Este documento contiene recuerdos de varias personas sobre sus infancias y vidas en Galicia en el siglo XX. Describe actividades como jugar a la pelota, ir a fiestas, bailes y romerías, ayudar en las tareas del hogar como cocinar y lavar la ropa. También habla sobre trabajos como ser carpintero o trabajar en una charcutería, el servicio militar y refranes populares de la época.

1. ÁLBUM DA MEMORIA_AFAMÓN MONFORTE
DAVID (27/10/2014)
De niño jugaba a fútbol, a la billarda, al escondite. Hacíamos carrilanas con los nabos.
Íbamos a ver el tren, nos subíamos a él en marcha (cuando íbamos por las cuestas).
Teníamos una casa grande. A veces nevaba y hacíamos muñecos de nieve. Nos juntábamos las
cuadrillas para ir a la fiesta. Llevábamos una cesta con comida. A veces nos bañábamos con la ropa
interior.
Hice la mili en Coruña. Un día trabajando en Renfe nos cambiaron la aguja de las vías y nos
metimos con la máquina del tren en la caseta.
Hacíamos la comida en el tren, con el vapor de la máquina.
También trabajé en Teruel. “Los amantes de Teruel no murieron de amor, murieron de frío”
Me gustaba mucho la caza, tenía una escopeta (calibre 16). Las piezas se colgaban del cinturón.
Trabajé de maquinista en Renfe.
Tenía un reloj de pared en Chavaga (en mi casa), de pared, muy grande. Y dentro se escondían
cosas. Tallado todo de madera.
Teníamos más de uno, como mi padre sabía mucho y estaba muy preparado, incluso fue alcalde
de Chavaga. Tenía un gran despacho. Teníamos lareira y cocina de hierro y muchos utensilios de
cocina.
Éramos cinco hermanos. Había habitaciones para todos.
Venía la gente de afuera a trabajar y desayunaban sopas de ajo y aguardiente. Había olas de barro
para guardar el agua.
Una vez le pegaron fuego a las palleiras (mi padre era muy político) y lo respetaban mucho. Tenía
una escopeta de cinco tiros. También tenía pistolas.
Había muchos libros en una biblioteca. El cura vivía con nosotros (comía con nosotros y estaba allí
siempre).
Teníamos de todo (ropa, zocas,...). Y en la fachada un gran escudo. Teníamos caballo, vacas,
ovejas, bueyes.
Había hasta las caballerizas. Las camas eran de hierro y de madera. Los colchones eran de lana.
También había jergones (de la hoja del maíz) y se ponían debajo del colchón.
En cada habitación había un lavabo (jarra con palangana).
Mi padre le daba clases a todo el mundo.
Y en casa incluso había baños y una despensa – bodega (cubas de vino, pipotes, fresqueiras...)
Había muchos utensilios de labranza. “A CASA DO FERREIRO”: fouce, fouciña, gadaña, arado de

2. ferro, rastro, forquita, foucela, rastrillo, arado de pau, yugo, molidas, cangas...)
Teníamos columpio de cuerda. Hacíamos comidas grandes en la cocina.
Había un gran pozo en el gran patio. Se sacaba agua con cadena y roldana.
Había horno de pan. Se secaban los chorizos. Había un banco. Había parra.
Mi madre cocinaba muy bien. Hacía de todo. Comíamos el caldo en tazas de barro. También hacía
roscones, flanes... Teníamos gallinero y estaba muy bien preparado.
Y también perros de caza. Cazaba mucho (perdices, conejos, liebres, jabalíes...)
En casa había candiles (de carburo, aceite...) Teníamos hórreo (guardábamos maíz, cebada...)
JOSÉ VÁZQUEZ (27/10/2014)
De niño jugaba mucho a la billarda, al escondite. Hacíamos carros con nabos. Las ruedas eran los
carolos de los nabos, con un palo y unas tablas. Jugábamos al juego del cura (unos con otros).
