clave del universo. Uno de los rasgos más típicos del Renacimiento es la exaltación de la importancia y de la dignidad del hombre. Se ve claramente con la frase de Leonardo Da Vinci: “El hombre es el modelo del cosmos”. En la Edad Media, el Papa Inocencio III escribe sobre la miseria de la condición humana; en la época siguiente, Gianozzo Manetti escribe sobre la dignidad y la excelencia del hombre. En la Edad Media, los artistas no firmaban sus obras, por lo que sus nombres no han llegado hasta nosotros. En cambio, en el Renacimiento, las obras eran firmadas por el orgullo que les daba a los artistas; por tanto fueron mayores los nombres de artistas que conocemos de esta época. Podemos rescatar también, que los personajes de las pinturas de la Edad Media eran anónimos; a diferencia de la identificación que tienen todas las representaciones renacentistas, iniciadoras del retrato. Incluso nace el autorretrato con el motivo de perpetuarse a si mismo en la historia. Ocurre el mismo fenómeno en los libros sobre las vidas de las personas. En la Edad Media prevalecen las hagiografías, mezclando la vida de los santos don toques divinos y humanos. En cambio, en el Renacimiento, aparecen las biografías de las personas específicas, con sus características personales, individuales. Y por supuesto nace también la autobiografía. Bien lo demuestra Montaigne: “Yo mismo soy el contenido de mi libro” En la Edad Media vemos preocupación por la salvación, la vida después de la muerte, la eternidad junto a Dios. En cambio, en el Renacimiento, la importancia se presenta en la gloria terrenal, no y a la celestial, en la posteridad y la fama, en el deseo de perpetuar. Con respecto al cuerpo, la Edad Media, lo desprecia, pues es considerado “una cárcel del alma”. Lo importante era el alma y su salvación eterna. En el Renacimiento el cuerpo fue exaltado por el hecho de que gracias a el somos y sin el no somos nada. En la edad Media existe una Verdad absoluta, debe ser seguida y buscada por el hombre. En el Renacimiento se ensalza el error como propio del hombre. “Me equivoco… luego soy”. 6
  • 7. En el ámbito del pensamiento este afán por resaltar la excelencia del hombre se ve reflejada en los trabajos de Ficino y Mirandola, principales representantes del platonismo que profesa la academia de Florencia. La filosofía en el Renacimiento: El Renacimiento es un período de enorme riqueza vital, revolucionario, tumultuoso, desordenado, pero de valor desigual en sus múltiples manifestaciones. En el orden literario, artístico y político, representa uno de los momentos más ricos y vigorosos del espíritu humano. En el filosófico, debemos distinguir dos etapas: una de 1350 a 1450 (Humanismo) y otra de 1450 a 1600, poco más o menos, en que el Renacimiento, después de haber adquirido fisonomía propia, termina abriendo camino a la filosofía moderna. El carácter de la primera etapa es preferentemente literario y filosófico. Los humanistas desplegaron una actividad prodigiosa en la recuperación de textos de la antigüedad, primero latina y después griega. Pero no hallamos en ellos nada que signifique propiamente inquietud filosófica. Sus preocupaciones son ante todo de orden estético, literario, gramatical y filológico, sin rozar apenas el campo de la filosofía. No sintieron interés por los grandes temas del pensamiento. Los pocos que abordaron, los trataron con la misma elegante frivolidad que cualquier asunto ligero de literatura. Los pocos temas de carácter filosófico que abordaban apenas pasan de los siguientes: La dignidad del hombre; el hombre como centro del mundo; el modelo del mundo; la imagen completa del universo, vínculo y símbolo de todas las cosas. De este concepto optimista del hombre y la naturaleza proviene el predominio que atribuyen a la vida activa sobre la contemplativa, el interés por el problema de la felicidad; la educación. Todo ello se reduce a formular unas cuantas reglas superficiales de moralidad, envueltas en una fronda de frases sonoras. Hasta muy entrado el Renacimiento apenas cabe destacar unas pocas figuras que merezcan el calificativo de filósofos. Y aún en éstas, el interés, más que la originalidad de sus doctrinas, reside en su personalidad. Ninguno aportó nuevas ideas, aunque en su conjunto contribuyeran a marcar una nueva orientación a la filosofía. En el aspecto filosófico, el Renacimiento, tuvo un carácter de “retorno” a los grandes sistemas de la antigüedad. Vuelven a resurgir el platonismo, el aristotelismo y otras filosofías más o menos olvidadas o desconocidas en la Edad Media, como la estoica, la epicúrea, la atomista, la académica, y, junto con ellas, la cábala, la magia y la teosofía. En esta época, se recupera Platón, cuyas obras habían sido desconocidas en la Edad Media, y se adquiere un conocimiento más directo de Aristóteles en sus obras originales. Se recuperan también los textos neoplatónicos. De aquí se origina un fuerte choque entre las dos corrientes clásicas: el platonismo, o más bien el neoplatonismo, y el aristotelismo. Ambas coinciden en apartarse de la escolástica y en tratar de retornar al pensamiento auténtico de Platón y Aristóteles. Pero a la vez chocan entre sí. Los platónicos centran su interés en el aspecto religioso, mientras que los aristotélicos adoptan una actitud más racionalista y se interesan más bien por la dialéctica y la investigación por la naturaleza. Primeramente se desarrolla la controversia entre los platónicos y aristotélicos bizantinos. Petrarca y Marsilio Ficino oponen su agustinismo, o su 7
  • 8. neoplatonismo, al aristotelismo averroísta. Chocan después los aristotélicos de Padua y Bolonia (Nifo y Pomponazzi). En Cusa, Telesio, Patrizzi y Giordano Bruno aparecen las primeras tentativas sistemáticas de fondo de los capítulos más interesantes y positivos del Renacimiento. De aquí resulta la estructuración del derecho político, la formulación del natural y de gentes y la creación del internacional. Tiene también importancia capital el hecho del nacimiento y rápido desarrollo de las ciencias naturales en sus diversas ramas: física, astronomía, matemáticas, medicina, biología, etc., abriendo horizontes desconocidos en nuevos campos del saber. Las diversas ramas dentro de la escolástica continúan a lo largo del Renacimiento. Pero todas acaban por sufrir más o menos su influencia, renovándose en sus métodos, eliminando elementos caducos y refrescando su contenido con nuevas cuestiones de actualidad en aquel tiempo (Vitoria, Domingo Soto, Melchor Cano). La Escolástica en el Renacimiento: En los siglos XIV y XV el nominalismo llegó a predominar en la mayor parte de las universidades. Las otras ramas de la escolástica permanecieron casi por completo al margen de las nuevas corrientes de renovación, cerrándose un dogmatismo estrecho e intransigente. Abandonan las grandes visiones panorámicas de los sistemas del siglo XIII y centran el interés en cuestiones particulares y secundarias, objeto de disputas interminables. Al espíritu de investigación y progreso sucede el de crítica, más sobre las opiniones ajenas que sobre las propias. En vez de renovar vitalmente las doctrinas y continuar los grandes caminos abiertos por los genios del siglo XIII, sus sucesores se contentan con el papel de repetidores y abreviadores. Las escuelas se cierran sobre sí mismas, dedicándose a la labor de exposición y comentario de las obras de sus jefes respectivos, supliendo la carencia de originalidad con una verdadera proliferación de comentarios y compendios. Por influjo del nominalismo, de los cuatro cursos de la facultad de artes se dedicaban tres casi completos a la lógica, que adquiere un papel preponderante. Las disputas y ejercicios prácticos ocupaban muchas horas del día y, si bien servían para aguzar la inteligencia de los alumnos, apenas les dejaban tiempo libre para estudiar en privado. Con esto, la lógica, que en Aristóteles tenía la función de ciencia general previa a todas las demás, llegó a convertirse en un fin en sí misma, entreteniéndose en combinaciones rebuscadas y alambicadas entre conceptos puros, que con frecuencia entraban en el campo del ridículo, y merecían por anticipado el reproche kantiano de reducir la filosofía a un juego entre categorías vacías de contenido. La física se reducía a comentarios de los textos aristotélicos. Algo mejor se estudiaban las matemáticas. No figuraba la metafísica, cuyas cuestiones se daban envueltas en la lógica (predicamentos). Tanto la teología natural como la ética se remitían a la teología. En cuanto a la teología, la ofensiva lanzada por Erasmo iba mucho más lejos. Llama a los escolásticos “teologastros”, “avispas nocturnas”, “hombres oscuros”, “asnos de Lovaina”. Les reprocha sus cavilaciones estériles y la ignorancia de los textos básicos. Pero no se trataba sólo de la forma más o menos elegante de expresión. Rechazaba el método escolástico de la quaestio y la disputatio por su sequedad y su carácter excesivamente intelectualista. Su frase identificatoria del “retorno de las fuentes” significaba el repudio absoluto 8
