1. Hasta 1800
Marco histórico y cultural
Edad media, sociedades feudales. Colonización en América. Renacimiento (Italia, siglo xv).
Influencia italiana en el arte y en la cultura. Barroco. Ilustración. Influencia Francesa en Europa y
en las colonias. Rococó (movimiento artístico importante). Revolución francesa (1789)
Los primeros relatos para niños: la tradición oral
La literatura existió antes de que naciera el texto escrito. Todavía hoy, el primer contacto del niño
con los cuentos y la poesía se produce gracias a la palabra. Ese conjunto de historias se ha
denominado tradición oral.
Cuando el ser humano uso la palabra como vehículo para transmitir historias, lo hizo buscando
una explicación al sentido de su existencia y a su relación con la naturaleza. Así nacieron los
primeros relatos, conocidos hoy como mitos. El mito es la respuesta simbólica a los interrogantes
del hombre frente a su destino.
Los primeros mitos se los contaban habitualmente los mayores a los niños y los más sencillos los
relataban los ancianos, los abuelos, antes de que el niño los escuchara a los recitadores más
famosos, rapsodas (artistas que andaban de ciudad en ciudad) y poetas.
Estas versiones aligeradas y abreviadas en sus detalles dieron lugar al hecho cultural vivo más
antiguo y el que peores tratos ha recibido por parte de la cultura de clase, el cuento popular (edad
media).
En estas versiones reducidas se habrían perdido los elementos típicos del mito, lo sagrado, y
habrían sobrevivido la acción y las aventuras. Los protagonistas serian personas casi reales,
reconocibles por quienes escuchaban estas historias, que no eran contadas por los poetas sino
por gente común.
Estos cuentos incluían mensajes profundos sobre la vida y el comportamiento, pero no grandes
lecciones morales, y la diferencia más significativa era el triunfo de lo pequeño y del más débil. Se
En ellos se daba cabida a todo tipo de temas: maravillosos, anecdóticos, burlescos, fabulas,
leyendas, hechos sobrenaturales y reales.
De Egipto y de India datan los cuentos populares más antiguos. Estos cuentos propagados
oralmente continuaron su expansión por países árabes hasta llegar a España.
En la Edad Media los niños eran considerados adultos desde los cinco años y participaban con
los mayores en todas las tareas, de manera que no resulta difícil suponer que también
escucharan estos relatos y alimentaran con ellos su imaginario. Pero todavía no se puede hablar
de una literatura escrita y pensada para ellos.
La imprenta y los libros infantiles
En 1456 el artesano alemán Johann Gutenberg, después de trabajar en su revolucionario
proyecto, la imprenta, edita la llamada Biblia de Gutenberg. (Primer libro)
En esos tiempos eran pocos los niños que tenían acceso a la cultura, reservada a las clases
sociales más privilegiadas. Para los niños de la nobleza se creaban libros de instrucción, como
catecismos, abecedarios, y los llamados ejemplarios.
Fue en Inglaterra donde en 1484 un editor tradujo las fabulas de Esopó añadiéndoles nos
grabados de madera. Este editor, imprimió las primeras lecturas para niños: los denominados
Hornbooks, Primers y Chapbooks. Los Hornbooks eran cartillas pedagógicas que, en una hoja y
protegidos por una fina lamina transparente, mostraban los números o el alfabeto. Los
2. Chapbooks, libros baratos y rústicamente editados, reproducían algún cuento, romance o balada.
Los encargados de distribuir estas obras eran los buhoneros o vendedores ambulantes.
El primero libro documental: Orbis pictus
La primera obra impresa para niños, el Orbis sensualium pictus (1658) es un libro didáctico, muy
innovador en su planteamiento. Joan Comenius (1592-1670) era un viejo pedagogo y pastor. Su
principal innovación fue la concepción del aprendizaje basándose en el juego.
Su teoría le llevó a concebir el primer libro documental para niños, el Orbis sensualium pictus (el
mundo en imágenes), editado en latín y alemán, con el que ambiciono mostrar el mundo
nombrando sus objetos y acompañándolos de pequeños grabados en madera que él mismo
preparo. Leyendo sus teorías, tres siglos más tarde, todavía se advierten principios innovadores
basados en la participación activa de los niños y en la inclusión de la belleza y la fantasía en los
trabajos escolares, algo que pedagogos como Montessori retomarían posteriormente. El libro se
difundió con rapidez y fue copiado en toda Europa.
En 1774 se publicó una versión más actualizada del Orbis, titulada Obras elementales. En ella
puede observarse más complejidad en la elaboración y en la intención pedagógica.