Echábamos pulsos, a ver quien ganaba.
Dormíamos tres en la misma cama. Desayunábamos papas de maíz, pues lo sembrábamos.
Siempre nos hacía los calcetines y jerseys una tía, hermana de mi padre, Isaura.
Nos bañábamos con una tina. También jugábamos con la nieve, a bolazos.
Le ayudábamos mucho a mi madre, pues se quedó viuda con 35 años.
Me gustaban mucho los chicharrones con miel, típico de esa época.
Iba mucho a Rozabales, a la fiesta. Aprendíamos a bailar y jugábamos. Comíamos arroz con leche,
dulces, asados, queso... Andando y en pandilla. Y con la ropa mejor. En Semana Santa
estrenábamos los zapatos. El dinerillo se guardaba en los petos (tarro de barro con un agujero
arriba y había que romperlo para sacarlos).
Cuando se quedó embarazada mi hermana, tuvo un mal parto. La llevamos a Lugo y yo cogí a mi
sobrina y la llevé para casa. Tuvo una cesárea.
Yo trabajé mucho y no tenía mucho tiempo para las chicas. Una me gustaba mucho, pero yo no
quería casarme. Había tres mujeres en casa y podía chocar y tener que marchar para otra casa.
Mi abuela me dejó un tercio de la herencia. Y yo me quedé en casa, a trabajar las tierras.
Cuando era invierno chupábamos los “candeóns” y jugábamos con ellos y con la nieve.
Con la malla del trigo, después nos daban la merienda y estábamos contentísimos.
En la vendimia, era una fiesta. Hacíamos una gran comida, se mataba un cordero, empanadas y se
cocían los panes en el horno de casa.
La cocina era una lareira y el banco tenía la mesa incorporada (trona). Debajo del banco se ponían
las zuecas y los trastos.

3. A diario usábamos alpargatas. Usábamos hasta los 9-10 años pantalones cortos y en la cabeza
boinas.
Para el colegio se hacían bolsas de tela para los libros. Teníamos pizarra y pizarrillo.
El maestro era muy duro, pero era bueno. Si llegabas tarde, te pegaba con una vara.
En las matanzas se hacían trastadas, metiéndoles trapitos a las filloas.
Hice la mili en Coruña, en Infantería. Estuve dos años y pico. Usábamos mosquetón y machete. Al
venir de la mili me compré mi primera radio.
ARGIMIRO (17/10/2014)
De niño jugaba con coches. Mi padre me hacía carrilanas. También tenía una bicicleta y un
tirapiedras, que había hecho mi padre. A veces íbamos a coger moras o a la prea de la fruta. En el
taller de mi padre revolvía y jugaba con sus cosas.
Conocía a Sara, mi mujer, en una fiesta, en la vid. Al principio se hizo la “dura”. Bailamos juntos. Yo
bailaba muy mal. Estuvimos un año de novios, con 21 años me casé. Nos veíamos por la calle,
íbamos a las fiestas, pero siempre con alguien. Sus padres no me aceptaban, luego ya sí.
Había un taller cerca de casa y aprendí allí el oficio.
Mi primer coche fue un Renault 4. Con 18 años empecé a trabajar y a los 21 me compré un coche.
Me gustaba mucho viajar.
Hice la mili en Lugo. No me dejaban salir de la zona.
Fui varias veces a Portugal. Íbamos a las fiestas a tomar una cerveza y ver a las chicas. No teníamos
dinero. Me casé y tuvimos dos hijos. Nacieron en el Rubio. Los bautizamos en la iglesia de Santo
Domingo.
Los domingos salíamos a pasear al Cardenal, al cine Capitol a ver películas y a su cafetería, también
daban comidas. También íbamos a la pista Maricielo a bailar, traían orquestas. Yo no bailo mucho,
pero lo hacía.
AURORA (17/10/2014)
Cuando era una niña jugaba mucho con muñecas y a la mariola. También jugaba con una cuerda a
saltar. Jugaba a las comiditas y también íbamos a buscar moras.
