Los juegos tradicionales han perdurado a través de las generaciones, pasando de abuelos a padres y de estos a sus hijos, manteniendo su esencia a pesar de pequeños cambios. No requieren de muchos materiales costosos y se pueden practicar en cualquier momento y lugar. Promueven la interacción social, el desarrollo de habilidades motrices y el aprendizaje a través del juego.