Jennifer cuidaba a su abuela Tota y la acompañaba a pasear. Tota, una mujer educada de clase media alta, le contaba historias de su vida usando un lenguaje culto con palabras que Jennifer no entendía. Jennifer repetía esas palabras con sus amigos del barrio para parecer inteligente. Un día, uno de sus amigos usó algunas de esas palabras confusas en un banco y la policía lo arrestó por sospecha de robo. Tota fue a pagar la fianza pero también la arrestaron por complicidad.