5. Henry A. GIROUX
La inocencia robada
Juventud, multinacionales
y política cultural
EDICIONES MORATA, S. L.
Fundada por Javier Morata, Editor, en 1920
C/ Mejía Lequerica, 12 - 28004 - MADRID
morata@infornet.es - www.edmorata.es
8. 8 Contenido
SEGUNDA PARTE: Política cultural y pedagogía pública 105
CAPÍTULO IV: Educación radical y cultura en la obra de Antonio Gramsci... 107
Introducción, 107.—El asedio a la democracia y la educación, 109.—La
apropiación de Gramsci, 114.—Pensar como Gramsci: La reivindicación
de la lucha acerca de la escolaridad, 124.
CAPÍTULO V: Paulo Freiré, el pensamiento profético y la política de la
esperanza 131
Borrar la esperanza, 131.—La eliminación de la escuela como esfera
pública de oposición, 136.—Hacia una política de la esperanza, 140.—
Hacer más político lo educativo, 141.
CAPÍTULO VI: Stuart Hall y la política de la educación 149
Introducción, ^49.—¿Escuela sin política?, 151.—La lucha por la cultura,
157.—La cuitara como pedagogía pública, 159.—La pedagogía pública
como política, 161.
ÍNDICE DE AUTORES Y MATERIAS 163
Ediciones Morata, S. L.
9. A Susan, mi amada y compañera.
A Jack, Chris y Brett, que están siempre en mi corazón.
A John DiBiase, mi compañero caído.
A Linda Barbery una hermana a la que habría amado Gramsci.
A Stanley Aronowitz, Donaldo Macedo, Roger Simon
y Bill Reynolds, tesoros nacionales y hermanos hasta el final.
A los chicos y chicas de la clase trabajadora de todas partes:
¡aprended, bailad y organizaos!
10.
11. Agradecimientos
Todo escrito es un proyecto en colaboración, y no tengo más remedio que
agradecer el apoyo y los comentarios críticos que sobre este proyecto me han
brindado amigos como: Larry Grossberg, Carol Becker, Randy Martin, Micae-
la Amato, Don Schule, Stanley Aronowitz, Donaldo Macedo, Roger Simon,
Paul Youngquist, David Theo Goldberg, Jeff Nealon, Cheryl Glenn, Heidi Hen-
dershott, Lynn Worsham, Ralph Rodriguez, Eric Weiner, Susan Searls, Lee
Quinby y otros. Susan Searls y Eric Weiner me ayudaron de modo especial
con la lectura y corrección del manuscrito. También quiero agradecer el exce-
lente apoyo prestado por Sue Stewart, mi ayudante administrativa. Mi editor,
Michael Famini, apoyó gentilmente este proyecto desde el primer momento.
Alan Bradshaw es un destacado director de producción y su intervención ha
contribuido a la mejora cualitativa del texto. Quiero agradecer en especial a
Meg Weaver su increíble trabajo de copia y corrección del manuscrito; ha me-
jorado cualitativamente la configuración de la obra. También quiero dar las
gracias a mis alumnos por sus indicaciones, ayuda y opiniones críticas.
Los ensayos que se recogen en este libro han sido revisados por comple-
to y, en gran parte, guardan poca semejanza con los originales. Las publica-
ciones originales fueron las siguientes: "Nymphet Fantasies: Child Beauty Pa-
geants and the Politics of Innocence", Social Text, 16 (4), 1998, págs. 31-53;
"Heroin Chic, Trendy Aesthetics, and the Politics of Pathology", New Art Exa-
miner, noviembre de 1997, págs. 20-27; "Rethinking Cultural Politics and Ra-
dical Pedagogy in the Work of Antonio Gramsci", Educational Theory, 49 (1),
invierno de 1999, págs. 1-19; "Radical Pedagogy and Prophetic Thought:
Remembering Paulo Freiré", Rethinking Marxism, 9 (4), 1996/1997, págs. 76-87.
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16. 16 La inocencia robada
A lo largo de este libro sostengo que la política de la cultura proporciona
el espacio conceptual en el que se estructura la infancia, se vive y se lucha
por ella. La cultura es el terreno primordial en el que los adultos ejercen el
poder sobre los niños, tanto en el plano ideológico como en el institucional.
Sólo si cuestionan las formaciones y contextos culturales específicos en los
que se organiza, aprende y vive la infancia, los educadores pueden compren-
der y cuestionar las formas en que las prácticas culturales establecen las rela-
ciones específicas de poder que configuran las experiencias de los niños.
