Kierkegaard criticó la filosofía de Hegel por centrarse en las "verdades objetivas" en lugar de la experiencia individual. Kierkegaard sostuvo que era más importante encontrar la "verdad para mí" como individuo que buscar la Verdad absoluta. También criticó la falta de pasión en la Iglesia y sociedad de su época y argumentó que el cristianismo requiere una elección irracional y comprometida en lugar de una mera costumbre.