2. Introducción.
A la muerte de
Fernando VII en 1833
había cuatro modelos
de Estado posibles:
• La creación de un sistema de Carta
Otorgada: un régimen mixto basado en
la reforma administrativa y económica
del país, pero sin variar demasiado el
sistema político. Se llama sistema de
Carta Otorgada porque por este
documento, el rey autolimita su poder.
Era la opción preferida por Maria
Cristina y la nobleza.
• El mantenimiento del
Antiguo Régimen y el
Absolutismo
monárquico, opción
defendida por el
Carlismo, articulado en
torno a Don Carlos María
Isidro y al
tradicionalismo. Esta
opción fracasará con la
derrota del Carlismo.
3. Introducción.
• Un sistema Liberal Puro,
defendido por los
progresistas, que
significaría:
– Soberanía nacional.
– División de poderes.
– Sufragio universal o
sufragio censitario
muy amplio.
– Derechos y
libertades políticas
muy amplias.
– Ayuntamientos
democráticos.
– Milicia nacional (es
decir, el pueblo en
armas) en defensa
de la Constitución.
• Un sistema Liberal Doctrinario, que
defendían los moderados y que se
basaba en:
– Soberanía compartida por el rey y las
Cortes.
– División de poderes, pero con un
Senado de Notables, que tendría la
función de reducir el posible carácter
progresista de la Cámara Baja (tal y
como hacía la Cámara de los Lores
inglesa).
– Sufragio censitario muy restringido.
– Derechos y libertades políticas
restringidas.
– Ayuntamientos controlados por el
poder central.
– Una fuerza de orden público
profesional, encargada de defender
la legalidad vigente.
4. Las guerras carlistas.
• Tras la muerte de
Fernando VII en 1833,
se inicia una guerra civil
de siete años conocida
como la primera guerra
carlista, con dos bandos
enfrentados: los
llamados carlistas, que
defendían los derechos
al trono de Carlos María
Isidro (hermano de
Fernando VII) y los
liberales partidarios de
Isabel II, llamados
isabelinos o cristinos
(hija de Fernando II).
5. Las guerras carlistas.
• Características ideológicas
del carlismo:
– Ideología tradicionalista y
antiliberal. (“Dios, Patria y
Fueros”).
– Mantenimiento del Antiguo
Régimen.
– Partidarios del absolutismo
monárquico.
– Catolicismo radical, que
defiende la preeminencia
social e ideológica de la
Iglesia.
– Defensa de las instituciones
y los fueros tradicionales de
vascos, navarros y
catalanes.
– Idealización del medio rural.
Sátira contra los carlistas publicada en la
revista La Flaca, 1870. Mientras el grupo de
los carlistas, a la izquierda, son presentados
como un rebaño de ovejas o borregos, a la
derecha aparecen don Carlos (sobre el
letrero: “Dios, Patria, Rey”, lema de los
carlistas), flanqueado por un obispo y un
gordo general carlista, mientras que un
sacerdote armado arenga al rebaño.
6. Las guerras carlistas.
• Apoyos sociales del carlismo:
– Un numeroso sector del
clero, que percibía el
liberalismo como el gran
enemigo de la Iglesia y de
la religión.
– Parte de la pequeña
nobleza (que tenía en sus
posesiones agrarias la base
de su sustento económico y
su preeminencia social).
– Una parte del pequeño
campesinado, que veía
amenazadas sus
tradiciones y su situación
económica por las reformas
liberales.
Caricatura publicada en La Flaca (1686) que
presenta al clero como cómplice del
carlismo.
7. Las guerras carlistas.
• Debido a su base social
campesina, el carlismo
cobró fuerza sobre todo
en las zonas rurales del
País Vasco, Navarra,
parte de Cataluña, Aragón
y Valencia.
• Muchos de los guerrilleros
carlistas eran pequeños
propietarios
empobrecidos, artesanos
arruinados y arrendatarios
que desconfiaban de las
reformas liberales y
temían verse expulsados
de sus tierras.
Mapa de la primera guerra carlista.
8. Las guerras carlistas.
• Apoyos sociales del
bando isabelino:
– Una parte de la nobleza,
sobre todo la alta
nobleza.