Las fábulas como instrucción preferida: La Fontaine
La fábula: breve historia donde los animales imitan el comportamiento de los humanos para dar
lecciones de moral, fue difundida por Esopo, llego al norte de África y regreso a Europa, donde la
moral cristiana la adoptó como relato ideal para transmitir sus enseñanzas. Fue en Europa donde
se inició la costumbre de añadir una sentencia al final. Los copistas dejaban siempre en blanco el
espacio donde figuraría la moraleja, para poder utilizar una letra y un color diferente. En el siglo
XVII, la fábula tuvo pleno apogeo
La Fontaine escribió unas fábulas, para educar al delfín, el hijo del rey, que entonces tenía cinco
años. El autor tuvo un trato continuado con las clases bajas, donde encontró historias que
convirtió en textos de mayor calidad literaria. La Fontaine es considerado el gran embellecedor de
estas historias populares. Su amplia cultura y sensibilidad le permitieron dar forma literaria a las
fabulas, difundidas gracias a la imprenta.
La belleza de su obra inspiró, un siglo más tarde, a Felix Samaniego y a Tomas de Iriarte.
(Fabulistas continuadores)
A los niños también les debe interesar la política: Fenelon.
Fenelon se embarcó en la que sería su obra más reconocida: los dieciséis volúmenes de Las
aventuras de Telémaco, donde el hijo de Ulises busca a su padre con la ayuda de Mentor.
Esta obra fue interpretada como un ataque a la política de Luis XIV. Las críticas que recibió, asi
como las represalias que padeció el autor por parte del monarca, ayudaron a difundir los libros y
lograr su éxito.
¿Es realmente una obra para niños? En la obra se incluyen temas que luego serian típicos de la
literatura infantil, como la búsqueda del padre o el héroe ayudado por un adulto.
Se comienza a recopilar los cuentos populares: Basile
Toda Europa leía a Esopo: la literatura popular y los cuentos de hadas estaban de moda en los
salones de las clases altas. A partir del siglo XVII comenzó un movimiento decisivo en la literatura
infantil: los recopiladores de esta tradición.
3. Giambatista Basile (1575-1632) quien en 1634 publico El cuento de los cuentos, conocido
posteriormente como el Pentamerone. En él, diez vecinas cuentan, durante cinco días, diez
cuentos cada una. Los encantamientos se deshacen gracias a la palabra. En el Pentameron se
encuentran ya algunos cuentos, como Cenicienta, El gato con botas o Piel de asno-
Basile fue el primer recopilador de cuentos populares que, mucho antes que Perrault, los
hermanos Grimm o Andersen, dio forma literaria a las historias que las clases populares conocían
y disfrutaban. Sin embargo no es el Pentameron un libro para niños, está lejos del entendimiento
de los niños.
El gran recopilador: Charles Perrault
Fue Charles Perrault quien perpetuo algunos de los cuentos que hoy en día los niños conocen, en
versiones de todo tipo. Perrault era un destacado hombre que asistía a las lecturas en los salones
de damas de la alta sociedad. Para esas lecturas recogió, en Cuentos de la Madre Oca. Historias
o cuentos de tiempos pasados (1697), viejas historias que reescribió con belleza y ritmo.
Perrault fue un hombre amante de lo burlesco y de la provocación. Volvió su mirada a lo que se
contaba en las calles y en los pueblos. Y se decidió a firmar sus libros con el nombre de su hijo.
Esos ocho cuentos, adquirieron su forma definitiva: La Bella Durmiente del bosque, Caperucita
roja, Barba azul, El gato con botas, Las hadas, Cenicienta, Riquete el del copete y Pulgarcito
perdieron la espontaneidad perdieron la espontaneidad con que eran narrados para recibir
innovaciones estéticas del gusto de la época. Lo maravilloso, que aquí se manifestaba en
hechizos, hadas buenas y malas, brujas, encantos y ensalmos, encontró en el público el éxito que
lo consagraría.
Todos encierran una moraleja muy sensata, y que se descubre más o menos según el grado de
penetración de los que lo leen. En ellos pueden observarse tres tendencias; la de la tradición (la
Madre Oca, es decir, los tiempos pasados), la narrativa (los relatos adquieren forma estructurada
de cuentos) y la didáctica (consejos morales).
Perrault no escribió sus cuentos para niños, a pesar de ser considerado en Francia la primera
obra infantil, ya que estos todavía resultaban, a ojos de los mayores, unos adultos en miniatura.
Perrault expreso una intención pedagógica y se refirió a sus cuentos como “semillas que se
lanzan, que al principio no producen más que movimientos de alegría o de tristeza, pero que
germinan hasta dar buenas inclinaciones.
Los cuentistas de las medias de seda: dAulnoy, Leprince de Beaumont.
Mundo de las hadas.
Madame dAulnoy todavía no influida por las ideas naturalistas de Rousseau, escribió varios
volúmenes de cuentos de hadas que llegaron a ser muy populares.
