El papel de los médicos veterinarios panameños durante la invasión de 1989
1. LOS MÉDICOS VETERINARIOS PANAMEÑOS Y LA INVASIÓN
DEL EJÉRCITO NORTEAMERICANO A PANAMÁ.
Autores: Dr. Franklin Clavel, Dra. Yolanda de Rodríguez, Dra. Oneida O. Calderón M.
La invasión del Ejercito Norteamericano a Panamá, ocurrido a la media noche del 19 de diciembre
de 1989, en los prácticamente primeros minutos del día 20, fue ampliamente conocida por todo el
mundo directamente en ese momento y que ha recogido la historia para que sea recordada por las
generaciones posteriores. En todo caso, fue una acción de una superpotencia militar contra un
pueblo inerme, que ningún panameño puede aceptar ni justificar, por muy justa que haya sido la
causa que la provocó.
Pero en esta ocasión nuestro tema se centra en la misión que cumplió un pequeño grupo de
médicos veterinarios y de inspectores de Cuarentena Agropecuaria en defensa de la integridad de
la salud animal y de la salud pública del país en esa situación tan vulnerable la que estuvimos
expuestos.
Todos los panameños conocemos estos trágico sucesos, pero lo
que ha tenido poca divulgación es lo relativo al importante papel
desempeñado por los médicos veterinarios panameños durante la
invasión del ejército norteamericano a Panamá el 20 de diciembre
de1989 con la intención de derrocar al general Manuel Antonio
Noriega, acusado de narcotraficante por los Estados Unidos y
comprobar la efectividad de su sofisticado arsenal de guerra, para
ser utilizado posteriormente en Irak.
El ejército norteamericano se toma por asalto todos los
aeropuertos, puertos internacionales y locales, así como los puestos fronterizos y principales
carreteras del país, provocando con tal acción una grave crisis a nivel nacional, con respecto al
tránsito y abastecimiento de alimentos, ya que todos los canales de comercialización de productos
agropecuarios quedaron bloqueados.
Durante este penoso conflicto, cuando el ejército norteamericano ocupó el aeropuerto internacional
de Tocumen, los funcionarios de Aeronáutica Civil, Cuarentena Agropecuaria, Aduana, Migración,
Narcóticos, autoridades administrativas y personal en general fue evacuado.
Este fue el único aeropuerto civil que se mantuvo activo para las operaciones de recibo de equipo y
municiones de guerra del ejército invasor y, sirvió para el ingreso de la ayuda humanitaria enviada
por los países amigos.
Durante el desarrollo del citado evento, la población civil de las ciudades de Panamá y Colón,
alentada por el ejército de ocupación, se dedicó al pillaje y saqueo, principalmente de los
supermercados y comercios existentes en estas dos importantes ciudades terminales del Canal de
Panamá. Los resultados de estos hechos desembocaron en un desabastecimiento crítico de
alimentos en dichos centros urbanos.
Eran las primeras horas del anochecer del 21 de diciembre cuando el recién designado Ministro de
Desarrollo Agropecuario del nuevo y legítimo gobierno, el Dr. Ezequiel "Chichilingo" Rodríguez,
médico veterinario, se comunicó telefónicamente con el director nacional de Salud Animal y con el
planificador de esa dirección, doctores Franklin Clavel y Hernán Alvarado respectivamente, para
informarles que él era el nuevo ministro y que los ratificaba en sus cargos, convocándolos para una
reunión a las siete de la mañana del día siguiente en la entonces sede del Ministerio de Relaciones
Exteriores ubicado en la Plaza Porras.