– La mayoría de los
funcionarios
– La mayoría de los
mandos militares.
– Un sector de la jerarquía
eclesiástica.
– Los liberales, la mayoría
de los cuales
pertenecían a la
burguesía y a los
sectores populares de
las ciudades
Representaciones
pictóricas de los
ejércitos carlistas.
9. Las guerras carlistas.
• Los carlistas no pudieron contar inicialmente con un ejército regular, ya
que la mayoría de los mandos militares apoyó la causa isabelina, de
modo que organizaron sus efectivos en grupos armados, utilizando el
sistema de guerrillas.
Don Carlos pasando
revista a sus tropas.
10. Las guerras carlistas.
Fue Zumalacárregui, el
comandante de los carlistas,
que estaba al mando de las
tropas norteñas, quién logró
convertir las partidas carlistas
en un verdadero ejército con
el que pasó a la ofensiva,
aunque fracasó en la toma
de Bilbao, donde morirá.
Retrato de Zumalacarregui
11. Las guerras carlistas.
• Pese al fracaso en la toma
de Bilbao y la muerte de
Zumalacárregui, la guerra se
había extendido hacia
Levante, operando en las
montañas pirenaicas, el
Maestrazgo y el Bajo
Aragón.
• A partir de 1936, los
carlistas, sin recursos
económicos para seguir
financiando la guerra
intentaron una serie de
expediciones para extender
la lucha a otras regiones,
destacando la marcha de
1837, que intentó tomar
Madrid, fracasando
completamente.
12. Las guerras carlistas.
• Los fracasos en el campo de
batalla, la falta de apoyos
fuera del norte peninsular y
la muerte de Zumalacárregui
(que será sustituido por
Maroto como jefe del ejército
carlista), suponen una
división dentro del Carlismo
entre los partidarios de llegar
a un acuerdo con los
liberales (transaccionistas) y
aquellos que querían
continuar la guerra
(intransigentes).
A la derecha: retrato del general
Espartero, líder del ejército Isabelino y
Regente entre 1840 y 1843.
13. Las guerras carlistas.
• En este contexto, el general
Maroto firmará con el general
Espartero, líder del ejército
isabelino, el llamado Convenio de
Vergara en 1939, un compromiso
por el que se acordaba la
incorporación de los oficiales del
ejército carlista al ejército isabelino
y el compromiso de que Espartero
recomendaría a las Cortes el
reconocimiento de los fueros de
Navarra y las vascongadas.
• El Convenio de Vergara o Abrazo
de Vergara, ponía fin a la guerra
(aunque las partidas guerrilleras
del general Cabrera continuaron
resistiendo en el Maestrazgo hasta
1840).
Estatua
ecuestre
del general
Espartero.
14. Las guerras carlistas.
• La segunda guerra
carlista no tendrá ni
el impacto ni la
violencia de la
primera, aunque se
prolongara de
manera discontinua
entre 1849 hasta
1860 y supondrá un
elemento
desestabilizador a
nivel político en
España. El
pretendiente en
esta ocasión será
“Carlos VI”, hijo de
Carlos María Isidro
(“Carlos V”).
Caricatura satírica contra el Carlismo publicada en la revista: La
Flaca. El candidato Carlos María Isidro aparece representado como
Don Quijote, mientras que el político antiliberal Cándido Nocedal
aparece en el papel de Sancho Panza. Al fondo, el clero, que
aparece armado y en formación militar representa el apoyo de este
grupo social al carlismo.
15. Las guerras carlistas.
Las guerras carlistas tuvieron
importantísimas consecuencias
en el siglo XIX.
• La inclinación de la monarquía
hacia el liberalismo, debido al
agrupamiento de los absolutistas
en torno a don Carlos.
• El enorme protagonismo político
de los militares. Ante la
amenaza carlista, los militares
serán un elemento clave para la
defensa del régimen liberal. Este
protagonismo llevó a los
militares a convertirse en líderes
de los partidos políticos y al
recurso del pronunciamiento.
• Los enormes gastos de guerra,
que condicionaron reformas
como la desamortización.
