El documento discute cómo la interacción con los demás contribuye a la construcción de la realidad individual y cómo la historia de Colombia ha estado marcada por eventos de sufrimiento y persecución de inocentes. Además, argumenta que la educación es una herramienta para el desarrollo humano y la participación en la sociedad, pero que la educación y la democracia en Colombia han sido pensadas y desarrolladas desde sistemas dominantes que no representan las necesidades de sus pueblos.
2. El hombre es un ser que se construye en la interacción con el otro, allí donde las relaciones diarias contribuyen a la
construcción de esa realidad en que se habita, y se va componiendo una serie de manifestaciones ya sean de simpatía o
de desprecio y de preocupación por las circunstancias determinadas que se viven. Lo cierto es que la realidad colombiana
no se puede cubrir con una cortina de humo y ser indiferente a ella, por la visión positivista que se toma de alguna forma
con la postulación de unos proyectos del gobierno que en su discurso suenan agradables al oído y prometedores de una
esperanza y un progreso para el desarrollo esperado de los pueblos, pues a la larga no resultan más que estrategias para
mantener a éste en un permanente silencio, donde la existencia de líderes civiles no se promulgue, sino que llenos estos
de una pasividad y miedo por tomar consciencia de su problemática y exigir así la justicia requerida, mantengan el
sistema de dominación porque es lo mejor que se puede hacer para vivir en “armonía” y “paz”.
En contraste, se debe mirar críticamente que la historia colombiana está marcada de numerosos acontecimientos fuertes:
aquellos venidos de lamentación por la sangre derramada de inocentes que ha sufrido la persecución de la hegemonía por
ser las voces que han salido del silencio y de la oscuridad de las montañas para clamar a todo pulmón la vigencia los
derechos que han sido violados y denunciar las injusticias y acciones descaradas por parte de los miembros del gobierno y
de la fuerza pública. Por consiguiente, hay que admitir que no se busca un clamor por el mejoramiento de la política hacia
las situaciones de éstos lugares por parte del Estado, sino por el contrario, la organización de movimientos pluralistas que
luchen y ejerzan el derecho designado que se tiene por vivir en una sociedad democrática: la manifestación por el
descontento del actuar tradicional-hegemónico.
Pero ¿Qué es aquello que puede superar las desigualdades y diferencias de un País en tragedia: que hace persecuciones y
manda a callar a quienes desean y buscan una democracia igualitaria y una participación en el pensamiento político? La
educación, ya que, es una herramienta de mano, un ejercicio activo que lleva al hombre a un desarrollo de sus
capacidades para luego participar, servir, actuar, vivir, ayudar, conocer, ser, hacer… en la sociedad; es una formación que
tiene y procura inducir al hombre a una finalidad propia de éste ejercicio: la formación humana en el caminar de la vida
diaria para SER MÁS.
3. La historia de nuestra educación y de la democracia igualitaria ha sido y es tristemente pensada y
desarrollada desde los sistemas o sociedades dominantes, que en unión con el manejo y la atención
por las manos del Estado ha hecho sucumbir su esencia dado su despreocupación en forjar
personalidades que representen las necesidades y desasosiegos de sus pueblos, sus movimientos o
sus comunidades u organizaciones civiles. Así se ha llegado a argumentar que son una amenaza
subversiva la existencia de éstos (lideres) para las sociedades que se tildan (y camuflan) de
bienhechoras comunes, porque ellos intentan desenmascarar la influencia y presencia de un
capitalismo destructor en medio de las políticas dadas, lo cual figura el mantenimiento del capitalismo
en las venas de la sociedad y en aquellos territorios pobres, desamparados que no hacen más que
luchar día a día por conseguir el pan y poder sobrevivir con lo poco que se puede ganar en los
productos miserablemente pagados por las empresas o compañías que vagan por estos lugares en
busca de un negociante “hechado para delante”, que quiera formar contratos de producción, pero con
una paga bajo condiciones varias que desprestigian el esfuerzo diario, por ende, se forja una “cultura
del silencio”.
Es más, se pretende mantener estas partes ausentes de una formación humana que humanice con
proyectos y promociones que resultan provocadores de una incapacidad (o un adormecimiento)
humana de pensar, de actuar, de analizar, de criticar… a sí mismo y a su alrededor; son programas
que sí brindan la posibilidad de poner en movimiento el cuerpo y los ingresos, no la mente