  • 9. de la aplicación de la filosofía, y en concreto de la dialéctica, a las cuestiones teológicas, sustituyéndolas por una exégesis fundamentalmente literaria, gramatical y filológica, basada en el estudio de las lenguas originales, y revalorizando la autoridad interpretativa de los Santos Padres. Lo esencial para ser un buen teólogo venía a quedar reducido a saber griego y lenguas orientales, a fin de poder leer la Sagrada Escritura en sus propios textos. Con multiplicar los colegios trilingües bastaba para captar el sentido puro y auténtico del Evangelio y resolver los problemas teológicos más intrincados. No obstante, en el Renacimiento vive la Escolástica uno de los momentos más esplendorosos de su historia, gracias a la restauración del tomismo realizada en Salamanca por Francisco de Vitoria, el cual supo armonizar en ejemplar equilibrio el fondo tradicional con lo que había de bueno y aprovechable en las nuevas corrientes humanistas e incluso nominalistas. El pensamiento científico renacentista: Durante los años de la Edad Media la Religión había guiado todo movimiento filosófico y científico. La decadencia de la Escolástica, llevada por un verbalismo exagerado, la influencia de pensadores árabes y la interpretación naturalista de Aristóteles prepararon el camino de la ciencia renacentista. Durante la Edad Media se había producida posturas aisladas de libertad de pensamiento de cara a la libertad de la vida, como las sustentadas por Bacon y Ramón Lull, incluso dentro del campo de la ortodoxia, pero dado el momento en que vivieron no encontraron la resonancia que tuvieron otros pensadores de los siglos XV y XVI. La gran revolución científica del siglo XVIII fue preparada por los hombres de ciencia del Renacimiento. Nicolás Copérnico (1473-1543) era un canónico y médico polaco. Ideó su teoría heliocéntrica, según la cual todos los planetas giraban alrededor del sol. Tres grandes pensadores la apoyaron y confirmaron con sus experiencias: Ticho Brahe, de nacionalidad danesa, que estudió los eclipses; Juan Kepler, que determinó las tres leyes fundamentales de la revolución planetaria; y Galileo Galilei, el más genial de los sabios renacentistas. Galileo (1564-1642) fue en constructor del primer telescopio con el cual estudió los astros, estudió las leyes del péndulo, descubrió el anillo de Saturno y realizó numerosas investigaciones astrológicas. Anterior a él vivió Leonardo Da Vinci (1452-1519) hombre inquieto, gran artista y también notable científico. Sus dibujos sobre la posibilidad de conseguir un hombre volara gracias a unas alas, su idea del tanque y de numerosas máquinas, nos lo muestran como una creación perfecta del hombre del Renacimiento. Entre los médicos Falopio de Modena y Bartolomé Eustaquio son recordados porque algunos de los órganos de nuestro cuerpo se conocen con sus nombres (trompa de Eustaquio, de Falopio, etc.). Pero los dos investigadores más geniales en el campo de la Medicina fueron el español Miguel Servet (1511-1593), descubridor de la circulación pulmonar de la sangre, y el inglés Harvey, que estudió la circulación general del cuerpo humano y funciones del corazón. Los descubrimientos y exploraciones en América reportaron un progreso extraordinario en el campo de la Geografía y la Historia Natural. No es posible detallar el número de especies nuevas que se conocieron y el avance 9
  • 10. experimentado de la Cartografía, que pasó de los incompletos y limitados mapas medievales a casi perfectos portulados o mapas del Mediterráneo, y a los grandes mapamundis que lentamente iban reduciendo las áreas en blanco de los países recién descubiertos. La transformación de la vida cotidiana era patente y se experimentaba la sensación de vivir en un mundo renovado. Reforma y Contrarreforma: La reforma protestante es una de las revoluciones religiosas más amplias y profundas que ha sufrido la Iglesia Católica. Comenzó a principios del siglo XVI y recibió este nombre porque sus promotores obraron impulsados por el deseo de reformar la disciplina y las costumbres de la Iglesia romana. La rebeldía de los protestantes no fue consecuencia del temperamento indisciplinado de un fraile agustino que estaba disconforme con Roma. El clima creado era propicio e esta “protesta”. De un lado el Humanismo, el retorno a la antigüedad clásica, con su exaltación del “yo”, del individuo, de la belleza y del amor, tendía a apartar a los creyentes de la rígida observancia y disciplina de la Iglesia. De otro las grandes riquezas acumuladas por los poderes religiosos (en Alemania, un tercio del país estaba en manos de los obispos y conventos), como el tráfico de indulgencias, habían excitado en más de uno el deseo de una religión menos esclava de la letra y más atenta al soplo del Espíritu. La disminución de la autoridad religiosa fue otra de las causas de la rebeldía. La mayor parte de nobles alemanes, suizos y nórdicos rompieron con Roma y arrastraron a la herejía a sus vasallos por un afán de poder. Conforme iban aumentando los males, aumentaban también las voces autorizadas clamando por la “reforma en la cabeza y en los miembros de la Iglesia”. Ya a fines del siglo XV había surgido en Florencia la figura del fraile dominico Jerónimo Savonarola, que predicó contra la corrupción, la riqueza y el escándalo de los eclesiásticos y nobles, amantes de los vicios. La necesidad de una reforma se hacía patente. A este ambiente de intranquilidad espiritual vino a sumarse el “caso Lutero”. Lutero: El punto de partida de su rebeldía arranca de la cuestión de las Indulgencias. El dinero recaudado debía servir para la construcción de San Pedro de Roma. Lo que motivó la indignación de Lutero fue la forma de predicar dichas indulgencias y la falsa seguridad de los predicadores que inculcaban a los fieles que se salvarían si daban limosna. La frase “el tintineo de las monedas salva el alma de la quema” fue utilizado con exceso entre gentes sencillas. Esta predicación desacreditaba la confesión y la penitencia, pero el afán de dinero era mayor. La crítica de las indulgencias llevó a Lutero a criticar otros aspectos del catolicismo, por ejemplo, las buenas obras, la interpretación de las Sagradas Escrituras, los Sacramentos, la autoridad papal, etc. El 31 de octubre de 1517 fijó en la puerta de la Iglesia de Wittemberg noventa y cinco tesis en las que exponía sus puntos de vista. Estas proposiciones dieron origen a grandes disputas. 10
  • 11. El Papa le insistió a que se retractara, pero Lutero persistió en su posición y declaró que cada uno debe y puede interpretar las Escrituras sin necesidad de recurrir a la autoridad de Roma. Cuando fue excomulgado por el Papa, quemó la bula papal y estructuró su herejía que, por basarse en una protesta llevó, con el tiempo, el nombre de Protestantismo. Lutero no solo negó la autoridad papal, sino la necesidad de las buenas obras, la existencia del Purgatorio y de otros sacramentos que no fuesen el Bautismo, la Comunión y la Penitencia, pero sin la necesidad de la confesión oral. También declaró inútiles los ayunos y las abstinencias. Difusión del Protestantismo: La reforma protestante se extendió como mancha de aceite, dividiéndose, desde el primer momento, en múltiples sectas. En Suiza, Ulrico Zwinglio (1484-1531) predicó una doctrina semejante a la luterana, pero dando otra interpretación a la Eucaristía, a la que consideraba como un recuerdo o memoria que Cristo nos dejó a su muerte. En Francia, Juan Calvino (1509-1564) negó el valor de las obras humanas y sostuvo que Dios determina quienes han de salvarse y quienes están predeterminados a la condenación. Propugnó la separación de la Iglesia y del Estado. En Inglaterra, Enrique VIII, rompió sus relaciones con Roma, porque el Papa se negó a declarar nulo su matrimonio con la hija de los Reyes Católicos, Catalina de Aragón. Se proclamó Jefe Supremo de la Iglesia en Inglaterra, exigió que todos sus súbditos le presentasen juramento de fidelidad, desencadenó una violenta persecución contra los católicos y dio origen a la Iglesia Anglicana. Reacción Católica: La extraordinaria difusión que alcanzaron el Luterismo y demás herejías, originó un movimiento de reacción que, partiendo del seno de la Iglesia, trató de corregir los males que la afligían. Este movimiento, que levantó el nivel moral del mundo católico, combatió las herejías y dio Santos ilustres a la Iglesia, se llama la CONTRARREFORMA. Los concilios de Viena (1311), Pisa (1409), Constanza (1414 – 1418) y Basilea (1431 - 1449), intentaron sin éxito corregir los defectos de la organización eclesiástica, pues los Papas contagiados del ambiente mundano y por temor a que un Concilio Reformador viniese a derogar su autoridad, potestades, y atribuciones no se habían decidido a emprender la tan anhelada reforma. El Concilio de Trento, cuya apertura tuvo lugar el 13 de Diciembre de 1545 y que finalizó el 4 de Diciembre de 1563, duró por tanto, 18 años. Antes de que se convocara a este famoso concilio, voces autorizadas y la acción de Católicos fervorosos habían sentado las primeras bases para una Contrarreforma de la Iglesia Católica. En España, el Cardenal Cisneros, procuró mantener un espíritu ortodoxo, puro, aunque abierto a todas las innovaciones dignas. En Italia, se había fundado el “oratorio del Amor Divino”, que agrupó a todos aquellos que deseaban una reforma sin que el dogma y la moral salieran resentidos, y sí la Iglesia fortificada. 11
  • 12. La figura de Lutero, encontró su oponente en la del español Ignacio de Loyola, militar herido en Pamplona y a quien Dios inspiró la creación de una milicia de Cristo, una compañía de Jesús saturada de espíritu de obediencia al Papado, de servicio y de trabajo. Los jesuitas, como se denominaron los discípulos de San Ignacio de Loyola, introdujeron en el seno de la Iglesia Católica, un estilo de vida y de acción. Fueron los principales impulsores del espíritu que animó el Concilio de Trento. Si la obra del Concilio de Trento fue larga, también fue eficaz. Los numerosos puntos que se discutieron pueden dividirse en dos grupos: los que afectan al Dogma y los que se refieren a la Disciplina Eclesiástica. En resumen, fue una revisión total de la Doctrina Católica y la instauración de una verdadera disciplina que estaba muy relajada. Se definió la doctrina del Pecado Original, se decretó la perpetuidad del matrimonio, el celibato eclesiástico, la devoción a los Santos, el número de Sacramentos, la autoridad del Sumo Pontífice, entre otros. Quizás la más importante decisión respecto al dogma fue la “Teoría de la Justificación”, según la cual, la Fe por sí sola no basta, pero la Fe con obras, hace que los méritos de Cristo permitan valorar nuestros propios méritos. Respecto a la disciplina, se suprimieron los vicios y corruptelas que contaminaban el clero, se fijó la provisión de cargos eclesiásticos, la obligación de los Obispos de residir en sus diócesis y la creación de los Seminarios para la formación de los Sacerdotes. La tarea de llevar a la práctica los acuerdos del Concilio fue lenta, pero segura. España, los Estados Italianos y Polonia, fueron los primeros en testimoniar su fidelidad a la Iglesia. Francia después, y Austria más tarde. El norte y noroeste de Europa, se habían perdido, momentáneamente para Roma; puesto que, el Protestantismo, se había instaurado en ellos, así como en Alemania, Holanda y las Islas Británicas. Sin embargo, esta Reforma dio al mundo un nuevo espíritu de tolerancia. MODERNIDAD Introducción: La Modernidad, carece de un comienzo determinado por un hecho específico, ya que son varios los que se plantean como punto inicial de este período. Ellos son: La toma de Constantinopla por los Turcos (1453), El descubrimiento de América (1492) ó El principio de la Rebeldía de Lutero (1517). En cambio, sí se puede determinar a ciencia cierta, el momento histórico que dio fin a la Edad Moderna: la Constitución de los Estados Generales, para dar lugar a la Revolución Francesa, en el año 1789. En cuanto a sus causas, cabe destacar que el fraccionamiento feudal de Europa durante esta época, vivió sometida bajo las órdenes espirituales, y hasta a veces política del Papado. El siglo XV, pasa a la posteridad por la creación de las nacionalidades. Se perfilan las fronteras entre los Estados, que son defendidas por ejércitos obedientes a una bandera y fieles a un soberano. La pólvora, fue la invención que posibilitó la creación de las grandes monarquías. Ellas solamente, avaladas por los banqueros, eran capaces de 12