Retratos de
don Carlos
María Isidro
(arriba) y de
Isabel II (a la
izquierda).
16. La regencia de María Cristina.
Situación política a comienzos del
reinado de Isabel II.
• Inestabilidad política (carlismo).
• Debilidad de la burguesía nacional.
• División de los liberales entre
moderados (partidarios del
liberalismo doctrinario) y
progresistas (partidarios del
liberalismo puro).
• Minoría de edad de la reina.
Regencia de María Cristina (madre
de Isabel II) entre 1833-1840.
Regencia de Espartero entre 1840-
1843.
Retrato de Isabel II con su madre María
Cristina.
17. La regencia de María Cristina.
• A la muerte de Fernando VII, la
regente (“Reina Gobernadora”)
será María Cristina, la madre
de Isabel II, que era menor de
edad.
• María Cristina se rodeó de
absolutistas moderados; sin
embargo, el avance del
carlismo y la falta de reformas
pronto dejó a María Cristina sin
apoyos, lo que la llevó a
acercarse a los liberales
moderados.
• La ineficacia de los gobiernos
moderados y la presión de los
progresistas llevó a María
Cristina a entregar la
presidencia del gobierno a un
liberal progresista: Mendizábal. Retrato de la Regente María Cristina de Borbón.
18. La regencia de María Cristina.
• Mendizábal inició una serie
de reformas para conseguir
los recursos financieros
necesarios para hacer frente
a los gastos de la guerra
carlista, entre estas reformas
destaca la
DESAMORTIZACIÓN DE
LOS BIENES DEL CLERO,
que supuso la incautación de
bienes de “manos muertas”
de la Iglesia y su venta en
pública subasta.
Retrato del ministro Juan Álvarez
Mendizábal.
19. La regencia de María Cristina.
• El decreto de desamortización
supuso la destitución de Mendizábal
debido a la oposición de los grupos
privilegiados. Sin embargo, ese
mismo año de 1936 se produjo el
Motín de los sargentos de La Granja
(residencia real veraniega donde
estaba María Cristina), en que
algunos oficiales de la Guardia Real
presionaron a la regente para
restablecer la Constitución de Cádiz
y nombrar un nuevo gobierno de
corte progresista.
Grabado del siglo XIX que representa el Motín
de los Sargentos de La Granja.
20. La regencia de María Cristina. La
Constitución de 1837.
• El nuevo gobierno
progresista
convocó Cortes
Constituyentes
para adaptar el
texto
constitucional de
1812 a la nueva
situación. De esta
manera nació la
CONSTITUCIÓN
DE 1837.
La regente María Cristina jurando la Constitución de 1837.
21. La regencia de María Cristina. La
Constitución de 1837.
• El objetivo de las Cortes Constituyentes
(de mayoría progresista) era fijar un texto
estable, que pudiera ser aceptado por
progresistas y moderados.
• Así, la Constitución de 1837 proclamaba
algunos principios básicos del liberalismo
progresista: soberanía nacional, división
de poderes, amplia declaración de
derechos ciudadanos (como la libertad de
prensa, de asociación…)
• Sin embargo, también tenía elementos moderados: bicameralidad
(Congreso y Senado; siendo el Senado elegido directamente por el
rey), el rey tenía amplios poderes (veto de leyes, disolución del
Parlamento, nombramiento de los ministros…) y, puesto que la
Desamortización y la abolición de los diezmos habían dejado al clero
sin su patrimonio y recursos tradicionales, la Constitución recogía el
compromiso de financiación del culto católico.
Alegoría de la
Constitución
de 1837
22. La regencia de María Cristina.
• A partir de 1837 quedará
configurado un primer
sistema de partidos que
alternarán en el poder
durante el reinado de Isabel
II: el partido moderado y el
partido progresista.
• La vida política se
caracterizará también por la
influencia de los militares
(que habían aumentado su
poder y prestigio gracias a
las guerras carlistas), es el
caso de Espartero (como
líder progresista) y Narváez
y O´Donnell (como líderes
moderados).
• La política de la época también se
caracterizará por el recurso al
pronunciamiento por parte de los
militares (espadones) para cambiar el
rumbo político del momento.