Llenos de belleza, aparecieron con el titulo El cuarto de las hadas, al que le siguió Las hadas a la
moda (1698). En la actualidad apenas se encuentran algunas de sus recopilaciones en ediciones
exquisitas, más bien destinadas a estudiosos que a los niños.
También en Francia Leprince de Beaumont publicó en 1757 el almacén de los niños. Por su
exceso de didactismo y moral y su poco gusto por los cuentos de hadas, fue olvidada en
generaciones posteriores, pero un cuento que incluyó en uno de sus tratados, La bella y la bestia
ha perdurado hasta nuestros días. Su fuerte carga simbólica lo convirtió en un cuento del que se
han hecho numerosas versiones, tanto literarias como cinematográficas.
4. De lo que los niños se apropian: Crusoe, Gulliver
En Inglaterra, país de grandes viajeros y comerciantes, acontecerían a principios del siglo XVIII,
varios hechos importantes para la historia de la literatura infantil. John Locke, principal impulsor
de reformas pedagógicas, defendió una educaciones menos rígida, donde el juego y la
participación del niño estuvieran presentes, y denostó la enseñanza basada en el castigo y la
fuerza.
Daniel Defoe destinó su primer libro a la educación de los hijos, dedicó sus últimos años a la
escritura y es autor del que hoy es considerado un clásico de la literatura juvenil, Robinson
Crusoe, publicado en 1719. Robinson Crusoe fue el encargo de un editor, y Defoe tuvo que
escribirlo en dos meses. La novela alcanzó tan acogida que fue traducida a numerosos idiomas y
el autor se vio obligado a escribir una segunda parte y tercera muchos menos interesantes y
exitosas. En la actualidad es considerada la primera gran novela de aventuras.
El éxito, todavía hoy, de la odisea de Defoe radica en el regreso al mito del hombre abandonado y
solo ante el peligro, aunque esta vez no se trata de un héroe con poderes, sino, según la tradición
de la literatura popular, un hombre corriente que debe superar por si mismo las adversidades de
la vida mientras estas, a su vez, le transforman a él. Lo que Robinson deja, veintiocho años
después de llegar a la isla desierta, es una tierra fecunda, creada con sus propias manos, las
manos de un hombre corriente. Esta presencia de un hombre común tendría un significado
político y social que no toda las capas de la sociedad estaban dispuestas a reconocer.
La narrativa que inaugura el Robinson de Defoe es la correspondiente a una nueva sociedad
capitalista, cuyo elemento representativo y dominante será el miembro de una clase que va a
lograr a finales de ese siglo adueñarse del poder: la burguesía. Esta novela de aprendizaje que
toma elementos de la época, como la fuerza de lo humano y lo racional en la construcción de la
sociedad, fascina a todos porque contiene las preguntas básicas sobre el sentido de la vida,
además de permitir una rápida identificación entre los niños, habituados a ser robinsones en sus
juegos, al investigar, desmontar y reconstruir la realidad.
Seis años después de la publicación de la tercera parte de Robinson, en 1726, apareció la novela
de otro escritor innovador, Jonathan Swift, Los viajes de Gulliver. Esta sátira, llena de humor,
donde se criticaban la política y los viajes de exploración, fue una de las lecturas favoritas de
niños y adultos que veían en los maravillosos acontecimientos de Gulliver una imagen de los
viajeros acostumbrados desde siempre a relatar al pueblo sus asombrosas mentiras, reales o no.
Swift fue un hombre extravagante, amante de lo burlesco y de la ironía, que no dudó en calificar
los cuentos de hadas contados por las sirvientas como historias estúpidas y escalofriantes, pero
de los que tomo elementos para inspirarse en su relato. El gusto de los pequeños por esta
historia, reside en el uso de recursos como la aventura y el empleo del juego del nonsense, como
ocurre en el mundo al revés, donde se altera lo real para situarlo de manera chocante y
humorística: ratas que roban una cabrita, el pescador que se echa a la espalda de una ballena o
el ciego especialista en colores, todos ellos, son muestras de la capacidad de burla y de juego
que Swift propuso con su texto.
Escritas o no para niños, son lecturas de las que ellos se apropiaron desde su publicación.
Contra las fábulas y las hadas: Rousseau
Rousseau fue capaz de revolucionar el pensamiento pedagógico de su época. Los niños eran
educados entonces con demasiada rigidez: apenas tenían relación con sus padres. Rousseau
5. propuso dar más libertad a los niños para jugar, saltar y moverse, predicó mas la protección que
la formación.
Sus ideas sobre educación las recogió en el tratado Emilio (1762), donde argumento a favor de
una educación más natural. Esto resultó una provocación para la iglesia, que enseguida prohibió
el libro y lo quemó en público. Se opuso al concepto de infancia que trataba a los pequeños como
adultos en miniatura, aparecía esta nueva visión defensora de una naturaleza donde los niños
eran niños antes de ser adultos.