Íbamos a las fiestas y bailábamos mucho.
También le ayudaba a cocinar a mamá y a fregar.
Íbamos a la fuente a por agua con sellas de madera, que se ponían en la cabeza con una rodela.
Bajábamos al río a lavar la ropa, con un banco de lavar, la tabla o a veces en piedras. El jabón se

4. hacía en casa, luego de las matanzas.
Cuando era joven me presentaron a mi primer novio. Nos gustaba mucho ir a bailar a las fiestas.
Nos íbamos siempre de últimos, esperábamos hasta el final. Decidimos ir a trabajar a Francia, a
París, me quedé embarazada y tuvimos que volver. Me gustaban mucho los niños y tuve tres, uno
lo perdí al nacer.
Cantaba mucho.
Bajaba a la plaza de compras.
LUIS CABO (25/09/2014)
REFRANES Y DICHOS POPULARES
- El amigo de Jaimito le pregunta: Jaimito, ¿estás despierto? -Sí, sí. -¿Tienes 5 duros? - ZZZZZZZZ
- El pedo es un aire fluído que sale por el culo haciendo ruído. Se compone de varias partes: infla,
desinfla, música y mal olor. Se abre, se cierra, se va para su tierra y nos deja el olor.
- Cualidades del hombre vago: bueno de acostar, malo de levantar, agudo del diente y fondo del
vientre.
- Para una vez que tienes ganas de trabajar, siéntate y piénsalo.
- Con Franco, cartos no banco.
Calvo Sotelo tomounos o pelo.
Con Suárez, queimáronse os pinares.
Con Felipe, fomos a pique
Con Aznar, terminámolo de arreglar.
Con Zapatero, quedamos a cero.
Con Rajoy, del “farto me voy”.
E cos que veñan,
mal para os que teñan,
mal para os que non teñan.
Recuerdo que cuando era pequeño comíamos todos de la misma fuente. Entonces yo comía
rápido las patatas para que cayeran los chorizos de mi lado. Y mi hermano decía “ya está el
lambigorcias”.
Mis hermanas apañaban manzanas y las escondían en la hierba y yo las vigilaba desde la ventana y
cuando no estaban bajaba y las cambiaba de sitio.
Tenía un primo de Asturias que cuando venía cogía la burra y se iba con ella y la burra comía y él

5. encima.
Otro día, durmiendo con él (mi hermano, él y yo), se me escapó un peido y él empezó a gritar: ¡Tía
Ramoni, tía Ramoni!, encienda el candil que Luis se ha cagado.
Cuando íbamos a misa con mi madre, le decíamos “mamá, ya somos mayores para ir con usted”, y
nos contestaba, “bueno, entonces iré yo con vosotros”.
Íbamos al colegio y yo hinchaba el balón con el bombín de la bicicleta. Era el encargado de la
pelota. Teníamos un columpio, con dos palos y una roldana y con una traviesa de asiento. Cada
uno tiraba de la cuerda. Teníamos herramientas y lo hacíamos nosotros.
Mi padre era carcelero y hacía de todo.
Mi hermano y yo hicimos un horno con barro y ladrillo y abajo un cenicero grande para asar
conejos, pan o lo que fuera.
Había una artesa para guardar el pan y debajo guardábamos las banquetas. Y había una
gramalleira donde colgaban el pote, leña,...
Al baño siempre íbamos a la huerta o a las cuadras. Para bañarnos con una baldeta, calentábamos
el agua y con una escobilla le dábamos a la espalda.
Tenía una brocha y una cuchilla y me afeitaba todos los días.
Me gustaban mucho las bromas. En Carnavales siempre pintábamos a la gente, “que no le parezca
mal, estamos en Carnaval”. En San Mateo llevaba un water con un toldo alrededor. Era muy
cuidadoso. En los autobuses siempre empezaba yo con las canciones y contaba chistes (“con que
no te toque, puedo tantear”)
Jugaba mucho al fútbol. Íbamos a la fiesta en pandilla.
