Este documento discute el uso de juegos de ordenador para enseñar historia. Señala que las herramientas tecnológicas como los juegos pueden facilitar la enseñanza pero no reemplazan al profesor. También destaca que los juegos pueden motivar e interesar a los estudiantes en la historia pero no son suficientes para formarlos como historiadores. Reconoce la necesidad de que los profesores se preparen en el uso de estas herramientas y aseguren la veracidad de la información presentada en los