En un paraíso aislado, una mujer da a luz de forma difícil. El bebé está atorado y no puede nacer de forma natural, por lo que la partera se ve obligada a realizar una cesárea de emergencia con un cuchillo caliente para salvar al bebé. La madre muere después de ver a su hija nacer, una niña a la que nombra "La Mujer de las Tormentas". La partera y el padre se comprometen a cuidar de la recién nacida.

1. La Mujer de las Tormentas
Por:
Edith Cervantes.
No . de registro de derechos de autor: 03-2013090514243500-01
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2. Gracias Dios, mi eterno e inseparable amigo,
quien me cobija, cuida y acaricia cuando
duermo y me carga entre sus brazos cuando
siento que ya no puedo caminar.
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3. Luis Ignacio y Juan Manuel, mi luz en la
oscuridad, mi motor y mi apoyo. Rafael, una
eternidad.
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4. LA MUJER DE LAS TORMENTAS
I
En una aldea paradisiaca, ubicada en un
territorio totalmente desconocido por la
mayoría de las personas que habitan la tierra,
Tal parece, que se encontrara a millones y
millones de kilómetros de distancia, atrapada
en el olvido para unos e inexistente para otros.
Un lugar que tal parece fue creado como el
inicio de una nueva era; un lugar, que fue
creado por los dioses, como en una época
remota; tal pareciera, que los Sumerios,
regresan a la actualidad y se plantan como una
semilla que va creciendo día a día, misma que
es colonizada por personas especiales; con una
tierra prolifera; virtuosa; virginal; es como un
pequeño Edén, en medio de un mundo hostil;
sin que penetre la maldad; la avaricia; la
decadencia; la crisis de los sentimientos de la
humanidad; Este paraíso, aunque es parte de la
tierra actual, es mantenido blindado para gozar
de una vida tranquila, en armonía con el
universo y, definitivamente celestial; tan cerca
y a la vez tan lejos de la podredumbre de la
gran Ciudad. En este paraíso celestial, se
4

5. escucha el suave sonido del correr del agua de
un río que atraviesa la montaña; los cantos, de
pájaros silvestres; el silbido, de los árboles
bailando suavemente a la par del viento; ruidos
extraños, entonando un himno celestial; una
cascada blanca que cae como un velo de novia
resplandeciente; el chasquido de las piedras
encontrándose entre sí; el olor a hierva y a
tierra húmeda, que agudizan tus sentidos; el
aroma sutil del perfume de la variedad
impresionante, de las flores que nacen y
florecen cada día;
el colorido de las
mariposas, envueltas en un baile entre las rosas
y margaritas silvestres; el cántico de los
pajarillos enamorando el paisaje, volando con
sus alas extendidas, conquistando su propio
mundo; los más pequeños en sus nidos
aprendiendo y disfrutando la majestuosidad
del espectáculo; el dios sol, atraviesa entre los
árboles y se encuentra con el río y las
cascadas, haciendo un estallido de colores; De
pronto, las nubes reclaman su participación y
poco a poco la lluvia se presenta; gota a gota,
se posan en las hojas enormes de las plantas
maravillosas y verdes, luciendo el rocío,
escurriendo como lágrimas de ángeles; el Dios
sol, comienza a desaparecer y es momento de
la entrada triunfal del la luna, acompañada de
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6. millones de estrellas; los rapaces, los búhos y
los diferentes animales nocturnos comienzan
su fiesta; es el mismo escenario pero con
diferentes actores y diferentes reflectores; los
relámpagos, amigos de la lluvia, de pronto se
convierten en estruendosos rayos que cimbran
la tierra y tal pareciera que la partiera en
pedazos; los torrenciales de lluvia inundan ese
paraíso, así como las calles de la edificada
aldea.
De pronto, una mujer hace acto de presencia
en las empedradas calles de esa campiña, de
ese paraíso; sola va caminando hacía un rumbo
definido, y en poco tiempo, llega a su destino;
aparece en penumbras con una antorcha que
alumbra apenas su rostro y difícilmente se
alcanza a ver su sombra; entre los truenos, se
escuchan unos fuertes golpes azotando la
puerta de una pequeña cabaña, también se
escuchan los ladridos de los perros en
respuesta al llamado de la puerta. Un hombre
se asoma, sale y cobija a la mujer con una
manta mientras es guiada al fondo de su casa;
éste, con su rostro afligido, le señala una
habitación y sin perder tiempo, en cuestiones
de segundos, la misteriosa mujer se prepara y
se acerca a una modesta cama donde se
encuentra una mujer que está pariendo; la
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7. misteriosa mujer la auxilia y toma la
responsabilidad de una partera; la mujer
prepara el lugar como algo similar a una
rustica sala de partos, prepara un galón de
agua con muchas hierbas, toma varios lienzos
blancos y uno de los lienzos es desgarrado,
con el que sujeta las piernas desplegadas de la
parturienta lado a lado de la cama para
ayudarle a hacer presión, a un costado de la
cama acomoda un canasto, en el que colocará
al recién nacido. Comienza la batalla del
alumbramiento, las manos de la parturienta
aprietan con fuerza agarrándose del hierro que
adorna la cabecera de su cama, se comienzan
a escuchar gritos y pujidos ante el dolor de un
difícil parto, y por muchos esfuerzos que se
hacen, él bebé no corona; la desesperación se
hace cada vez más grande ante el peligro del
alumbramiento; la mujer desespera, al darse
cuenta del serio problema llama a Raúl.
-
-
¿Qué hago?
Mira el conducto vaginal de tu esposa;
este bebé viene de manera transversal,
no corona y como veo las cosas no va a
coronar.
¿Qué recomiendas? - pregunta Raúl.
Es una difícil decisión.
7