Íbamos a pescar, con un tenedor, levantábamos las piedras y cogíamos la anguila. Con las nasas
también cogíamos anguilas. Hacíamos magosto en el monte.
Había un manco que siempre me defendía, y decía “si le tocas al niño, te mato co cotobelo”.
Me encargaba de los niños cuando el profesor no estaba y me decía “tómales la lección”. Yo los
ponía de rodillas y cuando venía me ponía a mí de rodillas, porque no quería que los pusiera de
rodillas. En una carpeta llevaba pluma, borrador, pizarra, pizarrín y un manuscrito 1-2 y el tercero
de quebrados.
A mi mujer la conocí trabajando en la Chacinera. Entré a trabajar con 14 años, de aprendiz de
carpintería y luego ya me quedé de carpintero encargado.
Mi mujer ataba los chorizos, “uno va con la chica por amor, por amor, por la morcilla”.
Los de Piñeira tenían muy mala fama de pelearse mucho, yo no era así. Mi suegro me miraba muy
serio, pero al final me aceptó perfectamente.

6. Otras veces, con pelo de las liebres les sacaba de los ojos las chinas o cosas que entraban en los
ojos, limpiaba bien los ojos a los compañeros.
También un día le limpié el desván a los jefes, convenciendo a la señora que no quería. Le dije que
había una viga medio quemada, yo hice que se pusiera negra para engañarla, y así dio el permiso
para vaciar el desván, que no quería ni de broma.
“As rapazas de Monforte
son as máis traballadoras,
fan o caldo e van á feira
e tamén son labradoras”
“A muller que lle pega ó home, fai ben se pode”
“Eu caseime alá arriba, na terra dos maragatos, e trouxen unha muller toda roída dos ratos”.
“As rapazas de Monforte, todas xuntas van á misa, van polo altar arriba, aí vai a flor de Galicia”
“O cura cando vai lexos, déixalle dito á criada, veña tarde, veña cedo, déitate na miña cama”
De jóvenes había reales, pesetas. Mi primer sueldo fueron 2 pesetas. Había perra gorda (10 cts.),
realillo (25 cts.), perra chica (5 cts.), patacón, pataca... En mi casa se guardaba el dinero detrás de
los cuadros, pues el cuadro estaba inclinado. Se guardaba en una carpeta, con documentos... El
cuadro tenía que ser feo, para que no fueran a verlo.
Yo a mi hermana la espiaba por la cerradura de la puerta cuando estaban contando el dinero de la
leche y le pedía dinero (1 ptas.) y me decía “¿estás ahí requichao?”, - Dame algo, anda... Y me
daba una ptas. y me decía “no se lo digas a nadie”. Y se lo iba a contar rápido a mi hermano y él
iba también a pedir y le decía, “¿tú también estás aí?”
Teníamos un perro muy malo, Chivel, cinco pesetas costó, mordía y ladraba mucho. Sólo quería a
mi padre, porque le daba de comer. A nosotros nos roñaba mucho, grrrrr. Decidimos ordeñar una
vaca con una madrueña, donde poníamos la leche para que bebiera y así poder ganárnoslo. Luego
nos preguntaban qué era lo que habíamos hecho para que el perro no nos dejara y nos siguiera a
todos lados.
Tuve una bicicleta que me regalaron mis padres con 14 años, ¡qué ilusión! Tenía portaequipajes,
color blanca y algo de azul. Le puse yo una luz con dinamo, cuanto más apuraba, más alumbraba.
Hasta llevé a mi suegra en ella. Me decían, hay que tener valor para ir con Luís. Le hice yo un sillín
alargado para poner encima y así caber dos personas. Y los nos niños podían ir también detrás.