  • 13. darse el lujo de poseer una artillería, una Escuadra dotada de centenares de bocas de fuego, o una Infantería con arcabuceros. Así fue como pudieron imponerse a la nobleza que, siendo feudal, llegó a convertirse en palatina y cortesana. La brújula, fue la encargada de abrir camino a los marinos de la servidumbre de la navegación costera, haciendo posible los grandes descubrimientos marítimos, ensanchando y colonizando al mundo. La ruta preferida fue la que, hasta ese momento, había sido tan temida: El Océano Atlántico. La conquista de Constantinopla por los Turcos, impidió el paso hacia Oriente, como así también la importación de sedas, perfumes, y sobretodo especias a Europa. Fue así, que los portugueses inquirieron un nuevo camino de las Indias Orientales virando la ribera africana hasta encontrar el paso que les permitió llegar al Indostán. Los españoles lo buscaron hacia Occidente y se encontraron con un nuevo mundo: América. Surge la imprenta de manos de Juan Gutemberg, dando origen al libro. la cultura deja de ser privilegio de unos pocos. Por primera vez, los conceptos científicos, fueron puestos a prueba y una gran serie de descubrimientos, modificó al mundo. Se revalorizó el concepto de libertad y se interrumpió la unidad religiosa de Europa al manifestarse la Reforma, pero la Iglesia se hizo fuerte y se protegió con la Contrarreforma. La Filosofía y la Religión, iniciaron caminos, que en ocasiones fueron distintos. El arte, como resultado natural de varios cambios, descubrió nuevos caminos de expresión y aparece un “Renacimiento”; una vuelta a los valores del mundo clásico. Autonomía del pensar: Los filósofos modernos se resistieron progresivamente a solicitar el tutelaje y el dictamen de los dirigentes de la Iglesia respecto a sus tesis y especulaciones. Comenzó una auténtica lucha para liberarse del dictado del dogma teológico. Los filósofos modernos abandonaron las reglas tenidas por indiscutibles en los métodos universalmente aceptados, para establecer sus propias normas de verificación: coherencia racional, comprobación empírica, duda metódica, etc., rompiendo con la fidelidad a lo establecido. El pensamiento y las ciencias: La filosofía, que durante tantos siglos se había limitado al estudio de Aristóteles en su versión tomista y dado origen a la Escolástica, quedó desacreditada por completo cuando los filósofos del siglo XVII plantearon el problema de la duda y buscaron el por qué de todas las cosas. No bastaba ya la autoridad de los Padres de la Iglesia o el “magister dixit” del Aristóteles indiscutible. Aparecieron los métodos de estudio basados en la observación y la experimentación, que en muchas ocasiones mostraban palpablemente que los grandes maestros de la antigüedad y del medioevo estaban en un error. De este modo se confió más en los datos proporcionados por la experiencia y el razonamiento libre que en la autoridad de los pensadores famosos. 13
  • 14. Por primera vez en muchos siglos la Fe y la Filosofía tomaron caminos distintos y la Ciencia apareció como una entidad libre, puramente racional, objetiva, sin sentirse ligada al dogma ni a las creencias. Bacon (1561-1626) escribió un libro titulado Nuevo Órgano, en el cual exaltaba y explicaba lo que es la base del método de observación científico. Según él, era preciso observar atentamente a los fenómenos naturales para llegar a comprenderlos, pero aún así la observación no basta. Es preciso “experimentar”, o sea repetir el fenómeno variando las condiciones, hasta llegar a conclusiones ciertas que únicamente la razón puede aquilatar en su certeza o en su error. El método experimental se introdujo así en oposición total al método deductivo propio de la Escolástica, en la cual el juego de los silogismos y las palabras, sustituía el contacto con la Naturaleza. La valiente tesis de Bacon, se vio completada por él y por el Discurso del Método de Descartes (1596 - 1650). Este caballero se había educado en un Colegio de Jesuitas, donde había profundizado en las Ciencias Matemáticas. Cuando quiso extender sus conocimientos a otros campos, se dio cuenta que era muy frecuente equivocarse si se atendía a las enseñanzas de las autoridades, método grato a la escolástica, pero también se confiaba en los datos proporcionados por los sentidos, que a veces engañan. Entonces expuso su teoría de la duda metódica, por la cual debemos dudar de todo en principio y hasta que la Razón no llegue a demostrarnos la certeza o el error de lo que pensamos. Buscando un punto firme en que apoyarse, Descartes llegó a la conclusión de que este sólo puede ser la conciencia de la propia existencia: “Pienso, luego existo”, única afirmación axiomática de la cual no es posible dudar. Las figuras de Copérnico, Ticho - Brahe, Kepler y Galileo, citadas al hablar de Renacimiento, tuvieron sus continuadores en el siglo XVII, pero la ciencia de aquel siglo está ocupada por las figuras geniales de: Leibniz y Newton en primer plano. Godofredo Guillermo Leibniz, era alemán (1646 - 1716) y estuvo muy influido por el pensamiento cartesiano. Sus conocimientos de matemáticas eran notables, y descubrió al mismo tiempo que Newton el cálculo infinitesimal. Este fue el motivo de una acre polémica entre ambos sabios, pues los dos se atribuían el sensacional hallazgo. Como filósofo, aportó la teoría de las mónadas, según la cual los átomos o mónadas, son sistemas de fuerzas cerrados y autónomos. Dios es la mónada primera, infinita y creadora de todo lo que existe y nuestro mundo es “el mejor de los mundos posibles”. Isaac Newton (1643 - 1727) fue un caballero inglés, eminente matemático, físico y astrónomo. Descubrió el cálculo infinitesimal al mismo tiempo que Leibniz, pero su gran aportación al campo de la Ciencia, lo constituye la teoría de la gravitación universal, por la cual todos los cuerpos se atraen con una fuerza proporcional al producto de sus masas, e inversamente proporcional al cuadrado de la distancia. Las teorías de Newton redujeron la tierra y el hombre a unas partículas insignificantes en un espacio infinito poblado de innumerables soles. También son interesantes sus teorías sobre la luz que, según él, es un compuesto de partículas inmateriales. Un hecho muy importante fue la creación de sociedades científicas. Se iniciaron estas con las llamadas “Academias de Linces” en Italia y de la que era 14
  • 15. miembro Galileo, pero fueron los soberanos reinantes quienes impulsaron el progreso científico llevados de un patriótico afán de que en sus estados los sabios tuvieran la adecuada protección. Carlos I de Inglaterra fundó la “Sociedad Real”; Luis XIV la “Academia de Ciencias” de París; Benjamín Franklin, en Norte América la “Sociedad Filosófica”, etc. La formulación científica: Gracias al pensamiento moderno, la filosofía se convirtió en colaboradora de la ciencia. Desde este momento, no fue raro encontrar una persona que reúna la doble condición de filósofo y científico, como el caso de Galileo Galileo e Isaac Newton. La utilización concreta de la experiencia del investigador y mentalidad matemática, fueron dos factores importantes de la ciencia moderna, considerados a la vez como dos de los temas filosóficos más tratados, dando lugar a dos de las más importantes escuelas filosóficas de la Edad Moderna: el Racionalismo, basado en los aspectos lógico - racionales del conocimiento; y el Empirismo, que afirmó la validez absoluta de la experiencia en el ámbito del conocimiento científico - filosófico. Filosofía Moderna: La Corriente Racionalista se desarrolló en Francia y Alemania, y surgieron los grandes filósofos seguidores de Descartes, que son Malebranche, Espinoza y Leibniz. Malebranche pretendió solucionar el problema de la comunicación de las sustancias materiales con las espirituales por medio de la “Teoría del Ocasionalismo”, en virtud de la cual los seres, en su obra son meros instrumentos de la Divinidad. Espinoza, judío holandés de ascendencia española, fue el defensor del “panteísmo” que identifica a Dios con la Naturaleza. El Creador, según él, está inmerso en el mundo y repartido entre las cosas. Leibniz, matemático y físico eminente, quiso construir la ciencia única, para la cual inventó una escritura universal y quiso hallar un lenguaje nuevo que sustituyera a todos los hablados. Pretendió restablecer la unidad religiosa de Europa, dividida a causa del protestantismo. Para explicar la diversidad cualitativa de los seres admitía la existencia de unas sustancias simples, las “mónadas”, cuyo atributo primario es la fuerza. Estudió también el problema del alma y del cuerpo, que marchan al unísono y descubrió la existencia del inconsciente psíquico. La Corriente Empirista apareció con Francisco Bacon, quien sólo admitió como verdadero aquello que confirma la experiencia. La experiencia es la única fuente de conocimiento, para aprovecharla es preciso derribar ciertos prejuicios llamados “ídolos”, que radican en la especial constitución de la mente humana como en la costumbre, la fuerza del lenguaje, el antropomorfismo, entre otras. Esta corriente se desarrolló en Inglaterra. No admite otra fuente de conocimientos que la experiencia y el testimonio de los sentidos. Con ella aparecen otra serie de grandes filósofos como Locke, Berkeley y Hume. Locke, rechazó el supuesto de las ideas de las ideas innatas, y dijo que el alma llegaba al mundo como un papel blanco en el que los sentidos van escribiendo todos nuestros conocimientos, por lo que estos se originan gracias 15
