La estima propia desde una perspectiva cristiana se basa en que somos imagen de Dios y que Él nos valora infinitamente. Dios nos restaura a través de Jesús y nos motiva a desarrollar nuestra estima al poner nuestra confianza en Él como nuestro ideal. Debemos valorar a los demás y tener una apreciación sobria de nosotros mismos.