Naturalidad y espontaneidad fueron las nuevas consignas que repitieron los seguidores de sus
teorías.
Rousseau contrapone lo que el niño recibía hasta entonces, por ejemplo las fábulas
aleccionadoras, a su concepto de un aprendizaje más participativo, basado en la experiencia.
Rousseau denostó las fabulas por considerar que los niños no las entendían. Recibió numerosas
críticas por su nueva teoría, aunque, si bien es cierto que en su trato personal manifestaba nulo
interés por los niños (abandono a sus cuatro hijos nada más nacer, sin saber siquiera el sexo o
ponerles un nombre), la enorme difusión de sus ideas provocó una nueva reflexión sobre los
libros para niños.
Las robinsonadas: el triunfo del nuevo hombre
Rousseau, con la recomendación de Robinson Crusoe como única lectura en la educación,
propicio el desarrollo de una moda literaria conocida como las robinsonadas. Joachim Campe, dio
el primer paso en esta moda al adaptar el original de Defoe y convertirlo en El nuevo robinson
(1779). Campe detestaba las novelistas que llegaban sobre todo en Inglaterra, para erradicarlas
publico obras para jóvenes como La pequeña biblioteca infantil, doce volúmenes publicados entre
1779 y 1785 en los que proponía narraciones, canciones, consejos y poesías para diferentes
edades.
Para difundir sus ideas educativas, Campe quiso aprovechar el éxito de Robinson Crusoe.
En España, donde en 1756 el Tribunal de la Fe había prohibido el Robinson de Defoe, la versión
de Campe fue adaptada por Iriarte.
Treinta años mas tardeen 1812, en Suiza, se publico El Robinson Suizo, a imitación del de
Campe, pero perfeccionado.
Cada país tuvo su propio Robinson.
La Condesa de Genlis:
La Condesa de Genlis era una opositora de Rousseau. Solo estaba de acuerdo con él en
condenar los cuentos de hadas, relatos, según ella, llenos de mentiras y fantasías que alejan a
los niños de la realidad. Escribió historias donde la imaginación y la fantasía estaban presentes,
pero sometidas a un estrecho control pedagógico.
Escribió: Adela y Teodoro, o cartas sobre la educación. (1782). Sus ideas fueron muy difundidas
por las clases nobles.
Berquin, al servicio de la aristocracia
Berquin amante de lo pastoril y de lo idílico (naturaleza, campo), decidió cuando, comenzó a ser
preceptor, dedicar sus esfuerzos a los pequeños.
Se hizo famoso con sus historias cursis, explotando la ternura y abusando de la sensiblería. Todo
6. es exagerado en sus historias: los niños malos son muy malos, los buenos son muy buenos.
Estaba claro en qué bando situarse.
Berquin fue exportado a las colonias francesas, así como adaptado en Gran Bretaña y difundido
durante la expansión colonial.
El comercio del libro infantil: Newbery
A mediados del siglo XVIII ya puede hablarse de un mercado especifico de libros para niños,
sobre todo en Inglaterra, donde la producción alcanzaba elevadas cifras.
John Newbery, librero y editor que en 1750 abrió las puertas de su Juvenile Library, fue famoso
por publicar libros muy asequibles y por considerar que la infancia era un público especifico, una
idea novedosa que no se haría realidad hasta principios del siglo XIX. Con una gran intuición
mejoro los libros que hasta entonces tenían los niños, los Hornbooks y los Chapbooks, haciendo
ediciones mas cuidadas, con ilustraciones y con un formato más adecuado para ellos.
Contaba con la ayuda de un grupo de ilustradores y escritores con los que daba forma a textos
inspirados en la literatura que circulaba a través de los vendedores ambulantes. Entre sus
ediciones, como la selección de cuentos populares La canción de Mamá Oca.
Newbery excluyó de sus repertorios los cuentos de hadas.
1800-1850
Marco histórico y cultural
Neoclasicismo. Primeras guerras de independencia. Comienzo del Romanticismo. Revolución
Industrial (Inglaterra). Surgimiento de la clase obrera. Disgregación de las colonias.
Dos hermanos recopiladores: Jacob y Wilhelm Grimm
Con el romanticismo, los libros para niños experimentaron cambios temáticos. El romántico,
emotivo y soñador, busco sus raíces en los cuentos populares, llenos de fantasía, que circulaban
por pueblos y aldeas. Lo popular era considerado romántico, algo propio, el acervo cultural de
cada pueblo, el referente que permitía distinguirse de los demás.
En cuanto a las publicaciones para niños, comenzaron a recopilarse cantos y rimas, para los
románticos, la infancia representaba la emoción en su estado más puro.
Los hermanos Jacob Ludwig y Wilhelm se hicieron famosos se dedicaron a los cuentos, pasando
a la historia como los hermanos Grimm.