  • 16. a la experiencia. La sensación y la reflexión son las únicas fuentes de todo saber. Berkeley redujo la realidad a meras creaciones de nuestro yo. Las cosas exteriores no pasan de ser simples suposiciones. “Lo real es lo que percibo ahora, lo que no percibo es como si no existiera, pues para mí en este momento no existe; por lo tanto, sólo existen las realidades”. Hume llevó al Empirismo a sus extremas consecuencias. Según él, la realidad, sólo es conocida en virtud de las impresiones que causen nuestros sentidos. Las ideas nada tienen que ver con la realidad, por lo que negó la existencia del alma, por no ser un dato de experiencia. Sólo admitió los fenómenos o asociaciones de fenómenos y cayó en un escepticismo demoledor. Así, tenemos ya las dos nuevas corrientes que han de alimentar la filosofía de la Edad Moderna; el Racionalismo cartesiano (predominio de la razón) y el Empirismo de Bacon (predominio de la experiencia). Racionalismo y Empirismo: Las elaboraciones filosóficas del siglo XVII difieren en varios aspectos y de manera importante de las ideas del pensamiento renacentista. Debido a que el Renacimiento negó los presupuestos de la ideología medieval, se separan de éste tratando de encontrar en vano para el pensamiento. La filosofía del siglo XVII supo buscar esos nuevos métodos que facilitaron a los pensadores una gran creatividad. El Racionalismo construye la filosofía con el uso exclusivo de la razón, mediante deducciones sistemáticas, sacadas de unos principios que se consideran evidentes. El Empirismo, es el sistema que fundamenta la verdad de los conocimientos filosóficos en la experiencia. Ninguna afirmación es válida, sino está comprobada por la realidad. Laicización: En el transcurso de esta nueva filosofía se propusieron tres condiciones fundamentales que, posteriormente resultaron decisivas: la laicización (liberación de las costumbres respecto a la influencia religiosa), la extraoficialidad (liberación e independencia de los comportamientos respecto de la tutela imperial) y la sustitución del latín por los idiomas de las distintas nacionalidades. Los filósofos importantes dejaron de ser clérigos y sus enseñanzas dejaron de estar respaldadas por las instituciones políticas y por la Iglesia, llegando al pueblo por medio el idioma nacional. La Edad Moderna no prescindió totalmente de la Teología y la Metafísica, disciplinas implementadas en la Edad Media, llegando incluso a plantear nuevos proyectos metafísicos como el panteísmo de Spinoza, aunque la Teoría del Conocimiento fue su ámbito de interés principal. La imagen de Dios en la conciencia moderna: Grandes cristianos modernos intentaron cambiar la Fe con el Saber, construir la filosofía cristiana, lo que no sospecharon es que sus propias construcciones conducirían a menudo al ateísmo. 16
  • 17. Frente al avance de la Modernidad, se produce un “atrincheramiento” de las Iglesias Católicas y Protestantes. La acentación del valor del mundo y del hombre hace que Dios pase a segundo término. El hombre moderno, comienza a ver de otro modo la realidad, desaparece en el hombre el sentido de dependencia y ésta pone en tela de juicio la vida religiosa. Frente a esta autonomía del mundo y del hombre, la teología protestante reacciona diciendo que Dios es impenetrable para la Razón. La ciencia explica cada vez más fenómenos que antes se los ligaba estrechamente con Dios. Ligada al desarrollo científico y al mecanicismo aparece la idea de Dios, como la del impulsor de una máquina. Pero la obra no sería perfecta si tuviera que intervenir permanentemente. En otra corriente del espíritu moderno, Dios y el mundo se acercan hasta llegar a constituir una unidad; “Dios está en el mundo y el mundo está en Dios”. El Ateísmo se ha ido preparando durante siglos. Se comienza a pensar que Dios es una idea ilusoria del hombre. Este, lleno de limitaciones, proyecta en su Dios lo que él mismo desea ser. El siglo XIX, desemboca frecuentemente en un enfrentamiento entre humanismo y religión. El ateísmo era simplemente una alternativa de la Era Moderna. En esta era la cultura adquiere autonomía frente a lo religioso. DESCARTES, RENATO: (1596 – 1650) Nació en La Haye (Turena). Su padre, Joaquín Descartes, era consejero del Parlamento de Rennes. Su madre, Juana Brochard, de la Coussaye, murió en 1597. Quedó huérfano muy niño y al cuidado de un tutor Miguel Ferrand, el cual lo envió en 1606 al Colegio de La Flèche, “una de las más célebres escuelas de Europa”, regentado por los Jesuitas y fundado dos año antes por Enrique IV. Fue buen estudiante. Acababa de comenzar la guerra de los Treinta Años y, deseoso de conocer mundo, se alistó en 1617 como voluntario a sus expensas en el ejército protestante de Mauricio de Nassau, aliado de Francia contra España. Es innegable el contacto de Descartes con la Escolástica. En La Flèche se cursaban tres años de filosofía que comprendían lógica, física, matemática, metafísica y moral. Descartes pudo conocer las obras de Toledo, Fonseca, los Conimbricenses, Suárez y Santo Tomás. Pero desde su juventud su actitud fue poco favorable hacia la Escolástica con la cual rompe desde su obra más temprano que es la Regulae ad directionem ingenii. De ella dice: “esta ciencia da los medios de hablar de todas las cosas con apariencias de verdad y de hacerse admirar de los menos sabios”. No obstante, conserva los temas generales y la terminología escolástica. Habla de sustancia, esencia, existencia, accidente, modos, causas, formas, extensión, ideas, pensamiento, persona, etc. Sin embargo, el sentido que les da es muy distinto y equívoco en la mayor parte de los casos. Pudo conocer algunas obras de San Agustín ya desde sus años de La Flèche. Cabe también que se inclinara hacia el agustinismo como relación contra el escolasticismo cursado en el colegio. Hay muchas doctrinas cartesianas que parecen inspiradas en otras semejantes de San Agustín: el procedimiento de la duda como medio para superar el escepticismo y llegar a la certeza, que San Agustín utiliza contra los académicos y Descartes contra los libertinos; las ideas innatas, el cogito, ergo sum, como certeza fundamental, Dios y el alma como objeto principal de la filosofía, la prueba de la existencia 17
  • 18. de Dios por la idea innata de lo infinito, etc. Sin embargo, a pesar de haber coincidencias muy notables en la letra, el sentido y sobretodo el espíritu de esas doctrinas es esencialmente distinto. Los estoicos eran muy leídos en aquel tiempo (Justo Lipsio, Guillermo de Vair). Es fácil señalar en Descartes numerosos elementos estoicos: los pneumas o espíritus vitales, la localización del alma en el cerebro, su moral provisional, etc. Algunas de esas doctrinas pudo haberlas tomado de sus contemporáneos. Menos influencia ha tenido el neoplatonismo. La de Plotino es poco verosímil, y en cuanto a los neoplatónicos renacentistas, Descartes manifestaba más bien desdén y antipatía hacia los “novatores omnes”, y hasta se irritaba cuando alguno aludía a que se hubiera inspirado en ellos. Conoce la tesis de Nicolás de Cusa sobre la infinidad del mundo, pero no la acepta. Más concreta es la influencia en Descartes de algunos hombres de ciencia de su tiempo, como Claudio Mydorgue, Isaac Beeckman, Stevin, etc. con los cuales trató personalmente o mantuvo correspondencia. Descartes tiene viva conciencia de la novedad de su método. Piensa que todas las tentativas anteriores a él habían sido poco menos que estériles, y se decide a prescindir de todas las opiniones que hasta entonces había aceptado y emprender por propia cuenta la labor de edificar una filosofía. Se cree en posesión de un “inventum mirabile” que le permitirá levantar el edificio filosófico desde sus cimientos con una robustez que no sólo será capaz de resistir la duda y los ataques de los escépticos, sino que se impondrá necesariamente y sustituirá a todos los anteriores. Cree haber abierto a la filosofía un camino nuevo e ignorado hasta entonces, que conducirá a la verdad y producirá una ciencia sólida y esencialmente práctica, que hará a los hombres “maîtres et possesseurs de la nature”. Es absolutamente original en pretender deducir, con rigor matemático, toda la filosofía y toda la realidad, tomando como punto de partida una idea innata, clara y distinta, que en principio era solamente el Cogito, aunque después se vio obligado a ampliarla con las de lo perfecto e infinito y de la extensión. Era un procedimiento nuevo, que a ningún filósofo se le había ocurrido hasta él. Desarrollo Doctrinal: Descartes terminó sus estudios en La Flèche convencido de que el edificio de la filosofía estaba por construir. Poco o nada había de aprovechable en la labor de los filósofos antiguos. Abandonó varios años los estudios, dedicándose a “leer en el gran libro del mundo”. Apenas conservó la estima de las matemáticas, por su valor práctico y el rigor de sus demostraciones, cuya certeza y exactitud se basan en que “versan acerca de un objeto tan simple y libre de toda incertidumbre que pueda provenir de la experiencia, y porque consisten nada más que en deducir consecuencias por la razón”. Desde entonces, data su estima del método matemático como el más seguro y exacto, porque prescinde de la experiencia de los sentidos y por rigurosa deducción racional. Su primer proyecto fue el de una ciencia general matemática, pero restringida a las ciencias de la cantidad continua y discreta. El hallazgo del fundamento es un “invento admirable” (10 de noviembre de 1619). El invento parece referirse en primer lugar a la geometría analítica en cuanto que el 18