Aunque el sentimiento popular sostiene que la cultura, sobre todo la cultura
popular, carece de importancia política o educativa o no supone una amena-
za directa para los niños, en la segunda parte del libro presento una serie de
enfoques teóricos, basados en las obras del teórico de la política Antonio
Gramsci, del teórico de la educación Paulo Freiré y del teórico de la cultura
Stuart Hall. Estos enfoques consideran que la cultura es fundamental para
cualesquiera formas serias de política y de pedagogía que traten de participar
en el acercamiento actual a la juventud. Al final de esta introducción, comen-
to algunas de estas cuestiones.
A primera vista, parece que estas tres poderosas mitologías tienen poco
en común; sin embargo, a lo largo de este libro intento demostrar que es
imposible invocar una, en cualquier sentido significativo, sin invocar las otras.
¿Qué vincula estas tres mitologías aparentemente dispares? Me parece que
muchas cosas: en su desarrollo, 1) excusan al mundo adulto de cualquier res-
ponsabilidad con respecto a la juventud, apelando a una economía próspera
y al orden natural, y negando los papeles políticos y culturales que los edu-
cadores y la educación desempeñan en la vida de los niños; 2) reproducen
las jerarquías de raza, clase social y cultura, y 3) limitan la ciudadanía a una
tarea estrictamente privatizada. Los tres mitos pasan por alto las condiciones
cada vez más depauperadas a las que tendrán que hacer frente las futuras
generaciones de jóvenes. La infancia no es un estado natural de inocencia; es
una construcción histórica. Es también una categoría cultural y política que
tiene unas consecuencias muy prácticas con respecto a la forma de "pensar
en los niños" de los adultos, y tiene consecuencias en cuanto a la forma de
verse los niños a sí mismos''.
La política de la inocencia
En nuestra cultura, la imagen más persistente del niño inocente es la de un
chico blanco, de cabello rubio, de ojos azules... y los indicadores de clase me-
dia, raza blanca y masculinidad se interpretan como representativos de todos
los niños.
(Henry Jenkins: "Introduction: Childhood Innocence and Other Myths",
en el Children's Culture Reader.)
^ Ibid., pág. 122.
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22. 22 La inocencia robada
La erosión de los derechos civiles de los estudiantes va acompañada, a
menudo, por políticas que eliminan recreos y programas de deportes, sobre
todo en las escuelas cuyos recursos financieros y medios son reducidos,
escuelas integradas en gran medida por chicos pobres y de clase trabajado-
ra. Al mismo tiempo, cada vez se excluye más a los jóvenes de los espacios
públicos extraescolares que en otros tiempos les daban oportunidad de pa-
sar el rato con relativa seguridad, trabajar con mentores y desarrollar sus
propias capacidades y su sentido de valía personal. Como el mismo concep-
to de ciudadanía, ahora, el espacio recreativo está privatizado, en cuanto
operación comercial que ha de rendir beneficios. Se acabaron los centros
juveniles, los parques públicos de las ciudades, las canchas de baloncesto al
aire libre o los solares vacíos en donde los chicos podían jugar a una espe-
cie de béisbol improvisado. Ahora, las áreas de juego se alquilan al mejor
postor, "cerradas con vallas de acero, cancelas de hierro forjado, candados y
alambre de espino" ^2.
A medida que se pierden los espacios públicos, surgen nuevos servicios
en el sector privado para "cuidar" a los niños. El sociólogo Mike Males afirma
con perspicacia en su libro Framing Youth que estos nuevos servicios de
"reparación de niños" tienen unas consecuencias nada recomendables para
muchos jóvenes:
A partir de mediados de los setenta, los servicios de reparación de niños
irrumpieron para satisfacer el mercado. Los había de dos tipos. Las puertas de las
cárceles se abrieron de par en par en la década de 1980 para recibir a decenas
de miles de los adolescentes más pobres, cuyas tres cuartas partes eran de razas
distintas de la blanca. El confinamiento de los jóvenes de minorías en las prisio-
nes aumentó en un 80% en la última década... Al mismo tiempo, los centros de
salud mental y de otros tratamientos consiguieron unos beneficios enormes con
la terapia de cientos de miles de los niños con mejores seguros de salud... En la
actualidad, el tratamiento de jóvenes es un negocio que mueve unos 25 mil millo-
nes de dólares al año, con un "récord de aumento rápido de beneficios" ^^.