En 1812, sale el primer volumen de Cuentos de niños y del hogar. En 1815 sale el segundo.
En 1822 apareció el tercer volumen y en 1825 se preparó una versión reducida.
A los hermanos Grimm, les movía el espíritu científico: recogieron los cuentos, a veces tal y como
fueron escuchados en un principio y los transcribieron respetando su esencia y sin introducir casi
ninguna variación.
Hansel y Gretel, Blancanieves, La Bella Durmiente del bosque, Cenicienta y Caperucita roja han
perdurado así hasta nuestros días. A diferencia de otras recopilaciones de cuentos que se
sucedieron durante años, y en las que cabía todo tipo de expresiones populares, propias de
leyendas y hasta de costumbres, la selección de los hermanos Grimm ha permanecido porque,
dentro de la tendencia romántica en la que fueron recopilados, evitaron los sentimentalismos y
moralismos típicos del momento.
7. Tras la estela de los Grimm, se publicaron en Alemania muchas recopilaciones, entre las que
destaca, la de Cuentos y recuerdos juveniles.
En Dinamarca, Hans Christian Andersen humilde hijo de zapatero que durante años persiguió el
éxito a través de sus escritos, lo encontró finalmente con una obra que él consideraba menor:
Cuentos relatados a niños. Son relatos que mantienen su encanto para ser leídos en voz alta: de
hecho su autor recorrió durante años Dinamarca leyéndolos y disfrutando con las reacciones de
sus oyentes. Estos cuentos fueron creados por él. Recurrió tanto a la fantasía y a la imaginación
como al patetismo para que sus lectores supieran que la vida está llena de dolor.
Cuentos como La cerillera, El patito feo, o el soldadito de plomo simbolizan la imposibilidad de
alcanzar la felicidad.
La difusión del Romanticismo y sus variaciones: lo fantástico
Cada país adecuó esta corriente romántica a sus propios intereses.
El norteamericano Washington Irving quien viajo durante diecisiete años por la Europa romántica,
empapándose de las bellas tradiciones que en esos momentos se rescataban, escribió cuentos
inspirados en hechos sobrenaturales ambientados en Estados Unidos.
Hoffmann también añadió a sus historias elementos sobrenaturales, muchos de ellos
relacionados con el mundo de los sueños. Hoffmann publico Los hermanos de San Serapión,
donde incluyo El cascanueces y el rey de los ratones. En este cuento relata la fantasía de una
niña enferma a quien la fiebre produce sueños intensos: sus juguetes adquieren vida y luchan
contra los ratones y su rey. Hoffmann lo escribió para los niños, en son de queja por los textos
que los adultos proporcionaban.
Hoffmann se anticipó con este cuento a una realidad psicológica que posteriormente estudiaron
algunos científicos, y es considerado en la actualidad por los historiadores alemanes de la
literatura infantil un clásico.
Las prescripciones de la pedagogía: continúan las robinsonadas
En la primera mitad del siglo XIX, el libro de moda continuo siendo la robinsonada. Cada país,
quería tener un Robinson propio.
El impacto de este modelo se extendió hasta el siglo XX. Durante este tiempo no era raro
encontrar en la producción de autores con éxito alguna historia inspirada en las aventuras de
náufragos.
Desde las primeras novelas pedagógicas inspiradas en Defoe, hasta las novelas contemporáneas
de aventuras, se puede ver un interés atemporal de los lectores por las hazañas, la curiosidad por
lo desconocido y la fuerza del hombre para combatir adversidades.
Un caso especial: La Condesa de Ségur.
La Condesa de Ségur comenzó a escribir las historias que contaba a sus nietos. En 1856 publicó
Nuevos cuentos de hadas, y su éxito la animo a escribir otros textos, desde religiosos hasta los
que incluyen consejos para cuidar a los niños, de gran aceptación hasta el siglo XX.
Esta mujer incluyó en sus historias la fantasía de una infancia diferente. Su rebeldía contra los
métodos de educación que padeció la trasladó a los libros, que supusieron una ruptura con lo
escrito hasta el momento. Las desgracias de Sofía, la historia de una niña malcriada que miente y
se rebela, o Memorias de un burrito (1859), son libros que han provocado opiniones encontradas.
8. En sus historias se presenta un modelo de niño diferente: no es el niño artificial, que responde
con pasión y obediencia a sus tutores, sino un niño más espontaneo y natural.
Struwwelpeter: el niño anárquico y por fin el humor
En 1844 se publicó Struwwelpeter del joven médico, Heinrich Hoffmann, quien después de buscr
un cuento para su hijo de cuatro años, decidió comprar un cuaderno con las hojas en blanco y
crear el mismo uno para advertirle de las terribles consecuencias que sus actos podrían
ocasionarle. Hoffmann ilustró sus breves historias rimadas con dibujos que, coloreados
vivamente, tenían como objetivo causar una inmediata impresión en el lector. Acostumbrado a
hacer dibujos para los niños de su consulta y amante de la poesía, no le resulto muy difícil llevar a
la imprenta estas historias.
