PARÁBOLA DEL HIJO PRÓDIGO: CLAVES PARA LA REFLEXIÓN.pdf
Lo que exige la conversión: descalzarnos, ser compasivos y pacientes
1. ¿QUÉ NOS EXIGE LA CONVERSIÓN?
Queridos amigos: ¿Cuántas veces hemos oído hablar de conversión, de cambio,
de “dar la vuelta” a esta sociedad, a esta cultura, al estado económico actual?
¿Cuántas veces decimos, que no vale un culto sin compromiso, ni una práctica
religiosa sin cambiar nuestras actitudes y acciones?
Hoy, el Señor, nos recuerda: “si no os convertís, todos pereceréis lo mismo”.
(Lc. 13, 3).
¿Qué nos exige la conversión?
Las lecturas bíblicas de la liturgia de hoy nos dan algunas claves:
Descalzarnos como Moisés. (Ex. 3, 1 – 15).
Descalzarnos de nuestros prejuicios o rutinas, para que podamos encontrarnos
con el “Dios de la vida”, “con el que es” y el que está, con el que oye, ve, y se
fija en nosotros para liberarnos de nuestra opresión o esclavitud.
La persona religiosa (como Moisés) tiene deseos de conocer a Dios y
relacionarse con Él.
Uno se asemeja al Dios que venera y adora.
Uno se acerca a ese Dios que gusta estar con nosotros y se deja invitar a la
mesa.
Uno se acerca al Dios que es fiel a las promesas y a las alianzas; que es fiel a la
amistad.
Ser compasivos y misericordiosos. (Sal. 102, 1 – 11).
Dios, para estar cerca de nosotros, necesita de mediadores; necesita de nuestra
compasión y misericordia. Necesita de nuestras manos y de nuestro corazón para
hacer experimentar que Él es amor y misericordia. Necesita de personas
misericordiosas, que sepan captar los más profundos silencios, las más
angustiosas desdichas. Necesita de personas que se les conmueva el corazón y
escuchen el clamor de los pobres, las quejas de los oprimidos, el grito de los
torturados, el temblor de los débiles, la desesperanza de los parados o la
humillación de los emigrantes.
Ser pacientes, (como el dueño de la viña) “y dejarla un año más”. (Lc. 13, 1 – 9).
La conversión, nos exige “ser pacientes”, saber esperar un año más. Quizá,
siendo pacientes, descubramos que el dar o no dar fruto no depende sólo del
árbol, sino también de la tierra, del abono, del clima o de las circunstancias. La
conversión, nos exige “dar siempre una nueva oportunidad” y seguir actuando
con misericordia, corrigiendo, podando, cuidando, pero no destruyendo ni
arrancando.
La conversión, exige creer que la caridad, suscita caridad.
Gabriel.
3º. Domingo de Cuaresma. Ciclo. C. Madrid. 3 de Marzo de 2013.