Un líder efectivo tiene habilidades para el mando, puede anticipar eventos futuros, siempre tiene una respuesta, entiende y asimila los problemas de la organización de manera honesta. Un buen líder también reconoce sus errores, tiene una fuerza interior y carisma que le permite motivar a otros y encontrar a los empleados más capaces para lograr los objetivos de la organización.