Para ser consideradas éticas, las organizaciones deben enfocarse en tres elementos: la transparencia, la responsabilidad y la comunicación. La transparencia es fundamental para evitar suspicacias y debe ser el factor común del comportamiento organizacional. La responsabilidad va más allá de asumir consecuencias legales y genera reputación corporativa. La comunicación es clave para promover el actuar coordinado de los integrantes de la organización.
1. Expertos RS |
La fórmula del
comportamiento ético
en las organizaciones
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Miguel E. Antezana
Coordinador académico de los Diplomados Internacionales
en Comunicación de ESAN Graduate School of Business
Un comportamiento ético está ineludiblemente ligado
a la creencia mayoritaria de un actuar “bueno” y,
por lo tanto, se asume antagónicamente que existe uno
“malo”. No obstante, lo que para una persona, cultu-ra
o sociedad puede ser correcto, para otra puede ser incorrecto; y
ambas miradas son perfectamente válidas dentro del marco de sus
propios antecedentes, realidades y factores que los rodean.
En el caso de las empresas, el actuar ético no debe ser sola-mente
“bueno” y no es tan subjetivo como suele suceder con
el criterio personal. Las organizaciones poseen varios marcos
de acción dentro de los cuales deben ubicarse para realizar sus
operaciones; empezando
con las leyes y regulacio-nes
particulares del sector
en donde se encuentran,
las cuales delimitan lo que
pueden/deben hacer y lo
que no. Así mismo, la socie-dad
en general suele ser el
público más crítico, más fis-calizador
e inclusive el que
asume más el rol de “caja
de resonancia” cuando la
organización actúa alejada
del “debe ser” empresarial.
No es tarea fácil man-tener
a todos los públicos
felices y que todos tengan
una imagen positiva de no-sotros.
Más aún cuando la
delgada línea que separa a
la imagen de la reputación
es ignorada o desconocida por personas y organizaciones. ¿Qué
hacer entonces para ser considerados entes éticos ante la sociedad?
Desde nuestra mirada, el comportamiento ético en las or-ganizaciones
pasa por la conciencia de trabajar sobre la base de
tres elementos principales: la transparencia, la responsabilidad
y la comunicación; elementos que, a su vez, son indispensables
para posteriormente entrar en el campo del llamado gobierno
corporativo.
Corporativamente hablando, la transparencia debe ser el
factor común del comportamiento organizacional ante nuestros
públicos internos o externos. Su ausencia genera suspicacias y
es una invitación a la fiscalización de propios y extraños. Las
organizaciones desde su creación son personajes públicos que
aceptan implícitamente el escrutinio social, por lo que la trans-parencia
no es un favor hacia la sociedad sino una obligación.
La responsabilidad por su parte suele ser asumida con un
matiz legal, desde la óptica de aceptar y asumir las consecuen-cias
de nuestros actos, dejando en segundo plano lo que en rea-lidad
genera: reputación corporativa. En ese sentido, la Respon-sabilidad
Social Corporativa, deformada por un tinte filántropo
e inclusive mal aprovechado fiscalmente, se aleja de lo estricta-mente
responsable y ético. La responsabilidad empieza en las
relaciones que se tienen con los trabajadores, con la sociedad y
con el Estado. Si alguna de
esas relaciones está en pasi-vo,
se está en deuda con la
responsabilidad.
Por último, la comunica-ción
es una herramienta de
gestión en todas las organiza-ciones,
sean privadas, públi-cas
y sin importar su tamaño
o rubro de desarrollo. La
empresa es una suma de vo-luntades,
y la comunicación
opera como una herramienta
promotora, coordinadora y
ejecutora del actuar de cada
uno de sus integrantes. No se
asumen tareas, no hay com-portamientos
implícitos, hay
actuares de consenso que solo
emergen con la Comunica-ción
Corporativa.
Las organizaciones
desde su creación
son personajes públicos
que aceptan
implícitamente el
escrutinio social,
por lo que la transparencia
no es un favor hacia
la sociedad sino
una obligación.