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Mediación y acompañamiento educativo una experiencia
1. Educación, Mediación Intercultural y
Acompañamiento Social
Una experiencia
Belén Arranz Núñez - Mediadora
Santiago González Avión - Sociólogo
La intervención socioeducativa con minorías requiere de una comprensión completa
del sistema educativo, sus objetivos y sus logros, así como sus posibles deficiencias
y dificultades; y de una comprensión igual de completa del sistema cultural de la
minoría en cuestión, especialmente de su percepción del sistema educativo, de su
nivel de expectativas y de su interpretación de los logros académicos en particular y
escolares en general. Este proceso de comprensión e intervención es lo que
conocemos como mediación intercultural, y resulta fundamental para garantizar la
convivencia y el éxito escolar (relativo) de las minorías en desventaja social dentro
del sistema educativo.
Los procesos de mediación conocidos como mediación natural se basan en la pertenencia
de la persona a la minoría cultural en cuestión. Se supone que no existe distancia cultural
respecto del colectivo objeto de la intervención. La dificultad de este modelo radica en el
desarrollo de una figura propiamente profesional (no es un militante, ni tampoco un notable
con capacidad para conseguir objetivos deseables socialmente), así como un perfil y una
carrera profesional.
En cambio, los procesos de mediación profesional se basan en la proximidad del agente de
la intervención con respecto de la minoría cultural en cuestión, su reconocimiento dentro de
la comunidad y, específicamente, en la habilidad profesional para desarrollar procesos de
acompañamiento social basados en la empatía: comprensión y proximidad que no excluyen
distancia y exigencia.
La intervención educativa con población de origen rumano
Hemos realizado una intervención educativa con familias rumanas, especialmente de
cultura gitana, durante los cursos académicos 2009-2010 y 2010-2011. Previamente, existía
un contacto con las familias rumanas originado en un contexto de intervención que
comenzaba en la calle, en los lugares frecuentados por personas adultas que
complementaban sus ingresos mediante la práctica de la mendicidad. Ese acercamiento no
incluía ningún juicio de valor, sino simplemente la oferta de una entrevista en contexto de
despacho para mejorar la situación social de la persona y su entorno familiar.
Este acercamiento fue muy bien recibido, en términos generales, originando un complejo de
relaciones que incluían siempre la percepción subjetiva de “ayuda”, pero excluían
radicalmente cualquier tipo de ayuda económica. De este modo, la ayuda consistía
inicialmente en un intercambio de información: la persona que solicitaba ayuda ofrecía
información sobre su situación y la de su entorno de convivencia (incluyendo la familia
2. extensa) y la profesional que ofrece información sobre el acceso a los servicios públicos y
de iniciativa social existentes y disponibles para la persona y su entorno. Se hace hincapié
en los posibles derechos, pero también en las obligaciones derivadas de la condición de
ciudadanía. La pedagogía de la ciudadanía es fundamental para una pedagogía social de la
participación en el sistema educativo.
La información ofrecida por las personas que demandan apoyo resulta determinante para
tener una adecuada composición de lugar sobre las relaciones familiares existentes en la
comunidad, la percepción de la situación social en origen, las expectativas migratorias, las
diferencias entre expectativas y realidad migratoria, así como la percepción sobre los
principales pilares de nuestro sistema de bienestar (particularmente, la salud, la educación y
la protección social).
La información obtenida por la persona demandante de ayuda sirve para difundir la utilidad
del servicio y crear una expectativa correcta del mismo: no se ofrece ayuda económica,
requiere de una relación sincera y leal, así como de una participación activa de la persona
en la búsqueda de alternativas. A cambio, la persona se siente acogida y acompañada.
Partiendo de esas premisas, se realiza la intervención socioeducativa propiamente dicha. La
demanda de intervención puede partir de la familia o del Centro Educativo. Normalmente,
más que en cuestiones educativas, el origen de la demanda suele estar en la dificultad para
acceder a recursos (becas, comedores...) si parte de la familia; o en conflictos de
convivencia (si parte del Centro).