El éxito de Struwwelpeter que se conoció como El despeluzado o Pedro el melenas, radica en su
intención moral: es tan grande que la exageración sobrepasa la realidad, y su desproporción,
tanto en situaciones como en los objetos que agreden (enormes tijeras, fuegos devoradores), asi
como las caricaturas a que quedan reducidas las figuras autoritarias, convierte las historias
aleccionadoras en burlas a la educación represiva. Por ejemplo, Gaspar Sopas, quien, por no
tomarse la sopa, adelgaza hasta que el quinto día muere, o el niño que de tanto chuparse el
pulgar se queda sin él, o la niña que juega con el fuego y acaba convertida en cenizas. La fuerza
de la imagen, más elocuente que el texto y la imposibilidad de los castigos convierten este libro
casi en una obra de humor que, lejos de asustar, provoca la risa.
En Struwwelpeter confluyen dos tradiciones: la del movimiento racionalista de la ilustración, y la
de la tradición popular con la sencilla ordenación del mundo entre lo bueno y lo malo. La novedad
residió en el niño anárquico, que hace lo que quiere sin importarle las consecuencias.
Los libros para niños comenzaron a partir de esta obra, a desprenderse de su carga moral para
acercarse a modelos literarios propios, que rompían de alguna manera con lo existente hasta el
momento.
Sin ser libros con intención literaria, mostraban una imagen de los niños menos rígida y artificial:
son malos y traviesos, y por primera vez se puede decir que apareció el humor sarcástico.
Con el humor se reivindico una infancia diferente, necesitada de juego y diversión.
Dos nuevas miradas a la infancia: William Blake, Charles Dickens
Lejos de la burguesía se encontraban los niños de familias pobres, aquellos por los que la
literatura nunca se preocupó y que se veían a diario en las calles.
William Blake publicó en 1789 una edición artesanal, ilustrada por él mismo, titulada Cantos de
inocencia. En ella, bellos poemas reflejan la necesidad de una infancia inocente que pueda reír,
alejada de la dura realidad de los adultos. Blake se anticipó a un movimiento posterior: el de la
idealización de la infancia.
En una línea muy diferente de denuncia social se presenta Charles Dickens, quien sufrió al
trabajar siendo niño doce horas diarias en una fábrica. Dickens publicó la primera parte de Oliver
Twist, el muchacho pobre que escapo de un orfanato para caer en Londres en las garras de un
grupo de ladrones. Escrito para atacar la nueva Ley de Pobres y dirigido a sus lectores adultos,
no dudó en exagerar e ambiente criminal de los barrios bajos de Londres para llevar a cabo su
propósito, lo que entusiasmo al público. Dickens escribió sobre los problemas que afectaban a la
sociedad y quiso denunciar a las instituciones públicas. Continúo esta línea de denuncia con
Cuento de Navidad cuyo protagonista, el avaro señor Scrooge, no quiere celebrar la Navidad.
9. Dickens sirvió de inspiración a toda una generación de escritores que utilizo la infancia para tocar
las fibras sensibles de los adultos.
Y si los niños se divierten ¿qué?: Edward Lear y el nonsense
Hasta mediados del siglo XIX, los intereses del niño siempre permanecieron en segundo plano,
es por eso que hay que destacar al inglés Edward Lear, porque inauguró un nuevo y verdadero
género literario: el infantil, continuado posteriormente por Lewis Carroll, que produjo en Inglaterra
la denominada edad de oro de la literatura infantil.
Edward tuvo una infancia mas bien austera por no decir pobre, transcurrió en brazos de su
hermana, que lo cuidó como una madre y le procuró la formación que el enfermizo niño no pudo
recibir en la escuela. Esta educación, basada en la música, las artes y los idiomas, influyó para
que Lear adoptara el pincel como medio de subsistencia. Preparo un libro de dibujos de aves con
que logro encontrar trabajo y conocer a Lord Stanley quien lo contrato para dibujar la fantástica
colección de animales exóticos de su zoo particular. Allí pasó varios años, y en sus ratos libres
entretenía a sus nietos y bisnietos. Para ellos escribió los disparates llamados limericks, que no
son otra cosa que poemas de cinco versos donde las palabras juegan y se mezclan rítmicamente.
Una primera recopilación de estos poemas con sus propias ilustraciones se publicó en 1846 con
el título El libro del absurdo (sinsentido).
¿En qué consistió la clave del éxito, su innovación? Empleo el disparate, la comicidad en las
rimas, la sonoridad de las palabras y la experimentación.
