Las escuelas monacales en los monasterios preparaban a niños y jóvenes para la vida religiosa o sacerdotal a través de dos escuelas: la interior para futuros monjes y la exterior para sacerdotes. Enseñaban lectura, escritura, latín y textos bíblicos. El intercambio de conocimientos entre escuelas contribuyó a consolidar los monasterios como centros de expansión del saber, donde surgieron importantes maestros como Santo Tomás de Aquino.