Para las familias, resulta fundamental lograr la accesibilidad a los recursos. A cambio, se les
pide una implicación efectiva en la educación de sus hijas e hijos. También una
participación activa en el acceso a dichos recursos; y una información fiable sobre su
situación de partida y sobre sus expectativas respecto del sistema educativo. Para lograr la
participación activa, resulta imprescindible acompañar a la persona (normalmente la madre
de familia) a los diferentes recursos, y supervisar la documentación requerida y la entrega
de la misma, así como los plazos para lograr un acceso correcto y en igualdad de
oportunidades con el resto del alumnado.
Para el Centro Educativo resulta fundamental reducir la conflictividad. A cambio, se le
solicita una comprensión de la situación social de la familia, así como de sus expectativas
concretas respecto del sistema educativo, para avanzar en un camino de normalización.
Los resultados de la intervención son limitados y esperanzadores. Limitados, porque no
podemos hablar propiamente de éxito educativo, sino de un camino de normalización, en el
que el compromiso más fuerte se observa por parte de los Centros Educativos (que, al
mismo tiempo, tienen un mayor nivel de responsabilidad). Las bajas expectativas de partida
de las familias respecto del sistema educativo condicionan su evolución posterior. Existe
una asociación muy baja entre escolarización y éxito social, por lo que la escolarización es
más un recurso de atención a los menores que una oportunidad de cambio social. La
modificación de esta expectativa es lenta y gradual.
Los resultados son también esperanzadores, desde el punto de vista de que se ha logrado
romper el aislamiento social de las familias rumanas, y se ha creado un espacio de diálogo
intercultural en el marco del sistema educativo mediante un modelo de mediación educativa
y cultural. En el punto de partida, existe una segregación educativa que es reflejo de la
segregación y la exclusión social. Los elementos lingüísticos, culturales, sociopolíticos y
económicos son los factores determinantes de esa exclusión. Sin modificar sustancialmente
la situación de partida, la creación de un cauce de interlocución tiende un puente entre la
3. capacidad socializadora de la escuela (creadora de inclusión social) y las familias afectadas
por esta problemática.
Un proyecto de futuro
La aplicación de este mismo modelo de intervención en un espacio social diferente, la
ciudad de A Coruña, y en una comunidad cultural diferente, la comunidad gitana autóctona,
en un marco de pluralidad cultural (en el IES Elviña conviven 24 nacionalidades distintas),
nos ha permitido dotar a nuestra experiencia de intervención de un marco más amplio,
donde las principales intuiciones de partida han sido validadas, a pesar de que existen
limitaciones evidentes en el resultado final de la intervención.
Se trata de realizar una apuesta por la educación intercultural en la que se integran los
elementos de identidad cultural en un marco de ciudadanía: igualdad de derechos y
obligaciones. Es el Centro Educativo quien da el primer paso en la intervención. Pero se
tiende la mano a los menores y sus familias, para crear un espacio de confianza y de
convivencia, al tiempo que se elevan los niveles de expectativa sobre el sistema educativo,
y de exigencia en la participación en el mismo.
La intervención en Elviña muestra que, cuando no existe un acompañamiento social de las
familias, y un conocimiento en primera persona de las mismas, las intervenciones desde el
Centro Educativo están marcadas por el voluntarismo, y por una distancia social y cultural
notable respecto del colectivo diana de la intervención. Sin ese pie de apoyo, la intervención
está coja y no podemos hablar propiamente de mediación.
Para el curso 2012 - 2013 nos planteamos aplicar este mismo modelo de intervención a
diferentes centros educativos de la ciudad de Vigo marcados por la pluralidad cultural, por la
presencia de niveles altos de conflicto, de fracaso escolar y de abandono prematuro del
sistema educativo.
Al mismo tiempo, queremos afrontar el reto de implicar al conjunto de la comunidad
educativa, y no sólo al profesorado y la dirección de los Centros Educativos, en la
consecución de los objetivos de convivencia, normalización educativa y éxito escolar del
alumnado afectado por problemáticas de riesgo de exclusión social y diversidad cultural.
Vigo, 24 de agosto de 2012