1850 – 1900
Marco histórico y cultural:
Auge de la Revolución Industrial. Prosperidad económica. Pérdida e independencia de colonias
en América Latina. Naturalismo. Modernismo. Colonización de Norteamérica. Configuración de
Italia y de Alemania como naciones. Auge del Romanticismo.
¿Qué ocurrió en las tierras conquistadas?
En las tierras que, desde hacía años, estaban siendo colonizadas por los europeos, los libros
para niños adoptaron peculiaridades temáticas que los diferenciaron de lo producido hasta el
momento en Europa.
La formación de una generación: Karl May
Karl May es un ejemplo de la alianza que puede establecerse entre un escritor con ganas de ser
famoso y un público necesitado de héroes.
Fue condenado varias veces en su juventud por sucesivos robos y, en la última de sus
temporadas en la cárcel, trabajo en la biblioteca, donde encontró inspiración. Sus libros mas
conocidos fueron los que transcurrían en el oeste americano, en especial los agrupados bajo el
nombre de Winnetou.
Los lectores adoraban sus historias porque las circunstancias políticas y sociales así lo
proporcionaron.
La aventura nunca muere: Stevenson, Kipling, Pyle
10. Stevenson, periodista y amante de los viajes, actualizó el género de aventuras retomando los
modelos ya conocidos y añadiendo nuevos temas y motivos. Una de sus obras más destacadas
fue La isla del tesoro, un clásico que hasta el día de hoy se sigue leyendo con emoción.
Otro representante de este género fue Joseph Kipling, que escribió El libro de la selva (1894). El
éxito del libro lo llevo a escribir la segunda parte en 1898 y poco a poco consagró toda su obra a
la infancia.
La aventura científica: Jules Verne
Jules Verne escribió sin demasiado éxito sus primeras novelas, hasta encontrar al editor Hetzel.
Su primera prueba de confianza fue la publicación de Cinco semanas en globo (1862). El
desmedido éxito de esta historia hizo que Hetzel le propusiera un contrato para veinte años.
Comenzó entonces una época en la que produjo todo tipo de aventuras: marinas y submarinas,
aéreas y subterráneas, terrestres y extraterrestres, como fueron Viaje al centro de la Tierra, La
vuelta al mundo en ochenta días, etc.
Verne explicó a sus lectores que la ciencia podía aclararlo todo, y que el hombre podía llegar a
dominar el mundo con su saber científico, así quedaba patente en sus novelas, donde la ciencia
siempre vencía a la naturaleza.
En sus novelas pretendía hablar de asuntos reales, y no de burdas fantasías maravillosas. La
ciencia y sus progresos estimularon su imaginación.
Ciencia versus fantasía: la edad de oro de la literatura infantil
La segunda mitad del siglo XIX en Inglaterra fue el siglo de oro de la literatura infantil. Se
publicaron libros alejados de la pedagogía y de la moralina. Un grupo de escritores prepararon
obras que representaron un avance cualitativo en la literatura infantil.
El matemático dual: Lewis Carroll
Lewis Carroll, merece un espacio aparte en cualquier historia de la literatura infantil, quien sintió
desde pequeño una gran inclinación por el juego intelectual. Hoy en día es conocido como uno de
los mejores retratistas de niños, en concreto de niñas, quienes también le impulsaron en su faceta
de escritor.
Las niñas eran, en su opinión, la esencia de lo romántico y un permanente recuerdo de la
infancia. Con las hijas de sus amigos paso largas tardes dedicado a relatar historias, a jugar con
las palabras y a compartir el temperamento infantil que tanto admiraba caracterizado por la
ingenuidad y la espontaneidad.
En un paseo en barco con un amigo y sus tres hermanas, Carroll inició como tantas veces, una
de sus historias. Esta vez, la fantasía desbordada y la diversión que brindó a sus acompañantes
provocaron que Alicia le pidiera escribir el cuento para no olvidarlo. De esta manera Carroll
redactó un primer boceto, Las aventuras subterráneas de Alicia, que luego en su versión definitiva
se llamo Alicia en el país de las maravillas (1865). El libro fue el resultado de un cuidadoso trabajo
de escritura y edición. La obra obtuvo elogios casi unánimes. Cada lector encontraba en el libro
algo que le emocionaba: sus juegos de palabras, las disparatadas aventuras, las
transformaciones.
El encanto de esta obra se debe a que Alicia es el disparatado viaje de una niña por un mundo
poblado de adultos excéntricos, animales absurdos con los que entabla un juego de cartas el
11. primero y de ajedrez en el segundo, y a los que debe combatir con su ingenio. Es prácticamente
uno de los primeros libros para niños que decide explorar las posibilidades del lenguaje.