7. Me gustaba de niño jugar con el tirachinas (dos gomas, un trozo de cuero y un palo en forma de Y).
Y de joven hacer cursillos en la cárcel vieja. También jugábamos a las bolas, al aro, a la billarda, a la
chimpa (con monedas de cobre), se hacía una raya y más o menos puntos.
Las matanzas me gustaban mucho, ya de adulto. Tenía una pinza eléctrica con la que los dormía.
Una vez maté uno de 200 kg.
Un día me comí nueve chorizos con pan. Mi mujer en Barcelona y yo comí con mi cuñado. Bromas
me gastaron con la hazaña.
Íbamos a las mallas y nos juntamos diez de un lado y diez de otro. La moca y el pértigo, moca la
pequeña y el pértigo el que se agarraba, el grande, y éste giraba. Aturullaban y venían las mujeres
y le daban la vuelta a la paja (espalleirar) y nosotros le volvíamos a dar, y cuando ya no echaba
nada se llevaba la paja y se limpiaba el grano, pasándolo por una máquina que era manual, con
cribos, luego fue con máquinas. Y los malladores aturullaban para que supieran que se había
acabado. Venían todos a festejar. El mallo era grande, con uno más pequeño que gira, y nosotros
teníamos tres mallos porque éramos tres hombres. La paja se llevaba al pajar y a veces hacíamos
bromas y envolvíamos a alguna mujer y nos la llevábamos al pajar y ella gritaba. Todo bromas,
había otra unión. A veces teníamos poco pan y mallábamos los cuatro solos, papá y nosotros. Se
comía el bocadillo y se bebía de la bota del vino.
Había un cura, D. Modesto, que tenía 18 vacas, y nos decía por Cuaresma, “hala rapaciños, que xa
ven o músico (acordeón – piano) para que bailedes”. No se acordaba de nada, pero seguía dando
misa. Al Roque de Piñeira, como no le dio para arreglar la iglesia, le cobraba hasta los entierros.
Todos los vecinos le iban a la siega y le ayudaban con el ganado, y al que no ayudaba les cobraba
todo. Un día le llevé yo por encargo de él un San Antonio para arreglar. Las mujeres todas
asustadas, pensando que lo habían robado.
“As rapazas de Monforte,
Son pequenas e regordas,
Comen leite con castañas,
Tiran peidos como bombas”
Cuando era niño, íbamos a subirnos al tren en marcha, por la subida, como no podía, iba muy
despacio y corríamos para subirnos a él.
JUAN B. MACÍA (QUIROGA, 19/09/2014)
RECUERDO EN MI INFANCIA:
Mi madre me decía “a la escuela” y mi madre me vigilaba hasta que llamaba yo a la puerta para

8. que entrara. Pero me escapaba y me iba al campo de la fiesta a jugar con los mayores al fútbol y si
estaba solo jugaba con los perros y corría por allí. Me gustaba mucho escuchar a los chicos
mayores, sus conversaciones, y siempre me amenazaban de que no contara nada.
Me gustaba una chica que se llamaba Mª Carmen, que me daba pan de trigo y yo le daba centeno
que era lo que se hacía en las casas. Jugaba con ella mucho al escondite.
Mi hermana me envió un traje desde Barcelona, con 12 años y ya con traje. La primera vez que lo
usé fue para ir a misa, un domingo. De color azul oscuro y pantalón largo. Lo colgaba en una
percha con una bolsa atada para que no le entrara el polvo. Mi madre, un día que rompí ese
cordón para poner el traje y ver a mi novia, cogió de una cesta de patatas las patatas y empezó a
tirármelas.
Tenía un carretón con ruedas y un volante para la dirección. Hecho por mí con una navaja y una
sierra pequeña. Nos tirábamos con ellos por las bajadas a ver quien llegaba antes. Le ponía la piel
del tocino en el eje donde rodaba, para que estuviese engrasado constantemente. Un día, fui con
el carretón a ver una chica y en el cuartel me salió su padre, que era guardia, y me dijo que como
me volviera a ver con su hija me iba a calentar. A raíz de eso empecé a pensar que me debía de ir,
emigrar, a Francia, pero en la frontera había una revolución, y fui a Barcelona como mi hermana.