Isabel II jura la Constitución de 1837.
23. La Regencia de Espartero.
• Una vez aprobada la Constitución
de 1837, se convocaron nuevas
elecciones en ese mismo año;
elecciones que fueron ganadas por
los moderados, que intentarán
recortar los aspectos más
progresistas del texto constitucional:
limitaron la libertad de imprenta,
aprobaron una ley electoral más
restrictiva y una Ley de
Ayuntamientos que dio a la Corona
la facultad de nombrar a los alcaldes
de las capitales de provincia.
• Todo esto llevo a una insurrección
que provocó la dimisión de María
Cristina como regente, que será
sustituida por el general Espartero,
vencedor de la guerra carlista y con
un gran apoyo popular.
Retrato del general Baldomero Espartero,
regente entre 1840 y 1843.
24. La Regencia de Espartero.
• Sin embargo, bastante pronto, su modo
de gobernar autoritario y militarista (se
rodeó de una camarilla de colaboradores
militares afines: los llamados “ayacuchos”)
le enfrentará con un importante sector de
los progresistas, perdiendo rápidamente
su popularidad (como ocurrió sobre todo
tras la dura represión del levantamiento
burgués y popular en Barcelona de 1842).
• Los moderados aprovecharán la división
de los progresistas y la falta de apoyos de
Espartero para llevar a cabo un
pronunciamiento militar en 1843 a cargo
de los generales Narváez y Serrano, que
llevó a la dimisión y exilio de Espartero.Estatua ecuestre de Espartero en
Madrid.
25. La mayoría de edad de Isabel II.
La “Década moderada”.
• En noviembre de 1843, cuando
sólo tenía 13 años, Isabel II fue
declarada mayor de edad,
poniendo fin a las regencias.
• Tras la caída de Espartero, las
elecciones de 1844 dieron la
mayoría a los moderados, que
formaron un gobierno presidido
por el general Narváez, que
llevó a cabo una política basada
en los principios del liberalismo
doctrinario.
• Durante la Década Moderada
tuvo lugar la construcción
política y administrativa de un
Estado liberal de signo
conservador, unitario y
centralista.
Retrato del
general
Ramón María
Narváez.
26. La mayoría de edad de Isabel II.
La “Década moderada”.
• El gobierno moderado elaboró
una nueva constitución: la
CONSTITUCIÓN DE 1845, que
sustituía a la Constitución de
1837 y que recogía las ideas
básicas del liberalismo
moderado o doctrinario:
– soberanía conjunta entre el rey y
las Cortes (frente a la soberanía
nacional de la de 1837),
– ampliación de los poderes del rey
(que podía nombrar y destituir a
los ministros y convocar y
suspender las Cortes, además,
nombraba al Senado y tenía
iniciativa legislativa),
– aumento de los poderes del
ejecutivo y redujo los del
legislativo,
– Estado confesional: la religión
católica será la religión oficial del
Estado, acordándose el
mantenimiento del culto y del
clero,
– se suprime la Milicia Nacional.
27. La mayoría de edad de Isabel II.
La “Década moderada”.
– La Ley de Ayuntamientos de
1845 dejaba clara la apuesta
por un modelo centralista:
los ayuntamientos y
diputaciones quedaban
sometidos a la
Administración central,
siendo nombrados por el rey
los alcaldes y los
gobernadores civiles. Se
terminaba así con la
democratización municipal.
– Un decreto de 1845
recortaba la libertad de
imprenta y eliminaba el
jurado para este tipo de
delitos (los que significaba el
control de la prensa).
Ramón María Narváez despachando con la reina
Isabel II. Figura principal del Partido Moderado.
Destacó por su autoritarismo y sus métodos
represivos contra la oposición.
28. La mayoría de edad de Isabel II.
La “Década moderada”.
– En 1846 un nuevo sistema electoral reducía
el voto a tan sólo el 1% de la población
(además el mecanismo electoral estaba
bajo el control del gobierno a través de los
gobernadores civiles y los alcaldes,
nombrados por el gobierno central).
