El documento argumenta que la diferencia entre países pobres y ricos no se debe a factores como la antigüedad, recursos naturales, inteligencia o raza de sus habitantes. En cambio, la actitud de las personas es el factor clave, y los países ricos comparten el cumplimiento de 10 reglas básicas como la ética, orden, responsabilidad y esfuerzo. Para que los países salgan de la pobreza, su población debe adoptar estas actitudes en lugar de depender del gobierno.