Un tío de Astorga me regaló con 15 años una armónica, y mi tío de casa, que tocaba la gaita
siempre con el meco, me enseñó a tocarla. Mi tío era alcohólico y tomaba mucha aguardiente.
Me obligaban a dormir la siesta, y por un ventanón de la cocina me escapaba, bajando por un
tejado que estaba a unos dos o tres metros del camino, y me iba al pozo da Silva, del río Ermida, a
bañarme. Mi madre con una vara me llamaba Juancito y mi abuela me metía debajo de su falda
para que no me pegara.
En la cocina había una arca grande donde guardaban chorizos, patatas,… Si estaban colgados, yo
con un palo quemaba la punta y quemaba el cordón para que cayeran los chorizos. Y del arca me
llevaba los chorizos e iba a una casa abandonada y metía allí los chorizos, el dinero que me daba el
cura… En una pared saqué una piedra grande y la rebocé toda, metía la piedra y la movía para que
pudiera meterla y sacarla cuando quisiese. Mi caja fuerte.
Con 16 años empecé a trabajar de paleta y siempre fui monaguillo (desde los 7 años). Y si me
necesitaba el cura, me tenían que pagar igual. El cura me daba reales y los escondía allí.
Un día alquilé dos bicicletas en Quiroga con ese dinero y fui con un amigo a Folgoso do Courel a las
fiestas. Para arriba andando. Tenía amistad con un capador que era de allí y nos invitó a cenar y
nos quedamos a la verbena. Al llegar a casa, mi madre con las manos detrás, me esperaba. ¡Qué
paliza me iba a dar!. Lloré mucho, pero no me pegó, lloré de rabia porque no me pegó.

9. Con 17-18 años conocí en Folgoso a una chica que se llamaba ¿¿??, de la que me hice novio. Pero
yo trabajaba en Barcelona. Ella decidió venir conmigo y salimos durante ocho años y ella se puso
enferma. Murió de un tumor en la cabeza.
Salíamos en la aldea un grupo grande en los magostos, asábamos las castañas en una hoguera por
el campo. Directamente al fuego y en la orilla las tapábamos con las brasas o cinsa. De broma nos
pintábamos las caras. Los mayores llevaban una bota con vino.
En los Santos Inocentes desmontábamos los carros y los colgábamos por ahí. Los burros los
cogíamos y los atábamos a la cuerda de las campanas. Le poníamos alfalfa y cuando querían comer
el burro al agacharse tocaba la campana.
En Reyes cantábamos villancicos y en las casas nos daban tocino, chorizos, morcilla…
Caminábamos mucho, mi padre siempre en burro. A las fiestas íbamos andando y en pandilla.
Llevábamos pan, chorizo,…
Nos dejaban quedar hasta el final y al día siguiente subir agua de la fuente en cántaros, olas de
metal, aunque había quien las llevaba de barro.
Mi madre llevaba una tabla y jabón hecho en casa y lavaba ropa en la fuente.
A la escuela llevábamos pizarra y pizarrillo y un libro.
En invierno usábamos zuecas de cuero con cordones. Las chicas más madrueñas. Jerseys de lana
de oveja de mi abuela, que también me hacía calcetines.
En la cama usábamos para el frío ladrillo, botella y al final bolsa de agua. Los colchones de hoja de
maíz (jergón) y paja y luego colchón de lana. Dormíamos hasta cinco en una cama. La ropa de la
cama hecha en casa. Bacinilla de porcelana debajo de la cama, en la mesilla farol de carburo o
candil y a veces agua.