– El gobierno también llevó a cabo una
importante reforma fiscal (Ley Mon-
Santillán de 1845), racionalizando el
sistema impositivo: centralización de
los impuestos en manos del Estado;
introducción de un impuesto territorial
que suponía el pago de impuestos
por parte de los grandes propietarios;
introducción del impuesto de
industria y comercio, que obligaba a
cotizar a los industriales y
comerciantes; finalmente aprobó
también un impuesto de consumos.
En 1846 Isabel II
contraerá
matrimonio con
Francisco de Asís,
al que también
vemos en el retrato
de arriba.
29. La mayoría de edad de Isabel II.
La “Década moderada”.
– En 1848 se creaba el Código Penal y se elaboró un
proyecto de Código Civil, recopilando y racionalizando
las leyes anteriores.
– Bravo Murillo reformará la Administración Pública,
creando una ley de funcionarios (nace la figura del
funcionario de carrera).
– Se crea un sistema nacional de enseñanza pública
bajo el control del Estado (con tres niveles de
enseñanza: elemental, secundario y universitaria).
– Se crea la Guardia Civil (1844), como cuerpo armado
de estructura militar con la misión de mantener el
orden público, sobre todo en el medio rural.
– Se firma el Concordato con la Santa Sede, que
aceptaba la desamortización y reconocía a Isabel II. A
cambio, el Estado español se comprometía al
sostenimiento de la Iglesia española (presupuesto de
culto y clero) y al restablecimiento de las órdenes
regulares.
Retratos de Pío IX (arriba) y de Bravo Murillo (abajo)
30. La mayoría de edad de Isabel II.
La “Década moderada”.
• Problemas de la Década Moderada:
– El autoritarismo político (especialmente
durante el gobierno de Bravo Murillo).
– La corrupción.
– La influencia de las camarillas políticas y de
Corte.
– Los escándalos financieros.
– Descontento de amplias capas sociales
debido a la situación política y al aumento
de precios.
• En este contexto, se producirán revueltas
populares en las ciudades. A la oposición de
liberales progresistas y demócratas se acabará
uniendo también la de algunos sectores
moderados que se oponían a la actuación del
gobierno. Finalmente, en 1854 se producirá el
pronunciamiento de Vicálvaro (o Vicalvarada) a
cuyo frente estárá O´Donnell (un moderado).
El general Leopoldo O
´Donnell, político moderado
que encabezó la
Vicalvarada y fundará la
Unión Liberal.
31. La mayoría de edad de Isabel II.
El “Bienio Progresista”.
• En 1854, tras la Vicalvarada, la
presidencia recaerá de nuevo en
Espartero, mientras que O´Donnell
será nombrado ministro de la Guerra.
• Las elecciones fueron convocadas
según la legislación de 1837, que
tenía un censo electoral más amplio,
dando lugar a una mayoría
progresista (incluso a algunos
diputados demócratas).
• El nuevo gobierno intentó restaurar
los principios del progresismo:
– Milicia Nacional.
– Ley Municipal que permitía la
elección directa de los alcaldes.
– Constitución nonata de 1856.
Retratos de
Narváez (arriba)
y O´Donnell (a
la derecha)
32. La mayoría de edad de Isabel II.
El “Bienio Progresista”.
• El gobierno progresista puso en marcha un ambicioso plan de
reformas económicas para impulsar el desarrollo económico y la
industrialización:
• La Ley General de
Ferrocarriles de 1855, con la
que se inició e impulsó la
construcción de líneas
férreas, dando incentivos que
atrajeron bastante capital
extranjero.
• También la Ley de Banca
favoreció la entrada de
capitales y empresas
extranjeros.
33.
34. La mayoría de edad de Isabel II.
El “Bienio Progresista”.
• Ley Desamortizadora de Madoz
(1855), que afectaba sobre todo a
los bienes de los ayuntamientos
(bienes de propios y comunales) y,
en menor medida a los bienes del
Estado, de las órdenes militares y
de instituciones benéficas. Su
finalidad era disminuir la deuda
pública y financiar el programa de
obras públicas que pretendía el
gobierno. Sin embargo, la venta de
estos bienes supuso privar a los
ayuntamientos de recursos y a los
campesinos de las tierras de uso
comunal.
