Este poema de Dámaso Alonso expresa su enfado ante la destrucción y la muerte que ve a su alrededor. El autor se pregunta por qué hay tantos cadáveres pudriéndose en Madrid y en el mundo, y le formula estas preguntas directamente a Dios. Utiliza un lenguaje violento y desgarrado para transmitir su visión pesimista de la humanidad.