La leyenda cuenta que un sacerdote y su monaguillo viajaban cerca de la laguna de Ortices para ayudar a un moribundo. Cuando el monaguillo arrojó piedras a la laguna, sus aguas se agitaron amenazadoramente. Para calmar las aguas, el sacerdote primero arrojó su estola y luego, al ver que no funcionaba y que su caballo empezaba a hundirse, arrojó el relicario que contenía las hostias sagradas. Esto hizo que las aguas se tranquilizaran y los