Una anciana con problemas de vista visitó a un curandero para que la curara. El curandero le dio una poción y le pidió que mantuviera los ojos cerrados, momento que aprovechó para robarle sus pertenencias. Cuando la anciana recuperó la vista, se dio cuenta de que le habían robado y se negó a pagar al curandero por no haber mejorado su enfermedad.