Luego de muchas dificultades y peligros, porque todavía se daban enfrentamientos armados,
lograron llegar al lugar de la cita, controlado férreamente por el ejército invasor, en donde se
2. estaba instalando oficialmente el nuevo gobierno. Allí, delante de todo el Gabinete se les dio la
instrucción de organizar un equipo de trabajo para controlar, desde el punto de vista sanitario, toda
la ayuda internacional que anunció una gran cantidad de países que querían ayudar a Panamá en
semejantes circunstancias, especialmente con alimentos, medicamentos, materiales y equipos
hospitalarios y una variedad de otros artículos. Toda la ayuda llegaría por vía aérea al aeropuerto
internacional de Tocumen.
El aeropuerto había sido tomado completamente por una compañía del ejército procedente
directamente de Fort Bragg y la misión encomendada a Clavel dependía de la cooperación que los
invasores estuvieron dispuestos a brindar. Un coronel del ejército acantonado en la Zona del Canal
de Panamá fue designado para conducir a Clavel y relacionarlo con los oficiales de las tropas
ocupantes.
La respuesta internacional fue casi inmediata, recibiéndose grandes remesas de alimentos
agropecuarios de todas partes del mundo, lo que se tradujo a su vez en un nuevo problema para el
país, ya que la legislación sanitaria vigente no permitía la entrada de productos que pusieran en
peligro la excelente situación zoosanitaria de Panamá.
El Director de Salud Animal de ese entonces, Dr. Franklin
Clavel, a petición del Dr. Ezequiel Rodríguez, Ministro del
MIDA, conforma un equipo de médicos veterinarios sin
afiliaciones políticas de ningún tipo, para hacerle frente a la
situación. En esos momentos, todas las actividades
desarrolladas por el MIDA estaban paralizadas, nadie
ocupaba las instalaciones del Ministerio, todo el personal
estaba resguardado en sus casas, debido a la invasión
armada, no había ningún médico veterinario en servicio.
El Director de Salud Animal, solicita al Dr. Hernán
Alvarado, jefe del Departamento de Planificación, que
convoque a la directora de Cuarentena Agropecuaria del
MIDA, Dra. Yolanda de Rodríguez, para que se encargara
en el aeropuerto internacional de Tocumen de recibir y
clasificar desde el punto de vista sanitario los alimentos, medicamentos y equipo para uso humano
que ingresaran por esta importante puerta de entrada al país.
La Dra. De Rodríguez a su vez convoca al Dr. Roberto Serrano y a la Dra. Oneida Calderón para
enfrentar esta delicada situación. También son llamados a participar 10 inspectores de mayor
confianza a unírseles, los que aceptaron, incluyendo posteriormente a este equipo al encargado
del incinerador ubicado en el viejo terminal, el Sr. Fenton.
Este personal tuvo que trasladarse de sus casas al aeropuerto y viceversa, sorteando tanques,
cañones, muertos, desolación, destrucción y soldados armados, para poder cumplir con la tarea
asignada, las 24 horas del día en tres turnos rotativos. El ingreso de este personal a dicho
aeropuerto, se verificaba a través de un listado de personal autorizado, controlado por un soldado
norteamericano, quien se cargaba de verificaba la lista y la identificación (carnet) del MIDA de
cada uno de ellos.
El Sr. Aquiles Cunnighan, coordinador general de los inspectores de Cuarentena Agropecuaria,
junto a otros dos inspectores, fueron ubicados en el antiguo edificio del Registro Público, en calle
50, adonde se envió toda la ayuda humanitaria y donde se verificaba nuevamente la condición de
los alimentos, antes de ser distribuidos a la población.
Todos los medicamentos, equipo y otros insumos recibidos para uso hospitalario, se reubicaron en
las galeras de Aduana en Curundú, para su inventario, control y reenvío a los hospitales y centros
de salud de todo el país, labor realizada por el personal del MIDA (Dr. Clavel y Dra. Rodríguez),
3. quienes eran los que concedían el permiso para retirar de estos hangares lo solicitado por las
autoridades de Salud Publica.
Los medicamentos vencidos, que fueron muchos, fueron incinerados de inmediato y se
distribuyeron rápidamente los que estaban a punto de vencerse.