Con 17 años trabajaba en una casa de fabricación de piezas de recambio para máquinas de
escribir, y me pagaban 600 ptas. Pagábamos 500 ptas. de pensión completa, con lo que me
quedaban 100 ptas. para gastos. Lo primero que compré cuando ahorré fue un coche, un 124
usado, con aire acondicionado y carrocería del 1430, color blanco. Ya vivía con mi hermana y
trabajaba en un taller de fabricación de piezas de automóvil (8 años). El segundo coche fue el
Peugeot 505. Trabajaba muchas horas.
Con 25 años empecé a ir al gimnasio. Venía a Galicia en el mes de agosto. Iba a las fiestas, ayudaba
en casa. Mi padre murió con 25 años que tenía yo, fue a por un nido en un castaño y los cables
que pasaban por allí de alta tensión se lo llevaron.
Aquí también íbamos de pesca de noche. A la mañana comíamos lo que pescábamos de noche en
una barbacoa. Yo era cocinero, la pesca me aburría.

10. El primer traje que me compré fue cuando se casó la hermana de mi cuñado, que fui de padrino.
A Galicia bajaba en tren antes de tener coche. Traía siempre relojes para la familia, vendía otros
para sacar dinero. Los compraba en el puerto de Barcelona, que eran más baratos.
Me gustaba ir con mi cuñado a comer ostras y cava al puerto. Me gusta mucho comer, ir a comer
por ahí. En una despedida de soltero le compramos un billete para Mallorca, y él todo borracho no
llegó a la boda. Fue una broma pesada. La cama se la serraron para la noche de bodas.
Tuve otra novia, en la que su madre era muy celosa (5 años de noviazgo) y esta hizo que todo
terminara (Mª Antonia). La tercera, salimos cuatro años, pero se acabó y hasta hoy (Luisa).
FINA RODRÍGUEZ ESTRADA (23/09/2014)
Recuerdo que de pequeña siempre jugaba con muñecas, que abrían y cerraban los ojos, eran de
porcelana, y yo siempre les hacía vestiditos. También tenía una bicicleta, pero la usaba poco
porque no sabía andar en ella. Era de color rojo. También tenía camitas para las muñecas de
madera, que me compró mi padrino. Íbamos a la aldea y jugábamos a la Mariola, a las bolas, a la
comba, a la goma. Teníamos pelotas pequeñas y pelotas grandes, de trapo, hechas por mí.
Tenía una vecina que le venía el novio a verla y cosía mucho. Iba junto de ella y le pedía que me
cosiera cosas para las muñecas y le interrumpía la visita.
Estudiaba con las monjas, pero no estaba contenta. Siempre pegaban con la regla. Un día me
dejaron sin sentido y me tuvieron que dar puntos, y a mis padres les dijeron que no era nada, que
me había lastimado yo un poco. Unas brujas, sobre todo la madre Josefa.
En la cesta de mis abuelos tenía una bolsita hecha por ella, un monedero, y me guardaba allí el
dinero.
Me gustaba mucho ir a Coruña, iba a veranear allí con mis padres.
Mi abuela de Ferreira siempre me daba pan centeno hecho por ella, y me gustaba mucho.
También me gustaba mucho el de maíz. Tenían horno y un día me metí dentro de él. Me escondí y
no me encontraban.
Con una piedra golpeaba una olla. Me gustaba mucho tocar con eso.
Cuando tenía 12 años me hice novia de un chico, Manolito. Íbamos en pandilla, éramos muchos. Él
tenía una tienda y siempre me decía que volviéramos por la tienda.
Estuve de novia con un chico, Pol, con 15 ó 16 años, y estuve de novia seis años, hasta que nos
casamos. Andábamos en pandilla e íbamos a las fiestas. Luego se fue a la mili, dos años, en
Cáceres. Él tenía una foto mía y yo una de él. Nos escribíamos cartas.
