La abeja estaba triste porque la mariposa no quería ser su amiga. Así que la abeja invitó a la mariposa a un té con sus amigas las margaritas para que conociera lo maravillosa que era. Las margaritas le contaron a la mariposa lo bien que trabajaba la abeja polinizando. Después de eso, la mariposa y la abeja empezaron a conocerse mejor hasta que se enamoraron a pesar de ser diferentes. Decidieron pasar el resto de sus días juntos y fueron felices.