Este reducido equipo hizo frente en días subsiguientes, las 24 horas al día, de un gran volumen de
productos agropecuarios, algunos provenientes de países cuya condición fito-zoosanitaria no
cumplía con los mínimos requisitos exigidos por Panamá, países que en un acto de buena fe,
enviaron dichos alimentos para colaborar con la población panameña, frente al conflicto armado
producto de la invasión.
Los cónsules y embajadores de los gobiernos amigos que enviaron productos agropecuarios a
Panamá, con restricciones fito-zoosanitarias, se sintieron ofendidos cuando se decidía no aceptar
los alimentos provenientes de sus países.
Para no destruir estos alimentos, se les dio la opción de enviarlos a un tercer país, alternativa que
muy pocas veces se dio, por lo que se incineraron miles de libras de carne bovina y porcina,
embutidos, quesos, leche, legumbres, etc.
La tarea fue titánica y concienciar a los cónsules, representantes de los gobiernos amigos de la
importancia de rechazar la donación de alimentos, con condiciones fito-zoosanitarias no aptas para
el país costó mucho tiempo, mucha labor de convencimiento y constancia, hasta que finalmente
aceptaron, no de muy buena gana, que la medida adoptada era justa y necesaria para
salvaguardar a Panamá de consecuencias nefastas para la ganadería y agricultura nacional.
El primer embarque recibido fue de carne semicocinada procedente de Argentina. Como esta
carne no había sido debidamente procesada, ya que provenía de un país aftoso, fue rechazada.
Este embarque logró enviarse a Ecuador para el beneficio de un pequeño grupo de personas de un
pueblo indígena.
El incinerador no se dio abasto para destruir esta gran cantidad de alimentos, por lo que hubo la
necesidad de depositar los decomisos en el suelo, a su alrededor para incinerarlos, bajo la estricta
vigilancia de un inspector encargado de esta tarea.
La primera remesa incinerada en estas condiciones estaba contaminada con municiones de las
que nadie se percató. Al aplicar el fuego para incinerar el decomiso las balas explotaron.
Afortunadamente no ocurrió ninguna desgracia, nadie fue herido ni resultó muerto, pero obligó a
los funcionarios a ser más cuidadosos al emprender esta labor que, aunque sencilla, se tornó
peligrosa.
A pesar de que el equipo conformado por veterinarios
no eran de expertos en condiciones de emergencia
frente a conflictos generados por una guerra, ni
expertos epidemiólogos con grados de especialidad o
maestría en la materia, los conocimientos básicos de la
profesión de medicina veterinaria, el buen juicio y la
mística para trabajar todos juntos por Panamá fueron
suficientes para permitirles tomar las medidas
pertinentes y minimizar, el riesgo de introducción de
plagas y enfermedades exóticas al territorio nacional.
Muy pocas personas se enteraron de esta silenciosa
4. labor realizada por estos profesionales de la Medicina Veterinaria e inspectores de Cuarentena
Agropecuaria, quienes calladamente asumieron la responsabilidad de cargar sobre sus hombros
esta ardua tarea aun poniendo en riesgo sus vidas.
Los resultados de dichas acciones se reflejan hoy en día, con el reconocimiento de Panamá a nivel
internacional de poseer una excelente condición fito-zoosanitaria y lo que es más edificante, se
resolvió el problema de la crisis alimentaria que sufrió el país a consecuencia de la invasión a
través de las donaciones internacionales sin que dicha acción provocara problemas a la ganadería
ni a la agricultura del país posteriormente.
Ninguna fuente bibliográfica menciona estos hechos que, aunque no reflejan aquí todas las
vicisitudes y complicaciones por las que tuvieron que pasar estos profesionales involucrados en el
mencionado proceso, se decidió incluir este sucinto relato en este documento histórico, que recoge
los logros de la clase veterinaria en Panamá, con la finalidad de hacerles un humilde
reconocimiento por la labor realizada.