Mejor no crecer: Peter Pan
James Matthew Barrie, fue un escritor que tuvo una infancia desdichada que le llevo a rechazar
durante toda su vida el mundo adulto. Más bien podría decirse que no tuvo infancia, tras la muerte
de su hermano de catorce años en un accidente, pasó, con solo siete años a sustituirle en los
afectos de la madre. Este hecho trágico marco su vida: de niño crecerá aceleradamente para
satisfacer los deseos de su madre y consolarla por la pérdida del hermano, y de adulto echara de
menos ese mundo perdido que nunca pudo disfrutar.
La infancia, representada en los cinco hijos de una pareja amiga a quienes adoptó cuando sus
padres murieron, fue para él una fuente de inspiración y recreo que le ayudó a evadirse de una
vida adulta más bien frustrada y su matrimonio desastroso solo alimento el deseo de permanecer
en el mundo de la infancia.
Fue con esos niños con los que gesto una de sus primeras obras de teatro, El pajarito blanco,
donde apareció ya perfilado el personaje de Peter Pan.
En 1911 se publicó Peter Pan y Wendy, con la que obtuvo un gran éxito. Barrie había creado un
mito nuevo, el del niño abandonado que no quiere crecer, inspirado en mitos clásicos.
El País de Nunca Jamás, al que acuden los niños perdidos y los que no quieren crecer, es un
refugio para los niños de todos los tiempos que ven el mundo de los adultos como algo
inquietante y desean mantenerse alejados de las figuras parentales. A Barrie nunca le preocupó
mostrar a los niños la importancia de crecer, le basto con asegurarles que la infancia podría ser
un lugar de felicidad y despreocupación.
La pedagogía al servicio de la patria
El acceso a la alfabetización y a la cultura a fines del siglo XIX dejó de ser patrimonio exclusivo de
las clases altas, y la pedagogía adquirió una nueva dimensión en cada país. La educación trataba
de reflejas las inquietudes del momento.
Los niños pasaron a ser una de las preocupaciones educativas institucionales
También hay niños desobedientes: Pinocho
Pinocho, traducido a más de doscientas lenguas, con cientos de ediciones ilustradas y que dio
origen a numerosas “pinochadas”, nos sitúa frente a una figura muy popular.
Pinocho es recomendado por sus virtudes por el triunfo del bien frente al mal, por ese muñeco de
madera atrevido y maleducado convertido, finalmente y gracias a la bondad, en un niño ejemplar
que cuida de su abuelo. Esta es la lectura de los adultos pero ¿Cuál es la lectura de los niños?
Collodi comenzó a escribir la historia del pedazo de madera en un periódico por entregas, como
era habitual en esa época. Después de quince capítulos de aventuras de este muñeco
irrespetuoso, Collodi lo ajustició para liberarse de él, pero ante las insistentes protestas de los
lectores, lo hizo revivir y le dio vida en catorce capítulos más, donde ya adopto el titulo de
definitivo de Las aventuras de Pinocho, y finalizo en las siguientes siete entregas cuando convirtió
el muñeco en niño. La historia es la socialización de un niño, el desarrollo que cualquier pequeño
necesita desde el egocentrismo hasta la responsabilidad. Por eso, es una historia que todos los
niños del mundo pueden leer, y en la que pueden sentirse reconocidos. El Pinocho de madera
representa el mito de la infancia anárquica, que solo desea comer, beber, dormir y divertirse y
12. este es modelo que los niños adoran y con el que se sienten identificados.
La pertenencia de Collodi al mundo del periodismo y no al de la pedagogía, le permitió introducir
modificaciones en la estructura de la historia, que renovaron de alguna manera el género de libros
para niños. Hay un cambio en los roles de los adultos, quienes no solo son comprensivos con las
travesuras del niño, sino poco autoritarios. La figura paterna aparece transformada en un señor
mayor y pobre como Gepetto, en contraste con las presentadas hasta el momento.
A los niños les gusta Pinocho al sentir como suyas la rebeldía, la desobediencia, el optimismo y la
independencia del muñeco.
Un nuevo modelo de infancia: los niños malos
En Alemania se público en 1865 el libro Max y Moritz, de Busch. Escribió un libro
intencionalmente satírico, que tiene como tema principal las travesuras de dos hermanos. Si en
Pedro el melenas se parodiaban los castigos, aquí la burla se encuentra en las bromas de los
traviesos niños, que no dudaban a la hora de llenar de pólvora la pipa del pacifico compositor
Lampel o de poner insectos en la cama de su tío. En cada travesura los adultos salen muy mal
parados, y los niños se esconden en un rincón para reírse hasta que finalmente les llega la hora
del castigo, que consiste en ser convertidos en panes y triturados para alimentar a las gallinas.
Este final, tan en la línea de esos castigos moralizantes y exagerados, no invita sino a la risa. Una
vez publicado se convirtió en uno de los libros preferidos por los niños, gracias a la ruptura
estética con las tendencias del momento.