  • 19. método matemático podría aplicarse a todas las realidades físicas, lo cual permitiría interpretar todos los fenómenos físicos bajo un aspecto matemático. Con esto la ciencia física no dependería de la contingencia y mutabilidad de los seres materiales, ni de la experiencia falaz de los sentidos, sino solamente de la razón, adquiriendo un grado de certeza idéntico al de las matemáticas. De esta manera se lograría la unidad de las ciencias físicas y se constituiría la sabiduría que procura “el bien del hombre”. Una vez convencido de que la certeza y seguridad de las matemáticas provienen de su método deductivo rigurosamente aplicado, se propuso extenderlo no sólo en la física, sino a todas las ciencias en general. El ideal cartesiano de ciencia se asienta sobre la base de su concepto de ideas claras y distintas. Todo consiste en hallar una certeza primitiva inconmovible, una idea clara y distinta, de la cual pueda sacarse por deducción toda la filosofía. No se trata de extender a todas las ciencias un método que solamente tiene aplicación exacta a las realidades dotadas de cantidad, sino de tomar por modelo a las matemáticas en sus procedimientos rigurosos para pasar de lo conocido a lo desconocido. Para ello es necesario un orden. Previamente hay que fijar los datos ciertos de que podamos disponer, y buscar el más sencillo y evidente que sirva para introducirnos en el problema. Una vez hallado, hay que proseguir la investigación tratando de relacionar con él todos los demás términos de la cuestión. El ideal sería una unidad de ciencia, de método y de certeza. La ciencia es una, aunque verse acerca de diversos objetos. La naturaleza humana es esencialmente una, y uno es también el entendimiento que produce la ciencia. De la misma manera, tampoco se multiplican las ciencias, aunque el entendimiento considere diversos objetos. Siendo una la ciencia y formando un solo cuerpo sus distintas ramas, a todas deberá corresponderle un mismo método, tanto a las matemáticas, como a la física o a la metafísica. Y como el método más seguro y exacto es el matemático, éste deberá ser el preferido. Toda la razón de ser del método cartesiano estriba en su concepto de la realidad y de la ciencia. El método , o “Filosofía primera”, no será más que un medio, un camino para llegar al fin que se propone. De ese método infalible es del que debió hablar al cardenal De Bérulle, el cual hizo ver su responsabilidad como cristiano y su obligación de emplearlo en la misión apologética de demostrar irrefutablemente las verdades fundamentales de la religión cristiana, la existencia de Dios y la inmortalidad del alma, contra los “libertinos”. Propósitos: Una vez en posesión de su método, Descartes se propone construir un edificio filosófico, firmemente asentado sobre fundamentos ciertos e inconmovibles. Su desengaño de la filosofía escolástica, al terminar sus estudios en La Flèche, no hizo más que acentuarse a lo largo de su vida. En 1637 escribe: “Nada diré de la filosofía sino que, viendo que ha sido cultivada por los más excelentes ingenios que han vivido desde hace muchos siglos y que, sin embargo, no se encuentra todavía en ella ninguna cosa de la cual no se dispute, y que, por consiguiente, no sea dudosa, no tenía yo bastante presunción para esperar encontrar allí nada mejor que los otros. Asimismo, considerando cuántas opiniones diversas puede haber acerca de una misma materia, mantenidas por gentes doctas, siendo así que nunca puede haber más de una que sea verdadera, yo reputaba casi como falso todo cuanto no era 19
  • 20. más que verosímil”. Ninguna de las filosofías antiguas podía ser aprovechada íntegramente. Por esto le pareció preferible prescindir de todas y emprender por su cuenta la labor gigantesca de “regalar al mundo una filosofía”. La causa principal del fracaso de todos los filósofos anteriores consiste en que no habían sabido hallar un método adecuado. Descartes no se propuso redactar una enciclopedia filosófica completa, lo cual le parecía imposible y sobre todo inútil, sino ante todo disciplinar la inteligencia para disponerla a la investigación de la verdad en cualquier materia. Para filosofar no es necesario estar dotado de una inteligencia genial. Basta un ingenio corriente, el cual, con ayuda de un buen método, puede dar mejores resultados que los mayores talentos. Hay que eliminar implacablemente todo conocimiento incierto o sujeto a controversia y todo cuanto pueda enturbiar la claridad de la visión intelectiva. Descartes aspira ante todo a la sencillez y a la claridad, prescindiendo de cuestiones inútiles y de problemas insolubles. Descartes no se propone elaborar una ciencia puramente especulativa, sino esencialmente práctica. Se recluye en su interioridad para encontrar el método y los fundamentos sólidos de la ciencia. Pero, una vez hallados, aspira a dominar la realidad física hasta convertir al hombre en “maître et possesseur de la nature”. La filosofía es como un árbol, “cuyas raíces son la metafísica, el tronco la física, y las ramas que salen de este tronco son todas las demás ciencias, que se reducen a tres principales: la medicina, la mecánica y la moral…, que es el último grado de la sabiduría”. De lo cual tenemos que la filosofía es “el conocimiento perfecto de todas las cosas que el hombre puede saber, tanto para la conducta de su vida (moral), como para la conservación de su salud (medicina), y para la invención de las artes (mecánica)”. Descartes no se contenta con un conocimiento puramente teórico y especulativo. A diferencia de la filosofía abstracta anterior, la suya es dirige a lo concreto, a la sabiduría de la vida y al dominio del mundo. “Savoir pour pouvoir, pour prevoir”. “Y aunque yo no haya tratado de todas las cosas, lo cual es imposible, pienso haber explicado de tal modo todas aquellas cosas de las que he tenido ocasión de tratar, que aquellos que las lean con atención tendrán razón para convencerse de que no hay necesidad de buscar otros principios fuera de aquellos que yo he establecido para llegar a todos los conocimientos más altos de que es capaz el espíritu humano”. De sus principios es posible “deducir el conocimiento de todas las demás cosas que hay en el mundo”. El método: Preocupación: A mediados del siglo XVI comienza a sentirse vivamente la necesidad de un orden, de una disciplina y un método en el estudio de la filosofía y la teología. En Descartes, la preocupación por el método se convierte en verdadera obsesión. Todo el buen resultado depende del método. No basta tener talento, sino que lo principal es saber emplearlo bien. Aspira sinceramente a llegar a la verdad y a una certeza absoluta en la ciencia. Se propone realizar una construcción filosófica sólida, evitando cuidadosamente toda causa de error y de incertidumbre. Quiere también ahorrar trabajo inútil, y busca un camino fácil, sencillo y accesible a todo, que le preserve del error y le lleve de una manera segura y necesaria a la posesión de la verdad. 20
  • 21. En busca de una idea clara y distinta: Descartes aspira a asentar el edificio de la filosofía sobre una base inconmovible, de tal solidez que resiste incluso la duda más radical de los escépticos, y cree poder conseguirlo siguiendo un método estrictamente racional y deductivo. Para ello lo primero que necesita es un punto de partida incontrovertible, un principio firme, cierto, seguro, una verdad primaria indudable, una idea que le sirva para deducir de ella todas las demás de una manera infalible. Esa idea debe ser: a) Clara: la claridad es la presencia y manifestación de una idea en la inteligencia que la intuye. b) Distinta: la distinción consiste en su separación respecto de otras ideas. Una representación mental no debe contener nada que pertenezca a otras. c) Simple: las “naturae simplices” se contraponen a las “naturae compositae”. Vienen a ser los indivisibles del conocimiento. Son las “cosas más simples y más fáciles de conocer”, cuyo conocimiento es tan neto y distinto que la inteligencia no puede dividirlas en otras muchas conocidas más distintamente. d) Evidente: los primeros principios en el orden intelectual deben ser conocidos por sí mismos. A la simplicidad va unida la perfecta inteligibilidad. Las ideas o naturalezas simples se entienden solamente por el hecho de percibirlas; y las compuestas, descomponiéndolas en sus elementos simples. e) Intuitiva, f) Indudable, g) Innata. Precauciones previas: Descartes se propone eliminar previamente todas las fuentes posibles de error y de incertidumbre. Conserva la división aristotélica de las facultades del alma: sentidos exteriores, sentido común, memoria, imaginación (todas estas funcionan en virtud de la unión del alma con el cuerpo) y entendimiento. Hay una doble memoria, sensitiva e intelectiva. La primera depende de la imaginación, la cual está ligada a imágenes procedentes de la máquina corpórea. Solamente el entendimiento es espiritual y puede funcionar separadamente del cuerpo. La causa principal de nuestros errores proviene de los sentidos y de la imaginación. Desde la infancia, en la cual vivimos bajo el dominio de los sentidos hemos adquirido muchos prejuicios y es necesario eliminarlos previamente si queremos llegar a la verdad y a la certeza. Descartes no parte de la realidad de las cosas para llegar a la idea, sino de la idea para llegar a la realidad. De la unidad de la idea intentará llegar a la multiplicidad de las cosas. Después de haber demolido previamente por medio de la duda todo el edificio de sus certezas anteriores y de haber descalificado el testimonio de los sentidos, intentará una reconstrucción puramente interna, mental, ideal. Su filosofía no arranca del testimonio de los sentidos (Empirismo, Realismo), sino que, prescindiendo de ellos, tratará de construir la realidad solamente con su razón (racionalismo, idealismo). Dando por resultado una filosofía a puertas cerradas, puramente interna, subjetivista e inmanentista, confinada en un fenomenismo idealista, buscando la certeza exclusivamente en la claridad de las ideas. Distingue tres clases de ideas: adquiridas, artificiales y naturales o innatas. 21