Retrato de Pascual Madoz.
35.
36. La mayoría de edad de Isabel II.
El “Bienio Progresista”.
• El Bienio progresista coincidió
con un aumento del obrerismo
y unos años de malas
cosechas que supusieron un
aumento de los precios de
productos de primera
necesidad. En este contexto
se produjeron importantes
huelgas en 1855.
• Los trabajadores pedían la
reducción de los impuestos de
consumos, la abolición de las
quintas, la mejora de los
salarios y la reducción de la
jornada laboral.
37. La mayoría de edad de Isabel II.
El “Bienio Progresista”.
• El gobierno acabó presentando una Ley
de Trabajo que introducía algunas
mejoras y que permitía las
asociaciones de obreros.
• El movimiento obrero y la conflictividad
social acabó atemorizando a las clases
conservadoras y a la burguesía.
• Por otro lado, las diferencias entre los
moderados de la Unión Liberal de O
´Donnell y los progresistas del gobierno
eran cada vez mayores.
• En este contexto Espartero dimitió y la
reina le confió el gobierno a O´Donnell.
A la izquierda: difusión del “Manifiesto de Manzanares”,
documento elaborado por los participantes en el
pronunciamiento de 1854 en el que pedían el cumplimiento
de la Constitución y la reforma electoral.
38. El final del reinado de Isabel II.
Los gobiernos unionistas (1856-1863).
• El nuevo gobierno de la Unión
Liberal, presidido por O’Donnell,
intentó llevar a la práctica cierto
equilibrismo político,
combinando los elementos
fundamentales del liberalismo
moderado con algunas
propuestas progresistas, como
la limitación de los poderes de
la Corona y la aceptación de la
desamortización de los
ayuntamientos.
Reunión de progresistas en Madrid, 1863.
39. El final del reinado de Isabel II.
Los gobiernos unionistas (1856-1863).
• Sin embargo, la desamortización
de los bienes comunales supuso
una fuerte oposición en el campo,
donde estallaron revueltas
violentas, como la de Loja en
1861.
• Por otro lado, el Partido Unionista
comenzó a dividirse y, en 1863
comenzó una rápida sucesión de
gobiernos inestables.
• A todo ello hay que sumar la
oposición de partidos políticos
tanto de corte progresista como,
sobre todo, de los moderados.
• En este contexto, O´Donnell
presentará su dimisión y la reina
entrega el poder a los moderados,
encabezados de nuevo por
Narváez.Litografía del general Leopoldo O´Donnell
40. El final del reinado de Isabel II.
El autoritarismo moderado (1863-1868).
• Entre 1863 y 1868 se volvió de
nuevo a los principios del
liberalismo moderado, que impuso
bajo el gobierno de Narváez, una
forma de gobierno autoritaria, al
margen de las Cortes y del resto de
grupos políticos, reprimiendo
duramente a la oposición.
• Ante la marginación política, los
progresistas tomaron el camino de
la insurrección, unidos a los
demócratas: es el caso de la
sublevación de los sargentos del
cuartel de San Gil en 1866.
• La sublevación del cuartel de San
Gil se unirá al levantamiento
popular provocado por la crisis de
subsistencias y los problemas
económicos.
Fusilamiento
de los
sargentos
sublevados
en el cuartel
de San Gil en
1866.
La huelga. Lienzo de Koehler
41. El final del reinado de Isabel II.
El autoritarismo moderado (1863-1868).
• Pese a que la sublevación de 1866 fracasó y fue duramente castigada,
supuso la unión de la oposición en contra del gobierno moderado de
Narváez y de la propia reina Isabel II que lo apoyaba. Así, en 1966 se
firma el Pacto de Ostende entre el Partido Progresista y el Partido
Demócrata, al que se sumará el Partido Unionista en 1867. El pacto
proponía el fin de la monarquía isabelina y del moderantismo.
A la izquierda:
proclamación de la
Gloriosa en Cádiz
tras el amotinamiento
de las fuerzas
navales al mando del
general Topete.
A la derecha:
gobierno provisional
de 1868.