Con frecuencia, los jóvenes soportan la carga de unas responsabilidades
y presiones nuevas e inmerecidas para "hacerse mayores". Al mismo tiempo,
sus libertades se recortan y sus garantías constitucionales y derechos ciuda-
danos se restringen. ¿Dónde pueden hallar los niños unas narraciones de
esperanza, unas esferas culturales semiautónomas, unos diálogos sobre dife-
rencias significativas y unas identidades democráticas no fundadas en los
mercados^''?
^2 Citado en: Robin D. G. Kelley: Yo' Mama's DisfunktionaH: Fighting ttie Culture Wars in
Urban America. Boston: Beacon Press, 1997, pág. 44.
^^ Males: Framing Youth, pág. 12.
2" Sharon Stephens plantea una cuestión similar: "¿Cuáles son las consecuencias para la
sociedad en su conjunto, si ya no hay espacios sociales concebidos, al menos, como par-
cialmente autónomos con respecto al mercado y a la política dirigida por el mercado? ¿Dónde va-
mos a encontrar los ámbitos de la diferencia, el terreno del testimonio social, la influencia crítica
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38. 38 La inocencia robada
relaciones de la vida cotidiana, regulada por el poder. La motivación para el
trabajo erudito no puede ser estrictamente académica; ese trabajo debe
conectar con "las cuestiones sociales y políticas de la vida real en la socie-
dad"^°. Esto exige, en parte, que los educadores afronten las consecuencias
prácticas de su trabajo en la sociedad, mientras establecen al mismo tiempo
conexiones con las formas institucionales y las esferas culturales, con dema-
siada frecuencia ignoradas, que sitúan a los jóvenes e influyen en ellos den-
tro de las relaciones desiguales de poder. Es más, los educadores críticos
deben reconocer que las formas de dominación que recaen sobre los jóve-
nes son institucionales y culturales y que una no puede separarse de la otra.
Dentro de este enfoque, los efectos de la dominación no pueden eliminarse
de las situaciones educativas en las que se aprende, apropia o cuestiona
esa conducta.
El análisis de la relación entre la cultura y la política requiere también que
los educadores críticos abracer] ¡as condiciones simbólicas y materiales
que estructuran las diversas formaciones sociales en las que los jóvenes se
experimentan a sí mismos y sus relaciones con los demás. Es decir, cualquier
forma viable de política cultural debe afrontar las maquinarias institucionales
de poder que promueven la pobreza infantil, la violencia, el desempleo, la bru-
talidad policial, la violación, el abuso sexual y el racismo. Sin embargo, esto
no basta. Los educadores deben cuestionar también las pedagogías cultura-
les que producen significados específicos, inversiones de carácter afectivo y
deseos que legitiman y garantizan actos de dominación dirigidos contra los
jóvenes. Los educadores deben hacer algo más que limitarse a entrevistar a
los jóvenes mediante métodos de investigación de tipo académico. Ellos mis-
mos deben convertirse en inmigrantes (sin pasaportes), dispuestos a exami-
nar los múltiples lugares y formas culturales que producen los jóvenes con el
fin de hacer oír sus voces en la sociedad. Ann Powers, colaboradora del New
York Times, ha señalado con gran perspicacia que, como los jóvenes han sido
expulsados de la sociedad, han creado sus propias páginas web, programas
alternativos de radio, "publicado sus propios manifiestos en folletos fotocopia-
dos, compuesto su propia música y la han compartido grabándola en casetes,
diseñado sus propias modas y dispuesto para venderlas en boutiques" ^
Más aún, dice Powers que muchas jóvenes no se han sentado pasivamente
cuando se han visto mal interpretadas en el panorama cultural norteamerica-
no como perezosas, holgazanas, peligrosas y patológicas. En respuesta, han
producido una "cultura de chicas de gran alcance, que engloba a atletas,
músicas, cineastas y escritoras [que] está vigorizando el discurso de la libe-
ración de la mujer. [Además], los grupos activistas, como YELL (Youth Edu-
cation Life Line) una división juvenil de ACT Up*... han inventado nuevos
5° Tony Bennett: "Cultural Studies; A Reluctant Discipline", Cultural Studies, 12:4, 1998,
página 538.
^^ Powers: "Who Are These People, Anyway?"
* ACT Up es un grupo de activistas que ya tiene quince años de antigüedad, cuyos esfuer-
zos se dirigen a luchar contra el SIDA, sus causas y sus secuelas. (A/, del T.)
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