  • 22. La duda, instrumento para llegar a la certeza: Para emprender el proceso deductivo de elaboración de su filosofía, Descartes necesita a toda costa un punto firme de partida, una idea clara y distinta que le sirva de verdad y fuente. Prescinde del testimonio de los sentidos y de la imaginación, descalificándolos en cuanto fuente de certeza, pero confía firmemente en la razón y su veracidad. El no duda por dudar, sino para asegurarse aún más en la verdad que cree poseer. Su aspiración es llegar a una certeza absoluta, a una verdad inconmovible, capaz de resistir todos los ataques de los escépticos y que le sirva como fundamento para edificar toda su filosofía. La duda no es un fin en sí mismo, sino un medio para llegar a la verdad y un instrumento para elaborar una filosofía sólidamente construida. Interpretaciones de la duda cartesiana: Duda es la suspensión de juicio ante dos términos contradictorios. Hay varias clases de dudas: Positiva, cuando por ambas partes hay razones que impiden asentir a ninguna; Negativa, cuando por ninguna hay razones suficientes; Universal, cuando se extiende a todo; Parcial, cuando su alcance se limita solamente a algunas cosas; Real, cuando no existe asentimiento; Ficticia, cuando realmente hay asentimiento pero fingimos suspenderlo; Metódica (denominación que nunca empleó Descartes), la cual puede ser real o ficticia, pero se emplea como procedimiento para llegar a cerciorarnos de la verdad.. Hay que someter a la duda todos nuestros conocimientos, sensitivos e intelectivos, incluso las proposiciones matemáticas. La duda cartesiana es positiva, porque busca razones positivas para dudar. La duda cartesiana es voluntaria y ficticia en su intención, pero real en sus efectos. Pero, de hecho, la duda cartesiana es tan eficaz para destruir como ineficaz para construir. Su eficacia destructora se ve por sus efectos. Resultado de la duda: el “Cogito, ergo sum”: Después de haberse esforzado por dudar de todo, Descartes se encuentra finalmente ante una certeza que resiste todos sus ataques, y de la que es imposible dudar. Es la conciencia simultánea del hecho de su pensamiento y de su propia existencia. Ha podido dudar de todo, pero no puede dudar de que piensa, y, por lo tanto, de que existe. Es cierto que para dudar hace falta pensar, y para pensar es necesario existir. Aunque me engañe, y aunque todo sea falso, tengo que admitir que yo, que me engaño al pensar, soy algo y no nada. Por lo tanto, la existencia real de mi yo, como sujeto que piensa, es absolutamente cierta. “Pienso, luego existo (Cogito, ergo sum)”, es una certeza y una verdad inconmovible. Orden de la Filosofía: Para filosofar bien es necesario pensar ordenadamente. Los resultados obtenidos hasta ahora con la aplicación de la duda universal son: una certeza fundamental (yo existo), y una cualidad esencial de ese yo existente (yo pienso). A Descartes no sólo le interesa el existo sino 22
  • 23. principalmente el pienso, pues en éste es donde fundamentará su concepto del pensamiento como esencia del alma, base de su psicología. Descartes debería deducir rigurosamente todas las verdades de la Filosofía, partiendo de la intuición del hecho en su existencia como ser pensante. La sustancia: La sustancia es el sujeto inmediato de cualquier atributo del que tengamos una idea real. Descartes pone el acento en la existencia, mientras que la escolástica pone como constitutivo de la esencia sustancial, no la simple existencia, sino el modo de existir (in se), a diferencia del accidente, que también puede existir, pero in alio. Descartes no procede de la realidad a la idea, sino a la inversa. Parte de la idea (esencia objetiva) para dar el salto a la realidad existente. La persona: Una consecuencia de la identificación de ser, alma y pensamiento es que la persona se reduce a la unidad de conciencia. Es el acto por el cual pensamos, queremos y sentimos, y en el cual se unifican los diversos fenómenos que experimentamos. Hay tantas personas, como conciencias distintas. Idea cartesiana de Dios: “Con el nombre de Dios, entiendo una sustancia infinita, eterna, inmutable, independiente, omnisciente, omnipotente, y por la cual yo mismo y todas las cosas que existen (si es verdad que algunas existen), hemos sido creados y producidos”. Dios es una cosa que piensa y que tiene en sí la idea de todas las perfecciones. Es la primera Idea, que no es causada por nadie ni necesita de otra idea para ser explicada, mientras que todas las demás ideas son causadas y se explican por la idea de Dios. Descartes quiere decir que Dios es la suprema realidad, en la cual el pienso y el existo se identifican plenamente y con la máxima perfección. Pruebas de la existencia de Dios: Las pruebas cartesianas proceden en el supuesto de que poseemos la idea innata, clara, distinta y objetiva, aunque inadecuada, de Dios; o sea, de lo perfecto e infinito. La idea de lo infinito es simple, primaria, positiva y anterior, lógicamente a la de lo finito, que es secundaria, compuesta y negativa. La idea de Dios es más clara y distinta. Pero, por orden de evidencia, la primera es la de Cogito, ergo sum; sigue después la de lo perfecto e infinito (Dios), y por último, la de la extensión. Descartes está convencido de que “la existencia de Dios es mucho más evidente que la de las cosas sensibles”. Descartes propone tres argumentos de la existencia de Dios: 1. Por la idea de Dios en sí mismo. 2. Por la causa de mi idea de lo perfecto e infinito. 3. Dios, causa perfecta de mi ser imperfecto. Estos tres argumentos se pueden reducir a uno: “Considerar su idea de lo perfecto e infinito” 23
  • 24. Atributos de Dios: Dios es el ser en el cual se hayan todas las perfecciones en el máximo grado que podemos concebir. Su esencia consiste en la unión íntima de todos sus atributos. Produce libremente las cosas por un acto de su voluntad omnipotente. No hay “verdades necesarias” independientes de Dios, porque nada hay anterior ni superior a Él, todo depende de su voluntad. Dios, garantía de veracidad: La demostración se desarrolla en cuatro proposiciones: 1. Dios es un ser perfecto (por la prueba de su existencia). 2. Un ser perfecto no me puede engañar. 3. Todo cuanto hay en nosotros viene de Dios; por lo tanto, también nuestras ideas claras y distintas (el ser perfecto es la causa Universal). 4. Las ideas claras y distintas son, otras tantas afirmaciones divinas en mí. Luego toda idea innata, clara y distinta es verdadera, pues está garantizada por la veracidad de Dios. IGLESIA Y MODERNIDAD La abolición del hombre, una falsificación del cientificismo: El problema moral de nuestra época, consiste en que se han cortado los puentes que la unían con esa evidencia original. El hombre sería captado de modo exhaustivo con la misma precisión que la materia. Psicoanálisis y sociología son las modalidades fundamentales para llevar a cabo este postulado. A decir verdad el hombre sometido a tales métodos de conocimiento no es más hombre en absoluto. El fin de la evolución es la supervivencia y el mejoramiento de las especies; las reglas para conseguirlo constituirían las únicas formas morales. El proceso que, de no ser tenido bajo control, abolirá al hombre. Tenemos que aprender de nuevo que las grandes conquistas morales de la humanidad son igualmente razonables y verdaderas que las adquisiciones experimentales en el campo de las Ciencias, de la naturaleza y de la técnica. La responsabilidad de la fe para con la sociedad y el mundo: Está en juego ni mas ni menos, saber si nosotros como creyentes tenemos derecho de esperar y, en tal caso, en que consiste precisamente el contenido de nuestra esperanza. Muy importante resulta comprender la correcta unidad de los dos testamentos. La auténtica comprensión de esto radica en que, el acto que decide la eficacia de Moisés no consiste en la liberación de Egipto, sino en la entrega de la ley sobre el monte Sinaí. El pueblo de Israel es liberado y llega a ser nación libre y soberana solo porque se ha convertido en una comunidad de derecho en torno a la ley de Dios, la no libertad es la ausencia de ley y de derecho. 24