Con 17 años trabajaba con una amiga en Dori, una tienda de ropa. Merendábamos y hacíamos un

11. equipo (ajuar). Un día a la semana nos íbamos a divertir. Salíamos al parque a charlar y teníamos
que volver a una hora ya marcada por los padres. Guardábamos el ajuar en el armario (sábanas,
manteles, “tú y yos”,…)
En la habitación tenía una imagen de la Virgen del Pilar, en un cuadro. También tenía una máquina
de coser que me compró mi padre con 17 años. ¡Qué ilusión me hizo!, aún la tengo hoy en día en
la casa de mis padres.
Con 16 años me regalaron una sortija de oro, que aún uso hoy. La guardaba en un joyero con
forma de corazón, lleno de brillantes. También tenía una caja donde guardaba las fotos y las cartas
que me escribían.
ERMITAS (06/10/2014)
De pequeña aprendí a coser muy pronto y me hacía las muñecas con mi pelo, que me cortaban, o
el de mis hermanas. La cara con un papel pintado.
También teníamos pizarra y pizarrillo. Con 7 años ya íbamos a comprar en Chantada.
Lavábamos la ropa en el río y cargábamos las bestias para ir al molino. Echábamos el trigo o
centeno a moler, recogíamos la harina. Los sacos los cargábamos. Trabajábamos a caballo. Yo iba a
Sarria a caballo. Iba al río a buscar agua para llenar un estanque, para moler. Había dos piedras,
una para el centeno y otra para el maíz (para los animales)
También íbamos a arrancar las patatas y teníamos cestos para transportar (12 cestos muy altos, de
1’20 o 1’30 m.) y ladrañas que se ponían alrededor del carro para que no cayesen. El carro a veces
se levantaba.
En las matanzas y me encargaba de lavar las tripas en el río. Usaba jabón de barra, que lo
hacíamos en casa, lo usábamos incluso para lavar el pelo.
Celebrábamos muchas fiestas en casa (cumpleaños, santos,…). Teníamos una mesa para veinte, y
se hacía roscón.
Me gustaban mucho los columpios y ponía una cuerda (adibal, que se usaba para atar las cosas en
los carros) en la viga de la cima de las escaleras, donde estaba el horno del pan, y mi padre me
decía “no andarás con una soga, que te puedes caer, no la pongas muy larga”.
Una vez íbamos en un carro a trabajar a la finca y oíamos gritar “vai por aí!”, nosotros creíamos
que era el zorro. Eran falangistas detrás de un chico. Mi padre los vio y les dijo “soltade ó chaval”.
El chaval se quedó más tiempo en casa, tenía que haberse incorporado de soldado para la guerra y
como tenían matanza se quedó más tiempo. Los falangistas con dos fusiles y mi padre con una
guillada, y nosotras en el carro. Dijo otra vez “soltade ó chaval, que eu me fago responsable del”.

12. El chaval le llevó el pimentón a la familia y mi padre se encargó de que cogiese el tren y se
incorporase a filas. Le salvó la vida. La madre del chico se lo agradeció toda la vida. El chico volvió
luego de varios años a ofrecerse para ayudarnos con la cava de las viñas. En mi zona andaban
mucho los falangistas.
Se usaban de aquellas, mucho las maletas de madera.
Este chico, luego de varios años se encontró con el falangista y tiró la maleta desde un autobús y
se tiró del coche y se enfrentó a él. Y le decía, “defiéndete cobarde, que te voy a matar a palos”,
pero no le dejaron y se fue para casa de mi padre diciendo “ese cobarde me quiso matar porque
me quedé a buscar pimentón para la matanza”.
Mi padre daba de comer y vendía barricas de vino.
Con 22 años me casé, llevábamos 2 años de novios. Nos conocíamos de vernos. Él era cartero.
Luego nos fuimos a vivir a Diomondi. Pero le sacaron el trabajo de cartero y tuvimos que emigrar a
Venezuela, 10 años estuvimos. Volvimos a España, para Madrid, y monté una perfumería, y mi
marido fue constructor y haciendo arreglos de colegios y obras.
De joven se comía mucha castaña. Leche con castañas, en el caldo, como si fueran patatas,
castañas con solana (soá), en cocidos, asadas…