8. La parturienta grita:
-
-
-
-
¡Hagan lo que sea, hagan lo que sea,
tienen que salvar a este bebe! ¡Os
ordeno, que abran mi barriga!
Amada mía, si hacemos eso morirás.Dijo Raúl. Desesperada, por el fracaso
del alumbramiento vuelve a gritar:
Abran mi barriga con un cuchillo
¡Morirás! - Raúl contesta desesperado.
¡Entiende, es preferible que yo muera
ahora; a que mañana no exista la
humanidad!
Que hacemos señor; de la orden por
favor.- Dijo la mujer.
Yo doy la orden. ¡Háganlo de
inmediato! - Ordena la madre
desesperada-
Raúl, corre en busca de un cuchillo, lo pone en
la lumbre de la chimenea, temblando de miedo
y llorando de dolor, da el cuchillo a la partera,
ésta sin duda alguna lo toma y también toma
un paño mojado con el agua de las hierbas,
limpia la barriga de la parturienta, sostiene el
cuchillo, y sin pensarlo, traza una línea y un
charco de sangre aparece como un caudaloso
río. La parturienta, llena de dolor observa cada
detalle, ve como la partera introduce las manos
8

9. en su vientre desgarrando sus entrañas. De
pronto, entra como en un trance provocado por
el dolor. La que está a punto de convertirse en
madre está vestida como reina, con un atuendo
blanco luminoso, una corona exquisita que
adorna su cabeza, alguien la recibe con gran
respeto y amor, solo se ven los brazos y las
manos de quien felizmente la abraza y susurra
a su oído: - Te amo, te amo pero tienes que
volver; tienes que volver, ya es el momento. –
De pronto, despierta en el preciso momento
en donde ve como unas manos sacan al bebe
bañado en sangre, lo levantan y se escucha un
llanto fuerte, tan fuerte, que se combinaba
perfectamente con los truenos de la tormenta.
La hermosa y moribunda madre de inmediato
pregunta: - ¿Cómo está mi bebe? Quiero ver a
mi bebe. - No acepta que lo limpien, quiere
verlo cuanto antes. Lo abraza y se embarra de
su sangre. - ¡Es niña, es una hermosa y fuerte
niña; lo ha logrado, lo ha logrado! - Eres una
guerrera; has ganado tu primera batalla;
vendrán muchas más, pero ahora sé que
ganarás y traerás la paz a los tuyos; naciste con
un propósito y lo tienes que cumplir, lo mío ya
está hecho.- Volteó a ver a Raúl y a la partera.
-Aquí está, se las entrego, cuídenla, velen por
ella, háganla feliz, tienen que estar aquí hasta
9

10. que se les sea indicado.- Extendió los brazos
no sin antes dar un beso de despedida a su hija.
-Les entrego a mi pequeña guerrera, a mi
reina.- Con una suave sonrisa dijo: -LA
MUJER DE LAS TORMENTAS.
En ese preciso instante, dio un último suspiro;
cerró sus lindos ojos y partió. Un destello de
luz en ese momento iluminó toda la aldea
completa, tal parecería como un relámpago
que solo se quedó en destello, pues el estallido
no llegó. La mirada de Raúl y de la mujer, en
ese momento presenciaron algo totalmente
extraño pero muy hermoso.
-
Deseo de todo corazón, que tomes la
decisión correcta.
Fueron las palabras de Raúl, para su recién
nacida. La mujer muy atenta escuchaba lo que
Raúl hablaba, pero algo llamaba seriamente su
atención, la recién nacida parecía que entendía
lo que estaba sucediendo y escuchando lo que
su padre decía. Se acercó la misteriosa mujer,
queriendo retirar a la niña de su padre, su
padre, a pesar de lo mal que se encontraba, la
sostuvo con fuerza en señal de que no era
tiempo todavía de quitársela, la apretó a su
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11. pecho y al mismo tiempo repetía, lo que su
esposa había dicho antes de morir.
-
Mi niña, mi hermosa niña, mi ángel, mi
reina. Tú eres y serás: LA MUJER DE
LAS TORMENTAS.
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