  • 25. Verdadera justicia, justo derecho solo pueden surgir cuando el verdadero Dios es auténticamente reconocido; y así también, el hombre se conoce de veras a si mismo, y en ese reconocimiento de Dios reordena su ser en la comunión. Jesús sufre por la injusticia. El no opone a la injusticia una nueva injusticia, sino que la asume en su sufrimiento y así le fija su límite; el la transforma desde adentro. Una interpretación política de Jesús que lo convierta en un rebelde fracasado, no capta en absoluto su verdadera fisonomía. La fe en él traspasa el ámbito social y político. La fe abarca en sí lo social, no en la forma de un simple programa partidista, lo social está presente en la fe. Porque se no ha dado esta esperanza, experimentamos el valor, a pesar de todas las incongruencias, para retomar siempre de nuevo la lucha por un orden de justicia, que es el alma de la libertad y levanta un dique contra la tiranía de la injusticia. Creer es razonable: La fe no consiste en darse por derrotado en lo racional, consiste en retraerse en lo irracional. Tampoco es la fe una expresión de cansancio o de fuga, sino afirmación valiente del ser y apertura hacia la grandeza y la complejidad de lo real. El misterio tal como lo alcanza la fe, no es lo irracional, sino la máxima profundidad de la razón divina que nosotros, con nuestra débil vista, no estamos en condiciones de penetrar. Todo lo que existe es racional en su origen porque procede de la razón creadora. La fe enseña que el espíritu es el creador de todas las cosas, que llevan dentro de sí una razón que no procede de ellas mismas, la razón creadora. La época moderna se caracteriza por un singular tira y afloja entre racionalismo e irracionalidad. La fe salva a la razón, y la protege de las tentativas de reducirla a lo que tan solo puede verificarse la experiencia. Una religión que no sea más que un instrumento para alcanzar determinados objetivos se rebaja al igual que una religión que no pueda actuar mas que como un puro sentimiento. No se salva a la fe achicándola; de esta manera solo se consigue malvenderla. Ella adquiere significación únicamente cuando se le reconocen todas sus potencialidades, entonces lejos de ser nosotros los salvadores de la fe, es ella nuestra salvadora. El prestigio de la idea de Europa hoy día se ha empañado considerablemente. En otros tiempos Europa había sido la expresión apta para indicar lo que unificaba. Así, en la segunda posguerra, la idea de Europa ha demostrado ser una positiva energía moral, posibilitó un orden de paz entre los que otrora habían sido enemigos. También poderío económico. Europa un palabra de hermandad y de paz. Este aspecto de la fisonomía europea pide en la actualidad ser nuevamente considerado, cuando incluso se han abierto las puertas que separaban al este del oeste. La común razón moral y política exige que los límites se vuelvan lugares de encuentro y de intercambio y no puedan ser mas un símbolo en armas de la afirmación absoluta del principio de nacionalidad. Uno de los factores que desde hace un tiempo han puesto en duda la validez del ideal europeo consistió en que esta idea se fue diluyendo cada vez 25
  • 26. más en una mentalidad puramente economista, que amenaza con provocar un achatamiento de las almas. Es un hecho que la ayuda económica no dio por resultado el crecimiento gradual de mundos vitales con fisonomía totalmente distinta de la nuestra. La exportación del “Made in Europa y del Made in USA” fue sin duda un éxito para los países productores, pero empobreció a los destinatarios, creando rencor y desolación. Con la conquista de América la idea de Europa en su “extensión” muestra ser un ideal de reconciliación y hermandad pero por otro lado, va acompañada de una pretensión de dominio y de un poder económico. Actualmente oscila entre esos dos polos. La afirmación unilateral de la razón instrumental y la destrucción del “ethos”: El ideal de Europa fue elaborado al día siguiente de la segunda guerra mundial y intentó la integración y cooperación entre las naciones. Por mas que el nacionalismo haya nacido en Europa no ha quedado totalmente atrás, el hecho de que sea la tentación característica del momento que estamos viviendo. El marxismo pareció reemplazar la perdida fe cristiana con una dinámica de la esperanza que se había desarrollado en una especie de religión postcristiana. Ninguna estructura política o forma de civilización puede creerse eterna. Aún Europa, aún la civilización europea puede perderse para siempre. Nadie está en condiciones de construir la forma perfecta y definitiva del hombre y de la sociedad. La convicción de que al influir en las leyes que guían el curso de la historia se pueda finalmente construir algo que se asemeje a un paraíso terrestre , es enemiga de la libertad. “Siempre transformó al estado en un infierno el hecho de que el hombre haya querido transformarlo en un paraíso”. 26
  • 27. CONCLUSIÓN Finalizado nuestro trabajo de investigación, podemos afirmar que nuestros objetivos fueron cubiertos y nuestras expectativas, satisfechas. En el Medioevo, se produce la Revelación hecha por Dios en Israel, la cual establece que sólo existe un sólo Dios creador que nos da el Ser y al que amaremos por sobre todas las cosas; naciendo así la Filosofía Cristiana o también conocida como Teología. En esta época, era notable el poder sobre la sociedad que tenía la Iglesia, marcando los cánones de la moralidad. Así como la Edad Media fue una constante visión de Dios y una interpretación de la vida como renuncia y preparación para la muerte, el Renacimiento fue un amor extremado a la vida terrena, a la belleza y a la Naturaleza. Las características del Renacimiento abrieron paso a la Edad Moderna, la cual poseyó cualidades desligadas del dogma y las creencias religiosas. A partir de este momento, todo girará en torno a las dos corrientes que caracterizan a esta época: Racionalismo y Empirismo. El recorrido de la Edad Media a la Edad Moderna por vías del Secularismo, nos demostró la gran influencia de Dios y de la Iglesia a lo largo de la historia del hombre. 27
  • 28. ANEXO SAN AGUSTÍN La vida y la persona: San Agustín es una de las figuras más interesantes del cristianismo y de la filosofía. S u personalidad original y rica deja huella profunda en todas las cosas donde pone mano. San Agustín es hijo de aquella África romanizada y cristianizada de siglo IV, sembrada de herejías, donde conviven fuerzas religiosas diversas, animadas de una pasión extraordinaria. Nace en Tagaste, Numindia, en el año 345. En su ascendencia encuentra dos influencias distintas: su padre, Patricio, magistrado pagano, hombre violento, bautizado solo al morir; su madre Mónica, canonizada por la Iglesia, mujer de gran virtud y hondo espíritu cristiano. Aurelio Agustín estudió muy joven en Yagaste, en Madavo y luego en Cartago, a los 17 años. En esta época se enamora de una mujer, y de su unión nació el hijo Adeodato. También en ese tiempo encuentra Agustín por primera vez la revelación filosófica, leyendo el Hortensio, de Cicerón. Desde entonces adquirió consciencia del problema filosófico y el afán de verdad ya no había de abandonarlo hasta la muerte. Busca la Escritura, pero le parece pueril, por lo tanto busca la verdad en la secta Maniquea. En Cartago enseña retórica y elocuencia, se dedica a la astrología y a la filosofía. Luego marcha a Roma, y de aquí a Milán donde encuentra al gran obispo San Ambrosio, a quien escucha asiduamente y que contribuyó tanto a su conversión en el año 386. Desde este momento su vida es otra y se dedica íntegramente a Dios y a su actividad religiosa y teológica. Se bautiza por manos de Ambrosio y se dispone a volver a África . Antes de salir de Italia es consagrado obispo de esta ciudad. Muere en Hipona en agosto del año 430. Obras: Las obras más importantes son las referentes a la dogmática y a la teología y las que exponen su pensamiento filosófico. Sobre las siguientes: Confesiones, en libro antográfico de altísimo interés filosófico; la Ciudad del Amor, es la primera filosofía de la historia; además los Soliloquia, De trinitate, De ordine, etc. San Agustín recoge una serie de doctrinas helenística de Plotino y Perfidio; a Platón y a Aristóteles los conoce muy poco y por vía indirecta, mucho más a los estoicos, epicúreos, académicos y Cicerón. Este caudal tan importante de filosofía va a tomar por primera vez contacto con el cristianismo y con la Edad Media través de Agustín. Pero adopta generalmente las aportaciones de los griegos a las necesidades filosóficas de la dogmática cristiana, logrando un paso gigantesco en la fijación de los dogmas. Así, San Agustín se convierte en el más importante de los Padres de la Iglesia latina. Su obra filosófica es una de las fuentes capitales de que se ha nutrido la metafísica posterior. 28
  • 29. Verdad: Es el punto de partida del pensamiento de San Agustín. San Agustín propone un determinado concepto de verdad. La verdad en todo caso debe ser interna y necesaria. Lo mismo que Platón, llega al concepto de verdad en su sentido ideal pasando por la matemática. De este modo San Agustín se ha adelantado no solo al ”cogito ergo sum” cartesiano, sino también a la Teoría de Hume sobre el valor de hecho y verdades de razón. Fuente de verdad: No ha de considerarse superflua la experiencia sensible, pero la decisión sobre el valor entero y necesario de la verdad no tiene ciertamente en ella su base. San Agustín encuentra la verdad en el espíritu del hombre. ”No busques afuera”. Vuelve hacia ti mismo. En el interior del hombre habita la verdad. Y si hallas que tu propia naturaleza es mudable, trascendente a ti mismo. Para San Agustín el espíritu no es independiente sino que esta esencialmente unido y como adherido a algo superior a el, ”todo cuanto entendimiento encuentra ser verdadero, no se lo debe a si mismo”, el discurso de la mente no crea la verdad, la encuentra. El Padre de la Iglesia tiene una originalísima y peculiar pasión en este punto (Teoría de la iluminación o de la irradiación). Agustín concibe una iluminación mediante la cual la verdad se irradia desde Dios sobre el espíritu del hombre. No se trata de una iluminación sobrenatural, sino de algo natural. Para la palabra “iluminación” pudo ofrecerle a su Agustín la Sagrada Escritura, que designa a Dios como la luz que ilumina a todo hombre que viene a este mundo; también Platón para quién la idea del bien hace visible todas las verdades. No es acertado decir que Agustín por vía a filosófica, elevado por su fervor religiosos, recurriera de golpe a Dios para dar con ello solución al problema epistemológico. Es aquella manera de pensar platonizante que siempre lo detrás de lo imperfecto la que opera en el fondo de su espíritu y la que le hace ver detrás de toda verdad, que no es más que verdad participada, la verdad absoluta ; lo mismo que vio Platón el bien absoluto en todos los bienes particulares. También Agustín admite ideas, reglas y razones eternas que explican y fundan todo ser de verdad. En su luz se realiza nuestro encuentro con el mundo, lo vemos, lo pensamos lo entendemos. Solo que esas razones e ideas no las tiene la mente humana en sí como cosas propias, sino que pertenecen a un ulterior y más hondo fundamento, al espíritu de Dios. Esencia de verdad: Generalmente se tiene la verdad por cualidad del juicio y se pone su esencia en la conformidad de nuestro enunciados con la efectiva realidad del objeto(verdad lógica) Agustín conoce también esta verdad lógica y de ella parte ante todo en sus reflexiones. Pero luego queda relegada segundo plano para dejar en toda su luminosidad lo que es propiamente el fundamento de la verdad: las ideas y razones eternas en le espíritu de Dios. La verdad coincide con ellas, y ellas son las que constituyen el auténtico ser y esencia de la verdad, Y puesto que estas ideas son de Dios, puede decirse que Dios es la verdad. 29
