Velázquez recrea el mito erótico de Venus ocultando su sexo e haciendo visible su rostro en un espejo sostenido por Cupido, implicando ludicamente al observador. La obra representa a la diosa Venus desnuda contemplándose en un espejo, aunque su posición implica que en realidad mira hacia el espectador. Velázquez se inspiró en la mitología antigua para crear esta obra erótica de forma mundana sin el toque irónico que empleaba con otros dioses.