  • 30. Ideas de las conceptos o conceptos de las ideas: Dios: El problema de la verdad coincidente inmediatamente con el problema de Dios ¿Existe? ¿Qué es? Existencia de Dios: Esto es cosa clara para Agustín y los demás padres. No obstante aduce sus propias pruebas para la existencia de Dios, una de las cuales es la prueba neológica la más característica. El razonamiento es el siguiente: el hombre descubre en los actos de su vida espiritual, en el querer en el pensar y en el sentir, verdades eternas, inmutables y necesarias. No están en el espacio ni en el tiempo; no son nada de hombre perecedero, sino que se revela aquí dentro del hombre otro ser humano y supertemporal. Detrás de todo lo imperfecto encontramos lo perfecto, detrás de lo relativo encontramos lo absoluto, detrás de lo humano, lo trascendente. Sencillamente por esta vía tocamos a Dios. Dios es mirado como lo perfecto sin lo cual es imposible pensar en lo imperfecto, la verdad y la bondad originadas de todas las verdades y de todos los valores, precisamente su fundamento y soporte. No es deducido por vía de un raciocinio casual, sino que es aprehendido de las mismas verdades. Agustín llega a un Dios viviente partiendo desde el alma viviente y personal. El pleno y real espíritu es siempre un espíritu viviente. Por otro lado este es quién le da forma y quien da al alma su vida. Y justamente aquí es donde descubre él la participación de esta vida anímica y de sus actos en la eterna, necesaria e inmutable verdad de Dios. “Tu estabas dentro de mí cuando yo estaba fuera y te buscaba fuera de mí”; vida de nuestra vida”. Otras pruebas de la existencia de Dios que desarrolla Agustín son la teológicas, la psicológica y la moral Esencia de Dios: Cuando Agustín habla de Dios, sabe y subraya que el Dios infinito es incomprensible para nuestro entendimiento humano limitado. Por ello nuestros conceptos solo pueden aplicarse a Dios de un modo analógico. Podemos decir que le conviene a Dios la unidad y la unicidad, que es infinitamente perfecto y eterno, sobre todo que es el ser. Además es el bien primero. Y finalmente es el fundamento del mundo, todo ser fuera de Él es imagen y traslado de los modelos ejemplares que existen en su mente. Dios es trino porque : a) es fuente del ser de las cosas; b) es la fuente de la verdad (ya sea como verdadero en sí, en cuanto que piensa las “razones e ideas eternas”, etc.); c) es la fuente del valor o bondad de los seres, como objetivo final al que todas las cosas aspiran y fuerza que las conduce. Creación: Es una realización de ideas insertas en la infinita riqueza y plenitud de Dios ¿Por qué se dio la creación? Porque lo bueno debía ser creado por el Dios bueno. ¿ Cuál fue su punto de partida? Aquí se aparta Agustín de Platón . No se da materia alguna eterna. Otras dos posibilidades toma en consideración : una emanación, al modo neoplatónico, o una creación de la nada. Puesto que la primera implica introducir en la naturaleza de Dios lo finito y lo mudable, no queda sino la creación de la nada. 30
  • 31. ¿Cuándo? El cuando de la creación queda en la eternidad, fuera del tiempo, porque el tiempo comienza a darse solo con la creación del mundo de los cuerpos. La marcha del proceso cósmico iniciado con la creación la explica Agustín por medio de tres factores: materia, tiempo y formas eternas: Materia: es el substracto de todo ser creado. Es lo no formado, pero tiene como oficio servir de pedestal y vehículo a la forma. Hay una materia espiritual, como la de los ángeles y una corporal, como la de las cosas naturales. Le cuadra el concepto de pura potencia o posibilidad de Aristóteles, pues es aquello de lo que todo puede hacerse adquiriendo un forma. Tiempo: Para Agustín el tiempo no es una realidad en si misma, independiente de las cosas que lo ocupan sucediéndose unas a otras, e independiente de la actividad de una conciencia que conserve en si lo que coma al cambiar, es pasado, y anticipe lo que ve, al cambiar, será pero aún no es. La presencia, en el alma, del pasado como recuerdo y del futuro como expectativa es lo que constituye la esencia del tiempo. “El tiempo es una distensión del alma. Es en el espíritu donde está la medida del tiempo” Si el carácter verdaderamente distintivo del tiempo es que no puede subsistir sin una cambiante realidad, el tiempo no podría ser si no hubiera criaturas mudables. La creación señala el principio del mundo y justamente el principio del tiempo. Pero no por esto es eterno porque la eternidad es sin variación y sin sucesión; es un presente detenido; la eternidad es Dios mismo. Forma: Es el factor más importante del proceso mundano. Ocupa el punto central de la teoría agustiniana del conocimiento y de su metafísica. La información de la materia se dio una sola vez en la creación, cuando de podía considerar la materia aún fuera del tiempo (creación simultánea). Hay, no obstante, en la realización de la forma alguna diferencia, pues algunas cosas ( como el día, el cielo, el mar, la tierra, el aire, el fuego y el alma humana) fueron hechas en un instante en su forma definitiva, mientras que otras ( los animales y el cuerpo del hombre) aparecieron gradualmente en el término de una evolución. Las formas son, pues, ahora, razones seminales o causales que solo con el tiempo van teniendo su connatural desarrollo. Agustín introduce, así, la idea de evolución en el proceso cósmico. Lo que quiere valorar en este es la forma y su fuerza. Con ello enaltece el valor de la sabiduría y de la omnipotencia divinas. Espacio y tiempo no hacen más que acoger en su seno y alimentar lo que Dios ha creado. Bien: Las razones eternas en la mente de Dios son para Agustín los fundamentos del conocimiento, del ser, y son, también, los de la moralidad. En este contexto se complace especialmente en denominarlas “ley eterna”. En rigor, este concepto es mucho más amplio, significa la voluntad que Dios manda a conservar el orden natural y prohibe perturbarlo. La ley eterna, pues, abarca al ser en su más amplio sentido, de modo que se comprendan el como sectores parciales el ser de la naturaleza (lex naturalis), el ser ideal de la valies lógica (lex rationis) y el ser de las prescripciones morales ( lex voluntatis). Pero en San Agustín la ley moral es designada con preferencia como la ley eterna, 31
  • 32. considerando esta última como el principio último y más general del valor y las normas morales. Así, en Agustín, la ley eterna queda erigida en principio de la moralidad. Y como ateniendo a su contenido coincide con la esencia de Dios, más exactamente con la divina sabiduría, puede decir también Agustín que Dios es el último principio del bien moral. Todo lo bueno es bueno por El, como todo lo verdadero es solo verdadero por El, y todo lo que tiene en realidad tiene su ser todo por EL. Junto a la sabiduría de Dios se admitirá también como principio de moralidad la voluntad divina, que es la que fija el decálogo. Esta voluntad de Dios no es voluntad de capricho sino que realmente coincide con la divina sabiduría y l a esencia de Dios. Felicidad: Si el amor es el alma de la vida ética se revela ya cual ha de ser su fin y coronamiento. Lo pone Agustín en la felicidad. Si nuestra vida es amor y anhelo, su plenitud y acabamiento será un estado de reposo y goce de la felicidad. La meta de la felicidad es la plenitud del amor. La Escolástica y su período anterior inmediato: Desde la muerte de San Agustín (430) hasta el siglo IX, aproximadamente, se desarrolla un período de transición; matizado borrones bárbaros que anulan a casi toda Europa. En comparación a la cultura anterior, este período sepulta unos y dispersa otros elementos clásicos, mostrándonos un fuerte apagón de las ideas, expresiones. La civilización se desintegra; la unidad política se fracciona; los habitantes huyen al campo para vivir del trueque, fruto de una economía autárquica. En síntesis, la cosmovisión antigua queda sumergida bajo un mar cristiano y a la vez, poseedor de corrientes con grandes problemas para la unión. El conocimiento, además de la agricultura, se refugia en los monasterios, gracias a recopiladores que reúnen los restos de los pensamientos en cierto tipo de enciclopedias. Intelectuales poco originales que solo reproducen, nada crean. Los primeros aparecen en Francia, España, Italia, Alemania, Inglaterra. En esta época el saber antiguo se conserva sin rigor intelectual, desordenadamente y sin distinción de disciplinas. Empero, más de cuatro siglos hay que esperar para que todo lo acumulado tome relieve, con el conocido renacimiento carolingio, cuando comienza la Escolástica. La misma se encuentra, no solo en los conventos, sino también en la escuela del Palacio, siempre subordinado al poder eclesial, pero con poder civil. Este saber, a diferencias de las siete artes liberales (gramática, retórica, dialéctica; aritmética, geometría, astronomía, música) es un saber teológico y filosófico. Todo sale de Dios para posteriormente volver a él. El trabajo de la Escuela es colectivo y de cooperación. Entre los siglos XI al XV existe dentro de ella un cuerpo unitario de doctrina que se conserva como un bien común, en el que colaboran y utilizan los diversos pensadores individuales. No se subraya nunca la personalidad del individuo sino, la acción o labor colectiva. La Escolástica prosigue su creciente vida en el estudio de unos mismos y pocos libros, en discusión de unas mismas y pocas personas; no es extraño que le interese pronto la cuestión del sentido de las palabras. Desde el siglo XI en adelante ha tratado de dilucidar si los términos universales son entes intelectuales o tienen una existencia propia. En principio hay dos posiciones 32